Todos los días sumamos motivos para marchar, pero el más nombrado en las asambleas feministas que desde el 14 de febrero se reúnen en distintos puntos del país es la crisis del sostenimiento de la vida. Sobre una economía muy difícil, el ajuste desproporcionado y la desregulación de los precios luego del decreto de necesidad y urgencia de Javier Milei hicieron que algo tan básico como comer, alquilar o tener remedios sea un problema para las mayorías.
Pero un país no es solo su economía, también vemos cómo el partido de ultraderecha que gobierna eligió a las feministas como blanco de su batalla cultural. Cuando avanzamos las mujeres, las tortas, las maricas, las personas no binarias y trans la sociedad avanza, avanza la democracia, la igualdad real —no la abstracción de la igualdad ante la ley— y hacemos una sociedad más justa. Por todo esto, este 8M tenemos que estar.
En la ciudad de Buenos Aires habrá una concentración frente al Congreso de la Nación desde las 16 horas con distintas actividades culturales, verdurazo y ollas populares. También se sumará una marcha que avanzará por Rivadavia desde la Av. 9 de Julio. Al final se leerá un documento desde el escenario.
El hambre es violencia
En el país productor de alimentos, los niños y niñas hasta 5 años necesitaban en enero $56.695 para comer. La Tarjeta Alimentar es de 44.000 pesos, es decir que no llega a cubrir la comida que las infancias necesitan ese mes. Llega, además, a 1.9 millones de menores de edad por debajo de la línea de la indigencia. Los números de referencia quedaron viejos porque la inflación del 20,6% en enero y la interanual de 254% dio un salto exponencial.
Quienes cubren la comida de esas infancias son los comedores sociales. Hay 4.736.000 chicos y chicas a quienes no les llega la Tarjeta Alimentar y que no tienen nada para comer. La emergencia alimentaria es hoy el problema más grave de la Argentina. En total, los comedores tienen una demanda diaria de 10 millones de personas, entre niñes y adultes. Desde su asunción, el gobierno de LLA cortó el envío de alimentos argumentando supuestas irregularidades.
Cortar los ingresos es violencia
El gobierno de Milei oficializó la suspensión del Plan Potenciar Trabajo. El 65% de quienes lo reciben son mujeres. El Potenciar estaba destinado a fortalecer los ingresos de quienes menos trabajo formal tienen: las mujeres y diversidades, y los jóvenes. Como contraprestación debían sumarse a proyectos productivos, laborales o comunitarios o terminar sus estudios. El cierre del Potenciar afecta a millones de familias y detiene los proyectos que avanzaban con ese trabajo. En estos días vimos en las redes cómo funcionarios de este gobierno y periodistas afines se burlaban de la diputada nacional Natalia Zaracho por no tener un título secundario. Terminar la escuela es un derecho. Hoy el gobierno profundiza más la desigualdad y le garantiza a menos jóvenes la terminalidad educativa.
Políticas contra femicidios: afuera
Sabemos que sin autonomía económica es imposible salir del círculo de la violencia. Lo decimos en aquel primer Ni Una Menos, en 2015, lo decíamos desde antes. No es posible dejar la casa e irse sin plata para poder alquilar, sin la posibilidad de tener algo aunque sea temporal. El gobierno cerró el programa Acompañar, que cubría por seis meses esas necesidades, además de dar un acompañamiento integral a quienes sufrían violencias machistas. Hoy no hay políticas para protegerlas. En 2023 hubo 334 femicidios y travesticidios, que dejaron a 416 hijes sin su mamá. En lo que va de este año, según el observatorio Ahora que sí nos ven, hubo 49 femicidios. El 63% fue cometido por la pareja o ex pareja de la víctima.
Sabemos que 1 de cada 2 mujeres sufrimos violencia doméstica en algún momento de nuestras vidas. Pero el gobierno libertario niega la violencia machista. De hecho nombró a la exfiscal Claudia Barcia al frente de la Subsecretaría de Protección contra la violencia de género, en el Ministerio de Capital Humano, pero el vocero presidencial advirtió que prohibirán la perspectiva de género en la administración pública. La violencia machista se desagrega en que un 42% de quienes sufrieron violencia fue en la modalidad psicológica, el 23% sufrió violencia económica, el 23% sufrió violencia física y el 18% sufrió violencia sexual. Salimos este 8 de marzo porque queremos que estos datos sean historia, no presente.
Si pensamos en todas las acciones que se ponen en marcha para evitar nuestra participación y nuestro desarrollo político, vamos a llegar a estos datos gracias a ELA (Equipo Latinoamericano de Justicia y Género): 8 de cada 10 mujeres que ocupan cargos políticos sufrieron violencia política a lo largo de sus carreras. Si ponemos el foco en todas las represiones que el movimiento feminista vivió desde 2015 en adelante, vamos a encontrar en la violencia política por razones de género una clave de lectura e interpretación.
La feminización de la pobreza no es un eslógan
No alcanza la plata, el 8 salimos las precarizadas, las expulsadas del mercado, las que no se van a poder jubilar, porque solo el 74,6% de las mujeres y diversidades tienen empleo, pero cae al 67,4% cuando deciden maternar. De esas mujeres, 3 de cada 4 no están registradas. El salario mínimo vital y móvil se fijó en 180.000 pesos, cien mil pesos por debajo de la canasta alimentaria. Eso sin contar los gastos en ropa, alquiler, servicios. Detrás de esos números hay familias haciendo malabares para comer o para no vivir en la calle. Quienes alquilaron después del 1° de noviembre de 2023 usan el 41,6% de sus ingresos para conservar el lugar en el que viven. Hagamos comparaciones fáciles: la reducción de impuestos a Mercado Libre equivale a 300 mil canastas alimentarias.
Brecha económica
Las mujeres dedican el equivalente a un trabajo de medio tiempo o más del día a cuidar, por esas tareas nadie les paga. 7 de cada 10 personas adultas que trabajan y tienen a cargo las tareas del hogar son mujeres. Cuando estas se mantienen en el mercado laboral después de tener hijes, lo hacen con trabajos peores pagos, que implican menos responsabilidades o menos horas, todo eso lo hacen para poder encargarse de llevar y traer a sus hijes de lugares, limpiar, hacer la comida, lavar la ropa, hacer las compras: sostener la reproducción de la vida. Para equilibrar el tiempo dedicado a esas tareas en el mundo avanzan con políticas públicas de cuidados, como la creación de jardines de primera infancia, guarderías, el reconocimiento salarial de esas tareas, entre muchas otras.
La carga desigual de los cuidados profundiza la desigualdad económica e impide que tengamos tiempo para cosas como formarnos, tener una profesión en igualdad de condiciones o dedicarnos a tareas creativas y de esparcimiento. Además, pasan otras cosas, el 10% de los hogares son monomarentales. En el 56% de esos hogares, las madres no reciben la cuota alimentaria para mantener a lxs hijxs. La mayoría de estas mujeres está endeudada para comprar comida o pagar el alquiler.
Derechos sexuales y reproductivos
El aborto es un eslabón de los derechos sexuales y reproductivos. Desde 2005 en adelante los embarazos adolescentes bajaron un 57%. Pero todavía en 2021 14 niñas y adolescentes entre 1000 dieron a luz en 2021. Existe una brecha pronunciada entre quienes maternaron en la adolescencia y quienes tuvieron hijes de más grandes. Hacer que esos números sigan bajando y que esas niñas tengan un futuro con más oportunidades depende de sostener políticas para prevenir el embarazo no deseado en la adolescencia como: el plan ENIA, la entrega de anticonceptivos de larga duración y la educación sexual. El costo de prevenir un embarazo en la adolescencia es muy bajo comparado con sus beneficios sociales. Hoy no sabemos cómo siguen esas políticas.
En los eslabones de los derechos sexuales y reproductivos está la posibilidad de gestar o de no gestar. En ambos casos es importante contar con información y con garantías para acceder a la salud, a las tecnologías médicas, a que no vamos a sufrir violencias obstétricas. Sabemos que todavía quedan insumos que dejó el gobierno anterior, pero hoy las licitaciones para comprar los tratamientos médicos están paradas. Esto no es solo anticonceptivos, miso y mife. Es pensar que estos derechos van de la mano de un derecho a la salud integral.
Todos los días se suman nuevos motivos para salir. Acá hablamos de todos los que nos hacen muy difícil el sostenimiento de la vida, pero hay muchos más. Este 8 de marzo, te invitamos a llevar un cartel con tus motivos. En el Congreso o en tu barrio, en Río Negro o en Jujuy. Seamos miles. Esta vez, hay que ir.