“A los besos lesbianos los persigue el Estado”, decía el cartel que Mariana Gómez sostuvo durante la 4ta marcha Plurinacional contra los travesticidios y transfemicidios a 50 años de Stonewall. Ese mismo día se había conocido el fallo de la jueza Marta Aurora Yungano que la condenó a “un año de prisión en suspenso y al pago de las costas del proceso por el delito de resistencia a la autoridad en concurso con lesiones leves agravadas, por tratarse de miembros de las fuerzas de seguridad pública”. ¿Por qué? Por ser una lesbiana visible que besó a su esposa en público y luego se resistió a una detención arbitraria e ilegítima.
Este viernes 5 de julio se conocerán los argumentos de la titular del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 26 y el activismo está convocando a acompañar a Mariana en la lectura y a movilizar a la tarde al Congreso. “Ni gay friendly ni gay pride, somos lesbianas, negras, migrantes, travas, trans, pobres, villerxs y no nos disciplinamos nada”, dice la gacetilla con la que invitan a sumarse a estas acciones contra el fallo lesboodiante. “No nos disciplinamos, las lesbianas existimos y resistimos”, anuncian.
“No vamos a aceptar este retroceso. Este veredicto es mucho más grave que los edictos policiales del ´96. Porque el castigo deja de ser una falta administrativa y pasa a ser un delito penal. Y de un máximo de 30 días se pasa a un año”, dijo a LATFEM Lisandro Tezskiewicz, el abogado defensor de Mariana en esta causa judicial. Hasta 1998 la Brigada de Moralidad de la Policía Federal estaba habilitada para llevar detenidas por 30 días como máximo a las personas que estuviesen vestidas con ropa del “sexo opuesto” o expresaran en público afecto hacia las personas de su mismo sexo-género. Los denominados “edictos policiales” fueron derogados pero el accionar discriminatorio, machista, lesbo y transodiante de las fuerzas de seguridad persiste si observan historias como la de Mariana.
Tezskiewicz espera los fundamentos para poder presentar un recurso de apelación ante la Cámara de Casación esperando que lo revierta. Tezskiewicz ya se adelanta a posibles escenarios adversos y advierte: “si Casación no nos escucha iremos a la Corte Suprema de Justicia y sino iremos a tribunales internacionales”.
La historia de Mariana Gómez ya lleva 21 meses : empezó como un abuso policial y la violencia institucional se duplicó con la decisión judicial. No se trata de una situación aislada sino de parte de un accionar en tándem de fuerzas de seguridad y sistema de administración de justicia contra el colectivo LGBTIQ: el lesboodio del sistema policial y judicial. “Preocupa de manera particular a la CIDH la detención ilegal y arbitraria en el contexto del abuso policial contra las personas LGBT”, dijo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en un informe de 2015 sobre este tema.
El 2 de octubre de 2017 Mariana Gómez estaba acompañando a su esposa, Rocío Girat, en el camino a su trabajo cuando frenaron a charlar bajo el domo vidriado de la Plaza Constitución, desde allí se accede a la estación del subte C. Llovía y tenían mucho para conversar así que estuvieron ahí más de una hora. Se acercaba la fecha del juicio contra el progenitor de Rocío por abuso sexual y ella tenía que presentarse a declarar. Entre abrazos y algunos besos también le dieron algunas pitadas a un cigarrillo. Se trata de un punto de mucha circulación del centro porteño. En esa misma zona había otras personas fumando y nadie les llamaba la atención. Tampoco había una cartelería específica que indicara que allí no se podía fumar. José María Pérez, un empleado de Metrovías, le pidió a Mariana que apagara el cigarrillo, y como ella no lo hizo, llamó a un agente de seguridad.
—Pibe, apagá el cigarrillo —le dijo el policía Jonatan Rojo cuando llegó.
Mariana le explicó que era mujer pero él siguió diciéndole “pibe”. Ella apagó el cigarrillo y se fue. Rojo la cruzó con el brazo a la altura del pecho y le anunció que la iba a detener. El policía pidió refuerzos y unos segundos después llegó la agente Karen Villarreal. La mujer policía la agarró del cuello a Mariana y con la ayuda de su compañero la tiraron al piso y la esposaron. En ese momento, para evitar caer al piso la mujer se aferró a lo que tenía más cerca y en ese movimiento desesperado le arrancó un mechón de cabello a la agente. Por eso, la condena es por “lesiones leves agravadas”. Ese día terminó detenida en la comisaría ubicada en la estación Boedo de la línea E de subterráneos y con un proceso penal abierto.
“La Ley que regula la prohibición a fumar no preveé esa detención. Mariana tenía derecho de intentar esquivarla una detención ilegítima”, explicó a LATFEM Teszkiewicz. Además, según el Código Penal de la Nación el delito de lesiones leves es un delito de instancia privada y requiere el impulso de la persona damnificada. La mujer policía, supuesta víctima del ataque de Mariana, nunca impulsó la acción. Aún así, la jueza Yúngaro resolvió condenar a Mariana por lesiones leves.
El abogado de Mariana Gómez había pedido la absolución. Mientras que la fiscal Diana Goral había reclamado dos años de prisión. En su alegato la funcionaria judicial dejó expuesto su sexismo cuando insistió en que “la lesión a Villarreal, por ser mujer, debe ser valorada más gravemente que en un hombre”.
Las audiencias del debate oral fueron acompañadas por el activismo feminista en la puerta del juzgado exigiendo la absolución de Mariana. El 25 de junio era la fecha en la que debía conocerse el veredicto pero Yúngaro se excusó y pidió tiempo para pensar, algo que los bombos de las manifestantes no le permitían hacer, según ella.
Las audiencias del debate oral fueron acompañadas por el activismo feminista en la puerta del juzgado exigiendo la absolución de Mariana. El 25 de junio era la fecha en la que debía conocerse el veredicto pero Yúngaro se excusó y pidió tiempo para pensar, algo que los bombos de las manifestantes no le permitían hacer, según ella.
La dilación injustificada y la fecha que fijó para dar su veredicto fue significativa y deja ver un mensaje disciplinador: la condena se conoció la mañana del 28 de junio de 2019, jornada en la que se cumplían 50 años de la revuelta de Stonewall y en la que se conmemora en todo el mundo el Día del Orgullo LGBT.
Todas las audiencias del debate oral fueron en las pequeñas oficinas de la jueza Yúngaro. Sin embargo, la condena fue la única instancia en la que se habilitó una sala con público. Este es un dato que también resulta llamativo y parece esconder un mensaje a la comunidad LGBTIQ. La coordinadora de la Defensoría LGBT de la Ciudad de Buenos Aires, Flavia Massenzio, ya anunció que desde este organismo solicitarán que se abra el proceso de enjuiciamiento de la jueza Marta Yungano.
“Ese día me defendí de un acto violento y discriminatorio de la Policía de la Ciudad”, dijo Mariana Gómez cuando fue su turno para hablar antes de conocer la condena.