Hace unas semanas el tenista francés Maxime Hamou acosó a la periodista Moly Thomas de la cadena Eurosports en un móvil en vivo. La abrazó e intentó besarla, a pesar de la negativa de la cronista. Los periodistas -en su mayoría varones- que estaban en el piso se tomaron el hecho de manera liviana, se rieron y festejaron “el chiste”. Tras este episodio, la Federación Francesa de Tenis le retiró la credencial profesional a Hamou y lo descalificó de Roland Garros 2017. El canal y los periodistas que estaban en estudios emitieron un comunicado pidiendo disculpas. El tenista hizo lo propio.
Casi en simultáneo, de este lado del mundo, los programas y noticieros matutinos nos despiertan desde hace semanas con titulares como “Centurión llegaría para los últimos partidos del campeonato” o “Guillermo podría contar con Centurión para la recta final del torneo”. La comparación es inevitable. Aparece como un espejo que nos devuelve una imagen horrible, que duele e indigna.
Ricardo Centurión golpeó y ahorcó a su ex pareja, Melisa Tozzi. Producto del ataque, le astilló 3 dientes. Hay una denuncia radicada en la Comisaría de la Mujer de Quilmes y una restricción perimetral emitida por el Juzgado N°3 de la misma jurisdicción. El Club Atlético Boca Juniors lejos de aplicar una sanción disciplinaria y ejemplificadora, continúa convocándolo a los entrenamientos y su entrenador ha dicho que piensa incluirlo en el equipo titular apenas supere una lesión que arrastra desde el enfrentamiento con River Plate en la Bombonera. De hecho, luego de que la denuncia de Tozzi tomara estado público, el jugador nunca fue separado del plantel e incluso estuvo en el banco de suplentes en el enfrentamiento contra Independiente: allí se lo vio bailando y festejando el primer gol del partido. Lo único que se comenta en los programas deportivos como posible acción del club es que éste no compraría el pase del jugador. Pero, en el corto plazo, no parece haber intención de tomar medidas. La única razón por la que Centurión podría no jugar es su lesión. Es decir, si está en condiciones físicas, lo hará.
Hace un año, para el 3J, Boca dijo “Ni una menos”. Lo expresó a través de sus redes sociales. En un país en el que muere una mujer por día producto de la violencia machista “Ni una menos” no puede ser un mero enunciado. La expresión implica y requiere compromiso y responsabilidad de todos los sectores de la sociedad. Del Estado, principalmente. Pero también las instituciones más populares y convocantes, como es el caso de los clubes de fútbol. Y ya es hora de empezar a exigirlo.
Mención aparte para los medios de comunicación, sobre todo aquellos programas o canales que cubren fútbol. El abordaje que realizaron y aún realizan del caso es, sencillamente, irresponsable. Por ignorancia o por machismo (o quizás por las dos) aparecieron discursos que ponen al jugador en el lugar de víctima. Repasemos algunos de estos discursos:
Primero: en tele aparece un zócalo que nos cuenta que el que sufre es Centurión, que el calvario es suyo, que sus problemas no lo dejan disfrutar de su éxito deportivo. Un medio gráfico deportivo habla de su lesión, nos dice que está en peligro (sí, en serio) y que por eso su novia lo cuida, lo tiene entre algodones. Parece un pésimo chiste, pero no. Es real. Mientras tanto, su ex novia Melisa tiene una orden de restricción en la mano, porque él se metió en su casa una noche por la fuerza y la golpeó. Entonces, ¿quién está en peligro?
Segundo: “Centurión es así por su baja preparación”. No. De ninguna manera. Asociar violencia de género con pobreza -no sólo entendida en términos económicos- es un error, es falaz y tiene graves consecuencias: estigmatiza la pobreza y soslaya que esta problemática aparece en todos los estratos sociales y niveles socioeducativos. Hay agresores millonarios. Hay femicidas universitarios. Si no miren a Farré o a Barreda, por mencionar solo dos casos resonantes. El nivel de instrucción o la pertenencia a un determinado estrato socioeconómico no funcionan como atenuantes o agravantes en los casos de violencia machista.
Tercero: “Una cosa es lo que hace en la cancha y otra afuera” o “es un tema de su vida personal”. Tampoco. Ese ya no es un argumento válido. Algunos periodistas han llegado a equiparar este hecho con otros episodios de “indisciplina” que protagonizó el jugador. A esta altura todxs sabemos –o deberíamos saber- que el machismo mata y que la violencia de género es una problemática social, que nos compete a todxs. Y lo que tenemos que tener claro es que no intervenir, cuando tenemos la posibilidad de hacerlo, nos hace cómplices.
El caso de Centurión no es único y se suma a una larga lista de casos similares en nuestro país y en la región. Un ejemplo es el del jugador colombiano Pablo Armero, quien, tras ser denunciado por un episodio de violencia de género contra su ex pareja en 2016, fue convocado para la selección de su país. La única voz que se alzó contra este hecho fue la de la periodista Andrea Guerrero a quien le llovieron una catarata de insultos y hasta amenazas contra su vida por expresar su desacuerdo con la convocatoria de Armero. El jugador finalmente fue convocado.
¿Por qué el periodismo, en general, blinda y encubre al “ídolo”? ¿Qué tiene que pasar para que un club o una asociación de fútbol tomen medidas ejemplificadoras? ¿Vale más la disputa de un campeonato que la vida de una mujer? Por ahora, todas esas preguntas tienen respuestas desfavorables para las mujeres.
Nos lamentamos, nos indignamos y exigimos justicia cada vez que una piba aparece asesinada. Pero nos olvidamos que la justicia también está en la prevención y en las acciones de la vida cotidiana que pueden colaborar con concientización sobre un tema tan grave como la violencia de género. En este sentido, la toma de posición y la implementación de sanciones que manifiesten el repudio social frente a estas situaciones es fundamental. Lástima que algunos no lo entiendan así. Y que Roland Garros nos quede tan lejos.
La autora pertenece a Red de Mujeres.