Buenos días señores diputados y señoras diputadas. Quiero empezar por hacer la siguiente observación: vengo siguiendo el debate por la legalización del aborto en este congreso bastante de cerca y algo que se destaca en todas las intervenciones en contra de la legalización que pude ver es que las personas que intervienen provienen de organizaciones que, de alguna manera, están ligadas a la Iglesia Católica.
Hago esta observación porque soy consciente de que esto no es un hecho aislado o una coincidencia. Es una demostración más del nivel de injerencia que mantiene esta institución sobre la vida de las mujeres. Sobre mi vida. Sobre la vida de mi mamá. La vida de mi abuela. La de mis tías, mis primas, mis amigas, mis compañeras. Independientemente de si nosotras lo deseamos o no, la iglesia nos controla, nos regimenta y censura a lo largo de toda nuestra vida. Lo hace cuando en una escuela nos sancionan por usar prendas que las autoridades consideran “provocativas”, lo hace cuando en los colegios católicos la educación sexual que se brinda coloca como método anticonceptivo “mantenerse virgen hasta el matrimonio”.
Lo hace cuando en un colegio laico directamente no existe una educación sexual, o si existe nuevamente se ve teñida por las distintas “cosmovisiones” que puedan tener las autoridades. Lo hace hasta cuando llegamos a tener que decidir si interrumpir o no un embarazo. La iglesia católica interfiere en tantos momentos de nuestras vidas que se me irían los 7 minutos de solo enumerarlos; así que voy a seguir con mi exposición.
Es imprescindible remarcar que la iglesia mantiene ese nivel de control sobre nuestras vidas porque existe un Estado que se lo permite. Hoy, 15 de Mayo del 2018, Siglo 21, el Estado Argentino sigue manteniendo vínculos profundos y estratégicos con la iglesia católica. Es el mismo Estado que no nos educa. El mismo que no nos brinda las herramientas necesarias para cuidarnos. Es el mismo Estado que sostiene la muerte de miles de mujeres por aborto clandestino.
Es por eso que las estudiantes secundarias, las adolescentes y las jóvenes en general estamos llevando a cabo una lucha enorme: es la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Es la lucha por una educación sexual laica, científica y con perspectiva de género. Pero también, y justamente por eso, es la lucha por la definitiva separación de la iglesia y el Estado.
Es la lucha por la erradicación de todas las violencias y opresiones que sufrieron nuestras madres y abuelas.
Es la lucha, nada más y nada menos, señores y señoras diputadas, por vivir libres. Por nuestra libertad.
Quiero hacer referencia también respecto al intento por parte de algunos exponentes en contra de la legalización del aborto de tratarnos a las mujeres adolescentes como personas no pensantes. Se han dicho barbaridades en este Congreso respecto a las jóvenes. Incluso la pretensión de eliminar la autonomía progresiva en esta ley. Se habla de que “pensamos con la bomacha” de que no somos lo suficientemente coherentes, maduras o incluso inteligentes como para poder decidir si abortar o no. El siglo pasado no se le permitía a las mujeres ejercer el derecho al voto. Hoy se habla de que las mujeres adolescentes no deberíamos poder ejercer el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos a través de los mismos argumentos.
Está consciencia clerical que existe en muchos y muchas argentinas también es la responsabilidad de un Estado que la avala, sostiene y no se da ninguna política para modificarla. Las estudiantes secundarias le decimos si a la autonomía progresiva en esta ley: las mujeres adolescentes pensamos, reflexionamos y sentimos igual que una mujer adulta pero sobre todo, las mujeres adolescentes sufrimos las mismas consecuencias que sufren las mujeres adultas al practicarnos un aborto clandestino en malas condiciones.
Está consciencia clerical que existe en muchos y muchas argentinas también es la responsabilidad de un Estado que la avala, sostiene y no se da ninguna política para modificarla. Las estudiantes secundarias le decimos si a la autonomía progresiva en esta ley: las mujeres adolescentes pensamos, reflexionamos y sentimos igual que una mujer adulta pero sobre todo, las mujeres adolescentes sufrimos las mismas consecuencias que sufren las mujeres adultas al practicarnos un aborto clandestino en malas condiciones.
Por último señores y señoras diputadas, les quiero decir que el movimiento de mujeres no es ingenuo: no creemos que el oficialismo haya abierto este debate porque busca, como nosotras, una mejoría en la vida de las mujeres argentinas y justamente por eso no nos vamos a conformar con un proyecto que plantee la despenalización del aborto: vamos por la completa legalización en la cual no exista ninguna objeción de consciencia que obstruya nuestro derecho a decidir. Y no vamos a parar hasta conseguirlo; por eso, cierto mi intervención convocando a todos y todas a movilizarse masivamente este 4 de junio en el Ni Una Menos. Le decimos abajo al pacto con el FMI y por el aborto legal. No queremos ni una muerta más por aborto clandestino.