Buenas tardes.
Quizá muchos me conocen como Florencia Trinidad. Mi nombre es Florencia de la V. Yo les voy a contar mi historia. Quizás los que no me conocen, los que nunca supieron de mí, desde que aparecí en este ambiente hablé de la falta que me hizo mi madre. Tuve la desgracia de perderla a los dos años de edad. Y siempre que me hicieron notas yo hablaba de cuánto la necesité y cuánto la extrañé. De cuánto sentí esta necesidad de tenerla conmigo siempre. Me crié creyendo que mi madre había muerto de una enfermedad. A los 14 años una de sus hermanas me dijo: “Tu mamá no murió de una enfermedad: murió de un aborto ilegal. Murió desangrada”.
Era chica y no me atreví a preguntarle a mi padre. No supe cómo manejar ese tipo de información porque yo sabía que era algo prohíbido y que no se podía hablar.
Años después, haciendo terapia, sale este tema y la terapeuta me dijo: “¿No será hora de que le preguntes a tu padre?”. Yo salí de esa noche de lluvia, nunca voy a olvidar, y le hice la pregunta. Le dije “¿De que murió mama?” “De un aborto clandestino. Murió desangrada”.
Imaginense para mí. De chica traté de asimilarlo, un cáncer, este tipo de cosas, pero fue una muerte que se pudo haber evitado. Yo tenía 2 años de edad. Mi hermano, 4. Y quedamos solxs, desamparados en esta vida: éramos lo que más amaba en la vida.
Ella fue obligada. Mi madre se llamó Sabina Baez. Vino muy chica de Misiones con todas las ilusiones de estudiar, de formarse, de formar una familia, de tener una casa. Con los sueños que puede tener cualquier chica del interior. Conoció a mi padre muy joven, se juntaron, tuvieron a mi hermano, a mí, eran chicos, no teníamos dónde vivir. Entonces decían: “¿Cómo se van a llenar de hijos?”. Ella, la verdad, no pudo elegir. Y una tarde nos dejó a mí y a mi hermano para no volver. Y murió de la peor manera que puede morir un ser humano: desangrada.
Yo los miro a cara. Escuché tantas cosas en este debate. Pero primero quiero decir: no estamos discutiendo desde cuándo hay vida. Acá estamos hablando de otra cosa. El aborto es una decisión privada de cada ser humano. No es una decisión pública. Acá estamos hablando de despenalizar o legalizar una práctica quirúrgica que depende del Estado. El Estado, en lugar de castigar a las mujeres, debería brindar lugares aptos para que no muera ninguna más. Ni una mujer más.
Nunca pensé que iba a contar esta historia. Siempre cuando entré al jardín, cuando eran los actos escolares, cuando esperaba la merienda, cuando nacieron mis hijos, la busqué. No hay un día en esta vida que no la lloré.
Nunca pensé que iba a contar esta historia. Siempre cuando entré al jardín, cuando eran los actos escolares, cuando esperaba la merienda, cuando nacieron mis hijos, la busqué. No hay un día en esta vida que no la lloré.
Desde que yo me enteré estuve buscando la cara del femicida que mató a mi mamá.
Hoy sé quién fue el femicida de mi madre: el femicida de mi madre fue el Estado.
En sus manos está la responsabilidad, si quieren tenerla llenas de sangre, de seguir cargando con millones de argentinas que mueren por abortos clandestinos.
Sí, son muchas
¿De qué lado quieren estar ?
Yo, hoy digo: Sabina Baez, presente.