Mi hija de 12 años tenía que hacer una investigación sobre un tema que le interesara para el ingreso a la secundaria. Los ejemplos que le daban eran: deportes o una biografía de algún cantante que le gustara y algunos tópicos más que no recuerdo. Pero ella eligió otro tema que no estaba en listado: decidió investigar sobre la violencia machista, la desigualdad de género y cómo estereotipamos a los niños y niñas.
Cuando me lo dijo sentí una emoción muy grande y unas ganas inmensas de ayudarla. Comenzó buscando información en Internet, copiando y pegando textos, leyendo sobre el tema y organizando la información. La veía abrumada, tratando de explicar con sus palabras conceptos difíciles, de adultos, pesados…Entonces nos pusimos a pensar cuál era su interés sobre el tema, cuál podía ser su aporte y cómo lograr que pueda disfrutar haciendo el proyecto.
Entonces surgió la idea de que ella pueda hacer una entrevista para acercarse a gente que ya estaba trabajando en el tema. Entrevistó a una integrante del Colectivo Ni Una menos. ¡La entrevista fue increíble! Como buena milenial mi hija le mandó 3 preguntas de audio por whatsapp que fueron respondidas una a una con mucha claridad y de una forma muy amorosa. Esto la entusiasmó aun más, se sintió escuchada, se sintió parte. Pero al final del día estaba frustrada, decía que ella no podía hacer nada para cambiar las cosas. Entonces seguimos pensando de qué manera podía trasmitir todas sus ideas a sus amigos. Y ahí fue que decidió armar la campaña #alos12sepuedecambiarelmundo.
Quería que sus amigos se sientan identificados y repliquen el mensaje. Pensamos las frases en primera persona, armamos las placas y así comenzó a replicarse en las redes.
Creo que esta es la respuesta de cómo una inquietud individual se convierte en una responsabilidad colectiva, de cómo los niños vienen a darnos claridad a los adultos y por sobre todo de la responsabilidad que tenemos nosotros de criar hijos libres, sensibles, solidarios y reflexivos.