Amiga, date cuenta: “¡Ojalá hubiera tenido este libro cuando era adolescente!”

“Amiga, date cuenta. Guía para la vida” es el libro que todas hubieramos querido tener cuando fuimos adolescentes. Se trata de una creación de la dupla mexicana Tamara de Anda (Plaqueta) y la ilustradora Andonella. Fue publicado en 2018 por editorial Planeta y ya se puede conseguir en distintos países de la región. “La versión mexicana se está distribuyendo también en Estados Unidos y Centroamérica. Después se publicó en Chile. Luego salió una versión en Colombia que está disponible ahí y en Ecuador y Perú. Y ahora la versión argentina. Estamos felices”, dice la periodista Tamara de Anda. Hablamos con ella sobre el libro, los feminismos en Latinoamérica, las estrategias, las alianzas y la tecnoviolencia machista en las redes.

Tamara de Anda es orgullosamente chilanga, el gentilicio que se usa para lxs habitantes de Ciudad de México. Tan chilanga que tiene tatuadas las líneas del Metro de CDMX en su antebrazo. Se define a ella misma como peatona, feminista, tragona, chaira y chavorruca. Tiene 35 años y estudió Comunicación en la Universidad Nacional de México (UNAM). Fue una de las blogueras más leídas de México, cuando los blogs aún estaban de moda y empezó a trabajar en medios de comunicación en 2005. Fue redactora en la agencia de publicidad Ogilvy, editora en la revista Gatopardo y autora del blog “Crisis de los 30” en El Universal. Hoy colabora en la revista Chilango y en el periódico máspormás, es una de las conductoras de Itinerario en Canal 11 y está al frente del programa Macho en rehabilitación de Radio Fórmula. En 2018 publicó junto con Andonella Amiga date cuenta, que ya se convirtió en un manual para las adolescentes mexicana y de a poco está llegando a distintos países de Latinoamérica y el Caribe. Acaba de editarse, por ejemplo, en Argentina. En esta “Guía para la vida” la dupla de autoras habla con lenguaje simple e ilustraciones adorables de sexo, género, menstruación, la masturbación, la identidad y la orientación sexual, el acoso, la salud mental, el amor romántico, las relaciones tóxicas y los estereotipos de belleza. Aunque un solo apartado está dedicado al feminismo, la óptica de cada uno de los temas que tratan es, indudablemente, feminista. “¡Ojalá hubiera tenido este libro cuando era adolescente!”, dicen muchas lectoras cuando se encuentran con las páginas color pastel y el glitter que brota de Amiga date cuenta. Las autoras sienten lo mismo. Es el primer libro de Tamara de Anda y dice que ya no quiere escribir nada que no tenga dibujitos.

Decimos que no se nace feminista, ¿Cómo o cuándo Plaqueta se reconoció como feminista?

Ay, tardísimo, jaja. No había feministas declaradas en mi familia. Tampoco conocí ninguna mujer que se asumiera feminista mientras estudiaba la prepa y la universidad. Era un asunto que yo entendía que existía en cubículo recóndito y gris en la parte más oscura y empolvada de la escuela. Al mismo tiempo, la aprobación patriarcal es una droga muy fuerte y cuando no entiendes cómo está configurado el sistema, haces cualquier cosa para conseguirla; una de las formas más eficaces es diciendo “Guácala el feminismo”. #AyPlaqueta. Luego empecé a trabajar en medios y pues meeeenos se hablaba del asunto. Fue hasta hace unos seis años, cuando empecé a ver a contactas de redes sociales nombrándose feministas y compartiendo textos, que empecé a enterarme. En cuestión de días estaba en shock: “Anumá, creo que soy feminista”. Y fue la pieza del rompecabezas que me faltaba para entender lo que toda mi vida me había hecho ruido, lo que sentía que estaba mal en el mundo. Poder nombrar las cosas es importantísimo y el feminismo me dio herramientas para hacerlo. Como ya tenía espacios en medios, empecé a usarlos para hablar del tema. Siempre digo que, paradójicamente, avancé fácilmente en mi carrera porque seguía mandatos patriarcales. No contaban con que después me mordería la araña del feminismo y ya no habría marcha atrás,. Es un proceso y todos los días descubro cosas nuevas, pero también me parece importante ir compartiendo lo que aprendo (y desaprendo) e ir sembrando más cuestionamientos donde se pueda.

¿Cómo surge la idea del libro con Andonella? ¿Cómo es la alianza entre periodistas e ilustradoras?

Hace como cuatro años entrevisté a Andonella para un reportaje de ilustradoras mexicanas chingonas. Admiraba mucho su trabajo y, ya en persona, me cayó superbién. Me encantó que coleccionara muñecos horribles, igual que yo. Pensé: “Es la persona más cool que he conocido, ¡ojalá quiera ser mi amiga!”, ¡y sí! Dos años más tarde, la volví a entrevistar por un libro que ilustró. Acababa de ser lo de #LadyPlaqueta (que denuncié a un señor que me acosó en la calle y pasó unas horas en detención; la noticia se volvió viral y yo fui la persona más odiada del Internet y de la vida real por semanas, con miles de amenazas de muerte y violencia). Ella recordaba con rabia y dolor los acosos que había sufrido cuando era niña y adolescente. Así que me propuso hacer algo, un fanzine o un webcomic sobre el acoso, para desnormalizarlo y dar herramientas para enfrentarlo. En esa plática fuimos añadiendo más temas hasta que vimos que había potencial para un libro. Además, acá en México no existía un libro así, al menos no fácil de conseguir, que hablara sin prejuicios ni mentiras de todos los temas que te quitan el sueño cuando eres niña y adolescente (o adulta, porque nunca es tarde para darse cuenta). Nos sentamos a armar el índice a partir de nuestras experiencias personales, hicimos mucha memoria de los años adolescentes y también incluimos muchas cosas que acabábamos de aprender pero que nos parecían cruciales para personas de cualquier edad. Decidimos que fuera una coautoría porque siempre lo imaginamos completamente ilustrado. Aunque nunca habíamos trabajado juntas intuíamos que habría una alquimia perfecta entre mis letritas y sus dibujos. ¡Y sí! Nos entendimos perfectamente. A veces le mandaba referencias gráficas o dibujos todos feos hechos por mí y ocurría la magia.

¿Con qué respuesta se encontraron del público? ¿Cuáles fueron las reacciones o acciones con el libro que más te sorprendieron?

La mayoría de las respuestas han sido amorosísimas. Todos los días nos llegan mensajes hermosos en los que nos agradecen haber hecho un libro así, tan necesario. Entre las mayores de veinte, lo más frecuente es “¡Ojalá hubiera tenido este libro cuando era niña / adolescente!”, y contestamos “¡Nosotras también!”, porque sí, ay, qué distinto habría sido todo. Entre las más chicas, que es el público principal, nos dicen que aprendieron mucho, que no les hablan de nada de eso en la escuelas, que incluso les sirve para sus clases. Muchas nos han dicho que tenían prejuicios sobre el feminismo pero gracias al libro entendieron de qué se trataba la lucha y empezaron a asumirse feministas. No sabes cómo se nos hincha el corazón de alegría

La respuesta negativa han sido mínima, mucho menor de lo que imaginamos. Sabemos que en algunas escuelas lo han prohibido como regalo en intercambios navideños,, lo cual lo convierte de inmediato en objeto del deseo. Ah, y en una librería en Monterrey lo escondieron, tenías que pedirlo para que te lo vendieran. Lo que sí nos ha sorprendido es que, lo que más escandaliza, no es que hablemos de aborto o de sexting, sino que… ¡haya “groserías”! Jaja, en serio es lo que más espanta, entre adultxs y también entre algunas chicas. Tenemos dos teorías. Acá en México, las “malas palabras” se han normalizado en los últimos veinte años, entre todas las clases sociales, géneros y edades. Pero sigue habiendo resistencia de los adultos para decirles frente a los menores, se autocensuran. Y entre menores, no las dicen con los adultos, porque los regañan. Qué tontería, ¿no? Todxs hablamos igual, pero por separado. Para nosotras, fue una declaración de principios escribir el libro como hablamos y escribimos en la “vida real”, habría sido condescendiente y etarista edulcorar el tono sólo porque era para niñas. Por otro lado, está la fiscalización del tono que se nos hace a las mujeres: todavía shockea que digamos groserías. Acá en México, varias obras literarias con “lenguaje soez” son parte del programa educativo… ah, pero fueron escritas por hombres, entonces sí se permiten. En fin, nos parece curioso.

En distintos países de la región la conciencia sobre las problemáticas que plantean los feminismos son cada vez más fuerte sin embargo hay una brecha entre lo que pasa en las calles y en las escuelas; muchas adolescentes encuentran en Youtube o en Internet más respuestas que en la vida analógica: ¿Crees que el libro viene a dar respuesta a esa demanda que hay entre las jóvenes de aprender sobre feminismo?

Trae la información y cuestionamientos básicos de feminismo explicados de manera muy sencilla y divertida. Y no sólo para nosotras: todas las tonterías que dicen los cñores acá tienen respuesta (“es que no somos iguales”, “luego las feminazis se pasan”, “feministas las de antes”). Aunque sólo hay una sección dedicada a feminismo, todo el libro está escrito, ilustrado e investigado con las gafas violeta bien puestas, entonces muchas lectoras encontrarán un nuevo enfoque para temas que siempre les habían explicado ya tamizados por el Maldito Sistema Patriarcal™️. Más que cubrir esa demanda de información feminista, creemos que puede ser un detonante o un punto de partida para empezar a buscarla y consumirla. Pero sí hay cosas que las lectoras de inmediato podrán incorporar a su vida diaria, a su “vida real”, y que son herramientas que en la escuela y medios tradicionales no van a encontrar.

¿Está pensando para que lo lean los varones o unicamente es para mujeres?

Está dirigido principalmente a mujeres porque es a quienes se nos ha ocultado información sistemáticamente, a quienes nos han negado agencia sobre nuestros cuerpos y las que salimos perjudicadas en la imposición de roles de género.

Sin embargo, por supuesto que todo mundo debería leerlo. Los hombres pueden aprender no sólo de anatomía femenina (indispensable para los amigos heteros que no saben dónde está el clítoris o que siguen obsesionados con el tamaño de su pene cuando la penetración es COMPLETAMENTE IRRELEVANTE para el 75% de las mujeres cis), sino tener información sobre la experiencia de la otra mitad de la población y quizá desarrollar empatía.

Hay temas “unisex”, como el amor romántico, el consentimiento o el sistema adultista. O como las drogas, pero obviamente también es información atravesada por el género. Acá hay un libro muy vendido que se supone que da información sobre estos temas a adolescente, y hay uno para ellas y uno para ellos. El “de damita”, dice, te lo juro, que “Si tu novio te da drogas, es porque no te quiere”. No sé si reír o llorar, jaja, ¿tú no puedes tomar la decisión personal de consumir drogas o no hacerlo? ¿No puedes tener tu propia dealer? ¿No le puedes dar tú drogas a tu novio? ¿Todas en el universo somos heteras? ¿Las lesbianas no fuman mota? Todo mal. Además, el consumo de drogas sigue siendo una justificación para la violencia sexual, siempre contra nosotras: si las consumimos, nos lo buscamos; si ellos las consumieron, es que estaban “fuera de sí” los pobrecitos y por eso violaron. Es importante hablar del tema sin estigmas ni prejuicios morales, con información científica y tratándolo como un tema de salud. También reclamar el derecho al consumo recreativo, terapéutico y espiritual. Eso nos toca a todxs, pero mejor empezar a hablarlo así con lxs adolescentes.

¿Qué es para vos el feminismo pop?

Así como dicen que la marihuana es la puerta de entrada para drogas más duras, jaja, me gusta pensar en el feminismo pop es como la puerta de entrada para otros feminismos. Así de que hoy lees el #AmigaDateCuenta y en un año ya estás haciendo activismo en tu escuela y luego en siete cursando una maestría en estudios de género. A menos que vengas de una familia muy metida con el tema o te hayas criado en un ambiente académico, es muy complicado empezar a interesarse en teoría feminista así directo, de la nada. El pop es una forma de compartir ese conocimiento con más gente, de discutirlo a nivel calle, y ojo, no necesariamente se banaliza. Para mí y para muchas amigas así fue: vimos el feminismo en mensajes pop, en comedia, en columnas vivenciales, y fue el punto de partida para la deconstrucción y entrarle a otros textos más complejos y a seguir voces más diversas en los internets. Tampoco es el único camino, no me parece grave quedarse en lo “superficial”, porque no se necesita teoría pura y dura para entender y poner en práctica la empatía, la inclusión, la sonoridad como principio político, el cuestionamiento de privilegios, ni para luchar por los derechos sexuales y reproductivos y por un mundo seguro para las mujeres y niñas.

Las feministas que tienen voz pública y presencia en las redes están siendo atacadas en toda la región, ¿qué estrategias de cuidado tomás en las redes para esquivar la violencia digital?

Primero hay que entender que esta violencia tiene repercusiones en nuestras vidas, hay dejar de minimizarla nada más porque ocurre en el plano “virtual”. El miedo, la ansiedad, la autocensura, el silenciamiento, el aislamiento y tener que tomar medidas como monitoreos constantes e incluso mudarse de casa o de ciudad, son consecuencias reales de la violencia en línea. No basta con decir “no les hagas caso”, porque los ataques cibernéticos masivos son abrumadores y te rebasan por más piel dura que tengas.

He tomado medidas básicas de ciberseguridad, como verificación a dos pasos o desactivación de mi ubicación en apps de redes sociales. También he aprendido a no engancharme y a entender que no es mi responsabilidad ni mi chamba educar a la gente; últimamente solo entro a Twitter a bloquear cuentas (no sólo trolls sino de gente culera). Y he desarrollado una piel dura para los insultos y amenazas de violencia. No sé si pase en Argentina, pero aquí hay granjas de trolls que hacen ataques coordinados a activistas, periodistas, defensores de Derechos Humanos y, por supuesto, feministas. Y es una mierda tener que aprender a lidiar con eso, pero hasta “te acostumbras”. Es decepcionante que las grandes compañías solapen estos ataques y no tengan protocolos efectivos para proteger usuarias, pero tampoco podemos culpar a las herramientas tecnológicas: lo que tiene que cambiar es la cultura.  

La versión mexicana se está distribuyendo también en Estados Unidos y Centroamérica. Después se publicó en Chile. Luego salió una versión en Colombia que está disponible ahí y en Ecuador y Perú. Y ahora llegó a la Argentina.