No hay madrastras malas, ni zapatitos perdidos. Tampoco sapos que besar en nombre del amor romántico. En la colección de libros infantiles de Antiprincesas las protagonistas son mujeres libres, autónomas, luchadoras y protagonistas de sus propias historias. La mexicana Frida Kahlo y la chilena Violeta Parra fueron las encargadas de abrir la colección. La siguieron Juana Azurduy, la escritora brasileña Clarice Lispector; la poeta y periodista argentina, Alfonsina Storni y la cantante de cumbia Gilda, la antiprincesa de la alegría. Los cuentos fuerone su propia liga de la justicia en clave feminista: La Liga de Antiprincesas, una iniciativa de la editorial argentina Chirimbote pero pasaron las fronteras nacionales: ya circulan en Colombia, Uruguay, Costa Rica, Chile, Bolivia y Perú. Una apuesta a romper el patriarcado y los estereotipos de género desde la infancia.
Con un diseño colorido y dinámico, los cuentos narran las biografías de las protagonistas con un mensaje claro sobre cómo se plantaron cada una de ellas frente a las diferentes injusticias que rodearon sus vidas. Combinan historia con humor en tono fácil de leer para niños, niñas y adolescentes de entre 6 y 12 años. Además del relato, con mirada feminista y la linterna puesta en la cultura latinoamericana, cada libro propone distintos juegos y actividades.
Nadia Fink escribe y Pitu Sáa dibuja. Cada una de las mujeres les permite abrir puertas a distintos temas “Clarice Lispector nos permitió hablar de desprincesamiento”, dice Fink a LatFem. Y explica: “Porque ella se casó con un diplomático y se fue a vivir a Europa. Tuvo una vida de ‘princesa’. Después volvió a su país. Ella escribía con sus hijos sobre la falda. Mostramos cómo trabajamos las mujeres. Alfonsina Storni, poeta y feminista, madre soltera en una época donde no era bien visto. A ella se la recuerda como la mujer que fue caminando hacia el mar, lo cual no fue verdad. Ella decidió morir antes de que la encontrara la muerte porque tenía una enfermedad terminal”.
Cada uno de los libros se transformó en una herramienta para quienes hacen trabajo social en los barrios y hasta en las cárceles. La autora tiene múltiples anécdotas sobre lo que genera en las nenas más chicas: una que pidió hacer su cumpleaños con la temática de Frida Kahlo, otra que se armó un disfraz de Juana Azurduy. Los varones también encontraron lugar en la Colección. Los escritores Julio Cortázar y Eduardo Galeano tiene sus propios cuentos. También Ernesto “Che” Guevara.
-¿Qué es la Liga de Antiprincesas?
Es un relato de ficción donde hay una chamana que a través de una pócima convoca a Juana Azurduy, ya retirada de las batallas. Y luego va reclutando a las mujeres que han luchado por la Independencia. Están Bartolina Sisa, Micaela Bastidas, Martina Chapanay, Victoria Romero, y María Remedios del Valle. Ellas van a luchar contra algo, que todavía no se sabe que es. En el primer número está planteado el conflicto, en junio sale la segunda parte donde nos vamos a enterar. Fue una idea para pensar en las luchas colectivas de las mujeres. Un ejército de mujeres que está peleando con armas.
-¿Cómo surge la idea de Antiprincesas?
Queríamos contar historias de mujeres latinoamericanas. Empezamos por Frida y Violeta porque ya las había investigado. Para mí son dos referencias en lo personal y en lo histórico. Con Juana el trabajo fue más difícil porque tuve que ponerme a investigar. En el camino salió, casi como un chiste, esto de ponerle “antiprincesas” porque nos dimos cuenta de que nos estábamos oponiendo a las princesas tradicionales.
-¿Cómo es la selección de cada una de ellas?
No son mujeres correctas. Por ejemplo, Gilda, es la antiprincesa de la alegría. Nos preguntaban qué aporte hizo en el mundo. Y para nosotros es una de las más populares, muestra el sentir popular. Y nos permitió hablar de la cumbia, que es una música que se escucha en todo Latinoamérica pero que es muy denigrada. Además nos permite hablar de santas populares.
-¿Por qué no heroínas?
Los cuentos de princesas tienen un modelo de mujer estereotipada y pasivo. Además muestran una cultura europea que no tiene nada que ver con la de nuestro continente. Esos cuentos de hadas de la mujer sumisa son los que queremos desarmar. En oposición a esas mujeres que encuentran la felicidad intrafamiliar casándose con un príncipe o con la continuación de un legado familiar, pensamos mujeres que construyen colectivamente. Son mujeres que reflejan un continente y un país. No es nada más que una historia personal. Frida y Violeta se dedicaban al arte popular. Juana luchó por la liberación del Virreinato del Río de la Plata. Clarice y Alfonsina nos permiten hablar del oficio de escribir. Sus historias están hermanadas como latinoamericanas. No queremos desterrar a ninguna princesa. Queremos mostrar otros modelos, otro espejo donde puedan reflejarse los niños y las niñas.