“¨¿Por qué hacer una exposición de artistas mujeres?¨, nos preguntamos, ¨¿por qué no?¨, fue la respuesta, cuando advertimos que a excepción de unos pocos nombres, ignorábamos casi por completo la presencia de artistas mujeres en la colección durante las primeras décadas del museo”. Con esta contundente pregunta-respuesta, el equipo curatorial integrado por Florencia Suárez Guerrini, Berenice Gustavino, Lucía Savloff, Marina Panfili y Lucía Gentile, da el puntapié inicial para contextualizar e introducirnos en esta muestra.
Las curadoras nos ponen en contacto por primera vez con obras de artistas latinoamericanas que han estado en las sombras de la historia del arte local: Mane Bernardo, pintora y pionera del teatro de títeres en Argentina; Ernestina Rivademar, artista y primera directora del Museo después de su fundación en 1922; María del Carmen Portela, escultora en bronce, grabadora y militante antifascista; Petrona Viera, una de las primeras pintoras uruguayas en la escena; las geométricas de Alicia Orlandi y Beatriz Juárez; Leonor Fini, entre otras.
Todas estas artistas tuvieron una actitud punk para su época. Habrán tenido que enfrentarse a diversos prejuicios y negativas para poder salirse con la suya y dedicarse a producir, ser sujetas y no objetas, a desviar los designios establecidos por la sociedad de aquel entonces. Habrán tenido que soportar la mirada de los grupos masculinos y los “grandes genios” de principio de siglo. Al pintar, grabar o esculpir algo de esa furia y rebeldía dejaría su rastro.
En la obra “Interior” de Petrona Viera (1925), dos chicas de corte carré alternativo y pelo que parece teñido de violeta, se asemejan a integrantes de alguna banda riot grrrl.
Fueron gestoras, productoras, agitadoras culturales. Tal es el caso de Ernestina Rivademar, clave para el Museo platense. Ella dirigía la institución y se ocupaba de gestionar las donaciones y adquisiciones. Gracias a su labor, más artistas femeninas se incluyeron en la colección. Era realizadora cinematográfica e intervino en la realización del film “La Ilustre Desconocida”, de aquí el nombre de la exposición.
Acceder a la formación artística no fue fácil para ellas, como le ocurría a la mayoría de las artistas mujeres, tenían prohibido el estudio de modelo vivo y se les asignaba géneros pictóricos menores, como las naturalezas muertas o retratos, a diferencia de los varones que recibían encargos de pintura histórica o mitológica.
Si observamos la obra pictórica de bodegón Naturaleza muerta (1938) de Isabel Roca de Larrañaga podemos ver que representa a una naturaleza muerta salvaje, asfixiante, sangrienta, de paleta oscura: los animales cuelgan muertos, un conejo y un ave, ¿se trata de un autorretrato de Isabel? La materia de la pintura es áspera y sólida, y también suave. Los animales yacen muertos y de pronto es posible pensar en dos mujeres muertas, en dos femicidios. Una sociedad heteropatriarcal que anula a una mujer por el hecho de ser mujer, para controlarla, para que no pueda brillar ni ser libre y que de alguna u otra manera las borra, esconde, desvaloriza. Cabe reflexionar, entonces, si en nuestra historia del arte no hubieron también femicidios simbólicos.
De todas formas, las obras de estas artistas han permanecido en el tiempo y no han muerto. Ellas tomaron sus herramientas de trabajo como armas, eran mujeres armadas. Como se ve en el autorretrato de Dora Cifone, imagen central en la muestra, el gesto de la artista que agarra con firmeza su paleta y pincel, pelo corto y mirada penetrante parece decir “no pudieron con nosotras”.
Ilustres desconocidas
Lugar: Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti, Av. 51 entre 5 y 6, La Plata.
Fecha: hasta el 1 de abril.
Horario: martes a viernes, 10 a 19; sábados y domingos, 16 a 19.
Entrada: gratis.