La lucha feminista se apodera de todos los espacios. Llegó a las calles, a la agenda de los medios hegemónicos, a los largos debates de sobremesa familiar, y también a las fiestas de sábado por la noche. Porque romper con las estructuras es desgastante, pero encontrase con compañerxs en la música y la danza de lxs cuerpxs, aliviana el camino. En este contexto, el Festival Girl Power llegó para dejar una huella en la escena cultural cordobesa, con perspectivas de replicarse en otras partes del país.
Es la primera vez que Córdoba tiene un encuentro de bandas de mujeres, producido, gestionado, curado y coordinado íntegramente por ellas. La sede fue Club Paraguay, una disco nocturna que entiende de lo que está pasando y suma desde su lugar para que el status quo se transforme de una buena vez.
La fiesta se llevó a cabo el segundo fin de semana de agosto, tres días después la histórica jornada del 8 de agosto donde millones de personas se movilizaron en todo el país a favor de la legalización del aborto en Argentina, un acontecimiento que 40 integrantes del Senado de la Nación decidieron despreciar al votar en contra de los derechos de las mujeres y personas gestantes.
El resultado negativo generó impotencia pero no pudo opacar la alegría de saberse hermanadxs, juntxs, y cada vez más organizadxs en esta lucha contra el patriarcado. Y eso se notó en el festival: vibraba en el ambiente un clima de armonía y complicidad entre lxs que dábamos vueltas por el lugar. Fue ideal para pasar ese fin de semana de decepciones y sin dudas canalizó toda esa carga emocional que se vive tanto a nivel personal como colectivo.
Fueron 10 horas de fiesta con un imponente line up encabezado por Juana Molina y Marilina Bertoldi. Las ligas menores, Fémina, Las Ninfas, Vivi Pozzebón y Las Tamboreras, fueron otras de las power-band que completaron la grilla.
También fueron protagonistas Lucía Taghetti y Exoplanetas, ganadorxs del concurso que se llevó a cabo en las redes sociales en el que participaron más de 50 agrupaciones de todo el país. Como diceel lema de la organización: “No faltan bandas de chicas, faltan festivales girl power”.
Mar Atlántica, Cande Lirio y She Teiks (el dúo formado por María Paz y Belén) eran las cuatro djs anfitrionas de una noche única que sentó precedente. Y hubo sorpresas: de la mano de Sofar Sounds, la versión cordobesa del ciclo de bandas en vivo que da vuelta al mundo y hoy se replica en casi 300 ciudades.
La noche estaba fría pero estrellada y la comunión de lxs cuerpxs hacía cálido el ambiente. En el patio, Josefina Ra y Luana fueron las primeras en subir al pequeño escenario del Sofar, diseñado especialmente para generar intimidad y comodidad. Luego llegó el turno de El culo en el espejo, un proyecto de poesía sonora y performance artística al que hay que prestarle atención.
El dúo de Emi Gorza (voz y textos) y Pablo Sánchez (bajo) exigen escucha y están dispuestxs a atravesar emocionalmente a su público. Con una letra que interpela y queda sonando en el inconsciente, proponen recorrer diferentes estados, imágenes y ambientes, con la temática que convocó: mujeres, lesbianas, travestis y trans que no se subordinan a la sociedad patriarcal.
Había mucho por compartir y festejar juntxs, para levantar ánimos con música, baile, cervezas artesanales y heladas; comida e intervenciones artísticas que dieron rienda suelta a la imaginación y permitieron que todxs participen.
La organización del evento llevó poco más de dos meses, con productoras que estuvieron en todos los detalles, y eso se hizo evidente. Club Paraguay ofreció una versión extra large con espacios bien diferenciados para disfrutar una variedad de propuestas.
Entre un show y otro, el público se podía entretener en el segundo patio con la feria de discos y fanzines y con el espacio creativo para dibujar y colorear. Ese lugar era la antesala de La Mambística, una fiesta de sabor tropical, organizada por Las Ninfas, en la que no sólo ellas subieron al escenario sino también Fémina, Vivi Pozzebón y Las tamboreras. La convocatoria fue tal, que no había espacio siquiera para moverse.
Al final de cada performance, nadie se movía de sus lugares. Todxs estaban expectantes al escenario, como queriendo más, pero en lugar de cantar “¡Otra, otra, otra!”, de manera espontánea surgió: “Aborto legal, en el hospital!”. Y la euforia se multiplicaba cuando las artistas que estaban arriba volvían para arengar con los instrumentos al canto que hoy se convirtió en un símbolo de lucha. Todas percibimos esas miradas cómplices de saber que no hacen falta palabras para reconocernos en la misma vereda de deconstrucción.
Lucía Weller, una de las productoras del evento, dijo que la manera en la que surgió fue “emocionante” y tiene una historia detrás que no muchos conocen. La semilla fue Marilina Bertoldi, una de las artistas con más peso en la escena del rock nacional que le da voz al feminismo a través de su música. Y en su lucha por reinvindicar el lugar de las mujeres, lesbianas, travestis y trans en los escenarios, remarcó la importancia de formar grupos y comenzar a tocar.
“Lo dijo varias veces, fue en el festival de La Nueva Generación. Nosotras nos quedamos flasheando con eso y de pronto nos dimos cuenta que había un montón de bandas y que lo que faltaba era un evento que las reúna”, contó Weller.
En el ambiente, las pibas saben del ninguneo constante sólo por ser mujeres, pero también saben que este momento histórico habilita una oportunidad: nada volverá a ser como antes.
“La intención del festival fue poner en primera plana los talentos de las mujeres que lideran proyectos. Es una reivindicación después de tantos años de ocupar un lugar secundario, tanto las artistas como las productoras. Sólo algunas llegan, sino sos asistente, la piba que sirve la birra en la barra o la que cuida el baño. Hay que romper con eso, pero falta bastante”, dijo Weller.
Lo cierto es que este festival marcó un hito en la escena local y fue un caso de éxito para empoderar a otrxs y replicarlo. Este festival ya tuvo sus brotes en otras partes de Latinoamérica, como Chile y México, por eso hay grandes proyecciones a futuro.
Es el momento exacto para profundizar este camino, conquistar los espacios y construir juntxs letras y espacios feministas que nos interpelen aún en lugares historicamente ocupados y dominados por varones.
Sólo un 10 por ciento de los festivales de música en la región tienen como protagonistas a mujeres, lesbianas y trans. Las “Ruidosas” Natalia Suazo (Natisú) y Martina Piña analizaron los números musicales de festivales de música de Latinoamérica en 2016 y durante la primera mitad de 2017. Un 78.1% de los artistas que han ocupado los escenarios de la región en 2017 son hombres, o bandas compuestas sólo por hombres. Esto significa que casi un 80% de los números artísticos no contemplan a ninguna mujer como protagonista. GRL PWR en Córdoba surge en este contexto desigual