Boric es el nuevo presidente de Chile: “Un crecimiento económico que se asienta en la desigualdad profunda tiene pies de barro”

Con un 55,87% de los votos, Gabriel Boric, de 35 años, ex líder estudiantil y parte del Frente Amplio, la coalición de izquierda progresista nacida de las protestas universitarias de principios de siglo, se convirtió en el nuevo presidente de Chile. Las de este domingo fueron las elecciones más convocantes desde que el voto es voluntario en Chile. Boric rompió otro récord: fue el candidato electo con más votos en la historia chilena. Escribe Andrea Guzmán desde Santiago.

Parece que todos los reportes sobre las elecciones chilenas empezaran de la misma manera, pero resulta demasiado difícil evadir esta consigna: estamos presenciando el momento más efervescente de la historia contemporánea del país. La última semana, esta máxima se hizo presente en lo cotidiano de forma mucho más intensa. Porque los días previos a las inciertas elecciones presidenciales -donde los resabios del pinochetismo más radical y los representantes de las movilizaciones estudiantiles del 2011 irían a las urnas con una pequeñísima diferencia- estuvieron repletos de contingencias cuasi infartantes.

Por los reñidísimos números de la primera vuelta -donde fue el ultraderechista José Antonio Kast quien sacó primera mayoría con un 27,9%-, la magra participación y el poco previsible comportamiento electoral que ha mostrado la ciudadanía los últimos dos años, ambos candidatos salieron en busca de votos de forma intensa y se sacaron chispas: se esperaba que esta fuese una de las elecciones más reñidas de la historia reciente. Pero una vez más en Chile, sucedió lo contrario del pronóstico. El resultado de la segunda vuelta no fue estrecho en absoluto: con un 55,87% de los votos, Gabriel Boric, de 35 años, ex líder estudiantil y parte del Frente Amplio, la coalición de izquierda progresista nacida de las protestas universitarias de principios de siglo, se convirtió en el nuevo presidente de Chile.

Durante los días previos a las elecciones, los medios de comunicación repitieron un dato: que nunca un candidato con la segunda mayoría en primera vuelta había salido electo presidente. Pero para el final del conteo de votos de este domingo, la candidatura de Gabriel Boric no solo había dado vuelta esa consigna, sino que había roto varios récords: a sus 35 años, Boric no solo será el presidente más joven de la historia de Chile, sino que fue el candidato electo con más votos en la historia. Superó por más de diez puntos a José Antonio Kast, que obtuvo un 44,13%, y que apenas una hora y media después del cierre de los comicios tuvo que reconocer la derrota, primero, vía twitter, donde reconoció haber llamado al candidato electo para felicitarlo, y después, en un magro comunicado desde su comando en el barrio de Las Condes.

A sus 35 años, Boric no solo será el presidente más joven de la historia de Chile, sino que fue el candidato electo con más votos en la historia.

Esta elección además batió un récord de participación ciudadana. Una cifra que muchos esperaban, pues el bajísimo 47% de votantes que participó en la primera vuelta, hacía demasiado impredecible el análisis. Cabía preguntarse por qué una ciudadanía que había salido masivamente a votar a favor de cambiar la Constitución de la dictadura, elegía ahora a un candidato de la ultraderecha como presidente. Quiénes eran y cómo se comportaría en segunda vuelta ese alto porcentaje de personas que se abstenían. Al final, fueron más de 8 millones de personas quienes participaron de esta elección, el equivalente a un 55,6% del padrón, es decir, las elecciones más convocantes desde que el voto es voluntario en Chile.

Si para el desarrollo de la primera vuelta, uno de los grandes problemas fueron las denuncias de largas filas de personas dejadas afuera de la elección por los protocolos anti covid mal implementados, esta vez, el transporte público habilitado por el gobierno de Sebastián Piñera, que había prometido un plan especial para las elecciones, estuvo en entredicho. Las denuncias de falta de colectivos y las imágenes de paraderos y estaciones agolpados con decenas de personas esperando durante horas, coparon las noticias. Tanto fue así, que una campaña ciudadana se creó espontáneamente para trasladar personas en autos particulares a los locales de votación.

Este conjunto de datos, al menos, dio una claridad: la posibilidad del regreso de la ultraderecha movilizó intensamente y de varias maneras a la población chilena. Y finalmente despejó dudas sobre un tema que tenía a muchos con el estómago apretado: que, por lo menos por ahora, ya no es posible postular un candidato abiertamente pinochetista en Chile y salir tan airoso.

Gabriel Boric festejó a algunas cuadras de la Plaza Dignidad, el epicentro de las manifestaciones sociales que estallaron en 2019. “Un crecimiento económico que se asienta en la desigualdad profunda tiene pies de barro”, dijo en su discurso. “El respeto a los derechos humanos es siempre y en todo lugar un compromiso inclaudicable y nunca, por ningún motivo, podemos volver a tener un Presidente que le declare la guerra a su propio pueblo. Chilenas y chilenos, a las víctimas de violaciones de derechos humanos de todo tiempo: no nos cansaremos de buscar verdad, justicia, reparación y no repetición”. 

“Nunca, por ningún motivo, podemos volver a tener un Presidente que le declare la guerra a su propio pueblo”

La convocatoria fue masiva, y pasada la medianoche, mucho después de su aparición, continuaba una fiesta con varias cuadras de gente, animada por músicos como Roberto Márquez de Illapu, Gepe y Claudio Narea, de Los Prisioneros. Además, ahí estuvieron presentes los voceros del candidato: la ex directora del Colegio Médico, Izkia Siches, una de las líderes más queridas durante la pandemia, Giorgio Jackson y Camila Vallejo, todos protagonistas de las protestas universitarias de los dos mil.

Gabriel Boric asumirá el 11 de marzo del próximo año. La conformación del Congreso recién electo le jugará en contra. Su programa contempla los impuestos a las grandes fortunas, un modelo de desarrollo basado en las energías renovables, un modelo único de salud que no distinga, como ahora, por clases sociales y un sistema de seguridad social público. Quizás uno de sus grandes hitos que marcará su periodo será el acompañamiento de la Convención Constitucional, donde estarán puestas todas las miradas. El Órgano debe sesionar hasta la primera mitad del año antes de presentar la nueva Carta Magna que sólo se hará efectiva después de un nuevo plebiscito de salida.