Cada 9 hombres hay una mujer en el gobierno argentino

Un informe del Instituto Proyección Ciudadana analizó secretarías y ministerios de la gestión del gobierno de Mauricio Macri a nivel nacional, provincial y metropolitano. Confirmó un dato que puede evaluarse de antemano si se observan las fotos de cada reunión de gabinete que circula: “la representatividad femenina es ínfima”.

La política tradicional sigue siendo un cuello de botella para la plena participación de las mujeres. Mientras las manifestaciones de mujeres, lesbianas, travestis y trans ganan lugar en las calles y disputan sentidos como en el Paro Nacional de mujeres de octubre del año pasado y el último Paro Internacional del 8 de marzo, en los gobiernos la paridad todavía es un horizonte lejano. Un informe del Instituto Proyección Ciudadana analizó secretarías y ministerios de la gestión del gobierno de Mauricio Macri a nivel nacional, provincial y metropolitano. Confirmó un dato que puede evaluarse de antemano si se observan las fotos de cada reunión de gabinete que circula: “la representatividad femenina es ínfima”. Cada 9 hombres hay una mujer en el gobierno argentino.

De los 23 ministerios nacionales, 21 están encabezados por varones y solo dos por mujeres: Patricia Bullrich en Seguridad y Carolina Stanley en Desarrollo Social.

En las secretarías que dependen de Jefatura de gabinete, el gobierno nacional solo cuenta con el trabajo de una mujer dentro de la secretaría de Relaciones Parlamentarias, Paula María Bertol. La vicepresidenta Gabriela Michetti es la otra de las mujeres que integran los cargos principales del gobierno nacional.

En la provincia de Buenos Aires, todos los ministerios están encabezados por varones. En la cúpula, de un total de 20 cargos, únicamente dos están bajo la dirección de mujeres, María Eugenia Vidal, gobernadora y María Fernanda Inza en la Secretaria Legal y Técnica.

Por otra parte, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires de 21 cargos 6 son ocupados por mujeres: Ana María Bou Pérez en el Ministerio de Salud; Soledad Acuña en el Ministerio de Educación; Guadalupe Tafliaferri a cargo del ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat; Leticia Montiel, como titular de la Secretaria Legal y Técnica; Mónica B. Freeda en la Sindicatura general; Isabella K. LeguizamÓn en el Consejo de Niñas, Niños y Adolescentes. 

En otro informe reciente del Instituto Proyección Ciudadana, que evalúa y diseña políticas públicas, observaron que las listas electorales para senadorxs y diputadxs nacionales por la provincia de Buenos aires los cinco espacios más reconocidos, presentan con una desproporción en relación a la representación femenina: en promedio 4 de cada 10 lugares son ocupados por candidatas. “El partido gobernante Cambiemos es uno de los que tiene menor cantidad de candidatas: solo el 37%”, señala el reporte. Y agrega: “si bien respeta el cupo femenino que rige en la ley (30%-70%), resulta poco consistente la escasa convocatoria de mujeres luego de haber acompañado el proyecto de paridad de género que contempla una representación femenina del 50% y teniendo en cuenta las múltiples movilizaciones de las mujeres en busca de igualdad de derechos durante el transcurso de la actual gestión”.

El mapa de Mujeres en Política de la ONU, actualizado a enero de 2017, refleja que las mujeres tienen solo un 18,3% de los cargos ministeriales en el mundo. El problema es que los sectores que dirigen principalmente son Medio Ambiente, Recursos Naturales, Energía, Familia, Infancia y Juventud, Asuntos de la Mujer, Educación, Cultura y Empleo.

Ese mismo mapeo advierte sobre avances lentos y un estancamiento que plantea que la paridad podría llegar recién dentro de 50 años. Según este mismo relevamiento en 2017, América logró avances importantes: la tasa de representación femenina se incrementó hasta el 25%, frente al 22,4% de 2015, lo que supuso una nueva cifra máxima regional.

La continuidad del patriarcado puede leerse en esta histórica subrepresentación que sufrimos: gobernadas y representadas por identidades que no menstrúan, no maternan, no sufren acoso callejero ni violencia sexual, no se ocupan de las tareas domésticas ni los cuidados de lxs niñxs y viejxs.