Cien años de dignidad: la rebelión de las putas

“Con asesinos no nos acostamos” fue la decisión de las putas de San Julián, hace cien años. Se lo dijeron en la cara a los fusiladores de obreros en la Patagonia argentina. Fueron las únicas que expresaron su bronca en un contexto de silencio absoluto ante la sangre derramada. Por ese “no” fueron perseguidas- Su resistencia es parte de la memoria feminista y de la historia de lucha de las trabajadoras sexuales.

Consuelo García, Ángela Fortunato, Amalia Rodríguez, María Juliache, Maud Foster, son los nombres de las cinco mujeres que Osvaldo Bayer trajo a la memoria cuando desempolvó oscuros expedientes vinculados a los años de las Huelgas Patagónicas de 1920 y 1921. En una rebelión que surgió entre los obreros producto de la crisis y la baja del precio de lana, luego de la Primera Guerra Mundial, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen, el Ejército fusiló alrededor de 1500 trabajadores como único camino para darle fin a las huelgas en las estancias de Santa Cruz. Al finalizar la tarea, los soldados se tomaron un tiempo para el descanso y, en una época en la que la prostitución estaba reglamentada en todo el territorio nacional, los prostíbulos del sur se prepararon para recibir la llegada de las tropas victoriosas que se acercaban a festejar.

Pero las cinco putas del prostíbulo La Catalana de Puerto San Julián dijeron que no. Se negaron a brindarles servicios sexuales a esos soldados. Este hecho histórico es conocido como “La rebelión de las putas” o “Las Putas de San Julián”. Un 17 de febrero de 1922, Paulina Rovira, madama de La Catalana, fue quien salió del edificio para explicar a los soldados que las mujeres no querían atenderlos. Como ellos intentaron ingresar por la fuerza, las mujeres, organizadas, salieron con escobas y palos a defenderse al grito de “¡asesinos!, ¡porquerías!”, “con asesinos no nos acostamos”, “cabrones malparidos” y “también otros insultos obscenos propios de mujerzuelas”, según el protocolo policial relevado por Osvaldo Bayer. Y así, las únicas que expresaron repudio en un contexto de silencio absoluto ante la sangre derramada fueron estas cinco putas, enseñando desde esa vez y para siempre qué es la dignidad.

A un siglo del enorme NO de las mujeres

Cuando pensamos los conflictos sociales es importante mirar qué pasó alrededor, en esas sociedad complejas y heterogéneas, qué roles ocuparon las mujeres y por qué es importante mencionarlo. Las mujeres que escondían a los huelguistas en sus casas, que inventaban historias para evitar que el Ejército ingresara, también fueron parte del conflicto a pesar de que la recuperación de las voces y cuerpos de las huelgas se enfocó de manera exclusiva en los varones. ¿Cuánto espacio en la memoria estamos dispuestos a ceder? Las putas se lo ganan a los empujones porque les dijeron “NO” a los asesinos y con eso no sólo expresaron tanta solidaridad de clase con los obreros que eran sus compañeros, vecinos, clientes, sino que también demostraron, aquellas de las que menos se espera, que tenían la ética más grande de todas, la ética de las putas.

En Santa Cruz, la reivindicación de las putas de San Julián es también un reconocimiento al primer gesto feminista que se identifica en nuestra historia regional. El NO de las putas fue un acto de feminismo incipiente en los primeros años del siglo XX, como parte de las genealogía de la lucha de las mujeres, y se une con una de las consignas más vigentes de nuestros feminismos “NO ES NO”.

En la actualidad, la primera palabra con la que se las evoca es valentía. Sin embargo, no hay que olvidar qué les pasó por ser valientes. Por su reacción fueron llevadas a la Comisaría local, seguido de la detención de las cinco en el calabozo. Finalmente fueron echadas del pueblo, no sin antes recibir lo que hoy denominamos violencia institucional, a través de abusos y torturas. Los vecinos de San Julián cuentan que entre los vejámenes que sufrieron tuvieron que soportar que las mojen con sus ropas puestas y luego pasar un largo rato en la intemperie con las bajas temperaturas del sur. Solo una de ellas, la inglesa Maud Foster, regresó al pueblo unas décadas, a trabajar en el prostíbulo de Laura de Olio. Su tumba permanece en el Cementerio local declarada Patrimonio Histórico tras el pedido de la Mesa Local por la Memoria de las Huelgas Patagónicas, y hoy integra el circuito histórico local.

Por las putas de antes, por las putas de hoy

En el centro del debate sobre el trabajo sexual, descubrimos que aquellas pupilas, como se las llamaba antiguamente, tenían voz, expresaban sus pensamientos y rechazaban clientes. Y por enfrentarse al poder, por romper los mandatos que se espera de las señoritas, fueron blanco de violencia, igual que lo son hoy las trabajadoras sexuales, víctimas a diario de la violencia institucional. Las llevan detenidas, les pegan, les cobran coimas, las insultan, las hostigan. Las putas de San Julián fueron tan valientes como todas las mujeres cis y trans que deciden qué quieren hacer con sus cuerpos, cómo se quieren relacionar con su sexualidad, qué cosa es trabajo y qué cosa es el placer. Cuando traemos al presente las putas de antes inevitablemente activamos la memoria por las putas de hoy, nos debemos el Basta –o el Nunca Más– a la persecución de las trabajadoras sexuales.

Las evocamos, putas queridas

En Santa Cruz, hace un año se creó la Comisión Organizadora para la creación de una obra artística que será emplazada en una plazoleta de la localidad de Puerto San Julián. Se trata de un proyecto que nació como necesidad de las organizaciones feministas y de la diversidad de Santa Cruz y que el gobierno provincial, a través de la cartera de Cultura y de Derechos Humanos, respondió con un compromiso que se traduce en el avance de un trabajo articulado, colectivo y colaborativo. La Comisión está integrada por Ola de Mujeres, Araucarias, Mesa Provincial LGBT+, Diversidad Santa Cruz, Mesa de las Huelgas Patagónicas 1920-1921 (San Julián) y Mesa Provincial por las Huelgas Patagónicas, Secretaría de Estado de Cultura y Secretaría de Estado de Derechos Humanos, Museo Eduardo Minnicelli (Consejo Provincial de Educación) y la Municipalidad de Puerto San Julián. Las artistas que trabajan en la obra son Graciela Rodríguez, Julieta Sacchi, Mariana Corral, Patricia García, Silvana Torres, cinco artistas patagónicas y de otras provincias junto a la curadora feminista Kekena Corvalán. Seguí todo el proceso en la red social de la Comisión Las Putas de San Julián.

*Romina Behrens es docente Investigadora de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral e integrante de la Comisión Las Putas de San Julián