La semana pasada comenzó el juicio oral y público por el femicidio de Micaela Gaona, asesinada el 24 de julio de 2015. El acusado es su ex pareja Alexis Arzamendia. La primera audiencia fue el jueves 4 de mayo, la segunda jornada de debate será mañana.
A pesar de que desde el 2015 está resuelta la etapa de instrucción, el debate oral tardó dos años en llegar. Mientras tanto, Lidia, la mamá de Mica, pasó ese período de su vida en un duelo trunco, a cargo de Byron, el hijo de Micaela, y pidiendo ayuda al Estado para poder lidiar con una escena precaria en la que además puso todo de sí para luchar por justicia para su hija. El Estado le dio la espalda. Nunca recibió ayuda.
En enero de 2017, en este contexto, Lidia fue detenida en Londres, desde donde no puede declarar como testigo, por ello su abogada Gabriela Carpineti está solicitando que pueda hacerlo vía video conferencia.
Durante el juicio, que se desarrolla en el Tribunal Oral en lo Criminal N°25 de la Ciudad de Buenos Aires, la querella integrada por Lidia y Patricia Gaona, busca dar cuenta de que el femicidio de Mica se trató de un crimen contra una joven mujer y trabajadora, que se resistió hasta el último instante de su vida a ser apropiada por un machista. La querella también quiere exponer las responsabilidades del Estado antes, durante y después de esa noche de julio del 2015.
Luego de casi dos años de ocurrido el femicidio, la familia Gaona, sus amigas y amigos, sus compañeras y compañeros de la Escuela Pública n° 6 del distrito escolar 5° de Barracas donde la joven cursó sus estudios, la comunidad de vecinas y vecinos de la Villa 21, esperan una sentencia fiel a lo que fue probado con claridad durante la instrucción: Micaela fue asesinada por su condición de mujer, se trató de un crimen de odio como escena final de un martirio que padecía desde hacia años por parte de su ex pareja, quién al momento de asesinarla tenía un pedido de captura por un homicidio. El poder y la sujeción que ejerció Arzamendia contra el cuerpo de Micaela fue posible por la utilización del arma con la que perpetró el crimen. Uno de cada cuatro femicidio son con armas de fuego.
En el comunicado que puso en circulación la querella, se preguntan: “Qué habría sucedido si Micaela Gaona hubiese accedido a la formación en Educación Sexual Integral en su educación Primaria y Secundaria, si hubiese conocido los mecanismos de visibilización y denuncia de la violencia machista que venía padeciendo por parte de su ex pareja, si hubiese sabido a dónde, cómo y a quiénes acudir para desvincularse definitivamente de quien finalmente acabó con su vida. Si no se hubiera sentido culpable o avergonzada de lo que estaba sufriendo. Si hubiese sido parte de una comunidad que desde el primer momento visualizara “su” problemática como “nuestra” problemática. Si su asesino no hubiese tenido acceso a armas letales”.
“La violencia sufrida por Micaela no terminó con su vida. Siguió en la actuación defectuosa de la Gendarmería al momento del hallazgo del cuerpo. Y se profundizó en el desamparo que sufrió su hijo Byron, su madre y sus hermanos por parte del Estado Nacional y local, luego de su femicidio”, denuncia la querella.
En una reflexión sobre el estado actual de las políticas destinadas a la erradicación de las violencias hacia las mujeres, también dicen: ”Micaela, como otras mujeres asesinadas por su condición, nos vuelven a demostrar una vez más, que minimizar la “problemática de género” a la cuestión doméstica y privada, es privar a las mujeres víctimas de la posibilidad de construir salidas colectivas y exigir políticas públicas activas, así como ubicar la violencia que perfora sus cuerpos en la dimensión social y política que la misma requiere para ser abordada, combatida, como llave de posibilidad para reconstruir esas vidas lastimadas”.
Mica era una piba sobre la que pesaron y pesan aún hoy los estereotipos que caen también sobre muchas otras trabajadoras, villeras y jóvenes. Ante esto la comunidad del barrio está unida para que se haga justicia.