¿Cuántos malabares hay que hacer para de-construirnos? ¿Una nariz de payaso o payasa funciona para hacerle frente a los micromachismos? ¿Con qué truco de magia hacemos desaparecer al patriarcado? ¿Cómo entrenamos el equilibrio entre la sororidad por la que bregamos y la competencia con la que nos criaron? “Hablemos de Violencia Sin Carpa es una colectiva de artistas circenses formada con el propósito de despatriarcalizarnos y repensar el circo, en la búsqueda de un ámbito libre de machismos y violencia de género”. Así se presentan lxs integrantes de este grupo que tiene casi un año de vida y se propone desarmar las estereotipos y el machismo que habitan también en el ámbito del circo.
Malabaristas, contorsionistas, trapecistas, telistas, magxs, payasxs y los distintos artistas que forman parte del universo circense dejaron sus malabares, trapecios, telas, palomas, narices y otros elementos por un rato para pensar las distintas violencias machistas con las que conviven a diario. Fue el domingo 29 de octubre en la segunda Jornada por un Circo sin Violencia de Género a las 13 hs. en la escuela circense “Circo Del Aire”, en el barrio porteño de San Telmo. El encuentro estuvo pensando con talleres y dinámicas participativas para cuestionarse, encontrarse y reflexionar desde y hacia el circo. Con entrada libre y gratuita, fue una estadía atravesada por la música en vivo y una varieté de cierre.
“En el ambiente del circo hacen falta herramientas”, dijo a LATFEM Sofía. Es payasa, técnica en recreación y una de las fundadoras de Hablemos de Violencia Sin Carpa. Tiene 28 años. A fines del año pasado, durante un festival fue testigo de una situación de violencia explícita entre una pareja de colegas. Desde entonces tuvo la necesidad de hacer algo, visibilizar el tema, ayudar a quienes están transitando una situación de violencia.
“Hablé con Pini (malabarista), con Gise que es amiga mía, también cirquera y con Pacha, que es un payaso que también venía bastante sensibilizado con toda la movida y les conté lo que había pasado, lo que yo venía pensando y les propuse armar un grupo de Whatsapp con más gente. Les conté mi situación personal que estaba atravesando y escribirnos ahí para que tengamos un grupo de alerta”, cuenta.
Sofía acompaña a mujeres que sufrieron distintas formas de violencias machistas desde hace 8 años. Pasó de nombrarse víctima a asumirse denunciante. “Me transformé en denunciante hace tres o cuatro años y es muy literal lo de los lentes del feminismo. Una vez que te los calzaste, ya no te los podes sacar”, asegura.
La 1°Jornada por un Circo sin Violencia fue el domingo 9 de julio. Participaron 30 varones y 60 mujeres. También se hizo en el galpón de Circo del Aire en San Telmo. El domingo 29 de octubre fue la segunda y en 2018 habrá una tercera.
La 1°Jornada por un Circo sin Violencia fue el domingo 9 de julio. Participaron 30 varones y 60 mujeres. También se hizo en el galpón de Circo del Aire en San Telmo.“Tenía que ser un espacio neutral, no podíamos hacer la jornada en lugares donde sabemos que hay violencias explícitas o que se van a terminar colgando la bandera del evento. Decidimos hacerlo en Circo del Aire porque es una de las escuelas de circo más reconocidas y porque además la maneja María, una mujer”, cuenta la payasa.
Ambas jornadas fueron organizadas por la colectiva Hablemos de la Violencia sin Carpa pero contaron con la colaboración de la Campaña Nacional contra las Violencias hacia las mujeres, Feministas independientes del Oeste y el Colectivo de Varones Desobedientes. “Cuando Sofi nos invitó a participar de la primera jornada, nos hicimos la pregunta de cómo pensar al circo. Primero, está claro que es algo bien corporal. Y en esa corporalidad hay una relación de asimetría; también en el circo nos quieren ubicar en el rol de la sumisión”, dice a LATFEM Luciana, del equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía en la Campaña Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres.
Pensar los roles en el circo fue lo que les hizo click a lxs organizadores. “La volante por ejemplo. Es la compañera que es lanzada y manipulada por un compañero -generalmente varón- en un número de acrobacia. Una acróbata que es agarrada, manipulada, lanzada, una compañera objeto. Porque para los roles de fuerza en la acrobacia están los compañeros, no vas a ver mujeres que lanzan”, explica.
Los ejes que ordenaron la jornada del 9 de julio fueron género, sexo y violencias. Si bien en una primera instancia se habían pensado los talleres y sus dinámicas en un ambiente mixto, en los días previos al encuentro una denuncia pública de una cirquera hizo que se pegara un volantazo en la organización. “La jornada iba a ser mixta, la planificación venía divina, utópica, íbamos a hacer algo todxs juntos y juntas. Hasta que una semana antes nos encontramos en Facebook con una foto de una cirquera amiga con la cara deformada denunciando públicamente a su ex pareja”, recuerda Sofia. Entonces todo cambió. Como una forma de auto cuidado prefirieron trabajar los mismos ejes pero con varones y mujeres por separado.
Con la experiencia del primer encuentro, para el último domingo 29 de octubre se pensó en dividir los talleres de manera más inclusivos. Se organizó en femeneidades (pensado para mujeres, disidencias y trans) y masculinidades (varones, disidentes y trans). Para que se evitara cualquier condicionamiento por parte de los varones sobre las mujeres y viceversa. “Sentíamos a las opiniones de los varones muy mediadas por un discurso políticamente correcto evitando en muchos casos la auto-reflexión sobre sus vidas cotidianas. Trabajamos las cuestiones de los privilegios masculinos y cómo se van adquiriendo en detrimento de las mujeres”, explica a LATFEM Hernán integrante del colectivo Varones Desobedientes.
En este segundo encuentro, además, lxs organizadores repartieron un tríptico con información útil: definiciones sobre violencias machistas, direcciones y teléfonos donde pedir ayuda y buscar acompañamiento.
El patriarcado, como sistema, también encuentra en el circo una puesta en escena con lucecitas de colores que le ilumina el camino para reproducir sus prácticas. “Si pensamos el patriarcado desde la construcción social de lo que somos en todos los ámbitos, seguramente hay acciones en el circo, hay actitudes agresivas y violentas. Entonces busquemos visibilizar la particularidad del circo. Que las pibas puedan con el taller empezar a visibilizarlo y que tengan las herramientas para problematizarse. Porque en todos los ámbitos que circulamos las femeneidades y quienes nos construímos desde ahí, somos atravesadas por las violencias machistas”, Sofía integrante de Feministas Independientes del Oeste.
Albañiles del Circo
Pinino tiene 36 años y es malabarista. Es integrante fundador, junto con Sofía, del colectivo Hablemos de Violencia sin Carpa. Cuando habla tira conceptos como “paradigma circense”, “subjetividad”, “rusticismo generacional” y “pacto de semen”. Cree que no hay que confrontar directamente con los violentos y quisiera averiguar cómo y con qué fin se sostienen las carpas de Polo Circo que dependen del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la Avenida Garay.
“Las distintas disciplinas circenses son ancestrales y como tales están plagadas de machismo”, dice Pinino. Y agrega: “La mujer es la flexible y el hombre es el fuerte, el hombre es el malabarista y la mujer la trapecista. Es un imaginario que está en contradicción con muchos paradigmas artísticos modernos. También transitamos un contraste generacional con los machos rústicos. Hoy la mujer lucha por un espacio social mayor y en el circo también, y los machos se resisten a eso”.
Iván estudió Antropología en La Plata, es malabarista y también forma parte del colectivo Hablemos. Para explicar las disputas por las identidades hace una analogía con las carpas de circo. “Construir es más fácil que deconstruir. Levantar carpas es súper difícil, ahora desarmarlas es facilísimo. ¿Construir es difícil? Sí. ¿Deconstruir es fácil? No. ¿Destruir? Sí. Es mucho más laburo. Y es grupal porque una persona sola no lo puede hacer. Una persona sola no puede levantar una carpa, pero sí puede destruirla”, desarrolla Iván mientras agarra la barra de un trapecio.
Iván compara el lugar que ocupan y las prácticas de las mujeres en la casa y en el circo. “La mujer terminó siendo partener, acompañante, ayudante del varón. Hoy por hoy empieza a haber todo otro proceso, el rol de las mujeres es mucho más importante en el circo pero trascendiendo la escena”, dice.
El último domingo cerca de las 20 horas y con los talleres de femeneidades y masculinidades concluídos, la artista Alba Iruzubieta fue la encargada de los acordes iniciales para dar comienzo al cierre musical de la segunda edición de las Jornadas por un Circo sin Violencia de Género. Música en vivo, proyecciones y la ‘Varieté Indómita’. “Elegimos ese nombre como algo que no se puede dominar, eso buscamos de la varieté que cierra esta jornada”, dice Sofia, la payasa.
La 3° Jornada por un Circo sin Violencia de Género será el próximo año a comienzos de 2018 para seguir haciendo visible aquello que se pretende invisibilizar. En el Facebook de la colectiva puede encontrarse más información sobre las actividades en las que van participando. Desarmar la carpa del machismo lleva su tiempo y proceso.