La vida de Sarah Carvalhaes Muñoz cambió para siempre el día que su hermana menor, Suhene, la llamó desde una comisaría para decirle que su pareja, Damián Loketek, la había intentado ahorcar en el departamento que compartían en el barrio porteño de Belgrano. Sarah acompañó a su hermana en el tratamiento por los golpes sufridos. Ocho meses después, el 18 de marzo de 2015, Suhene murió. Desde entonces Sarah lucha para que el femicidio, caratulado como amenazas y “lesiones graves”, no quede impune. En ese camino que emprendió como hermana de una víctima, sostén familiar y trabajadora asalariada fuera de su casa, en febrero pasado la despidieron de su puesto en el Banco Ciudad. Ahora iniciará una demanda contra la entidad con el patrocinio de la abogada y ex diputada nacional del Frente de Izquierda (FIT) Myriam Bregman.
“Es un caso paradigmático, por la dolorosa historia personal, pero no es el único. Hay una línea política evidente de desconocer licencias médicas, a tono con el discurso oficial contra los trabajadores estatales”, dijo Bregman a LatFem. Sobre el reclamo judicial que iniciará en representación de la mujer despedida contó: “estamos reclamando especialmente daño psicológico y moral ya que no sólo le desconocieron las licencias psicológicas siendo que conocían su situación, que sufrió la pérdida de su hermana y su abuela que eran sus únicos familiares en el país, sino que además sufrió maltrato por parte del gerente de su sucursal”.
Hace dos décadas Sarah migró hacia la Argentina junto a su hermana y su madre desde Brasil, su pais natal. Hace dos años, tras el femicidio de Suhene, enfrenta una depresión crónica que la obliga a un tratamiento psiquiátrico que hoy tiene que pagar siendo desempleada. “En febrero pasado me depositaron la mitad de mi sueldo. Estoy con licencia psiquiátrica por la muerte de mi hermana y sin embargo me despiden”, dijo a LatFem.
El despido vino después de una secuencia de maltratos y hostigamiento que incluyó diez cambios de sucursales, según relató Sarah. El último episodio de violencia que sufrió fue en septiembre del año pasado. De acuerdo a la denuncia, el gerente Pedro Garino, en la sucursal de Colegiales, le dijo delante de otros empleados que no servía para el trabajo y la invitó a irse. Ella recurrió a Recursos Humanos, donde le propusieron un cambio de sucursal.
Sarah, que trabaja en el Banco desde 2007, cree que no es el único caso, que existe una persecución constante a los y las trabajadores que se organizan. “Desde el 2008 con el cambio de gestión, la política macrista fue de a poco intensificando el maltrato e intolerancia hacia los empleados que hacían paro, pedían días de examen, que se toman licencia o piden días por enfermedad. Soy estudiante universitaria y fui madre hace 5 años. Por eso padecí todo tipo de cuestionamientos y eso produjo que perdiera y hasta me impidieron tomarme vacaciones mientras duró mi periodo de lactancia”, relata.
El lento femicidio de Suhene
El caso de Suhene logró visibilizarse porque sus hermanos, Sarah y Savik, y su madre, Catalina, empujaron la causa. Convocaron a marchas y manifestaciones y participaron de cada movilización por Ni Una Menos. A pesar de los esfuerzos de la familia para revertir una investigación caratulada como lesiones graves, el agresor de la joven de 26 años hoy está en libertad viviendo en el barrio de Caballito.
Suhene y Damián se conocieron en IBM, donde trabajaban. La noche del 18 de julio de 2014, salieron a cenar para celebrar el aniversario. Cuando volvieron, ella dijo que tenía que estudiar. Tenía que preparan un parcial para la carrera de veterinaria. Él no la dejó. Suhene dijo que se iba a ir a la casa de su madre y ahí empezaron los golpes. A las dos de la madrugada, los vecinos escucharon los gritos de ella pidiendo ayuda. Tocaron el timbre del departamento y como nadie respondía, tiraron la puerta a patadas. También llamaron a la comisaría. La policía llegó una hora después.
En la comisaría 33 de Belgrano, Suhene esperó nueve horas que la viera un médico forense. Allí los agentes le sugirieron que la denuncia se hiciera como “lesiones de orden recíproca”. Es que cuando ella intentó defenderse de que la ahorcara, Suhene lo mordió a Damián en el brazo.
Ese mismo día, Sarah la acompañó hasta la Clínica Adventista para que la atendiera un médico. Suhene tenía moretones en todo el cuerpo: cara, manos, piernas. Pero lo que más le molestaba eran los dolores de cabeza. Esa molestia se hizo cada vez más grande en los ocho meses siguientes. El 21 de agosto de ese año, quedó internada en el Hospital Alemán, en terapia intermedia. Los médicos le diagnosticaron una “trombosis vascular con hidrocefalia de carácter traumático”. Cuando le dieron el alta, sus actividades seguían limitadas y vivía tomando anticoagulantes y otros medicamentos para calmar el dolor.
El mismo día del ataque Suhene logró hacer la denuncia en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema, que derivó en el juzgado civil 106, con número de expediente 48058/2014. El legajo empezó a tramitarse como violencia familiar.
En octubre, Suhene se presentó en la sede judicial con su historia clínica en la mano. El informe decía que las lesiones eran producto de los golpes que había recibido la madrugada de la paliza. La causa pasó a la Justicia Penal y recayó en el Juzgado de Instrucción 31 a cargo de Susana Mabel Castañera de Emiliozzi donde todavía tramita como “lesiones agravadas”. No cambió a pesar de su muerte.
En febrero de 2016 una Junta Médica compuesta por peritos del Cuerpo Médico Forense, dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y un perito de parte del acusado descartó la vinculación entre los golpes y la muerte. Ese informe abrió la puerta para la impunidad y trasladaron la responsabilidad a la propia víctima. En ese informe enumeraron causas de trombosis y entre ellas incluyeron el consumo de anticonceptivos. Ese mismo argumento esgrimió la defensa de Loketek para eximirlo de responsabilidades, quien dijo que Suhene se había caído de la cama. Los peritos de la Junta Médica omitieron el dictamen de la médica forense Virginia Creimer. En la autopsia, la experta encontró el nexo de causalidad entre la golpiza que le dio Loketek y el desenlace fatal.