El lugar de las mujeres sindicalistas en el Congreso: ¿Es un reconocimiento al sindicalismo? ¿Al movimiento feminista? ¿A ambos?
Claudia Ormachea:— Indudablemente es una conjunción virtuosa de dos grandes movimientos que tienen una larga trayectoria en nuestro país pero que en los tiempos actuales encontraron los canales de acercamiento para el trabajo mancomunado. Es una conjugación y acercamiento de movimientos que dejaron de ser caminos paralelos para converger en la resistencia ante los intentos de expoliación del modelo neoliberal. Son dos colectivos que ponen a la solidaridad, al trabajo colectivo y en red, a la distribución equitativa y el bien de las mayorías en el centro de la escena.
Carla Pitiot:— Diría que a ambos, pero en mayor medida al movimiento feminista. Aunque agregaría que lo que se ha visibilizado con justicia es la participación y militancia sindical de las mujeres. Nosotras siempre estuvimos pero el reconocimiento a través de una banca, y eso se está dando ahora. Lo que hay que entender es que en estos últimos años se ha reconfigurado el escenario de militancia sindical porque también en los sindicatos están dando en serio la discusión sobre la lucha de las mujeres por su participación política, social y sindical.
Vanesa Siley:— Ambos. Hay un sector del movimiento sindical que fue parte activa de la resistencia para evitar la pérdida de derechos, como es el caso de quienes estuvimos organizados y en defensa del trabajo durante estos cuatro años. Quienes con coherencia defendimos a lxs que trabajan, estamos preparadxs para institucionalizar esa lucha en el Estado, en este caso, en el Congreso de la Nación. En la Argentina tenemos una historia de organización popular y sindical muy importante, con altos niveles de institucionalidad, y esa historia permanece activa porque es permeable a las demandas que en cada momento particular tiene la sociedad. Mujeres sindicalistas surge en el marco de la irrupción del Ni Una Menos, que se expresó en todos los ámbitos de la sociedad, con mayor o menor intensidad. También en los sindicatos. Es un proceso necesario que nuestras instituciones reflejen esas representaciones.
Patricia Mounier:— Creo que es un reconocimiento a las mujeres sindicalistas, que en su lucha hacen sindicalismo desde el feminismo y feminismo desde el sindicalismo.
María Rosa Martínez:—La posibilidad de que haya mujeres sindicalistas en el Congreso hace que se vea reforzada esta idea de que para el peronismo lxs trabajadorxs son fundamentales. Creo que también anticipa una muestra de unidad que es lo que vamos a necesitar también estos próximos años.
Todas pertenecen al mismo frente, ¿se imaginan trabajando juntas en algún proyecto como bloque de mujeres sindicalistas? Y siguiendo esta línea, ¿qué proyectos de ley/ejes quisieran abordar para el conjunto de las mujeres trabajadoras?
Vanesa Siley:—Ya venimos trabajando juntas. Todos los esfuerzos e iniciativas de nuestro espacio, y también en particular de lxs diputadxs de origen sindical, estarán dedicadas a la generación del trabajo, a mejorar la situación de la producción y de las Pymes. Vamos a tener mucho por hacer, por ejemplo, en lo relativo a la incorporación de mujeres en trabajos masculinizados y también en el desarrollo de políticas públicas eficaces en materia de cuidados. Para todo esto es central hacer partícipes y protagonistas a las trabajadoras y organizaciones que representan a esos sectores. Justamente en la última sesión aprobamos un proyecto que venía con media sanción del Senado y fue impulsado por el Sindicato de Amas de Casa para que la medición del uso del tiempo sea incorporada a la Encuesta Permanente de Hogares, ahí tendremos una herramienta que nos va a permitir saber cuánto tiempo destinamos al trabajo de cuidado y poder legislar en la materia.
Patricia Mounier:— Seguramente el trabajo en el Congreso nos encontrará juntas, con objetivos comunes, porque así es como construimos las mujeres. Hay mucho para trabajar en sistemas de cuidados, licencias, paridad en todos los ámbitos, cuidado de la salud, capacitación y formación.
Carla Pitiot:— Si llegamos hasta acá, es por el trabajo colectivo de todas las mujeres sindicalistas. Incluso entre quienes no compartimos las mismas filiaciones político-partidarias e incluso en algunos temas no opinamos igual. El movimiento de militancia sindical femenina es muy generoso y diverso y tenemos que sacarle provecho. El impacto de la tecnología en el mundo del trabajo es una realidad y en los sindicatos y otros ámbitos donde los trabajadores y trabajadoras tenemos influencia estamos reflexionando sobre cómo afrontar los cambios, a qué sectores afectará y de qué manera podemos prepararnos. Trabajamos juntas a través de nuestros sindicatos, con nuestros compañerxs, para conseguir que en la OIT se aprobara el convenio 190 sobre violencia y acoso; y también juntas debemos encarar su ratificación como lo hicimos con el cumplimiento e implementación de la capacitación de la ley Micaela.
Claudia Ormachea:— Nosotras venimos trabajando juntas desde hace muchísimo tiempo. Lo único que cambia es que ahora será en la Cámara de Diputados, con todo lo que ello significa. Haremos énfasis en temas pocos tratados vinculados a los derechos de las mujeres y las minorías sexuales, a los cuidados y un nuevo modelo de Seguridad Social, temas que nos encontraran pensando juntas. Daremos visibilidad a los viejos problemas que trae aparejado el mercado laboral, pero en particular en la forma diferenciada de afectación a las mujeres y minorías. Trabajaremos en la erradicación de todas formas de violencias y de las inequidades para que se conviertan en políticas de Estado.
María Rosa Martínez:—Me parece central el trabajo en conjunto con las compañeras. Hay muchos proyectos. Ya estamos trabajando la posibilidad de incluir el convenio 190 de la OIT que tienen que ver con la violencia laboral y con las responsabilidades de los empleadores discutiendo el trabajo no remunerado de las mujeres. Vamos a tener una agenda muy nutrida que tiene que ver con la igualdad y la paridad y seguramente haremos una propuesta vinculada a las licencias. Nos preocupa el cupo laboral trans. Tenemos que trabajar en la legislación del cuidado no remunerado.
Las mujeres sindicalistas fueron claves en la resistencia de estos cuatro años. Recuerdo dos episodios puntuales: el proyecto alternativo presentado en unidad contra el supuesto proyecto de “equidad de género”, que no hacía otra cosa que dejar la puerta abierta para la intervención a los sindicatos; y la campaña por el fin de las moratorias para las amas de casa que finalmente, aunque con algunos reparos, se logró frenar. ¿Qué evaluación hacen de este trabajo en unidad?
Patricia Mounier:— Quedó demostrado que solas no podemos. La construcción siempre es entre todas y con todas. Y que los reclamos se visualizan y se hacen más potentes cuando salimos a la calle, cuando logramos que los medios de comunicación nos vean, cuando convencemos a cada compañera y a cada compañero que lo que reclamamos es justo, es un derecho que merecemos.
Vanesa Siley:— Fue fundamental la lucha de las mujeres y la unidad en la resistencia. Si no hubiera habido mujeres sindicalistas, organizadas y con conciencia, hubiese sido muy difícil frenar algunas políticas que querían arrebatarnos derechos, como el caso del proyecto de “equidad de género” que presentó Cambiemos. Rápidamente advertimos que se trataba de un segundo intento por ingresar una reforma laboral, esta vez, encubierta. Con el título estábamos todas y todos de acuerdo. En su contenido, era regresivo para los derechos de las mujeres en particular y para las trabajadoras y trabajadores en general. A juzgar por los resultados, la unidad fue el camino para defender mejor a nuestros representados y a la sociedad toda. Además es el mismo pueblo que reclama a los dirigentes que se unan, un ejemplo de eso es el Frente de Todxs.
Carla Pitiot:— El trabajo en red es constitutivo de la participación femenina incluso desde la heterogeneidad del propio movimiento y eso en la tarea legislativa es fundamental y necesario. Lo hicimos desde la propuesta, desde el aporte y desde la ampliación de derechos cuando proponíamos un proyecto superador que nos abarque a todxs.
María Rosa Martínez:— Siempre hay que recordar que el primer paro a Macri se lo hicimos las mujeres. Y esa unidad se fue fortaleciendo mes a mes, día a día, con muchas expresiones callejeras, propuestas dentro del Congreso que han dado frutos. Se ampliaron derechos y perspectivas. Creo que lo importante es la intergeneracionalidad con la que trabajamos para ir rumbo a una sociedad más igualitaria.
Claudia Ormachea:— Estos fueron hitos que consolidaron nuestro modo de andar juntas. Y sobre todo de la efectividad que podemos lograr cuando el movimiento obrero, ahora tributario de los legados del movimiento de Derechos Humanos y del movimiento de mujeres, da cuenta de una nueva forma de hacer política. Estos legados hacen que la política nacional cambie y así empezar a mover la historia. Trabajamos en red, intersindicalmente, colectivamente, solidariamente, una forma de hacer política que nos vuelve solidarias y transformadoras.
Alberto Fernández dijo que el movimiento obrero va a ser protagonista de esta nueva etapa a partir del 10 de diciembre. ¿Cómo se imaginan esto?
María Rosa Martínez:—El movimiento obrero es protagonista de los gobiernos nacionales populares y ahora democráticos y feministas. Me parece que es una gran oportunidad de incluir en este acuerdo de sectores sociales, a la incorporación de los colectivos de mujeres en este debate de acuerdo social. Puede instalar un nuevo rumbo hacia lo económico, hacia la autonomía, hacia el ejercicio igualitario de derechos.
Claudia Ormachea:— Estoy segura de que esto no es una consigna vacía. El Frente de Todxs es una construcción en donde el movimiento obrero, o actores y actoras del mundo del trabajo han sido voces importantes. Estoy convencida de que nuestras experiencias y nuestras demandas serán tenidas muy en cuenta para la construcción de la agenda política y económica. Somos parte de un proyecto político que cambiará el presente, con responsabilidad y compromiso. Seremos parte de la reconstrucción de la Nación, con esfuerzo pero con la alegría de pensarnos como artífices del nuevo tiempo para el país y por qué no, modelo para la región.
Patricia Mounier:— El protagonismo del movimiento obrero deberá expresarse en el acompañamiento a las medidas del Gobierno nacional que protejan a lxs trabajadorxs. Pero también deberá tener una mirada crítica que permita marcar los errores, si los hubiere. Yo espero que el movimiento obrero todo esté a la altura de las circunstancias, que son difíciles después 4 años de devastación y vulneración de derechos. Generar empleo, promover paritarias libres, recuperar el poder adquisitivo de los salarios son necesidades urgentes que seguramente requerirán de medidas paliativas para superar la grave crisis en la que nos sumergió el macrismo. Los dirigentes gremiales deberemos ser actores en la discusión.
Carla Pitiot:— Necesitamos de todos los sectores en la construcción de la Argentina que viene y creo que el sindicalismo tendrá un rol muy importante en la consolidación del diálogo, las negociaciones y la protección de los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras. En la Argentina la tasa de desempleo ronda el 10%, y el empleo no registrado es del 35% por lo que el desafío del sindicalismo es mayor: revertir esta situación para proteger a los trabajadores y trabajadoras y garantizar que los eventuales nuevos puestos de trabajo que se creen sean dignos.
Vanesa Siley:— Imagino al movimiento sindical siendo parte de la toma de decisiones y del gran acuerdo social que necesitamos para la reconstrucción de nuestro país. Eso es integrar el Estado. El movimiento obrero argentino tiene una larga tradición de programas históricos que son, nada más y nada menos, la expresión de los trabajadorxs pensando su tiempo, pensando el modelo de país. Nosotrxs tenemos para aportar, además de nuestra fuerza de trabajo, la visión acerca de cómo podemos hacer para mejorar la situación de la producción y el trabajo. En el tiempo que se viene la discusión salario-precio será fundamental, pero además del salario directo que negociamos en paritarias, el salario indirecto que son por ejemplo las tarifas, el transporte público, los alquileres. En definitiva, en las grandes decisiones estratégicas tenemos mucho para decir y hacer.
El día que Alberto estuvo en la CGT hubo una foto de las mujeres sindicalistas que estuvieron presentes, sin embargo, los medios volvieron a reflejar la foto en la que están todos los varones de la cúpula. No hay dudas de que esa foto (la de los varones) refleja la falta de mujeres en los lugares de poder. Sin embargo, tampoco es cierto que no hubo avances en estos años en cuanto a la presencia de mujeres sindicalistas. ¿Cómo abordamos este debate? ¿Cuáles serán las metas en este sentido para la etapa que se viene?
Patricia Mounier:— Creo que son muchas las fotos que no reflejan el trabajo de las mujeres en los sindicatos. Efectivamente los espacios de decisión gremial parecen no estar destinados para nosotras y parece que debemos pagar derecho de piso, a veces durante mucho tiempo. Qué acciones y cómo encararlas será el debate urgente que nos deberemos dar, además de trabajar con los dirigentes varones acciones conjuntas para construir colectivamente y lograr equidad y justicia en la conformación de los espacios de conducción. El patriarcado sindical también se va a caer.
Claudia Ormachea:— Que las fotos reflejen la presencia de los hombres es una larga tradición del modelo patriarcal. Tenemos sobrados ejemplos de ello. Una muestra ejemplar de ello es la imagen del Cordobazo. Recortaron el ala izquierda de las mujeres que estaban en primera fila, para dar visibilidad solamente a los hombres. Pero ha pasado mucha agua baja el puente. Las mujeres hemos avanzado significativamente, pero no todo lo necesario. En este camino estamos. Ocupar los espacios donde se toman las decisiones es la asignatura pendiente para muchos sectores del mundo del trabajo y para la sociedad toda. La paridad es una meta a cumplir.
María Rosa Martínez:— Resulta incómoda esa foto hasta para los mismos protagonistas y esto está empezando a cambiar. Tiene que ser una construcción colectiva y permanente. También allí es desde abajo con una perspectiva legítima. Son las delegadas en los puestos laborales, las mujeres que luchan por el trabajo remunerado, que son las mujeres que ejercen los trabajos en los comedores, desde ese lugar hay que ir construyendo lugares de representatividad. Es un paso a paso.
Vanesa Siley:— El mundo mediático comete un grave error si analiza la realidad en base a una foto, sea la foto que sea. El debate de la participación de las mujeres en el mundo del trabajo, en el sindicalismo y también en la política tiene varias aristas que a veces se tienden a simplificar. Sin dudas hay un recorte mediático que invisibiliza a las mujeres que estamos (y somos muchas) y ocupamos cargos de secretarias en nuestras organizaciones, pero efectivamente el techo de cristal existente en los trabajos se espeja en el mundo sindical. No es responsabilidad de tal o cual dirigente ni es responsabilidad de nuestro modelo sindical que es el más efectivo para garantizar nuestros derechos. La discusión debe comenzar en relación a cómo ordenaremos en este tiempo el mundo laboral. Primero, generando empleo con un modelo económico inclusivo y equitativo; y segundo, y muy importante, redistribuyendo los cargos al interior de la organización sindical y mundo laboral para romper el techo de cristal que nos dificulta el acceso a las posiciones jerárquicas en el trabajo y también a las secretarías generales de los sindicatos y centrales.
Carla Pitiot:— En cada etapa del sindicalismo argentino hubo ausencia de mujeres en los lugares de conducción, incluso en ámbitos donde la mayoría de sus integrantes son mujeres. De hecho son muy pocos los sindicatos que cumplen con el cupo sindical femenino establecido por Ley desde el 2002. Pero este es un tiempo de cambios y en ese sentido como referentes sindicales tenemos dos desafíos. Por un lado, promover la participación activa de las mujeres en nuestros sindicatos y sobre todo impulsarla en los puestos de decisión. Y, por otro lado, lograr la incidencia de nuestra acción sindical en las políticas públicas.