Era fin de siglo, fin de ciclo, terminábamos el colegio y usábamos el pelo teñido y bien cortito con remeras rosas que nos ajustaban el pecho. La hiperinflación aplastaba todo, hasta la política, y antes de que la crisis de México nos pegaba el efecto tequila de los tragos fuxias: Sex on the beach, Tequila sunrise. Eran así, en inglés. Como las canciones de Cranberries, en la voz de nena furiosa de Dolores O’Riordan, que se murió ayer.
Dolores no era igual, era una chica enojada como nosotras, y era irlandesa, de ese país que es como el tercer mundo del Imperio Británico, el pariente pobre, y le cantaba a los problemas. A los problemas que teníamos todas, a la nostalgia por la infancia perdida, al primer beso, a la pelea entre los padres, a los raptos de bronca y a los de felicidad, y le cantaba a Los problemas, la gran espiral de violencia en la que se sumió Irlanda del Norte durante la segunda mitad del siglo XX.
En mi placard había una remera que decía “Choose Life”. La había heredado de una prima, era una remera con un racimo de frutas en la etiqueta, “fruta del telar”, y me parecía un lujo que tuviera tantos colores en un dibujo tan chico, que fuera importada. Estaba segura: “Choose life” era una remera a favor del aborto. Después de todo, uno de los principales causales de muerte de las mujeres es el aborto clandestino. Y lo importante era, y es, poder elegir. Unos años después me di cuenta de que probablemente la de la remera fuera la consigna de alguna campaña anti drogas -esa marca se usaba mucho para customización-, y más adelante llegué a pensar que hasta puede que haya sido parte de una campaña anti aborto. Aunque prefiero descartar esa opción porque me llena de rabia y vergüenza. Yo estaba -estoy- a favor del aborto seguro, legal y gratuito, lo había entendido temprano, teníamos que poder elegir.
Con esa remera me juntaba con amigas. Poníamos la música fuerte y cantábamos mirándonos al espejo. Las voces de las chicas nos convocaban como las sirenas, éramos nosotras, a los gritos, tratando de salvarnos de la opresión y de nosotras mismas convirtiéndonos en mujeres, en adultas con responsabilidad. El rock de acá, siempre, pero también las que aullaban sonidos hermosos y distorsionados entre los que intentábamos encontrar sentido. Como en un Limerick -la ciudad natal de O`Riordan-, inventábamos palabras, reconocíamos algunas, y armábamos un cadaver exquisito con lo que queríamos que cada letra dijera, nos dijera. “Salvation is free” era fácil, “Linger” nunca supimos bien qué significaba, pero creíamos que algo así como dejarse llevar.
Dolores O`Riordan compartía con Madonna el top ten de la Mtv. Antes de cantar “What it feels like for a girl in this word”, antes de ponerlo en evidencia en la letra de una de sus canciones, Madonna nos decía que ser una chica, una mujer, era una condición de posibilidad de nuestra percepción del mundo. Ser mujer es el lugar en el que estamos paradas para conocer lo que nos rodea. Ser mujer es nuestro territorio.
Madonna ya cantaba sobre eso antes de decirlo de manera explícita. Lo decía en la ironía de “Material Girl” y en “Like a Virgin” -tan en línea con el “tú me quieres blanca” de Alfonsina Storni. Pero había una canción que nos creaba conflicto: “Papa don`t Preach”. En esa Madonna decía muchas cosas que se nos escapaban, pero había una que quedaba bien clarita. Mientras bailaba con mis amigas frente al espejo, pensaba en esta frase: “But I made up my mind, oh I’m gonna keep my baby” [ya lo decidí, voy a tener a mi bebé]. Esa frase me hacía ruido. ¿No era al revés? ¿No tenía que defender el derecho a no tener el bebé, a abortar? Me parecía la batalla más lógica, más directa. Pero ella estaba un paso más allá: en la canción, de 1986, defiende el derecho a la potestad sobre su cuerpo, a ser una madre soltera, a subvertir el modelo de familia tradicional.
Estaba claro, para mí, para las otras que como yo las escuchábamos y pensábamos estas cosas o nos resonaban como un eco al fondo de nuestro feminismo de jardín de infantes, que lo que importaba era poder elegir. Elegir sobre el propio cuerpo, tomar nuestras propias decisiones. Cuando Dolores O’Riordan hablaba en contra del aborto no lo hacía en contra de las mujeres que abortaban. “No estoy en posición de juzgar a otras mujeres, ¿sabes?, pero quiero decir ¿por qué se embarazan? No es nada bueno para las mujeres pasar por todo el procedimiento del aborto”, declaró una vez. Ok, no debería haber cuestionado tampoco a las mujeres que se embarazan. Pero hay al menos dos cosas para decir si se piensa bien: Una, la reflexión sobre lo poco agradable que puede ser hacerse un aborto es una que se evita bastante. En ese sentido, es interesante leer por ejemplo lo que escribe al respecto la filósofa feminista Laura Klein. Dos, Dolores estaba tomando sus propias decisiones.
Como Madonna en “Papa don´t Preach”, ella y otras le daban una vuelta de tuerca y se metían con los grises de los temas que tanto nos cuesta revisar: a veces, también, abortar puede ser un mandato machista. Creo que existe algo así como el aborto patriarcal. Ese que nos manda directo al espacio clandestino: que no se sepa, que no se vea, aquí no a pasado nada. Por eso decidir es lo importante. Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Esa es la línea de pensamiento de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y Gratuito .
“I live as I choose or I will not live at all” [Vivo como yo elija o no viviré en absoluto], dijo también Dolores. Los Cranberries ya no se miraban los zapatos mientras tocaban, como las bandas que vinieron justo antes, como My Bloody Valentine, también irlandeses y de unos pocos años anterior. Los Cranberries -los arándanos- tenían una chica a la cabeza que levantaba la frente en alto, se paseaba por el escenario con una mezcla perfecta de traje de varón y vestido de princesa punk, con una voz dulce que podía ser fuerte como un toro. Los arándanos, después de todo, son la fruta de las chicas, la que nos ayuda a hacer pis si tenemos cistitis o estamos irritadas. Y Dolores era la líder de la banda. Fue una de las primeras de nosotras en denunciar que había sido abusada sexualmente en su infancia, con toda la importancia que sabemos hoy tiene ese gesto para animar a las demás a hacerlo. Y lo cantó para que quedara. Quizás no era la feminista que quisimos que fuera, quizás quería demasiado al Papa. Quizas quiero salvarla. Quizas quiero ser, como Yoko Ono, siempre joven de la mente.