El día de todas

Tali Goldman recopiló cinco historias de cinco trabajadoras. Rurales, de la ciudad, motorizadas, fabriles, del trabajo doméstico, todas tienen algo en común: se organizaron con otras para conquistar derechos y seguir conformando un sindicalismo feminista que en Argentina crece año a año.

María Paz Carreira Griot (32)

Técnica audiovisual

Tiene 32 años y hace once que trabaja en la empresa Turner, en la sección de control de calidad de videos. En su sección, donde son seis personas, es la única mujer. “El laburo técnico está apuntado hacia los varones y más allá de que en mi caso no hay trabajo de fuerza, los técnicos siempre suelen ser varones y las productoras, o las labores más creativas son para las mujeres”.  El trabajo de María Paz es detectar en las publicidades y en diversos materiales cuestiones de contenido y control de calidad. Hace poco, sucedió un hecho que sentó un antecedente dentro de Turner. Como todos los días, Paz se puso a revisar una publicidad que ya estaba al aire en toda Latinoamérica. Pero se quedó helada cuando observó que la promoción de una película hablaba de que “la diferencia entre los varones y las mujeres es que los primeros tenían inteligencia y las segundas belleza”. Automáticamente mandó un mail a su superior. Le explicó por qué ese contenido era absolutamente machista y pidió que revean esa publicidad. “Por suerte tuvo réplica al toque, bajaron la promoción en toda Latinoamérica y pensaron un nuevo guión”. Paz encendió una alarma, pero nadie dudó. “Hay algo que está cambiando, hay paradigmas que de a poco se están cuestionando. Yo me considero feminista y por eso también es importante estar alertas siempre”. Ella, además, es delegada por el SATSAID dentro de su empresa. “A partir de esto estoy intentando que haya algunas charlas de sensibilización, que se pueda sacar el sesgo machista que tiene todo. Una suerte de manual de estilo, o en todo caso, cuando alguien tenga una duda, pueda tener algún espacio para preguntar si eso es machista o no”. También cuenta que hace un año se firmó el convenio entre el sindicato y la empresa por licencia ante una situación de violencia de género.

Juana del Carmen Britez (50)

Trabajadora doméstica

Juana se desempeñó toda su vida como trabajadora doméstica. Actualmente es la secretaria de Actas y Organización de la Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares (UPACP). Desde el 16 de abril del 2014, se reglamentó—después de varios años desde que se presentó en diputados y senadores y no sin un debate durísimo—la Ley de Trabajadoras de Casas Particulares (26.844) que beneficia a 1,2 millones de trabajadoras de las cuales el 80 por ciento está en negro. La ley les da a las trabajadoras ART, vacaciones, retención de una cuota sindical a través de la AFIP, pago por cuenta a sueldo, la prohibición de que trabajen menores de 16 años y la obligación de que si se emplea a jóvenes tengan que estudiar, indemnización por despido sin causa, una jornada limitada, licencia por maternidad y otros derechos.

“La realidad es que en este momento aparte de enfocarnos en el tema del salario estamos en campaña para poder hacer una registración superior a la que tenemos. Y sobre todo, que los empleadores reconozcan que tienen una trabajadora en su hogar y esas trabajadoras tienen derechos. Hay una campaña fuerte de sensibilización”. Una de las herramientas más fuertes que tiene el sindicato es la Escuela de formación que funciona desde el año 2006 y por la cual pasaron más de 16 mil empleadas domésticas. Además de que permite finalizar la primaria y la secundaria, la escuela tiene cursos y talleres como diseño y mantenimiento de jardines; cuidado y atención de adultos mayores, y niños; mantenimiento básico del hogar; cocina superior y cocina para fiestas y repostería, entre otros.

“Nuestra secretaria general siempre nos dice que nosotras tenemos que progresar, que sea una elección ser trabajadora doméstica y no un trabajo que lo hacemos por  desesperación. Tenemos que poder elegir ser profesionales en esto y por eso es muy importante estar capacitadas”.

Soledad Cainero (34)

Trabajadora de la industria

Si decimos que Soledad fue la primera mujer en entrar a la parte de producción de la fábrica Nestlé Purina en Santo Tomé, Santa Fe, no estaríamos mintiendo. El hecho ocurrió hace tan solo tres años cuando la empresa que se dedica a hacer alimentos hace diecisiete años decidió incorporar a mujeres al sector de producción. Una novedad, ya que las mujeres estaban destinadas únicamente a la parte de producción o de limpieza. Hoy en día la planta cuenta con 23 mujeres en turnos rotativos y Soledad está en la parte de control de packaging. En toda la empresa, contando administración, hay 500 trabajadorxs. Además, unos meses después de entrar, se le presentó la oportunidad de ser delegada por la Unión Obrera Molinera Argentina (UOMA) y actualmente es la única mujer delegada no solo de la seccional Santa Fe, sino de todo el país.

“Al principio fue muy fuerte porque imagínate lo que era estar entre todos varones, había personas muy cerradas que no nos veían como trabajadoras, como pares. Pero en estos años logramos muchos cambios. El más importante es que este año se está logrando la formación de los puestos de trabajo para las mujeres dentro de la planta. Cuando entramos no había una ruta de entrenamiento, lo cual es muy importante. Además, la empresa implementó cuidados especiales para las mujeres embarazadas, momentos de descanso, porque hay muchos materiales con calor que pueden traer malestar”.

 

Micaela Della Pace (25)

Motoquera

Si para algunxs ver mujeres en moto sigue siendo raro, ver mujeres haciendo delivery en moto, es aún más raro. Y si a eso se le suma que una mujer cadeta milite en el sindicato de motoqueros, ya es directamente una revolución. Es el caso de Micaela Della Pace, de 25 años, que actualmente es secretaria de prensa del Sindicato Único de Conductores de Motos de la seccional Rosario. Micaela trabajaba medio día de telemarketer y como eso no le alcanza, decidió pedirle prestada la moto a su papá y empezar a hacer algunos delivery. Descubrió a través del Sindicato que existía una cooperativa—Coop Experess—que los pequeños comercios contratan para hacer las diligencias. “Nucleamos cadetes y cadetas y utilizamos la cooperativa como herramienta sindical. Es una forma para regularizar el trabajo de los compañerxs”, explica. El trabajo del motoquero no está regularizado formalmente, y esta es la forma que encuentran desde un sindicato joven—existe hace cuatro años—que cuenta sólo con la personería gremial para mejorar las condiciones de trabajo. Dentro del sindicato de Rosario solo hay tres mujeres y solo Micaela está en la comisión directiva. “Por lo general cuando hago un delivery y se dan cuenta que soy mujer la reacción es sorpresiva. Es un mundo de varones. Cuando ingresé al sindicato hace un año y medio fue complicado adaptarme. Veo los micro-machismos constantemente pero tanto ellos como yo estamos aprendiendo a erradicarlos. Todos somos hijos e hijas del patriarcado. Yo me considero feminista novata”. Micaela cuenta que su nuevo proyecto es realizar talleres de género para los motoqueros. “Ellos quieren sumar mujeres, ven positiva mi participación, están de acuerdo con todo. Un logro muy importante fue que nosotras tres participamos del 8M por primera vez como trabajadoras y el sindicato entregó la adhesión”.

 

Gabriela Reartes (32)

Trabajadora agraria

Gabriela Reartes trabaja en el campo, en la plantación del tabaco, desde los 7 años. Nunca tuvo otra opción, ni ella ni sus padres, ni sus hermanos, ni sus primos, ni sus tíos. En Salta, en la localidad de Rosario de Lerma, nadie se podía dar el lujo de hacer otra cosa. Gabriela acaba de terminar la temporada de cosecha de tabaco y pronto comenzará la de los ajíes. Ella está involucrada en todo el proceso, desde que se planta hasta que se cosecha. Trabaja con lluvia, trabaja con sol. Trabaja con materiales tóxicos. Hay muchas mujeres, es más, dice que en Salta, la mayor parte de lxs trabajadorxs rurales son mujeres. Y que por supuesto, están en situaciones de precarización. Y por eso hace algunos años empezó a militar en la Asociación de Trabajadores Rurales y Estibadores de Salta (ATRES) y se convirtió en la Secretaria Administrativa el gremio. ATRES es un sindicato alternativo a la burocracia de la UATRE. “Entré al gremio porque vi todas las injusticias de cada etapa de mi vida. Ver a mis viejos que no tenían oportunidad de tener descanso. No se podían jubilar porque trabajaron la mayor parte de su vida en negro, o el patrón no le hacia los aportes. En cada etapa de mi vida fui rebelándome y queriendo cambiar eso”. Gabriela no sabía que existían derechos, no los conocía. “Los trabajadores y trabajadoras rurales somos invisibles, si se habla de campo es la patronal y si hablamos de sindicato es la UATRE, que no nos defiende”.

Si bien en 2011 se aprobó el nuevo régimen del peón rural, aquel que había implementado Juan Domingo Perón y que había sido derogado en dictadura, y que volvía a poner a lxs trabajadorxs rurales en igualdad de derechos con respecto a cualquier otrx, hoy en día no se cumple. “Es realmente una lucha cotidiana. Teníamos el RENATEA, ahora eso lo derogó este nuevo gobierno y el control lo vuelve a tener la UATRE. Eso es perjudicial para nosotros”. En Salta, se calcula que hay alrededor de 45 mil trabajadorxs registradxs y el doble, un poco más de 80 mil no están registradxs. Eso incluye, por supuesto a lxs niñxs. Gabriela sí tiene una conquista personal. Su hijo de 11 años jamás trabajó. “Ese es un gran logro de mi vida, haber hecho que mi hijo no tenga que pasar por lo que pasé yo”.

 

Natalia Solves (42)

Trabajadora de Peugeot

Del otro lado del teléfono se escuchan chirridos agudos. Casi no se percibe la voz de Natalia Solves. Tiene que salir de la fábrica de Peugeot-Citroën, donde trabaja hace once años para poder hablar. Pero está acostumbrada y los tapones en sus oídos ya son parte de su uniforme diario. Natalia es una de las 50 mujeres que trabajan entre los miles de hombres en la multinacional con sede en la localidad de Tres de Febrero y es, además, delegada de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).

Natalia empezó en el turno noche, haciendo la instalación eléctrica de los autos, después pasó a la línea de puertas, y actualmente trabaja en la parte de calidad. “Cuando yo arranqué había cien mujeres, ahora somos la mitad. Pero hay chicas en casi todos los sectores, en chapa y pintura, logística, montaje. El trabajo es duro, arrancamos 5:30 de la mañana y laburamos nueve horas”. Muchas se embarazaron y se fueron. En ese momento no había contención ni desde la empresa ni desde el sindicato. Natalia cuenta que al principio le fue difícil, costó, tanto en la fábrica como al interior de su familia. Empezar a militar en el gremio le quitó horas con sus hijos. Pero quiso ir por más y en 3 de Febrero organizó el sector de mujeres, el cual preside: Mujeres Trabajadoras Metalúrgicas Peronistas. Desde que existe ese espacio dentro de su seccional, la vida de las mujeres en las fábricas cambió drásticamente. En Peugeot lograron que haya una sala de lactancia, uniformes especiales para las chicas embarazadas, tienen descansos especiales, les dan un kit cuando nacen los bebés. Pero además, a nivel nacional, Natalia empezó a darse cuenta que entre tantos varones delegados había mujeres como ella. Logró recolectar el teléfono de 70 mujeres de todo el país y armó una mesa de mujeres a nivel nacional que funciona y crece.