“El Estado tiene que responder más fuertemente por la garantía de la libertad de expresión de las periodistas feministas”

Lo dijo Luciana Peker, referente del periodismo feminista en Argentina. Hace 25 años que escribe, cuenta, acompaña a víctimas, familiares y sobrevivientes de distintas violencias y vulneraciones de derechos y empuja las luchas feministas del país. Publicó libros, formó a otras periodistas, sus frases se hicieron remera, fue clave en la conquista del derecho al aborto y abrió la conversación pública sobre el derecho al goce. Y ahora, como otras periodistas, está bajo ataque. En entrevista con LatFem habla de la causa judicial en la que se develó un entramado organizado para atacarla por su trabajo como periodista y acompañamiento a Thelma Fardín. 

—Cuando la televisión es aliada, genera avances. Cuando la televisión es conservadora nos hace retroceder en derechos—dice Luciana Peker sentada en un escenario impensado para el debate de ampliación de derechos: el set de televisión del programa de espectáculos Intrusos. Había sido invitada para responder a la pregunta ¿qué es el feminismo? ¿qué significa ser feminista? en el medio de un debate en redes por el mandato de la maternidad obligatoria y la posibilidad de elegir no ser madre. 

—Vamos a hacer una cosa, no te digo ya, pero el próximo debate, yo pongo el espacio: es el del aborto—le contesta el conductor del programa.

—Bienvenido sea. Es uno de los temas más taboo. Se mueren todo el tiempo chicas—aporta una de las panelistas.

—Es hora de dar el debate. Es un tema que hasta tiene que ver con clase social, de guita.

Ese programa fue el 1 de febrero de 2018. Al día siguiente el conductor, Jorge Rial, arrancó la emisión con un pañuelo verde que le acercaron desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito atado en la muñeca. “Feminismo: el debate que instaló Intrusos”, decía la placa gráfica mientras hablaba Rial. 

La periodista feminista Luciana Peker, junto con otras, fue la llave para abrir una puerta que desde hacía décadas los feminismos estaban golpeando para entrar con diversas estrategias. Las feministas fuimos el hit del verano 2018 y el aborto se debatió ese año. Dos años después se convirtió en ley el derecho a decir que no. Hoy nuestras canciones ya no rotan en la radio de igual manera. 

De Peker sentada en el living de Intrusos pasaron sólo 5 años. Ahora escribe: “Estoy amenazada de muerte por denunciar abusos sexuales”. Su historia no es aislada. Es la evidencia de la pérdida del espacio cívico para feministas (y para derechos humanos en general) frente a una avanzada conservadora con fuerza desdemocratizadora que polariza, desinforma y ataca para disciplinar y acallar. No es una sensación, un comentario entre colegas, hay datos. El Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos de la UNSAM (LEDA) reportó que el 73,9% objeto de los discursos de odio son mujeres y el motivo principal es por sus identidades políticas, por ser feminista. 

El problema no es local: en el informe de ONU Mujeres y la Alianza Regional  “Violencia de género en línea hacia mujeres con voz pública. Impacto en la libertad de expresión”, que indaga sobre 15 países de Latinoamérica y el Caribe, el 80% de las comunicadoras con voz pública limitó su participación en las redes porque temió o teme por su integridad física y hasta por su vida. El mayor efecto sobre la libertad de expresión es la autocensura: el 40% de las entrevistadas manifestó haberse autocensurado. Como periodista feminista Peker siempre se protegió, tomó recaudos, hoy elige qué publicar en sus redes sociales. Los ataques virtuales tienen impacto en la vida real pero ella no se calla: es una de las pocas periodistas amenazadas en Argentina que lo cuenta públicamente. A la vez, inició una causa judicial para conocer quienes están detrás de las amenazas: desde 2021 tramita, con idas y vueltas judiciales, un expediente que aporta pruebas concretas sobre un entramado organizado para atacarla y callarla, en especial, por su acompañamiento con periodismo feminista, abrazo y estrategia política a Thelma Fardin en su denuncia por abuso sexual contra Juan Darthés. Una curiosidad: si el actor es inocente, ¿por qué hay un enjambre de amenazas, noticias falsas y hostigamiento que se sostiene de 2018 contra Thelma y las personas que la rodean?

—¿Quiénes y por qué amenazan y atacan?

Lo que hoy está demostrado es que hubo más de nueve teléfonos desde los cuales nos hostigaban. Teléfonos localizados en zonas rurales de la provincia de Santiago del Estero, por ejemplo. En general estaban a nombre de mujeres que no tienen ni trabajo ni ingresos, que evidentemente fueron utilizadas ellas o sus cuentas para generar mensajes intimidantes o amenazas. En principio no entendía de qué se trataba, pero el año pasado escribí una nota en Infobae donde decía que hay que regular el uso de armas para que no haya más femicidios y alguien escribió en un posteo: “Te mereces ser la próxima”. O sea me decía que merezco ser la próxima víctima de femicidio. 

En la causa judicial están probadas algunas cosas. Hay pruebas que ligan a sectores que nos amenazan con agencias de seguridad incluso ligadas ideológicamente a la toma del Capitolio para resistir que Donald Trump no se vaya del gobierno. En la causa hay personas ligadas a las fuerzas de seguridad. Hay una persona que está identificada por la Justicia. No estoy hablando de un hater suelto. 

No estamos hablando que alguien en Twitter dijo algo que me pone mal y entonces me ofendo. Es un esquema, porque las periodistas en Argentina levantamos la voz y tuvimos mucha incidencia no solo en nuestro país sino también en América Latina. Hoy reclamamos que la libertad de expresión pueda ser garantizada. En contra de las propuestas de la Libertad Avanza que es realidad “la libertad retrocede”, mientras ellos avanzan mi libertad ha retrocedido muy claramente. 

La Justicia tardó un año en discutir un tecnicismo de jurisdicción, dijo que no era un caso de género cuando hace 25 años que hago periodismo de género. Después me dijeron que si la amenaza viene de Chile, que es uno de los casos, no pueden intervenir. Y entonces hay que hacer un convenio internacional o no permitir que la jurisdicción no sea en Chile. Meta o Instagram dicen que si la Justicia se los pide, le dan el IP pero no es cierto. Usan un programa que se llama Nateo que también se usa para explotación sexual infantil que es como una calesita que no podes identificar el IP. 

Es importante contextualizar que Argentina a partir del hito de Ni Una Menos se convierte en un faro para la región, un faro que hace que avancen derechos contra la violencia y por los derechos sexuales y reproductivos. 

Un ejemplo es lo que pasa en los tribunales de Colombia y México con la despenalización del aborto o ver que el pañuelo verde está en Washington y es la primera vez que el norte mira al sur para tomar un ejemplo político. Eso lo empezamos las mujeres en Argentina. 

Hay algunas periodistas que dijimos Ni Una Menos, generamos otra conversación. Y hay una derecha organizada, financiada, no espontánea, ni casual. No es un simple hater de Twitter y hay que bancarse las reglas. La ultraderecha en Argentina tiene que ver con la ultraderecha en España. Ese es un antecedente y hay vinculaciones directas. 

—Tenemos una estructura estatal que se amplió con la efervescencia de los feminismos, hoy contamos con un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad ¿Recibiste acompañamiento estatal? ¿Qué puede hacer el Estado con estas amenazas a la libertad de expresión a las periodistas feministas?

Desde lo individual hubo algunas mujeres importantes como Vilma Ibarra, Ayelén Mazzina y Malena Galmarini han tenido una enorme humanidad y gestos con nosotras. ¿El Poder Ejecutivo puede y debe hacer más? Sí, el Poder Ejecutivo puede y debe hacer más. Es parte del análisis político de esta época. Hay un Estado que se enfrenta a un sector de la oposición -no a todo porque creo fervientemente en el pluralismo político y la construcción de las mujeres de la Argentina siempre fue transversal en el marco del pacto democrático-, pero hay un sector de la oposición que rompe ese pacto y son una amenaza. Creo que hay una sobreactuación de la impotencia y que el Estado tiene y debe hacer más. 

Hoy hay un Estado que tiene que responder más fuertemente por la garantía de la libertad de expresión de las mujeres, tiene que responder más fuertemente contra los femicidios. Tiene que poder dar respuestas sin miedo porque lo que genera esta ultraderecha, que no es azarosa, tanto con las amenazas como con sus estrategias comunicacionales es acorralar y generar miedo comunicacional. Hay un Estado que tiene miedo, pero todavía es el Estado y el poder y tienen que cuidar la vida de las mujeres y la libertad de expresión.  

¿Qué puede hacer el Estado? Y por ejemplo, no acompañaron con patrocinio jurídico a pesar de haberlo pedido. Y son las organizaciones de la sociedad civil, como Amnistía Internacional, quienes nos están acompañando para defendernos de estas amenazas. 

—Hubo un abrazo simbólico para apoyarte en Radio Nacional, también se solidarizó FOPEA, ¿qué podemos hacer las periodistas feministas? 

Ni Una Menos nace de toda una historia de un movimiento, pero también fue clave cuando Marcela Ojeda pone el tuit y pregunta ¿Qué vamos a hacer? El Ni Una Menos empuja algo que las periodistas que trabajamos hace mucho tiempo veníamos diciendo. Hoy las redes se dieron cuenta que el poder feminista en Argentina no era un poder neutro que sólo ibamos para romper el techo de cristal sino que generamos una transformación política y social en todo América Latina. Las redes hoy se volvieron enemigas pisando los contenidos feministas. Hay que leer más a las periodistas feministas. No hay que esperar que la información te llegue porque los algoritmos son opacos, no te muestran todo. Hay que ir y buscar los contenidos de las periodistas feministas, ponganlas en la lupa (n.d.e: de Instagram) Yo propongo una campaña que se llame #Sigamos o #VolvamosASeguirNos.