En enero se cumplirán tres años de la muerte de Selene Aguirre, la hija de Victoria Aguirre, la causa por su crimen volverá hoy a debate oral. El primer juicio había sido en julio pero debió anularse primero por las recusaciones presentadas por el entonces defensor de la joven, Roberto Bondar y después por las inhibiciones de los integrantes del Tribunal. Las recusaciones fueron por falta de imparcialidad: las audiencias fueron caóticas, Victoria tuvo que declarar delante de Rolando Lovera, su pareja en ese momento, quien se presume como el autor material de la muerte de Selene. La fiscal Stella Maris Salguero la acusó a Victoria de no haberse escapado con la beba sin comprender que ella también era víctima del maltrato de Lovera.
A pesar de que se trató de un femicidio vinculado, Victoria está presa desde que murió la nena y enfrenta un juicio que la puede llevar a la cárcel de por vida. Está acusada de no evitar que mataran a su hija. La carátula es “homicidio agravado por el vínculo” y el encuadre jurídico “omisión impropia”, lo que prevé una pena de prisión perpetua. Mientras, Lovera está acusado por “homicidio simple”, que estipula una pena de 25 años. La historia de Victoria se volvió una causa nacional y desde el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans de la Argentina se exige cada vez con más fuerza: libertad y absolución para Victoria.
La madrugada del 29 de enero de 2015 ella llegó con su hija Selene de dos años y cinco meses en brazos a la guardia del Hospital Samic de Oberá, la segunda ciudad más grande de Misiones, ubicada casi a cien kilómetros de Posadas. No lo sabía, pero la beba ya estaba muerta. La autopsia determinó “politraumatismo de cráneo”. La nena llevaba marcas antiguas de la violencia machista en su cuerpo: moretones y hematomas de los golpes que le propiciaba Rolando Lovera, la pareja de Victoria.
La madrugada del 29 de enero de 2015 ella llegó con su hija Selene de dos años y cinco meses en brazos a la guardia del Hospital Samic de Oberá, la segunda ciudad más grande de Misiones, ubicada casi a cien kilómetros de Posadas. No lo sabía, pero la beba ya estaba muerta. La autopsia determinó “politraumatismo de cráneo”. La nena llevaba marcas antiguas de la violencia machista en su cuerpo: moretones y hematomas de los golpes que le propiciaba Rolando Lovera, la pareja de Victoria.
“Queremos que Victoria sea liberada para cerrar este capítulo de nuestras vidas que tanto dolor nos ha causado. Justicia para Selene, libertad para Victoria y cárcel para el asesino”, dijo a LATFEM Claudia Aguirre, la hermana de la joven acusada, desde la puerta del SUM de la Unidad Regional II de Policía Oberá. Ni Claudia ni el padre de Victoria pudieron ingresar a la audiencia porque ambxs son testigxs.
El debate oral serán tres jornadas y se espera que el jueves se conozca la sentencia. Intervendrá un tribunal especial compuesto por los camaristas Jorge Villalba, Graciela Heppner y Azucena García de González.
Para el día 12 de diciembre están citados Gladys Martínez, Carla Alejandra Cabaña, Silvia Carozo, Alberto Correa, Hugo Javier Correa, Ricardo Alejandro Gutiérrez, Hilda Benegas, Melissa Lovera, Débora Simón, Ángel Carlos Rodríguez, María Ester Viana, Miguel Ángel Correa. Para el miércoles 13 Taisa Kosak, María Sabrina Carbalho, Ramón Andrés Maksylewicz, Bárbara Belén Berggist, Víctor Aguirre, Orlando Andersson, Claudia Beatriz Aguirre, Carina Aguirre, Juan Alfonzo Amarilla, Nancy Soledad DA Rosa, Juana Epifanía Dino, Ramón Albino Romero, Ramón Silvio Romero
El jueves 14 se escuchará mayoritariamente a médicxs. Fueron convocadxs la Cristina Raquel Schiefelbein, Hector Sena, Miriam Nilda Ramonda, Gabriel Flores, Gabriel Alejandro Quiñones, y Oscar Krimer.
Lxs abogadxs de Victoria tienen una extensa trayectoria en defensa de causas donde se ven vulnerados derechos humanos. Eduardo Paredes es especialista en Derecho Penal, referente en Misiones de la ONG Proyecto Inocencia, una organización creada en Estados Unidos que interviene en casos de condenas erradas. Roxana Rivas es abogada de la CTA Autónoma de Misiones, integra el equipo jurídico nacional de esta central. Ambos ya intervinieron juntos en la defensa de María Ovando, absuelta hace 5 años.
Además de la defensa en este causa acompañan el Instituto Nacional de Mujeres y la Asociación Pensamiento Penal que se presentaron como amigos del Tribunal, también el Ministerio de Derechos Humanos de la provincia y la subsecretaria de Derechos Humanos de la Nación.
Sobrevivir a la violencia machista
Victoria es una sobreviviente de la violencia machista: psicológica, física y sexual. Ella y su ex pareja se conocieron a mediados de 2014. Victoria ya era mamá de Selene, una beba que tenía un retraso madurativo y epilepsia. En ese entonces tenía 21 años y cursaba el tercer año de Magisterio. Lovera trabajaba como sereno en un depósito. Después de seis meses de haberse conocido, juntos alquilaron una casa en Oberá. La convivencia duró 28 días. El maltrato fue in crescendo hasta sersometidas a un aislamiento que empezó con la familia yterminó en el encierro absoluto: el hombre la obligaba a pasar las noches en el galpón del arenero donde trabajaba. Victoria y la beba dormían en el piso encerradas. Él les prohibía ir al baño para que no quedara registro en las cámaras de seguridad del lugar que iba cada noche con ellas a trabajar y las encerraba.
Cuando el padre de Victoria le mandaba mensajes de texto a su celular, era Lovera quien contestaba por ella. Los ocho días previos a la muerte de Selene, la joven y su hija estuvieron en cautiverio y bajo la amenaza del asesinato de la beba. Lovera las amenazaba con un arma de fuego y un cuchillo.
“Él nos tuvo secuestradas e incomunicadas porque llegó a romperme el celular. Él abusó de mí”, contó Victoria en una entrevista a un medio local. La última vez que la golpeó, Lovera le pidió a Victoria que mintiera, que había tenido una convulsión, que se cayó. Cuando llegó la policía al Hospital, Lovera ya no estaba ahí.
La historia de Victoria se repite en otras mujeres judicializadas: una trama común que solo mira con la lupa de la moral a las madres y no busca las huellas previas de la violencia machista que vivían estas mujeres antes de que sus hijas murieran. Sin ir más allá de los límites de la provincia de Misiones, puede rastrearse la historia de María Ovando. Estuvo un año y siete meses detenida en una cárcel misionera acusada de abandono de persona agravado por el vínculo, tras la muerte por desnutrición de su hija Carolina de tres años. En 2012 el Tribunal Penal N°1 de El Dorado, Misiones, decidió absolverla.
Así como las tramas de violencias son similares, también se replica la solidaridad entre mujeres que se activa desde los feminismos para revertir estas causas injustas. En Buenos Aires, Yanina González y Celina Benitez son ejemplos de casos similares. Las dos vieron morir a sus bebas de dos años, Lulú y Milagros, en manos de sus parejas, varones agresivos que las maltrataban a ambas. Yanina y Celina fueron acusadas por la misma fiscal: Carolina Carballido Calatayud, titular de la Fiscalía Especializada en Violencia de Género del Partido de Pilar, por “abandono de persona”. En Córdoba, Dayhana Gorosito enfrenta una causa similar: la imputaron y encerraron por no evitar que su pareja, un varón violento, asesinara a su bebé. El acompañamiento de movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans logró revertir sus causas injustas. Tanto Yanina como Celina están en libertad rearmando las piezas de su vida desordenada por el encierro arbitrario. En Misiones Victoria quiere “recuperar la vida que ese tipo me robó”.