Jumanji es un juego de mesa muy antiguo y atrapante en el que ronda a ronda, los dramas se tornan más violentos y perniciosos. Es el regreso al estado de naturaleza y para terminar con esa pesadilla todos los jugadores deben permanecer juntos y que uno de ellos llegue al final del recorrido.
De igual forma, en el presente proliferan las crisis con una misma raíz: el neoliberalismo. Se trata de un dispositivo que intenta gobernarlo todo –las instituciones y lo íntimo– y, aunque también encuentra resistencias, contribuye a la formación de subjetividades neoliberales, es decir, formas de ser mercantilizadas hasta los huesos en las que impera el individualismo, la meritocracia, el consumo y el descarte. También, es una tecnología civilizatoria que promueve el desplazamiento del Estado, la desterritorialización del capital y la impugnación democrática. Este programa, lejos de mitigar los dolores, los agrava. Así, la ira se despierta ante la desigualdad sin respuestas: es la misma mecha que prendió la llama del Ni Una Menos. Y precisamente por eso, repasar el devenir de los feminismos atendiendo al mapa de nuestros desacuerdos pacientemente cuidados puede prestarse como una hoja de ruta para leer el presente. El Estado, la justicia, el sexo comercial y el poder son las cuatro polémicas que elegimos para pensar la actualidad del movimiento feminista y esta época.
Estas controversias se despliegan en cada uno de los capítulos de este libro, polemizando con los feminismos liberales y progresistas desde el prisma del feminismo justicialista, que inscribe la lucha por la igualdad de género en la pelea por la justicia social, privilegiando lo gregario, el carácter democrático y federal, así como su raigambre en el sur periférico. Este feminismo Jumanji es una apuesta frente a la ira neoliberal conservadora: antepone la igualdad, concibe al Estado como un actor central y recupera la política para ordenar lo común, lo que es de todos, todas, todes.
En el primer capítulo, identificamos que los feminismos coinciden en que la violencia es un problema público e identifican a la estatalidad como responsable de atender este drama. Así, se reconstruyen las conquistas institucionales de los feminismos en nuestro país que, a partir de 2019, lograron la máxima jerarquía estatal a través de la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades. Sin embargo, advertimos que esto se dio en el preciso momento en el que el Estado parecía desmoronarse. Entonces, ¿cómo intervenir para volver a tejer un proyecto general?
En el segundo capítulo, sostenemos que el sistema judicial tiene serios déficits a la hora de impartir justicia. En ese sentido, nos proponemos, por un lado, reflexionar sobre los límites y los alcances de los feminismos en cuanto a sus los repertorios de acción, el consignismo y el discurso punitivista que nacieron como respuesta a la cerrazón de una parte de la justicia. Por otro lado, abordaremos la pregunta por las condiciones en las que se imparte justicia según el género, la clase social, la raza y la geografía. ¿Es posible salir de la encerrona punitivista puritanista?
En el tercer apartado, partimos de analizar los modos en los que el neoliberalismo mercantiliza la sexualidad y cómo la prostitución se vuelve una opción frente a la austeridad. Intentaremos, entonces, empezar a delinear la agitada controversia en torno al trabajo sexual por ser el asunto en el que los feminismos no hemos logrado construir un consenso, sino más bien todo lo contrario y donde parecen imperar las lógicas que nos proponíamos romper. ¿Podemos ponernos de acuerdo?
Finalmente, atendiendo que en el presente el movimiento feminista ha dejado de tener la centralidad pública que supo tener —más allá de que sigue siendo masivo, que los debates siguen siendo álgidos y que la producción teórica sigue desplegándose—, encontramos una serie de riesgos autoimpuestos sobre los que volver —la atomización, el pelotero de género y la fuga del poder— así como un método propio pertinente para los desafíos de la hora: ¿cómo construir el salto político?
Sin dudas, la revolución neoliberal conservadora ordena la ira en función de una vocación antidemocrática y antiestatista que apunta contra la tríada justicia social, feminismos y derechos humanos. Por eso, desplegar estas controversias que el movimiento de mujeres y diversidades tiene sobre el Estado, la justicia, la prostitución y el poder, revisitando los desacuerdos y las limitaciones pero también lo aprendido, abre la posibilidad de repensarnos y trazar una hoja de ruta para seguir enfrentando a la austeridad. En estos tiempos de urgencia, ningún horizonte puede ampliarse si se profundiza el neoliberalismo. De nada nos sirve ser iguales en un mundo que cada vez precariza más la existencia. En esta batalla final, los feminismos se enfrentan a la ira de la reacción a sabiendas de que para terminar con los peligros, todos los jugadores deben sentarse a la mesa y tejer lo común para sortear cada desastre, hasta que salga Jumanji. Veremos.
Manuela Hoya: nació en enero de 1989 en La Plata, Buenos Aires. Formada en el sistema público, se graduó en sociología y es docente universitaria. Inició su militancia en la Juventud Peronista y hace un lustro se dedica a escribir ensayos sobre la coyuntura, los feminismos y las migraciones con la preocupación de volver a construir lo común. Es maestranda en Política y Gobierno por la UNSAM e investiga sobre la institucionalización de género en Chile. También es Directora de Migraciones Internacionales de la Provincia de Buenos Aires.
Ana Laura Núñez Rueda: nació en 1991 en San Juan. Desde hace 14 años vive en Córdoba. Es comunicadora social, docente, tallerista en materia de feminismos y militante peronista. Forma parte de distintos grupos de investigación y es becaria SECyT por la Maestría en Comunicación y Cultura Contemporánea de la UNCórdoba, indagando sobre sexualidades y juventudes. Actualmente, es Presidenta de la Asociación Civil Activá Educación y Cultura, y Coordinadora del Programa Aprendo de la Secretaría de Políticas Sociales, Inclusión y Convivencia de la Municipalidad de Córdoba.