Flora Tristán, presente. Ahora y siempre

Un fantasma recorre Perú, dice Mabel Bellucci, ese fantasma es Flora Tristán. La escritora, viajera y revolucionaria que marcó la historia del feminismo, es hoy injustamente olvidada —podría recordarse aunque sea por ser la creadora de una frase inmortal: “Proletarios del mundo, uníos”—. Pero hay excepciones: en forma simultánea cumple 40 años el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán y se presenta el libro “Flora Tristán: Peregrinaciones de una paria en el Perú”, escrito por Diana Miloslavich Túpac. LatFem presenta un texto introductorio por Mabel Bellucci, las palabras de Gina Vargas (fundadora del centro Flora Tristán) y un fragmento del libro.

A punto de finalizar 2019, Flora Tristán como un fantasma recorre el Perú. El Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán cumplió 40 años como organización feminista y de izquierda, con intensa y extensa trayectoria en nuestra región. Una de sus cofundadoras es Virginia Vargas, conocida como Gina: Socióloga, especializada en sociología política, socialista y militante feminista, profesora universitaria y autora de diversas obras, desde una perspectiva feminista peruana y latinoamericana. En simultáneo, en Lima se acaba de publicar el libro Flora Tristán: Peregrinaciones de una paria en el Perú, escrito por Diana Miloslavich Túpac y editado por el propio Centro como un regalo de convite. Su autora es activista feminista, doctora en Ciencias Sociales, especializada en Literatura Peruana y Latinoamericana y también integra el Consejo Directivo de Flora. 

La Flora Tristán (1803-1844), de carne y hueso, es una de las figuras más importantes del siglo XIX por su pionerismo y cuño revolucionario. Autodidacta, nacida en Francia, pero de ascendencia peruana. Escritora, viajera y pensadora considerada como una de las impulsoras del feminismo temprano y también del socialismo utópico, puesto que a través de sus escritos visibiliza, con una perspectiva etnográfica, el estado de opresión y explotación de las mujeres y de la clase obrera en el capitalismo occidental. Adelantándose a su época, reclama la participación de sus congéneres en todos los niveles e instancias a fin de lograr su liberación e igualdad. Flora Tristán se integra a las tertulias parisinas e intercambia correspondencia con el utopista Charles Fourier. Por medio de su amigo, Arnold Ruge, conoce a Karl Marx. Mucho antes de que se creara la Asociación Internacional de los Trabajadores, Flora formula que, para avanzar en la emancipación de los y las trabajadoras es necesario organizarse y aboga por su unidad universal. Criada en la abundancia en los primeros años de su vida, pasó a la pobreza más extrema, sufrió malos tratos tanto físicos como psíquicos por parte de su marido, se reveló ante la dictadura machista de aquel entonces. Su compromiso libertario por conquistar una sociedad justa e igualitaria ha quedado materializado en su fructífera escritura. 

Pese a todo lo enunciado, el silenciamiento sobre Flora Tristán en América Latina y el Caribe es inmerecido. Tanto desde las izquierdas como desde los feminismos, casi no se la nombra. No obstante, rastrear sus marcas y recorrido, es volver la mirada a la acción política, literaria y teórica de esta antecesora que no imaginó la trascendencia que tendrían sus estrategias a futuro. Hablar, pensar, debatir sobre ella, como lo vienen haciendo nuestras hermanas peruanas, sería despejar la oscuridad del olvido. Por consiguiente, reproducimos un fragmento de la presentación de Gina Vargas durante el festejo de los 40 años del Centro de la Mujer Flora Tristán como también del libro Flora Tristán: Peregrinaciones de una paria en el Perú, de Diana Miloslavich (Túpac, Ediciones Flora Tristán, Lima 2019, p.11 a 14.).

 

A los 40 años de existencia del Centro Flora Tristán 1979-2019

Gina Vargas

¡Quiero empezar recordando porqué nos llamamos las Floras! A las mujeres de mi generación nos impactó el grito con el que Flora Tristán abrió camino y despertó esperanzas: otras habían luchado antes que nosotras, en condiciones más difíciles, y lograron hacerse escuchar. De allí que, en 1979, al discutir el nombre para esta aventura existencial y política elegimos por unanimidad Flora Tristán. Lo que más nos atrajo de Flora personaje fue su rebeldía como mujer y la radicalidad democrática de su palabra por la justicia social, contra la exclusión y la explotación. Porque su vida y su lucha juntaban dos dimensiones centrales para nosotras: una conciencia y acción feminista junto con un compromiso con las causas libertarias socialistas. Es en esta doble vertiente emancipadora donde se encuentra el aporte fundamental de Flora Tristán personaje. Hace más de 200 años, dio nombre a lo que no tenía nombre, le puso nombre porque lo sufrió en carne propia: violencia sexual, violación en el matrimonio, derecho a una maternidad decidida, derecho al divorcio. Fue además internacionalista, radicalmente laica, exigiendo públicamente que las ciudadanías se desarrollaran sin tutela religiosa. Como Flora en su época, comenzamos a “nombrar lo que no tenía nombre”. Nos encontramos con una ausencia, una “inexpresividad” del lenguaje cotidiano y teórico para dar cuenta de nuestra existencia, de nuestras nuevas búsquedas (como decía Julieta Kirkwood, chilena). Había entonces que inventarlo todo.  Para ello, hicimos luchas que abrieron inicialmente el espacio para deconstruir una modernidad hegemónica, una forma única y universal de construir conocimiento, una supremacía no solo masculina, sino étnicamente blanca, drásticamente heterosexual, y sin duda occidental, capitalista y patriarcal. Hoy, en este nuevo milenio, desde una multiplicidad de actoras y espacios feministas, se ha abierto una nueva y profunda desobediencia epistémica que sigue nombrando lo que aún no tiene nombre. Que recupera nuevos imaginarios, complejizando y enriqueciendo no solo los horizontes de referencia de los feminismos, sino impactando a la visión dominante del mundo, a los contenidos de la academia, de la vida cotidiana, de la sociedad y la política. Surgen nuevos discursos. Nuevas actoras: jóvenes, indígenas, afros, transexuales… y nuevas perspectivas teóricas y de acción. Esta diversidad se expresa en las diferentes vertientes feministas que hoy confluyen en esta subversión: los feminismos indígenas, visibilizando la dimensión étnico racial, colocando la defensa del territorio como parte de las agendas feministas; aportando una potente articulación del cuerpo con el territorio. Una consigna resume el proceso de transgresión frente a un capitalismo, patriarcal y colonial, que está en proceso de crisis y de exacerbación de su tendencia a acumulación por desposesión, de cuerpos, tierras, territorios: “el patriarcado le hace a nuestro cuerpo lo que las economías extractivistas les hacen a nuestros territorios”. Finalmente, gracias a todas, todos, todes quienes creemos que otros mundos — feministas, paritarios, ecológicos, transexualizados, pluri culturales y multiétnicos, de justicia a todos los niveles— son posibles y necesarios.  ¡Y estamos luchando por ello! 

Gina Vargas

Flora Tristán: Peregrinaciones de una paria en el Perú

Diana Miloslavich Túpac

Escribe un libro luego de visitar Perú y lo publica en Francia, en 1838. Este libro es el vínculo entre Flora Tristán y Perú a lo largo de los tiempos. Peregrinaciones de una paria pasó a formar parte de nuestra tradición literaria y terminó siendo uno de los testimonios más certeros y agudos de una parte de nuestra historia republicana, así como un texto importante en la obra de la autora y en el inicio de una tradición femenina.  

Fue en el siglo XXI que se terminó de revalorar la importancia de toda la obra de la escritora, en especial la política. Flora Tristán, precursora del socialismo y del internacionalismo proletario, tiene un espacio ganado en la historia del movimiento obrero y del movimiento feminista. Sus tesis feministas le han garantizado un espacio en la historia del pensamiento universal, así como en la tradición occidental y cristiana. Unida a figuras emblemáticas como Olimpia de Gouges (1748-1793), quien le reclama a la revolución francesa que las mujeres no tengan derechos en esta y hasta se atreve a proponer un texto alternativo; a Mary Wollstonecraft (1759-1797), testigo de la revolución francesa, que en Inglaterra desarrolla una polémica con Rousseau y sus ideas conservadoras respecto de la mujer y coloca sus tesis fundacionales sobre los derechos de la mujer en su libro Vindicación de los derechos de la mujer (1791); y, a Simone de Beauvoir (1908-1986), quien, con El segundo sexo (1949), revolucionó las ideas sobre la liberación de la mujer. 

Julia Kristeva, cuando analiza el genio femenino del siglo XX, escribe a propósito de su trilogía dedicada a Hannah Arendt, Melanie Klein y Colette, que ellas y muchas otras no esperaron a que la condición femenina estuviera madura para realizar su propia libertad. Y, se pregunta: ¿no es el genio precisamente esta capacidad de abrirse camino a través y más allá de la situación? En el caso de Flora Tristán, sin subestimar el peso de la historia, se le enfrentó y la arrolló con valentía y realismo, lo cual la colocan como genio femenino del siglo XIX.

Flora vivirá entre dos importantes revoluciones en Francia, la de 1830 y la de 1848, que no alcanzará a ver, pero en la que participarán figuras de su generación. Sin duda, es este el contexto de su vida en Francia. La lógica racional de la ilustración, que se pretende universalista, deja de lado a las mujeres a quienes reconoce su humanidad, pero no las considera seres autónomos y, además, duda de su racionalidad y las trata como un estamento inferior.

Denys Cuche, antropólogo de la Universidad de París y estudioso de la obra de Tristán, sostiene que no es en Perú que Flora Tristán descubre el esclavismo, sino que llega con ideas abolicionistas sacadas de sus lecturas y de su vínculo con los círculos parisinos revolucionarios y sus viajes a Londres, país donde el combate por el abolicionismo era pionero. Su indignación frente a la esclavitud en su viaje a Perú, tanto en Cabo Verde como en su visita al ingenio Lavalle en Chorrillos, Lima, está expresada en su libro Peregrinaciones.

 

 

Sin embargo, será también el viaje de su propia vida, su condición de ilegítima y un matrimonio infeliz, la que la llevará a tomar la decisión de abandonar a un marido violento y abrirse paso en una época donde las mujeres no escapaban de la vida privada; se hará, además, un espacio en la vida parisina e intentará formar parte de los círculos obreros y socialistas. Justamente, es de allí de dónde sacará las grandes lecciones para la vida de las mujeres y para sus propuestas a favor de las mujeres extranjeras, del divorcio, de la educación de las mujeres y, sobre todo, del trabajo para poder ser libres.

Además de su trilogía literaria: Peregrinaciones de una Paria, Paseos en Londres y Memphis, escribe La Unión Obrera (1843), su obra cumbre y la más reconocida y estudiada; publica también La emancipación de la mujer o testamento de una paria, así como El tour de Francia, redactado entre 1843-1844 y publicado recién en 1973 en Francia.

La Unión Obrera es, quizás, su obra más conocida al convertirse en un texto fundacional para el internacionalismo de los trabajadores y las trabajadoras. La frase: “Proletarios del mundo, uníos”, es una cita de Flora Tristán que Carlos Marx y Federico Engels recogen en el Manifiesto del Partido Comunista publicado en 1848. Tristán propone la unión general entre obreros y obreras, sin distinción de oficios, con el objetivo de constituir la clase obrera y construir establecimientos que denomina “palacios” para educar a niños y niñas entre 6 y 18 años y recibir a obreros enfermos y heridos, así como a ancianos. 

Parte de la idea se basaba en el hecho de que, habiendo cinco millones de obreros y dos millones de obreras, con dos francos anuales sería posible crear un fondo común para sacar adelante su plan de la unión universal de obreros y obreras. La idea de la unión la recoge al leer los libros de tres obreros escritores: Agricol Perdiguier, Pierre Moreau y J. Gosset. Dedica un capítulo a las mujeres para instarlos a proclamar los derechos de la mujer en los mismos términos que declararon los derechos del hombre y esboza una declaración para que las mujeres sean instruidas y no se dejen oprimir ni someter a la injusticia y la tiranía del hombre y, también, para que los hombres respeten en las mujeres, sus madres, la libertad y la igualdad de la que disfrutan ellos. (Tristán, La Unión Obrera, 2011:115)

Flora Tristán morirá de fiebre tifoidea en Burdeos en 1844, a la edad de 41 años. El matrimonio de sus padres no tenía validez legal y, por ello, no accedió a la herencia familiar. Sin embargo, Flora es acogida por la familia Tristán en Perú en 1834 y, posteriormente, también su hija Aline (1825-1867) y su nieto Paul Gauguin (1848-1903), quienes permanecerán en Perú entre 1849 y 1855 con dicha familia. Las circunstancias de su ilegitimidad se explican, quizás, por una conducta machista y patriarcal ancestral en nuestra historia peruana.

 Michelle Perrot, historiadora francesa, señala que las mujeres han viajado en todas las épocas y por diversos motivos, de manera más onerosa y menos aventurera que los hombres porque ellas necesitan justificación, contención, incluso apoyo. Entre las más notables incluye a Flora Tristán (1803-1844), al lado de María Sibylla Merian (1647-1717), Marie Martin (1599-1672), Isabelle Eberhardt (1877-1904) y Alexandra David-Neel (1868-1969).

En el siglo XIX las mujeres viajan, según Perrot, atraídas por las misiones y por el afán del descubrimiento: 

“Muchas mujeres fueron así atraídas por las misiones, católicas o protestantes, en la huella de la expansión colonial. Estas misiones legitimaban su deseo de abnegación y de viaje. Algunas de ellas, en el siglo XIX, participaron de las misiones de los sansimonianos, socialistas activos, apostólicos y relativamente igualitarios. Estas mujeres salían a predicar la Palabra en Francia. Tras sus huellas, Flora Tristán emprende en 1844 un tour de Francia para convencer a los obreros de unirse y formular la unión obrera” (Perrot, 176).

Al ocuparse de Flora Tristán, señala Perrot, que las condiciones difíciles de su último viaje resultan fatales para la viajera aguerrida que ya ha peregrinado el Perú y recorrido Londres, investigando sobre la condición obrera. Además de este tipo de viajes, agrega el viaje de descubrimiento que atrae a muchas mujeres libres, como George Sand, que vieron en éstos un medio de liberación. 

Flora Tristán viaja por diversos motivos: por razones de empleo (Inglaterra), de búsqueda de sus raíces familiares (Perú) y porque tiene una misión socialista en su célebre tour (Francia). Viaja porque se siente libre, a pesar de que las mujeres que viajan solas seguían despertando recelo. El testimonio de sus periplos es plasmado en sus libros que constituyen una trilogía. Sus viajes son un factor decisivo en la construcción de su discurso socialista y feminista. 

Magda Portal, divide la vida de Flora Tristán en dos etapas: antes y después de su viaje a Perú. De la segunda, señala: La segunda etapa se inicia con su viaje al Perú, que Flora realiza no solo en busca de la fortuna de su padre, como afirman algunos de sus biógrafos, sino fundamentalmente en busca del apoyo moral y social de sus parientes, ya que ella nunca olvidó pertenecer a una de las más encumbradas familias de Arequipa y de las cuales esperaba recibir comprensión a su desventura, apoyo y afecto familiar” (Portal, 29).

Fe Revilla destaca la visita de grandes viajeros como Alexander von Humboldt (1769-1859) y Charles Darwin (1809-1882), y con relación a Peregrinaciones dice: 

“A pesar de que el siglo XIX es testigo de grandes viajes exploratorios a Sudamérica, este libro suscita especial interés porque en él se presenta la perspectiva personal de una mujer” (Revilla, 1995: 15). 

Flora Tristán vivió la mayor parte de su vida en Francia y su condición de viajera fue importante en la construcción de su discurso feminista y socialista. Peregrinaciones de una paria (1838), Paseos en Londres (1840) y El tour de Francia (1973) constituyen una trilogía de sus relatos de viajera. Sus viajes al Perú, Inglaterra y el último que realiza a Francia influyen en su pensamiento. ¿Qué tienen en común estos tres relatos?, ¿responden a una estructura poliforme?, ¿cómo influyen sus viajes en la construcción de su discurso feminista y socialista?, ¿es en este viaje al interior de Francia, entre el 12 de abril y el 22 de octubre de 1844, que redescubre a los “otros”, que son los obreros y obreras a quienes había dedicado su obra La Unión Obrera

Es en su último viaje por París, Lyon, Saint Etienne, Marsella, Nimes, Montpellier, Toulouse y Burdeos, en donde termina de articular en diálogo con obreros, obreras, artesanos y mujeres, sus discursos y sus propuestas para las mujeres y la clase obrera. Es en ese trayecto de aprendizaje inspirado en los “compagnons”, que Flora Tristán cierra el círculo de sus reflexiones y consolida su legado al feminismo y al socialismo iniciado con su viaje a Perú.