HAGAN LUGAR. Por una política transfeminista que democratice los fondos públicos para filmar

¿Cómo y quienes filman las películas en Argentina? ¿Cómo y entre quiénes se distribuyen, en términos de género, los roles laborales, de decisión y creativos en la industria cinematográfica local? ¿Por qué es necesario la aplicación de políticas transfeministas que democraticen el acceso a los fondos públicos para hacer cine?

 En Argentina la gran mayoría de las películas se filman con subsidios y/o créditos del INCAA, que a su vez se financian del Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC)(1). En 2018 se distribuyeron $1.057.529.868 de pesos para producciones nacionales.

Pero ¿cómo se distribuyen, en término de géneros, estos  recursos públicos para filmar en Argentina? En las estadísticas del año 2018, que si bien son de carácter binario, excluyendo e invisibilizando a todas las identidades de género posibles (Reconocidas por Ley 26.743)(2)se expone información  muy relevante sobre el carácter marcadamente sexista de la industria audiovisual.

Según los datos relevados y analizados por OAVA (Observatorio de la Industria Audiovisual del INCAA) (3), de les estudiantes de  las carreras de grado en cine y medios audiovisuales, el porcentaje de egresadas mujeres es del 61% frente a un 39% de varones.

Ahora bien, cuando vamos a ver las cifras de películas nacionales  estrenadas, el número cambia abruptamente, los datos oficiales del INCAA muestran que en 2018 se estrenaron un total de 238 películas de largometraje nacionales en salas de nuestro país, 129 dirigidas por varones frente a 46 dirigidas por mujeres, representando solo el 19% del total de películas estrenadas .  

Fuente : OAVA

En términos de puestos de trabajo registrado (si proyectamos en el sector informal se puede intuir que los números empeorarán), en la industria audiovisual los números dicen que el 62% de los contratos laborales son con hombres versus un 38% de contratos con mujeres, según datos del Sindicato de Cine, SICA (4).  

Fuente: DEISICA

El desagregado de estos porcentajes, en tanto segmentación por rubros feminizados y la falta de mujeres en roles de jefaturas en otras áreas, son aún más contundentes. Las mujeres encabezan las jefaturas de maquillaje, arte, vestuario y todo tipo de asistencias de dirección, producción y roles administrativos, o sea cubren mayoritariamente los rubros de trabajos  “feminizados”. 

También las mujeres perciben las peores condiciones salariales (vaya novedad) 

En aquellos roles técnicos en los que las mujeres tienen una participación del 50 al 100% del total de puestos (maquillaje y peinados, arte y vestuario, producción y administrativos) los salarios pagados a las mujeres son un 3,64% más bajos que el promedio. En cambio, en los roles en los que las mujeres tienen una participación de entre 0 y 50% de los puestos disponibles, el salario que se paga es un 2,93% más alto que el promedio, según datos del Sindicato de Cine.

Se desprende de estas estadísticas que existe una cantidad mayor de mujeres formadas y egresadas de carreras de cine,  pero en la realidad laboral, las mujeres ocupan menos puestos de trabajo, peor remunerados y en bastante menor cantidad aún ocupan roles jerárquicos y de toma de decisiones (tanto en contenidos como en recursos). 

Esto además de impactar en las condiciones de vida y desarrollo profesional de mujeres y disidencias sexogenéricas (es urgente relevar datos por fuera del binarismo sexual) en la industria cinematográfica, también condiciona las representaciones que vemos en pantallas, si bien el objetivo de este análisis no se centra en los contenidos de la industria cinematográfica, es evidente que este monopolio de los modos de producción y construcción del discurso influyen en las representaciones audiovisuales que circulan, se estrenan, etc. Facilitando la reproducción y circulación de estereotipos de género en tanto roles que sitúan a las mujeres, lesbianas, travestis, trans , no binaries, intersex, en lugares de objetualización y subalternidad, muy pocas veces  portadoras de agencia por fuera de la mirada hetero cis masculina.

Por una política transfeminista que democratice el fondo de fomento cinematográfico

Mientras más mujeres se forman y egresan de carreras del campo audiovisual, en los puestos de trabajo de la industria y películas estrenadas son minoría. ¿Qué sucede en el medio de ese trayecto? Las causas de esta desigualdad en el acceso a recursos,  obviamente se remiten a una multiplicidad de factores estructurales que sabemos se intersectan con otras problemáticas sociales, pero es importante destacar y pensar cómo las formas precarias de contratación habitual en el medio audiovisual dificultan el desempeño de quienes tienen hijes o personas a cargo y/o cuidado. También cabe analizar la distribución extremadamente jerárquica, verticalista y autoritaria de la industria audiovisual en la que introducir cambios en sus lógicas sexistas de funcionamiento es muy dificultoso. 

“Que ganen los mejores”

¿Cuántas veces oímos esta frase como argumento? Por un lado, tenemos la concepción claramente subjetiva del cuáles son LOS “mejores proyectos”. ¿Qué características deben reunir estos? ¿Acaso que la conformación de un equipo tenga un porcentaje alto de lesbianas, travestis, trans o mujeres no puede ser un punto de valoración? ¿Se atreverían a afirmar que las mujeres por una “condición natural” escriben “peores” proyectos? ¿O quizás todo el entramado de relaciones en extremo dispares que atraviesan las lesbianas, travas, no binaries  y  mujeres en la industria, y en la sociedad en general, dificulta la posibilidad de insertarse en una industria en extremo precarizada, machista, competitiva y verticalista?

 La idea de “los mejores” sin un anclaje que pueda ser democráticamente medido y evaluado, es un lugar común que se sustenta en la obtusa subjetividad dominante. Además de encerrar un discurso neoliberal meritocrático, en el que se concibe a las personas en igualdad de condiciones para acceder a los recursos disponibles y donde  su “éxito” en conseguirlos queda relegado a la capacidad de auto-superación de las personas individualmente. La historia reciente nos demuestra que este  discurso meritocrático es una ilusión y que sin políticas y acciones que tiendan a la redistribución, los recursos quedan concentrados en quienes detentan cierto poder o privilegio sobre ellos. Queremos que los fondos públicos para filmar se redistribuyan y para que eso suceda, en términos de género, reclamamos políticas de paridad de forma urgente y efectiva. Para facilitar la apertura laboral a personas no binaries, travestis, trans, intersex y mujeres. Así como también nos motiva, ilusiona y sostiene la posibilidad de construir más y nuevos relatos, miradas, reflejos que pongan a circular diversas visiones de mundos, que colaboren en problematizar y por qué no socavar, las visiones sexistas pero también  racistas, clasistas y capacitistas  a las que nos tiene acostumbradas la hegemonía cinematográfica hetero-cis -patriarcal.

  1. Ley  de cine: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/767/norma.htm
  2. Ley de identidad de Género: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/195000-199999/197860/norma.html
  3. INCAA-OAVA http://www.incaa.gov.ar/wp-content/uploads/2019/12/incaa_oava_igualdad_de_genero_2019.pdf
  4. DEISICA https://www.sicacine.org.ar/descargas2015/DEISICA_FINAL_FULL%20SCREEN.pdf