Es posible que alguien que conozcas, una amiga o la amiga de una amiga, te haya hablado de un círculo de mujeres súper poderoso que te va a ayudar a cumplir tus sueños, unirte en sororidad con otras mujeres como vos, conectarte con el milagro de la abundancia y sanarte para que puedas hacer realidad todos tus objetivos. Solamente tenés que tener un poco de plata y bastante paciencia. Ah, y asegurarte de involucrar a dos personas más. Entrás como soñadora, salís como estafadora.
8 a 1
¿Cómo funcionan los mandalas del dinero, las flores de la abundancia, o los telares de los sueños? El funcionamiento de estas estructuras es muy sencillo y podría sintetizarse así: 8 a 1, dónde 8 pagan para que 1 cobre. Por lo tanto, estamos hablando de un beneficio para el 7% de sus participantes, sosteniendo un 93% de participantes que están en tránsito de cobrar. 8 ponen, 1 saca.
Este fraude, o esquema piramidal, cumplirá en 2020 un siglo. Por entonces fue desbaratado en la ciudad de Boston el sistema que llevaba adelante Carlo Ponzi, a través de un falso cobro de cupones postales (International Reply Coupon). Sus víctimas fueron inicialmente personas de bajos recursos o inmigrantes y su extensión no conoció límites en todo Estados Unidos, de Maine hasta New Jersey. Desde entonces la pirámide en el multilevel marketing o en diferentes fraudes lleva su nombre: el esquema de Ponzi.
El virus de la abundancia
Cuando tratamos de trasladar esta estructura a “la flor de la abundancia”, “el telar de los sueños” o “los fractales”, como actualmente son conocidos en Argentina, encontramos un comportamiento aún más interesante: su multiplicación exponencial.
La “flor de la abundancia” se reproduce como un virus, para continuar reproduciéndose, ha alcanzado discursivamente asombrosos niveles de captación, adoctrinamiento o culto.
¿Y qué honra la flor de la abundancia? El dinero. Cuando todxs lxs participantes de una sólo “flor” hayan traspasado las cuatro etapas completas para multiplicar 8 veces el dinero que “regalaron” para ingresar, estas personas formaron colectivamente 16 sistemas y, para cobrar, se involucró a 240 nuevas personas. Ahora, hay 224 personas sin cobrar y el sistema debe seguir creciendo.
Para que esas 224 personas que ingresaron pero aún no cobraron efectivamente “sean consagradas con el milagro de la abundancia”, todas deberán permanecer dentro de 4 etapas completas; para ese momento, se habrán creado una cantidad exponencial de nuevas flores, que necesitan involucrar a 3.800 personas. El ciclo solamente ha dado 9 fases completas. Una vez que se terminen 30 fases completas de “flores de la abundancia”, serán necesarias 8.000.000.000 personas participando. El planeta Tierra actualmente no tiene esta cantidad de habitantes.
Podríamos pensar, entonces, que si desde 2016 se están reproduciendo “las flores de la abundancia”, Argentina se encuentra sembrada de un verdadero “jardín financiero”. Las primeras denuncias públicas fueron en ese año, cuando la estafa estalló en la provincia de Mendoza y algunos de sus responsables recibieron prisión por el delito de fraude.
Debido a la débil participación de organismos estatales como la AFIP o el Ministerio Público Fiscal, en la actualidad no contamos con datos estadísticos comprobables de cuántos “telares de sueños” hay en circulación, cuántos fraudes fueron consumados, ni mucho menos, una dimensión objetiva sobre las responsabilidades penales de quienes estén involucrados, y a su vez, involucrando a más personas en éste esquema.
La magia de los cuatro elementos
Para asignar roles dentro de la organización o el fraude, a lxs miembrxs les es explicado un sistema muy intuitivo que involucra “los cuatro elementos”. Tomando prestada una organización de características de la personalidad y dinámicas sociales muy generales, que proviene de la astrología occidental. Los roles de la estafa llevan los hombres de la triplicidad, dónde los 12 signos astrológicos son separados de tres en tres, bajo el concepto metafórico de los 4 elementos.
Agua, será quién deba “recibir” remitiendo a la receptividad de los signos de agua, los dos miembros designados “Tierra” deberán sostener el ánimo del grupo, motivarlos, y esperar con paciencia salir ellos de ésta posición, para luego convertirse en receptores, el “Aire”, esotéricamente asignado a la comunicación y la persuasión, estarán encargadxs de “atraer” y reclutar nuevos miembros, y por último, lxs “iniciadxs” serán “Fuego”, encargadxs de dar.
Pero esta apropiación básica de términos referentes al discurso astrológico no es la única. Las tejedoras más avanzadas han tramado el telar utilizando un lenguaje escogido con detalle y esmero, se apropian del imaginario de la new age, de la magia contemporánea y del feminismo. El valor del dinero, pasa a ser “energía”, lo económico es ahora personal, aportar plata pretende ser un ritual de empoderamiento e independencia que libera de las reglas del Sistema. Las inalcanzables metas, en un contexto de crisis, son sueños a cumplir que cuanto más se intencionen y merezcan, más cerca estarán de hacerse realidad. Y en caso de fallar, a pesar de la constante “motivación” que el “mandala” brinda, el bloqueo será de aquella que cae, interpretado como una falta de compromiso, de visión, de poder propio y de poco “autoamor”.
La búsqueda por empatizar con posibles “inversionistas” continúa por restringir la participación en la gran mayoría de los telares solo a mujeres. Así se refuerza la discursiva que se pretende feminista y empoderadora y se sella la alianza de amigas con desconocidas, convirtiendo al grupo de Whatsapp donde se teje la estafa en un “círculo de hermanas”. El uso de la palabra “hermana” tampoco es casual. Refiere, por un lado, a la actitud sorora, solidaria, de participante en una cofradía cercana y hasta familiar, y, por otro, al vínculo que las unirá de ahora en más, como en un monasterio de señoritas, donde deberán guardar silencio, excepto que se hable con otras iniciadas o se deba salir a captar nuevas integrantes para la comunidad que se está gestando.
Estas estrategias pueden parecer rudimentarias, el esquema piramidal puede parecer ya antiguo pero los nuevos componentes, que lo revitalizan y lo hacen funcionar hoy, son este lenguaje y esta forma que adopta, aprovechándose de los nuevos lazos entre mujeres.
Estas estrategias pueden parecer rudimentarias, el esquema piramidal puede parecer ya antiguo pero los nuevos componentes, que lo revitalizan y lo hacen funcionar hoy, son este lenguaje y esta forma que adopta, aprovechándose de los nuevos lazos entre mujeres. El telar crecer y se propaga en confianza, de amiga a amiga, de hermana a hermana, de hija a madre. La presión de grupo funciona porque antes hubo vínculo, porque antes hubo un idioma en común, palabras con las que las tejedoras ya hablan entre ellas y con las que resuenan. Ahí radica también el peligro, que ya estaba latente en la espiritualidad no dogmática, no institucional, que se vende en el post de autoayuda sobre Tarot, Astrología y Magia. Lxs influencers ya instauraron un discurso meritócrata donde “todo lo que te propones es posible”, “la abundancia se trabaja internamente” y “recibes lo que eres”, desde las redes rescataron una versión del “como es adentro es afuera” que muchas veces huele a neoliberalismo.
Lo único que le faltaba a ese discurso reiterado y vaciado de contenido era la acción directa, llamar a “hacer el regalo”. Ahora también hay que soltar dinero en manos de otras, a la espera de la tan ansiada materialización de nuestros objetivos, que llegará cuando estemos listas para recibir a la prosperidad, cuando seamos merecederas, cuando el empoderamiento se haya hecho carne en nosotras. Además de cerrar el círculo a aquellas que pueden comprender, que tienen la “chispita poderosa” dentro, las elegidas. Se articulan también ahí las mecánicas sectarias, donde la confianza en el grupo y el sentimiento de pertenencia vale más que el dinero que se pierde. Es por eso que el grupo de Whatsapp es otra de las piezas claves, recibir refuerzo diario de las hermanas, para ascender en la escala de los Elementos y crecer espiritualmente con sus dones y virtudes, se vuelve fundamental. Las relaciones con quienes “no creen” se van resquebrajando y la unión con la comunidad se vuelve aún más fuerte. El miedo a decepcionarla, también.
Las estrategias de los organismos oficiales son escasas. En febrero de 2017, el Ministerio Público Fiscal lanzó un spot donde explica el funcionamiento del “mandala” y advierte que la captación de dinero para realizar inversiones requiere en Argentina la autorización de entidades competentes tales como el Banco Central y la Comisión Nacional de Valores y llama a asistir a la fiscalía más cercana en caso de haber sido víctima de una estafa. Si bien la comunicación es clara, estas advertencias dejan afuera un aspecto clave, que es el mecanismo de captación. No se trata solamente de un fraude económico, sino también del sistema sectario desde el que se parte para que las implicadas se mantengan dentro de la “comunidad”. Es por esto que no basta con reconocer que se trata de un esquema piramidal, para desbaratarlo hay que ir un paso más allá, a desarticular el sentimiento de pertenencia que se crea al “dar el regalo”.
“Mi amiga no solo me quiere meter, también me pidió plata prestada porque se le cayeron dos fuegos, pero ella está tan adentro que ahora no puede traicionar a las otras”, nos escribe una oyente que prefiere mantener su nombre en el anonimato. Como ella, hay muchas otras, que intentan razonar con sus amigas. “Y mirá que ella es pensante, inteligente, no sé cómo terminó en esa”, es otra de las frases que se repite en nuestras casillas de mensajes privados. Quienes están dentro de la estafa, pasan de ser soñadoras a reproductoras del esquema a sabiendas de que “algo no cierra”. Para salirse no alcanza con entender racionalmente el esquema de Ponzi, hay que tender nuevos vínculos, reforzar los ya existentes y, muchas veces, contar con contención psicológica que permita identificar la necesidad que ese grupo de Whatsapp estaba cubriendo. Y para esto sí hace falta verdadera sororidad y empatía con la involucrada, volver a las redes que nos protegen, tenemos que estar para las otras. Salí de ahí, hermana.