La curva del feminismo popular: trabajo, vivienda y género en los barrios populares

La paridad económica es aun un espejismo. Las mujeres de los barrios populares son las más vulnerables y las más perjudicadas por los avatares económicos. Junto a ellas, lxs niñxs a su cargo. Esta aseveración, tantas veces repetida, es nuevamente confirmada por un relevamiento nacional de barrios populares, impulsado y realizado por organizaciones sociales en todo el país.


El Relevamiento Nacional de Barrios Populares (RENABAP) realizado por organizaciones sociales desde agosto del 2016 hasta 2019 registró 1.686.873 encuestas y contabilizó 4.416 barrios populares en el territorio nacional, donde viven aproximadamente 4 millones de personas. El objetivo del relevamiento coordinado fue conocer las desigualdades de género en el acceso al trabajo y las dificultades en las condiciones de vivienda y hábitat.


Trabajo

Las actividades realizadas por las mujeres de los barrios populares se encuentran en su mayoría vinculadas al hogar y la comunidad. Según un informe del Observatorio de la Economía Popular del Ministerio de Desarrollo se estima que el 56% de este sector son mujeres. 

El Observatorio de Géneros y Políticas Públicas (OGyPP) relevó que en promedio el 51% de las personas que residen en barrios populares tiene un trabajo con ingreso económico regular. Pero solo el 31% de las mujeres tiene un trabajo con ingreso, mientras que el 73% de los varones se encuentran en esta condición. La brecha es de más de 40 puntos, casi el doble que la brecha relevada por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), en barrios no populares.

A su vez, la tasa de actividad y ocupación para las mujeres de barrios populares es más baja que la de mujeres que viven en aglomerados urbanos (EPH), aunque ambas están por debajo del % que detentan los varones.  

Para el 34% mujeres que viven en barrios populares la ocupación más relevante corresponde a las tareas fijas en el hogar y sin sueldo, las tareas que denominamos domésticas y de cuidados. El 12% se desempeña en trabajos no registrados, mientras que no poseen trabajo el 26% de ellas (si incluimos quienes buscan trabajo y quienes no tienen por otros motivos).

Contrario a un imaginario liberal que sugiere que las grandes mayorías de las clases populares subsisten gracias a planes sociales, sólo 12% de la economía popular percibe ingresos de un subsidio estatal, que representa en promedio el 48% de su ingreso total individual (Según datos de la EPH del 2do trimestre 2019). 

Además, la población registrada en los programas sociales para cooperativas está conformada en su mayoría por mujeres. En el Salario Social Complementario son 62% mujeres y en Hacemos Futuro representan el 74%. “En total nos referimos a más de medio millón de personas”, señala el informe.

Condiciones de hábitat y vivienda

El 63,7% de las viviendas de los barrios populares la responsable de hogar es una mujer según el RENABAP. Como la mayoría de las actividades desarrolladas por mujeres están vinculadas al hogar y la comunidad, la falta de acceso a los servicios básicos las afecta en mayor medida.

Entre los 4416 barrios populares relevados, el 88,7% no cuenta con acceso formal al agua corriente, el 97,85% no tiene acceso formal a la red cloacal, el 63,8 no cuenta con acceso formal a la red eléctrica y el 98,9% no accede a la red formal de gas natural.

Esta situación de desigualdad se intensifica en los barrios periféricos y alejados de los centros productivos. En estos entornos las mujeres asumen mayores responsabilidades por los cuidados en el hogar, contando con mayores dificultades para emplearse y generar un ingreso, y teniendo menores recursos para el acceso a equipamientos, infraestructuras y servicios. “Hay una segregación territorial profundizada en base a desigualdades de género”, asegura el informe de RENABAP.

Como se ha advertido en reiteradas oportunidades en LatFem, los territorios no están planificados para cuidar, y tampoco para cuidar y trabajar. Los cuidados son sistemáticamente relegados en la planificación al ámbito de los arreglos intrafamiliares, son las mujeres las encargadas del cuidado de lxs más vulnerables, y muchas veces esas tareas son delegadas a las adolescentes del hogar. “Existe un problema de déficit en la provisión pública del cuidado, una diferencial accesibilidad respecto de los bienes, servicios, equipamientos e infraestructuras, una mayor carga sobre las familias, y una mercantilización del cuidado que genera servicios para quien puede pagarlos”.

En este gráfico es posible observar cómo los barrios populares tienen un acceso desigual a diversos equipamientos vinculados al cuidado, la salud y la educación. El 54% de los barrios relevados no tiene un jardín a menos de un kilómetro a la redonda, el 89% no tiene cerca un hospital.

La forma en la que se afronta este déficit en los barrios es a través de sus organizaciones, comedores y espacios sociales, que brindan servicios de cuidados accesibles. Estos espacios son en su gran mayoría organizados por mujeres que ponen a disposición de la comunidad los ingresos que reciben, subsidios y planes del Estado. En tanto no haya paridad económica, este es el circuito que las mujeres están forzadas a realizar en la economía popular.