Que una mujer decente no debe estar en un lugar inmoral como es la política, que la política es cosa de hombres y que nadie que no sea hombre podría transformarla, que las mujeres vayan a lavar los platos y a criar ciudadanos, que del trabajo sucio se ocupan los hombres. A lo largo de la historia han habido muy variados argumentos para mantener a las mujeres alejadas de la política, pero hoy, cuando el movimiento de mujeres y feminista tiene la suficiente fuerza como para imponer la participación de mujeres, lesbianas y trans en la política, los argumentos son cada vez menos frecuentes, y lo que prevalece es la violencia. El objetivo es añejo y repetido: expulsar del espacio público a mujeres, lesbianas, travestis y trans. Para visibilizar este tipo de violencia y concientizar sobre sus efectos, ELA lanzó la campaña #MiLugarEsElQueElijo desarrollada junto a la agencia Hermana.
Según una investigación realizada en 2018 por ELA, 8 de cada 10 políticas con cargos legislativos manifestaron haber sufrido este tipo de violencia, que puede expresarse de diversas maneras, en algún momento de sus carreras. El 64% de las entrevistadas fueron amenazadas o intimidadas durante el ejercicio de sus funciones políticas; al 58% le han impedido que asista a reuniones importantes o en las que se toman decisiones relevantes; al 53% le han restringido el uso de la palabra en reuniones o sesiones e incluso 27% ha percibido un ingreso salarial menor por su condición de género.
No es sorprendente que buena parte de los insultos y hostigamientos sucedan en internet. Las redes sociales fueron mencionadas como uno de los principales lugares donde la violencia machista se manifiesta. El 62% de los episodios de violencia se producen allí y el 71% de los agresores lo hacen a través de redes sociales. De acuerdo a la información relevada durante las elecciones de 2019, de todas las agresiones que se registraron hacia las candidatas monitoreadas en Twitter, el 54% contenian expresiones discriminatorias, 25% correspondió a acosos, 16% amenazas y el 5% a campañas de desprestigio. Entre las primeras el 39% referían a roles y mandatos de género, el 34% a menosprecio de capacidades y el 27% alusiones al cuerpo y la sexualidad.
En ocasiones estas expresiones discriminatorias y violentas son defendidas como opiniones críticas vertidas con legitimidad en un sistema basado en la libertad de expresión. Insultos, comentarios sobre el cuerpo y el menosprecio de las capacidades se ha vuelto algo aceptado en redes sociales. Pero, ¿es “crítica” o es “violencia política”? La violencia tiene consecuencias directas en las carreras políticas de mujeres, lesbianas, travestis y trans: reduce su participación en el ámbito público, buscando devolverlas al privado.
La política no es lugar para las mujeres, menos para las personas trans, el mensaje correctivo parece ser ese: mantenete lejos de los lugares dominados por varones, o serás sometidx al escarnio público. El estudio cualitativo (a partir de posteos de Facebook e Instagram) mostró que entre las expresiones discriminatorias la mayoría de los comentarios se refirieron a los roles y mandatos de género. En cuanto al menosprecio de capacidades fueron habituales los comentarios cuestionando las habilidades o la idoneidad de las candidatas para hacer política.
“Si bien es una práctica que resulta común para aquellas que participan en politica, puede identificarse en ocasiones una mayor agresividad contra, por ejemplo, las jóvenes o las travestis y trans” explicó Ximena Cardoso Ramirez, politóloga e integrante del área política de ELA.
La campaña #MiLugarEsElQueElijo busca mostrar algunas de las agresiones que viven mujeres, lesbianas, travestis y trans de la política a diario en las redes sociales y apuntalar, como señala Cardoso Ramírez que “el lugar que nos ‘corresponde’ es el que elegimos, pero para poder elegir en libertad necesitamos una sociedad sin violencias machistas”.