“La única perspectiva por la cual merece militar y poner el esfuerzo es transformar profundamente la sociedad”

Una charla con Myriam “la Rusa” Bregman sobre algunas de las principales claves del momento político: la coyuntura nacional, el panorama regional y las alianzas del movimiento de mujeres, lesbianas y trans con el sindicalismo que combate al ajuste.

Es la primera candidata a la legislatura porteña por el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que superó las PASO en 22 provincias de todo el país. En la Ciudad de Buenos Aires obtuvo 71. 460 votos. Referente de una fuerza en clara consolidación, Myriam “la Rusa” Bregman fue abogada de Julio López antes de su segunda desaparición en 2006, y una de las fundadoras del CeProDH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos). Representa a lxs trabajadorxs de FaSinPat (ex Zanon, desde que en el 2002 sus trabajadorxs la recuperaron y la volvieron a poner en funcionamiento, luego de que sus dueños decidieran cerrarla en medio de la crisis de 2001) y de PepsiCO, despedidxs de la planta de Vicente López en medio de la actual ofensiva de ajuste en la economía argentina.

En el cruce entre la larga y sinuosa tradición del trotskismo argentino, los feminismos contemporáneos, el sindicalismo de base y la construcción del FIT, Bregman es reconocida tanto por militantes de antaño (quienes no veían desde Luis Zamora emerger a una referencia de la izquierda con su envergadura), como por muchas feministas, víctimas de la violencia institucional, activistas de derechos humanos y un arco variopinto donde también se incluyen núcleos de intelectuales y no militantes de la extensa “ciudadanía” que le confiaron al FIT un 30% más de votos en esta elección que en la del 2015.

En este extenso diálogo con LATFEM sobre la coyuntura nacional, el panorama regional y las alianzas del movimiento de mujeres, lesbianas y trans con el sindicalismo que combate al ajuste, Bregman desarrolla claves para leer el momento pero también para pensar la Argentina en la estela de las herencias económicas y culturales que dejó la última dictadura cívico- militar. Economía popular, seguridad, Milagro Sala, Santiago Maldonado y una apuesta por la reinvención del anticapitalismo como horizonte de la militancia.

Dijiste en la carpa de PepsiCo el 26 de julio, durante la asamblea feminista que reunió a muchas organizaciones, que está naciendo algo muy grande. Existe la emergencia de una alianza de sectores del movimiento de mujeres, lesbianas y trans con la lucha contra una posible reforma laboral y contra el ajuste en general: es una alianza que  puede ser central para este momento político…

Fue emocionante. Las referentes del movimiento de mujeres unidas con esas trabajadoras en la carpa frente al Congreso Nacional son todo un símbolo del germen de lo nuevo.

El quiebre enorme que significó el neoliberalismo, con la ofensiva reaganeana y tatchereana, que se ubica desde el 80, el 82…no fue sin concesión de derechos. En lo últimos años podemos decir que hubo un reconocimiento en el campo de los derechos humanos, de derechos de las mujeres, pero todo lo que nos dieron fue a cambio de individualizarnos y sectorizar nuestras peleas, de perder toda perspectiva transformadora de la sociedad, toda perspectiva revolucionaria. Si no tomamos los derechos y a la vez los transformamos contra ellos, en su contrario, terminamos aceptando ese tipo de política que no tiene otro sentido que quitarle filo a nuestras peleas. Lo que pasó en la carpa con la asamblea feminista significa que nuestra pelea tome un filo diferente.

Decimos Ni Una Menos y también visualizamos que hay una sociedad que está siendo atacada, y decimos que esa pelea es nuestra porque también la padecen las mujeres. No somos solamente sujetas de derechos formales, sino que estamos discutiendo cómo ligamos esa formalidad con los derechos reales que están exigiendo esas mujeres: a no quedar en la calle, a poder darles de comer a sus hijos. Unimos ámbitos y eso es central porque son ámbitos que se intentaron dividir durante muchos años.

En el último tiempo el gobierno identificó al movimiento de mujeres como actor social revulsivo, y eso se expresó con la represión al Paro de mujeres de marzo. Parte del contexto represivo y de judicialización de la protesta que ya vimos con la detención arbitraria de Milagro Sala en Jujuy, y también con las represiones al Encuentro Nacional de Mujeres…

Hay dos gobiernos muy represivos en este momento, que son el de Jujuy y el de Mendoza, ambos de radicales con massistas. Con la detención de Milagro Sala caracterizamos que se trataba de una señal de conjunto para todo el país: es detenida por participar de una protesta social. Se hizo mucha campaña alrededor de causas judiciales de corrupción en su contra, pero ese no es el motivo de la detención. El motivo concreto es la participación en una manifestación política. Y en el caso de Mendoza en el último tiempo hay una alianza de radicales y massistas, que gobiernan la provincia con Cambiemos. Después del paro del 6 de abril intentaron sacarle los fueros a nuestrxs compañerxs diputadxs por haber participado del paro. Entonces, hay una secuencia común entre ambos hechos. Hay una represión que se inaugura identificando a quien está en la calle protestando como el enemigo político y más si tiene un grado de reconocimieno o representatividad, como es el caso de Milagro. Por otro lado, hay una persecución muy específica hacia el movimiento de mujeres y  nos obliga a estar alertas: puede ser incipiente, pero las presiones al Encuentro Nacional de Mujeres tampoco fueron por gobiernos del mismo signo. Hay ahí una transversalidad represora que tiene que ver con lo que anuncia el fenómeno del movimiento de mujeres, que es sintomático de otro grado de organización y eso asusta a distintos sectores políticos  tradicionales, no sólo al PRO. Lo de Milagro Sala anunció una avanzada represiva en Jujuy que ataca a todos los sectores: ese fue el puntapié. Si consolidaban lo de Milagro Sala iban a ir por más y fueron, porque hay un ataque enorme a los derechos sindicales. En Jujuy hay muchos ataques a lxs trabajadorxs de los ingenios, también. Mendoza se perfila en un sentido parecido, y si lxs trabajadorxs mendocinos avanzan en la lucha el camino es bastante parecido al de Jujuy, porque hay una alianza represiva profunda.

Blaquier te mandó una carta cuando dijiste que los dueños del ingenio Ledesma tienen fueros de clase…

Tan impune se siente que me mandó una carta increpándome a que deje de mencionarlo públicamente. La desaparición de Santiago Maldonado en manos de la Gendarmería, en el contexto de la represión a las comunidades mapuches en Neuquén, es el corolario de esta tendencia que se inauguró con Milagro Sala. Es escandaloso además que Gendarmería tenga acceso al expediente por la desaparición. Lo mismo había sucedido con la Bonaerense cuando desapareció Julio López. En ese momento denunciamos que un familiar de un policía implicado tenía acceso a la causa. En la de Maldonado es igual. Todo esto no puede ser leído por fuera de la ofensiva del ajuste. En el informe ante el Congreso Patricia Bullrich dijo que “necesita a esta institución” (la Gendarmería) para la tarea de fondo que está haciendo este gobierno. Al día de hoy no sabemos los nombres de todos los efectivos que actuaron en el operativo, se retacea la información y de este modo construyen la impunidad. Este método de la desaparición es un método pensado.

¿Hay grados de consenso en la sociedad para esto? Pareciera que no se ha corrido mucho el perímetro electoral con estos hechos.

Creo que estos consensos son inestables. A veces se logran pero son inestables: lo vivimos con PepsiCo. Si el gobierno decidió reprimir de una manera tan brutal y mostrarlo tanto es porque opinaba que el consenso iba a ser mayor  y no lo tuvo.

Además del contexto de ajuste y lo que parece ser un inminente intento de flexibilización laboral,  ¿qué agendas creés que el movimiento de mujeres tiene que  profundizar?

El derecho al aborto sigue estando entre las prioridades. Cada día que perdemos en debatir por qué es necesaria la Educación Sexual Integral (ESI), la anticoncepción gratuita, cada día que perdemos en dar esa batalla es un día en que avanzan los sectores reaccionarios.

El desmantelamiento de la jornada de capacitación en ESI para docentes que llevó a cabo Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires es un ejemplo de que no existen casualidades sino que no dejan pasar ninguna oportunidad. Si nadie protesta, las cosas pasan.

El debate del aborto es un debate que podemos ganar, pero no se va a resolver sólo en los pasillos del Congreso. Necesitamos nuestros propios datos y estadísticas para profundizarlo. Hay que pensar un programa en serio para enfrentar la violencia de género, porque los recursos están. Estas son sólo algunas de las cosas, las más básicas y elementales.

¿Cuál es el rol de esta izquierda a la que vos representás en la etapa política que se inaugura en 2015? ¿El avance electoral de la derecha fue una derrota, o estamos más bien ante una etapa de rupturas con continuidades?

El triunfo de Macri no es aislado. Es en el marco del avance de la derecha en el continente, después de lo que se dieron en llamar gobiernos posneoliberales. Hay un avance de la derecha, estos gobiernos mantuvieron las estructuras económicas del país sin grandes cambios. Esto permitió a la derecha retomar, llegar a la presidencia de diversos países, en algunos casos como Brasil por un golpe institucional. Eso sería otro debate: cómo llega la derecha. Sí hay continuidades, y en el caso de Brasil es donde más se muestra, porque el ajuste lo había iniciado directamente Dilma, o sea que las movilizaciones contra sus medidas de ajuste y planes de austeridad había empezado durante su gobierno. Lo que hace Temer es dar un golpe institucional. Dijimos que lo que se venía en Brasil era un golpe, y se profundizó un ataque mucho mayor hacia la clase trabajadora y los sectores populares de Brasil. En Argentina hay una discusión sobre el “gradualismo” de las medidas todavía: los sectores que apostaban a un gobierno de derecha como el de Mauricio Macri quieren un ajuste mucho mayor y la discusión es por los ritmos que el ajuste va a tener. No por si va a haber o no ajuste. Lo que se discute es el ritmo. En este marco la izquierda ha cobrado un papel fundamental  porque hemos demostrado que no tenemos pacto con la derecha, que somos lxs que podemos enfrentarla sin ningún tipo de ataduras a estos gobiernos. La lucha de PepsiCo irrumpe en este momento en un marco de ajuste, de escenas de despidos, ¿pero qué es lo que ocurre?, ¿por qué no hay más PepsiCos? Sí hay más cierres de empresas y más despidos: creo que ahí se ve cómo todos los gobiernos, del ´83 a esta parte, pasando por aquellos que se decían a sí mismos nacionales y populares preservaron las estructuras sindicales. Así conservaron a los viejos líderes sindicales al mando de los sindicatos. Eso hoy es lo que hace que no haya una reacción mayor de conjunto de la clase trabajadora para enfrentar un ajuste que recién comienza pero que ya es profundo. Entonces el rol de la izquierda quedó mucho más claro. No sólo como organización o comisiones internas o delegadxs de izquierda, sino también en su representación parlamentaria. Hace unas semanas una encuesta en provincia de Buenos Aires analizó qué opinaba la gente del conflicto de PepsiCo, y el 55% estaba a favor. O sea lo contrario a lo que vemos en la superestructura política, la casta política, que quiere hacer centro en la corrupción o en otros temas. Incluso a diferencia de lo que se manifiesta electoralmente. La mayoría de Buenos Aires está de acuerdo con que los trabajadores de PepsiCo luchen. Había una pregunta que me asombró mucho porque era muy específica: la encuesta consultaba si estaban de acuerdo con que la dirigencia política, lxs diputadxs, apoyáramos esa lucha. Y la gente contestaba que sí. Es decir, hay una disociación grande entre lo que ve la clase política, los spots televisivos relacionados a las elecciones y lo que la gente siente y ve, que es que hay que enfrentarlo. Que al ajuste hay que enfrentarlo y que está muy bien cuando una trabajadora o un trabajador dicen “yo no me quiero quedar en la calle, yo quiero conservar mi puesto de trabajo”. Creo que ahí un poco hay una síntesis acerca del rol de la izquierda. Nosotrxs no le hemos votado a Macri  sus medidas antipopulares en este año y medio de gobierno y además lo enfrentamos en la calle, acompañando las luchas de los trabajadores y trabajadoras.

En esas tareas que vos señalas, y en ese incipiente clamor popular por enfrentar al ajuste, en ese consenso “por abajo” que de a poco se va tejiendo, ¿cómo abordás la idea de una nueva articulación de las izquierdas? Tanto aquellas de representación parlamentaria como aquellas de expresión más ligada a las comisiones de base, organizaciones territoriales, universitarias, feministas, como a las agendas de lxs desposeídxs y de la economía popular.

Esa es la gran pregunta. Me siento parte de esa lucha. No sólo de la de lxs trabajadorxs de la economía formal: soy abogada de montones de cooperativas, de empresas recuperadas con las que compartimos problemáticas junto a lo que ha dado en llamarse en el último tiempo la economía popular. No tener un salario registrado todos los meses, conformarse como cooperativa, los planes de asistencia tipo “Repro”…conozco todo esto desde adentro, sé lo que sufren esxs trabajadorxs que no tienen obra social, que el monotributo social no alcanza a cubrir las necesidades, que es muy difícil acceder a una obra social por esa vía. Toda la problemática asociada a esa economía. Nuestro fin último es que el Estado se haga cargo de esas empresas, que sean estatales: esto lo discutimos mucho junto a lxs trabajadorxs de Zanon. Que la producción de esas empresas reporten beneficios a toda la sociedad. Lxs trabajadorxs de Zanon son muy categóricxs en este sentido: qué distinto sería si ellxs fuesen trabajadorxs del Estado, pudiendo a la vez gestionar su empresa. Si el Estado les garantizara un salario y toda su producción pudiera ser puesta en beneficio de las necesidades populares. Ellxs fabrican pisos y cerámicos, mirá qué distinto sería si esos pisos, o la producción de los productos alimentarios como es el caso de PepsiCo, fuera organizados por esxs trabajadorxs de lo que algunxs llaman, con debates sobre cómo se la caracteriza, economía informal o economía popular.  Es uno de los grandes temas. Con Nicolás (del Caño) lo tomamos en la campaña, pero desde antes de la campaña. Este tema junto con la agenda del reparto de las horas de trabajo tiene que ver con el planteo de que la crisis no siempre, necesariamente, la tienen que pagar lxs trabajadorxs, los sectores populares. En Argentina hay trabajo.  Los y las trabajadorxs de las automotrices trabajan 12 horas, mientras en el barrio hay otrx que no tiene trabajo o está haciendo changas, o está participando de una cooperativa y está peleando por el Repro (con el compañero de la CTEP, con Gildo Onorato, peleamos juntxs por esto). Si trabajáramos 6 horas, 5 días a la semana, la mayor parte de lxs trabajadores podría tener un trabajo asalariado: el problema es que lo que allí se invierte es quién financia la crisis, los patrones o el pueblo. Entonces esa es la gran diferencia. Hoy en el esquema actual, y en las medidas que proponen todas las fuerzas políticas, se piensa en las PyMEs. Pero las PyMEs son empresas, y nosotros queremos pensar en el trabajador, en la trabajadora de esa empresa que no tiene una guardería donde mandar sus hijxs, un jardín maternal que le quede cerca de su trabajo. Está muy instalada la idea de pensar la Argentina, desde el corte histórico de la dictadura, siempre en términos de patrones y muy poco en términos de trabajadores, trabajadoras, sectores populares. La propuesta que hacemos de reparto de las horas empieza a sembrar esa idea, y en la juventud es impresionante cómo la reciben. Porque empiezan a ver que no están destinadxs a vivir eternamente en condiciones de trabajo precario, que hay posibilidades, porque hay otro al lado, en su barrio, que sale a laburar y trabaja 12 horas. Entonces, si estuviese pensado desde otro lado, que la crisis del empleo sea pagada por las empresas que la provocaron, por los que fugaron plata al exterior, los capitales, de este modo no sería necesario que algunxs trabajen 12 horas y otrxs no tengan trabajo. No va a ser fácil discutir las 6 horas, como no fue fácil discutir cuando se consiguieron las 10 horas primero y las 8 horas después. Las corporaciones siempre van a decir que no se puede, lo hicieron históricamente y lo seguirán haciendo. Pero queremos mostrar que no hay por qué aceptar las perspectivas que nos ofrecen, que son llorar y nada más frente al ajuste.

Muchxs jóvenes lograron acceder, en la última década, a un empleo y a ciertos niveles de consumo que implicaban una matriz de crecimiento, y también en lo cultural, una matriz en la que una de las expectativas sociales principales era aumentar nuestras expectativas del consumo. Muchxs terminaron votando a la derecha en 2015 porque les prometía más, desde ese piso. Quien se había comprado un auto iba a poder comprarse uno mejor, el famoso “no te vamos a quitar nada de lo que ya tenés”…sobre ese imaginario social es que la derecha se recuesta y avanza, también, esa es la positividad de su propuesta. No es solamente una propuesta de austeridad, de cortar con el derroche, de ruptura con la “pesada herencia”. Si pensamos por ejemplo en el impuesto a las ganancias, algunos sectores medios terminan votando como votan en el 2015 también a la luz de este factor.

Ahora bien, cuando finalmente la salida para muchxs de esxs jóvenes trabajadorxs no resulta acorde a la expectativa que se conformó, ustedes logran recuperar cierto terreno desde las izquierdas.

¿Tenés la expectativa de que en Argentina puede volverse sobre la pregunta por las izquierdas, en términos militantes, culturales, políticos?, ¿se puede ampliar un imaginario anticapitalista y volver a colocar la idea de revolución en el campo de lo deseable, de aquello por lo cual militar?

Creo que es la única perspectiva por la cual merece militar y poner el esfuerzo: transformar profundamente la sociedad. Cambiar eso que ofende. Ofende que la Ciudad de Buenos Aires tenga el presupuesto más rico de América Latina y tenga  6.000 personas viviendo en las calles. No hay que naturalizar eso, hay que cuestionárselo. No hay que permitir que nos impongan que eso es natural, que cerró PepsiCo y que protesten un tiempo pero que después se vayan a la casa y no pasa nada. Que el trabajo informal también sea natural. Porque en la Argentina, incluso como país capitalista, previo a la última dictadura, el desempleo era del 2%, y no era estructural, eran sectores que entraban y salían, rotaban. Hay que pensar qué fue el genocidio que se cometió en la Argentina y cuáles son las cosas más profundas que dejó: una de ellas es la naturalización de estas políticas antipopulares, antiobreras.

Coincido con lo que decís con respecto al impuesto a las ganancias, muchxs trabajadorxs votaron a Macri no por los discursos de Cristina cuando, por ejemplo, les decía a los docentes que tenían muchos días de vacaciones, sino también por el impuesto a las ganancias. Muchxs hacían trabajo extra, y ese esfuerzo se lo terminaba llevando el impuesto a las ganancias. Porque para que un trabajador pague ganancias en Argentina tiene que hacer un esfuerzo enorme, meter muchas horas de laburo. Creo que esto es distinto en la juventud, centralmente en el interior del país y en el conurbano hay todo un sector que no fue beneficiado con los años de crecimiento de la década pasada, porque si consiguió empleo fue un empleo precario, inestable, por agencia…entonces ahí hay un sector que nosotros vemos en la militancia cotidiana (no lo en los diarios) al que el crecimiento no le llegó. Es un sector que no es kirchnerista, pero tampoco está con el macrismo, porque el macrismo le ofrece ajuste, le dificulta ir a estudiar...Estamos ante una gran disputa porque a todos estos jóvenes no se los ganan para las ideas reaccionarias, para la derecha: muchxs son capaces de ver en sus barrios a lxs más desprotegidxs como sus aliadxs y no como sus enemigxs, como un problema de la inseguridad. La derecha es consciente de esto y eso explica lo de El polaquito, el ataque a Juan Grabois…se explica en el contexto de que quieren mostrar al pobre como tu enemigo. Si no tenés trabajo no es la empresa la que te lo saca, sino el pobre que tenés en el barrio, ese es tu enemigo. Obviamente que ese pobre no llegó ayer, como te decía, hubo años de crecimiento que no llegaron a esos sectores. Pero es evidente que la derecha utiliza eso para fines reaccionarios y para fragmentar aún más a la sociedad, para que lxs trabajadorxs se vean como enemigxs en vez de aliadxs. Nosotrxs tenemos recursos infinitamente menores, pero en este momento estamos ante una gran disputa por la conciencia de millones. Es una gran pelea que tenemos por mostrar que las mujeres que pelean por derechos no son tus enemigas, son tus aliadas. Que tenés que unirte a esa lucha. Que quienes pelean por tener un trabajo genuino no son tus enemigxs, y pensar cuáles son las consignas que aglutinan y movilizan. Si hay trabajo, repartámoslo entre todxs. Cuando alguien trabaja 12 horas, además, no puede hacer otra cosa. Yo lo viví en mi casa: para que yo pueda seguir estudiando mi hermano tuvo que abandonar.

Esta discusión ingresa también en cómo se está configurando el panorama regional. El avance de restauraciones neoliberales en la región está íntimamente vinculado al reparto internacional del trabajo y los costos de la mano de obra.

Cada país tiene singularidades. No se están revalorizando las monedas de los países, el dólar está subiendo muchísimo…En Argentina, y a pesar de todo lo que han hecho con las etapas neoliberales, inflacionarias, dictatoriales, el costo laboral sigue siendo muy caro. Es evidente que tanto Argentina como Brasil están sufriendo un ataque muy particular en ese sentido. En Brasil está más avanzado, acá intentarán resolver definitivamente la baja del salario y la reducción de derechos. Esto es un problema continental. Si bien no está claro cuál es exactamente el plan del macrismo, porque hay varios caminos todavía difusos, lo que sí queda claro es que hay una apuesta por el ingreso de capitales meramente especulativos y no productivos. El gran argumento que esgrimen es que si no se baja el costo laboral no van a venir capitales: es lo mismo que dijo el menemismo y quedó demostrado que se destruyen puestos de trabajo. Esa experiencia la clase trabajadora ya la padeció.

¿Te imaginas de acá a los próximos años algún tipo de frente social amplio, en el cual puedan confluir las fuerzas populares más progresivas para enfrentar al macrismo?

Podemos sumar aliadxs, por supuesto. Eso no está para nada cerrado. Venimos planteando que hay sectores con los cuales no tenemos mayores diferencias, que podríamos tener algún tipo de alianza política y electoral, incluso en este momento. Yo me imagino que hay que ver cuáles son los actores y las políticas. Es un momento muy difícil  porque en etapas electorales todo el mundo es opositor. Después hay que ver lo que ocurre al momento de sentarse en las bancas legislativas, algunos después empiezan a levantar la mano de forma compulsiva. Apuesto a que lxs trabajadorxs logren confluir en una unidad que les permita enfrentar el ajuste en serio. El caso de PepsiCo es ejemplar, y tiene que ver con la pregunta que me hacías antes, porque ellos no plantean su pelea desde lo sectorial sino que invitan a todo el mundo a acompañar, incluso todxs lxs diputadxs.