Cristina, Ada, Priscila, Camila, Jesica, Soledad, Olga, Nancy, María Solange: la lista de nombres propios sigue y no frena. Todavía no hay estadísticas oficiales sobre los femicidios en cuarentena en la Argentina pero la realidad es que se mantienen con el nuevo escenario que plantea la pandemia. Si se toman en cuenta los registros de la sociedad civil para marzo de 2019 hubo 33 asesinatos por razones de género. Para marzo de 2020 fueron 34. El número es casi idéntico. Alarma por la gravedad de la constancia y si se mira en contraste con otros datos: en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, los robos y hurtos, según el Ministerio de Seguridad en marzo bajaron un 92% con el aislamiento. No sorprende: la Organización Mundial de la Salud ya había declarado hace varios años a la violencia de género “un problema de salud global de proporciones epidémicas”. En el Congreso nacional algunas diputadas y senadoras piden que se apruebe el proyecto de emergencia en violencia de género. En la Ciudad de Buenos Aires también hay una propuesta en esa línea para aplicarla a nivel local. Doce funcionarias, legisladoras, activistas feministas, expertas y representantes de las organizaciones de la sociedad civil responden a la pregunta: ¿Por qué los femicidios se mantienen y el resto de los delitos bajan?
Estela Díaz (Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires)
No hay datos objetivos que nos puedan hacer suponer que los femicidios bajen. Estamos corroborando la terrible y dramática realidad esperable. Incluso me atrevo a conjeturar que podrían acrecentarse este año por el contexto de aislamiento obligatorio en los hogares, que se va a prolongar seguro mucho más allá del 26 de abril. Veníamos de un contexto económico y social muy desfavorable que profundizó desigualdades, entre ellas se recrudeció la violencia de género. El feminismo tuvo una enorme potencia política, capaz de hacerla visible y traducirla en reclamos concretos. Así nacieron con el nuevo gobierno los ministerios de las mujeres, políticas de género y diversidad sexual tanto en Nación como en Provincia de Buenos Aires. Pero nos encontramos recién en el proceso de su creación, aún incipiente, y de un nuevo gobierno que no pudo en tan poco tiempo cambiar la ecuación recesiva y de crisis de deuda heredadas. Lo venimos diciendo hace años: para muchas mujeres el hogar es el lugar más inseguro. A lo que debemos sumar la carga de las tareas de cuidado, que ahora son de 24 horas y la semana completa. Se han fortalecido los equipos de atención y las articulaciones entre las jurisdicciones y entre los distintos organismos que tienen incumbencia en la violencia de género. ¿Alcanza? Clarísimo que no alcanza. Porque además necesitamos hablar de prevención, atención, asistencia, de llegar antes de que la violencia ocurra y por supuesto mucho antes que el femicidio, que es irreparable. Y para que esto sea posible necesitamos seguir construyendo un nuevo Estado, presente, activo, solidario, popular y un nuevo contrato social, que enfrente todas las violencias de género y ponga en jaque al sistema patriarcal de relaciones sociales. Porque hay muchas otras violencia que son favorecedoras de la violencia de pareja, aunque no las veamos tan relacionadas directamente, como son las simbólica, mediática, institucional, entre otras.
Mariela Labozzetta (titular de Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres-UFEM)
Tenemos que ser exhaustivas para hablar durante la pandemia si hay modificación o no. No se si podemos afirmar tan ciertamente que los femicidios se mantienen o bajan. No tenemos la información confiable para determinar qué cantidad de casos tenemos. Los trabajos de conteo de femicidios son a largo plazo porque implican ver el expediente a tiempo vencido. En general todos los informes son anuales y respecto al año anterior. Esa es la gran diferencia de lo que hacen los informes de la sociedad civil, que los hacen con la mejor voluntad pero relevan sobre los medios de comunicación y eso no hay forma de tener certeza. Vi varios casos que no se pueden contar como femicidios de la pandemia. Y hay otros casos en los que se encuentran los cuerpos durante la pandemia pero los femicidios fueron cometidos con anterioridad. Los últimos números que se conocen a nivel global, con todos los problemas que tienen las estadísticas como las dificultades para la compatibilidad, por ejemplo, en general se puede afirmar que la violencia y los homicidios dolosos en el mundo bajan con el tiempo a medida que pasan los años pero los femicidios se sostienen en el tiempo. Es un fenómeno que pasa por otro lado: la violencia machista en el mundo no se está revirtiendo. No estamos pudiendo ser capaces de modificarlo. En América del Sur la mayor parte de los femicidios ocurren en los hogares, entonces durante la pandemia, en la que la mayoría de las personas están encerradas, es probable que esto no cambie, no se modifique al contrario de lo que pasa con el resto de los delitos que suelen cometerse en la vía pública. Robos, delitos contra la propiedad bajan porque también hay controles policiales. Pero no hay controles policiales en los hogares.
Norma Durango (senadora nacional por la provincia de La Pampa y presidenta de la Banca de la Mujer)
Presenté un proyecto de declaración de emergencia por violencia de género. Todas las mujeres del Senado que integramos la Banca de la Mujer en el Senado de la Nación estamos muy preocupadas por esta situación. Se lo hemos transmitido a la Ministra. Estamos difundiendo las líneas telefónicas de ayuda y esperamos que se puedan tomar algunas medidas que puedan bajar los datos de femicidios que estamos teniendo que son alarmantes y muy dolorosos. Creo que los femicidios han aumentado porque el aislamiento hace que los violentos se pongan más violentos y los que no eran violentos pero pueden serlo están conviviendo con las mujeres y esto aumenta la cantidad de femicidios y mucho más la violencia. Los delitos bajaron porque la gente no anda en la calle.
Mónica Macha (diputada nacional por la provincia de Buenos Aires y presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidades)
Es difícil una respuesta corta ante esta pregunta. Primero, es necesario incluir a los femicidios en un problema de inseguridad también. Pero creo que cada vez más hay que pensar qué significa para nuestra población una ciudad segura, un país seguro, y que para las mujeres una ciudad segura también permite que nuestras casas y espacios más privados sean también seguros. ¿Por qué bajaron todos los otros delitos? Porque se dan en el espacio público, se dan en un ámbito donde hay circulación, en la calle, en los medios de transporte. Se dan en un ámbito donde hay una ciudad que está activa. Cuando todo esto se repliega hacia las casas y la circulación en el ámbito público se corta, lo único que queda es el ámbito privado. Y para muchas mujeres ese es el lugar más inseguro, la propia casa. En ese contexto todo lo que significan los vínculos sociales, tengan vínculos violentos o no, para todas las personas el estar tanto tiempo dentro de la casa va a potenciar o traer preguntas que quizás en otro contexto no nos las hacemos. Del mismo modo en una relación violenta también se profundiza la violencia.
Myriam Bregman (Legisladora porteña PTS/Frente de Izquierda)
Todas las estadísticas indican que efectivamente han bajado los delitos sobre todo en las grandes ciudades que tienen alto porcentaje de delitos callejeros y, en estas circunstancias, bajan. Ahora la violencia de género poco tiene que ver con el Código Penal y los delitos que habitualmente se llaman contra la seguridad. Hay que pensarlo de otro lado. Y en estas circunstancias estallan todas las deficiencias que veníamos señalando hace tantos años y que veníamos reclamando hace tanto tiempo: que no haya suficientes refugios accesibles, que no haya planes de viviendas para que las mujeres puedan abandonar la vivienda que comparten con quienes las agreden o violentan, que no haya licencias por violencia de género y tengan que seguir trabajando, que no haya subsidios y puedan abandonar esa casa. En este contexto suben todos los índices de violencia de género y todas nos tenemos que preocupar en ver cómo instalamos esto verdaderamente en la agenda pública. Es muy importante que esa sea nuestra principal preocupación en los próximos días, que se asigne presupuesto suficiente y que se tomen las medidas que necesitamos. Uno de los motivos por los que queremos sesiones es para insistir en nuestro proyecto contra la violencia machista. Creo que ya no se admiten más demoras. Es criminal.
Elizabeth Gómez Alcorta (Ministra de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación)
Los femicidios son un fenómeno muy complejo. En todo el mundo cuesta bajarlos porque las condiciones para que se de un femicidio no son iguales a las de cualquier delito. Tiene un condicionamiento central que tiene que ver con la tolerancia a la violencia machista, por un lado, y por otro lado a las desigualdades de género. Son dos cuestiones que no se ven modificadas en lo más mínimo, son cuestiones culturales que hay que trabajar muy fuertemente, a largo plazo, con políticas de Estado. Y el otro tema es que en general el 70% de los femicidios son lo que se llama femicidios íntimos. ¿Qué significa eso? Que la mujer o la población LGBT muere en manos o de su pareja o de una ex pareja y mueren el 50% en su casa y otro 20% en otra casa, es decir que sigue siendo un homicidio el femicidio, dentro de las relaciones interpersonales y dentro de la casa. En este sentido, a diferencia de los otros hechos delictivos para los que el aislamiento sí implica bajar, aca no implica bajar. –Fragmento de entrevista en La Red –
Ileana Arduino (directora del Grupo de Trabajo Feminismos y Justicia Penal del INECIP)
Los delitos como el robo son de interacción social. Responden a factores ocasionales en torno a las posibilidades de comisión propias de la misma dinámica del delito. En los femicidios, esa interacción se mantiene y se agravan factores por el encierro, por el consumo, por la imposibilidad o por más restricciones para la víctima en el pedido de ayuda. Pero justamente por eso, hay que mirar muy detenida y territorialmente el fenómeno, sobre todo para poder ser concluyente en por qué aumentan en sí mismos.
Malena Rico (Directora de lucha contra la violencia de género de la Subsecretaría de Política criminal del Ministerio de Justicia y DDHH de la Provincia de Buenos Aires)
Desde la Subsecretaría lo que estamos observando es que los delitos relacionados con el espacio público, como los robos y hurtos, vienen bajando significativamente. No así delitos que podemos relacionar con la violencia de género, como las amenazas, las lesiones, y los abusos sexuales. Estas denuncias por estos delitos no vienen bajando tanto, si bien bajan, no lo hacen tan significativamente como los delitos comunes. Al mismo tiempo se registra un significativo aumento en las llamadas de la línea 144 que no se traducen en denuncias pero de todas maneras nos ponen en alerta sobre una dinámica que en este contexto de encierro en el que estamos todos se está modificando y nos pone a pensar qué estrategia podemos desarrollar para combatir la violencia de género en estas circunstancias que son muy particulares por varios motivos. En primer lugar, muchas de las víctimas están encerradas con su agresor, en el ámbito doméstico; por otro lado, casi toda la policía está abocada al control de la cuarentena. Además, el sistema judicial está prácticamente cerrado, o trabajando como si estuvieran en feria. Esto complica toda estrategia que una pueda llegar a diseñar. Sobre los femicidios, hay una cuestión estructural, cultural, con la que tenemos que trabajar y que no bajan como los otros delitos porque no entran en la lógica delictiva común y se trata de la expresión máxima del patriarcado como sistema de dominación. Desde el estado tenemos que diseñar políticas que minimicen el riesgo y el daño en lo inmediato, a través de políticas de seguridad, política criminal, legislación, etcétera pero también, y de forma principal trabajar en políticas a largo plazo.
Natalia Gherardi (Directora Ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género)
Los femicidios son delitos de características distintas a otros delitos. Los perpetradores son en un 70% de los casos personas conocidas. Son, en general, eventos anunciados por una cadena de violencias que muchas personas vieron avanzar y que pocas veces las instituciones supieron detener, entonces tal vez por eso los femicidios son el único delito que no ha bajado en este contexto excepcional de la pandemia. Porque las instituciones no están dando respuestas. Las mujeres, las niñas, las jóvenes se sienten solas y aisladas ya que los mensajes que intentamos replicar en las redes sociales claramente no alcanzan, no las alcanzan. Las instituciones están trabajando con menos territorialidad, menos acceso y menos cercanía a las mujeres y a las comunidades de la que debieran. No está siendo una prioridad del Estado. No hay voces fuera de las personas con directa incidencia en el trabajo de prevención y atención de las violencias, no hay otras voces de la política que estén marcando esto como un tema prioritario en el contexto de pandemia.
Svenja Blanke (Representante Fundación Friedrich Ebert – Argentina)
En Argentina, y en casi todo el mundo, se ve un aumento en la violencia doméstica y específicamente contra las mujeres por las cuarentenas en las que viven nuestras sociedades, por la cuestión de salud y cuidado. Mientras se cuida de la pandemia se pierde casi la batalla contra la violencia doméstica. De hecho mientras otros delitos que ocurren en la vía pública bajan. El aumento en la violencia doméstica es una emergencia dentro de la emergencia que hay que atender. Porque no hablamos solamente de asesinatos, sino de amenaza, golpes, lesiones, un maltrato, insultos, retención de dinero, falta de pago de cuotas alimentarias. Son muchas cuestiones que hay que atender. La cuarentena muestra de cierta forma las desigualdades de género que todavía siguen en las casas. Deja en evidencia el reparto no equitativo de las tareas domésticas o el cuidado de los niños y niñas. Y como la mayoría de la smujeres trabajan en sus casas, la violencia doméstica podría llamarse hoy día violencia laboral, porque ocurre durante el trabajo. Es decir que estas cuestiones muestran todavía cuánto trabajo político queda por delante para construir una sociedad y un Estado más igualitario. Desde la Fundación F. Ebert queremos apoyar a aquellos sectores que aspiran a estos cambios necesarios en la estructura, en el cuidado y en las leyes que necesitan estas sociedades más justas.
Dina Sánchez (Frente Popular Darío Santillán, Unión de Trabajadores de la Economía Popular, UTEP)
El feminicidio se mantiene y hasta podríamos decir que se profundiza porque se agrava la situación en un contexto de encierro cumpliendo el aislamiento preventivo y obligatorio, que es una medida importante en términos de salud, pero que en el ámbito del hogar y en una situación en un contexto ya previo de violencia profundiza la situación y el peligro para las mujeres que viven bajo el mismo techo que un violento. Por eso desde la Unión de trabajadores y trabajadoras de la economía popular (UTEP) estamos reclamando que se declare la emergencia en violencia de género porque entendemos que, si bien se están tomando medidas, no alcanzan. Es un momento donde es necesario pero además es urgente dar respuesta ante la situación de violencia y eso se tiene que hacer con presupuesto, con políticas públicas y garantizando que ninguna mujer esté sola. Y nosotras decimos que nos tenemos y en cada uno de los barrios dónde estamos organizadas estamos tejiendo esas redes de contención, de acompañamiento, pero es necesario que sea el estado quien desarrolle esa política, con recursos, con asistencia, con políticas públicas que den respuesta.
Carina Leguizamón (Red de Mujeres de Moreno y de la Casa Joven de Lomas de Casasco)
Los femicidios no van a bajar por una cuestión de perspectiva de clase. Las mujeres pobres siempre estamos invisibilizadas y representadas por un feminismo que no profundiza el problema social que vienen atravesando los barrios. Nos tocó de cerca Camila Tarocco, una piba de Moreno Sur. Todos sus derechos fueron vulnerados desde que nació. Cami estaba atravesada por un problema de adicción que es un tema que azota a todas las barriadas: el consumo y la comercialización. El hambre, la desocupación, la falta de educación gratuita, la desigualdad social: todas esas faltas limitan los derechos fundamentales para la vida de un ser humano. Los machos que matan a las pibas en los barrios están atravesados por el machismo y por la violencia machista se acrecienta con la violencia económica que ejerce el Estado en todas sus formas. Los femicidios son femicidios de Estado. Las pibas que mueren siempre son pibas pobres. Nos encontramos con falta de políticas y con falta de inversión genuina para que las instituciones públicas puedan trabajar este tema. En el municipio de Moreno no tenemos presupuesto real para que estas situaciones no sigan acrecentando. No hay personal preparado. Es muy profundo porque no hay presupuesto y las políticas que hay no van a frenar los femicidios. Nos van a seguir matando. Cuando los chongos pierden el control de nosotras, se ponen violentos. Cuando pierden la patria potestad de sus críos, se ponen violentos. Cuando pierden el trabajo, se ponen violentos. Entonces esto se va a ir acrecentando. Necesitamos una justicia antipatriarcal, anticlerical, con perspectiva de clase. Una burguesa que se recibió el abogada no me va a poder entender a mí porque no lo vivió. La falta de perspectiva de clase hace que las pibas no accedan a la justicia.