¿Qué vidas importan? Preguntas feministas y acciones colectivas en tiempos de violencias en pandemia

Al comienzo del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en la Argentina, un grupo de trabajadorxs comenzó a reunirse en asamblea virtual bajo una premisa: nuestros derechos no están en cuarentena. Desde entonces se reúnen cada jueves a poner en común las tensiones en los mundos del trabajo y en sus comunidades. ¿Y vos a qué normalidad querés volver?

Casi orillando el primer mes del inicio del ASPO, un grupo de trabajadorxs de diversas regiones y condiciones laborales confluimos en la Asamblea de trabajadorxs en tiempos de pandemia, respondiendo al convite que hicieron la Escuela de Feminismo Popular Norita Cortiña y la Asociación Argentina para la Investigación en Historia de las Mujeres y Estudios de Género (AAIHMEG). Ante la sorpresa frente a un mundo cargado de interrogantes sumido en una pandemia, donde las voces feministas parecían susurrar, nos convocó una certeza común inclaudicable: nuestros derechos no están en cuarentena. Desde entonces, venimos encontrándonos cada jueves en este espacio colectivo, virtual y horizontal que nos permitió realizar un amplio mapeo feminista de problemas y tensiones en los mundos del trabajo y en nuestras comunidades, acercar experiencias e itinerarios activistas de distintas regiones de Argentina y de América Latina y, también, dialogar y tramar salidas feministas y colectivas en estos tiempos de Pandemia. 

La convocatoria a tejer lazos en las redes trascendió los jueves de asamblea para prolongarse en la conformación de mesas de trabajo (Condiciones laborales en la virtualización; Trabajadoras esenciales para la sostenibilidad de la vida y Salidas feministas ante las violencias en pandemia). A partir de esta tercera mesa, articulamos una campaña en las redes que condensa una dura realidad que ya no se puede ocultar: la precarización de las vidas no es una excepción de la pandemia sino una regla del capitalismo en su ropaje neoliberal. La pregunta recurrente entre nosotrxs es qué vidas importan y qué queremos para la llamada “nueva a-normalidad”. Para comenzar a responder estas interrogantes fue necesario ir al hueso y denunciar las desigualdades y las violencias persistentes y estructurales.

Creamos la campaña Violencias en pandemia: ¿a qué normalidad querés volver? pregunta que no solo nos interpela sino que por su potencia desmitificadora se constituyó en un pronunciamiento de la asamblea con carácter colectivo, feminista y de renovación de compromiso de nuestro activismo, aun virtual. La campaña ya lanzó 3 ejes que resumen y condensan las múltiples maneras que expresan y materializan las violencias y el modo que son sufridas e impactan en nuestras cuerpas, reforzado por la soledad, aún más profunda, en el encierro: feminicidios, transfemicidios, racismo, dificultad en el acceso a la salud, violencia machista y las agresiones de sectores antiderechos.

Hay un denominador común presente en los cientos de relatos que escuchamos cada jueves y es el avance de las fuerzas represivas que trascienden los nombres de sus ejecutores y permiten constatar que son los recursos de un proyecto político desigual y excluyente, que requiere del brazo armado del estado. Desde ese discurso institucional hegemónico, se argumenta en clave weberiana que se trata del ejercicio de la fuerza legítima. Sin embargo, para muestra basta un botón y bien sabemos que han quedado difusas las fronteras de la legalidad y la cuarentena desplegó una especie de “tierra liberada” para las fuerzas de seguridad. Las violencias institucionales son la expresión de múltiples complicidades donde el poder político es siempre responsable. Estas han sido nuestras preocupaciones constantes y lo son en nuestros debates feministas. 

El avance de dichas fuerzas toma diversas expresiones, como los últimos acontecimientos que lleva adelante la policía de la provincia de Buenos Aires. Tras el anuncio de equipamiento para las fuerzas policiales y bajo la sospecha de la responsabilidad de efectivos de la bonaerense en la desaparición seguida muerte de Facundo, lanzaron una arremetida exigiendo entre otras cuestiones, aumentos salariales. En la pretensión de hacer valer sus “propios derechos” se esconde la intencionalidad de una desestabilización institucional en que son un engranaje importante.  

A partir de las voces de las colectivas y agrupaciones de distintos puntos del país, que jueves a jueves van narrando sus vivencias en territorios propios –trabajo remoto, teletrabajo, tareas de cuidado del hogar, presencia de fuerzas de seguridad que militarizan sus vidas cotidianas– surgen los ejes, tres de los cuales ya están en las redes y estimulamos a que sean compartidos. Si algo caracteriza a este espacio, y que nos llena de orgullo, es su carácter abierto, plural, federal y respetuoso de no hablar en nombre de otrxs. Sino más bien, estamos comprometidxs en sostener la escucha atenta y conocer las vivencias a partir de los testimonios de quienes las transitan. Para lograrlo, además, hemos venido convidando a otrxs para que estén en esta virtualidad feminista que es de todxs y con todxs porque no podría ser de otro modo. Ello supone una búsqueda que se emprende entre jueves y jueves, de esas voces y experiencias ausentes para que también podamos y puedan ser visibilizadas e incorporadas a las denuncias y reclamos urgentes. Aislamiento + virtualidad fue un combo difícil de digerir y venimos aprendiendo sobre la marcha a torcer esa limitación a nuestro favor a sabiendas que tantxs otrxs cuerpas están en los territorios en vivo y en directo.  Durante este confinamiento al que nos repliega la pandemia, el abanico de injusticias se ha  desplegado sin tregua y en toda su dolorosa magnitud, aun sin ser novedad. Semana a semana esa fue también nuestra tarea, no esquivarle al bulto de ninguna de esas realidades y cada encuentro se fue reinventando a la luz de la vitalidad territorial. Ojalá, esta asamblea pueda contener el grito común de todas esas vidas precarias porque ninguna merece ser olvidada. Este propósito es, tal vez, el más potente que da sentido a cada asamblea virtual -como nos llamamos-; y al activismo feminista que nos convoca y abraza. 

La primera campaña interpela con la pregunta ¿A vos quién te cuida? Recuperamos con preocupación una banalización de la noción del cuidado que, en los discursos hegemónicos, quedaba subsumida al control. Además, desde el inicio del ASPO vemos atónitxs la profundización de la violencia institucional, la persecución a trabajadorxs migrantes, la precarización laboral y la policía sobre los pasos de les pibes pobres, sobre quienes descargan con impunidad, el gatillo “fácil”, algo que no es inédito de esta pandemia. Violencia que nos sacudió fuerte cuando conocimos que era el de Facundo ese cuerpo mutilado, hallado cerca del lugar donde comenzó no a ser conocido por su militancia juvenil, sino como un desaparecido en democracia. Por él y por tantxs que nos duelen también esta asamblea se pronuncia pidiendo justicia, que se esclarezca urgente y que se emprenda ya el desmantelamiento de todo el sistema represivo que aún subsiste. 

Atada a esta primera campaña, salió la segunda revelando cómo la pandemia puso en evidencia el racismo estructural en Argentina. Algo que permanece silenciado, al mejor estilo “secretos de familia” y que es una forma de violencia que se conjuga de forma directa con las grandes desigualdades sociales y económicas. Quedate en casa nos demostró que no se habita un hogar en iguales condiciones ya que la falta de agua en las villas y en comunidades indígenas fue noticia, y sólo por ello, se atendió otra vez de manera desigual esos derechos básicos. La vuelta a clase propuesta por el gobierno, para aquellxs pibes que carecen de conexión a internet o no cuentan con tecnología apta para seguir su formación de manera virtual, mostró también las “soluciones” pedagógicas que condenan a estxs pibes a estar más cerca del contagio de Covid-19 que de una computadora y acceso a wifi. El racismo no brota de la pandemia, es una construcción social e histórica que se perpetúa por la indiferencia y ausencia del Estado, pero también por la negación de nuestras propias prácticas racistas.

La última campaña pone una mirada urgente a la violencia heteropatriarcal que no está en cuarentena. Sin duda, el aislamiento y el encierro doméstico mostraron que para las mujeres, lesbianas, travestis, trans, intersex, bisexuales y no binaries “quédate en casa” puede ser peligroso.

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Eje 2 Racismos

Eje 3 Violencias de Género