Sí po, apruebo

A un año de las movilizaciones sociales más masivas de su historia, las calles de Chile se volvieron a colmar de manifestantes para celebrar la victoria de la opción Apruebo en el Plebiscito Constitucional. De esta forma, se inicia un proceso histórico para reemplazar la Constitución de la dictadura militar por una escrita por la ciudadanía. Será, además, la primera en el mundo redactada por un órgano paritario.

Con un abrumador resultado de 77% a favor de la opción Apruebo y un 79% a favor de la opción Convención Constitucional, este 25 de octubre los chilenos y chilenas decidieron en las urnas que desean escribir una nueva Constitución. De esta forma, se inicia en el país un proceso político y social histórico, con el objeto de reemplazar por primera vez la Constitución escrita en 1980 durante la dictadura militar de Augusto Pinochet Ugarte. Será la misma ciudadanía la que asuma la tarea de redactar el documento mediante un órgano paritario y elegido por votación popular.

A pesar de que los carabineros intentaron detener el acceso con su habitual gas lacrimógeno, miles de personas empezaron a llegar a la ex Plaza Italia —rebautizada desde el inicio del movimiento como Plaza Dignidad— desde las 18 hrs de ayer. El festejo empezó temprano en el epicentro de las protestas: los primeros números del conteo ya sugerían la victoria de la opción Apruebo, y las congregaciones alcanzaron niveles masivos en varios puntos del país a medida que avanzaba la tarde. Las marchas, que nunca se detuvieron durante el año, ya habían vuelto a alcanzar números altos el 18 de octubre pasado, día aniversario del estallido social, cuando la ciudadanía salió nuevamente en masa a rememorar a los cientos de adolescentes que saltaron los torniquetes del metro y se convirtieron en el antecedente de las revueltas del año pasado. Ayer, la ciudadanía se congregó nuevamente en un festejo familiar para celebrar el resultado del plebiscito, con fuegos artificiales, con la iconografía lúdica y con la capacidad de auto convocatoria que ha caracterizado el movimiento. Algunas imágenes de los proyectos artísticos nacidos durante el estallido social dieron vuelta al mundo, como las de Galería Cima, una cámara en altura que transmite las 24 hrs del día la actividad de la Plaza Dignidad, y las de Delight Lab, un proyecto lumínico que durante todo el año ha proyectado mensajes en un edificio icónico junto a la plaza: ayer lo iluminó con la palabra Renace.

La decisión de convocar a un plebiscito fue determinada en noviembre del año pasado, a un mes del llamado estallido social, cuando miles de personas coparon las calles del país en un explosivo movimiento de masas que evidenció las limitaciones del modelo económico chileno. Un modelo que, hasta entonces, fue considerado ejemplo de estabilidad y crecimiento en la región, y que sin embargo se construyó sobre los cimientos de una concentración extrema y descontrolada de la riqueza. Justamente, de las 346 comunas que componen el territorio chileno, solo 5 rechazaron en las urnas la moción de terminar con la herencia de la dictadura que blinda este modelo. 3 de ellas, son el lugar de residencia de la elite económica en Santiago. 

La fecha decidida para el referéndum había sido convocada para el 26 de abril de este año, sin embargo, la pandemia por el coronavirus que llegó a Chile este verano empujó su postergación hasta el 25 de octubre. Como parte del protocolo sanitario ante el Covid 19, cada votante debió llevar su propio lápiz de tinta azul, un objeto que se convirtió rápidamente en símbolo lúdico del plebiscito. Además, se sanitizaron los locales de votación, se redoblaron los establecimientos y se estableció un horario especial para los y las más viejes. A pesar de los desafíos de iniciar un proceso electoral durante una pandemia global, la participación en las urnas fue la más alta registrada desde el año 2012, en un país donde la desconfianza por la vía institucional había hecho desplomar la participación cívica durante los últimos años. Por segunda vez en su historia, los chilenos y chilenas residentes en el extranjero también pudieron sufragar. En Argentina, la comunidad optó por el Apruebo con un 86%.

En las papeleta de votación, los chilenos y chilenas debieron responder a dos preguntas: “¿Quiere usted una nueva Constitución?”, cuyas respuestas posibles fueron Apruebo o Rechazo, y “¿Qué tipo de órgano debería redactar la Nueva Constitución?”, donde tuvieron que decidir entre la opción Convención Constitucional (un órgano conformado 100% por miembros electos por la ciudadanía), y la de Convención Mixta (un órgano formado por 50% de miembros electos y 50% de parlamentarios en ejercicio). 

Con la opción Apruebo y Convención Constitucional como vencedoras en este plebiscito, el paso siguiente para la ciudadanía chilena será la conformación del órgano encargado de la redacción del documento, cuyos miembros se decidirán por votación popular el 11 de abril del 2021, en una elección de voto obligatorio. La Convención Constitucional se conformará por 155 personas elegidas a través de un sistema de listas similar al de las elecciones parlamentarias. Una de las características que aparece como inédita es que el órgano deberá ser paritario y con ello único en el mundo. 

El plebiscito en Chile se concreta exactamente a un año del levantamiento social masivo, que estuvo marcado por las violencia de Estado, por el desinterés en la política tradicional y sus partidos, y por la transversalidad del malestar social. A pesar de la victoria en las urnas, el movimiento parece seguir desarrollándose sin perspectiva de disminuir movilizaciones, a la espera de reparación para las víctimas. El saldo de los excesos policiales durante la revuelta incluye más de 5000 denuncias por violaciones a derechos humanos, 460 personas con ojos mutilados por balas de la policía —al menos dos de ellas, totalmente ciegas—, 31 muertos, casi 4000 heridos y visitas de organismos internacionales como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y ONU. La decisión por una nueva Constitución llega además en la mitad del período presidencial de Sebastián Piñera, que termina este año debilitado, con un 16% de aprobación según la encuesta local CADEM y con tres de sus ministros sometidos a acusaciones constitucionales por su manejo del conflicto. 

Aunque el primer gobierno democrático post dictadura llegó a Chile en 1990, el modelo económico neoliberal heredado de ese proceso se profundizó durante las siguientes tres décadas, a pesar de la gestión de gobiernos, en su mayoría, de izquierda. La Constitución que blinda el modelo económico ha sido históricamente percibida por la ciudadanía como un símbolo de su malestar. 

En un plazo de nueve meses, la Convención electa el próximo abril deberá presentar una propuesta para una nueva Constitución chilena, determinando los contenidos del documento con al menos dos tercios de consenso entre sus integrantes. La carta se ratificará en un plebiscito de salida en 2022.