Hace más de veinte años que Sonia Vaccaro viene trabajando con víctimas de violencias machistas. La publicación del libro El pretendido S.A.P: un instrumento que perpetúa el maltrato y la violencia, junto a la médica española Consuelo Barea, en 2009, ha sido muy significativo en carrera: a partir de ese trabajo comenzó a reflexionar sobre el concepto que luego acuñó “violencia vicaria”.
El caso del padre que mató a sus dos hijos de tres y once años en, San Bernardo, Chile, después de una denuncia de su madre por violencia y por verse constantemente obligada a tener relaciones sexuales con él, así como la desaparición de “Anna y Olivia”, en Tenerife, España, donde la mayor de ellas, de seis años, fue hallada atada a un ancla de una embarcación, han puesto en discusión este tipo de violencia y los mecanismos con que opera.
—¿Qué es exactamente la violencia vicaria?
—La “violencia vicaria” está definida, como término que acuñé en 2012, cuando comencé a ver precisamente una violencia que estaba dirigida contra las mujeres a través de los hijos e hijas. La razón es que esas mujeres quizás se separaban de un hombre violento que, a su vez, estaba condenado por violencia y ella tenía orden de protección y de alejamiento, pero la justicia le permitía que continuase viendo a los hijos, incluso, a veces le daba la custodia compartida. Entonces, aprovechando esa ventaja, digamos que tenía, estos individuos utilizaban a esos hijos e hijas para seguir maltratándola. Esas eran consultas muy frecuentes que llegaba a ver en los servicios en los que trabaja. Lo que pasa es que los casos más resonantes llegaban al asesinato de estos hijos. No le llamo “filicidio” porque, luego de nueve años he desarrollado este otro concepto, y me he dado cuenta que para estos individuos no son sus hijos son objetos que utilizan para seguir maltratando. De hecho, la misma amenaza que ellos dicen, es que te quitaré a los hijos, te daré donde más te duele, entonces, está implícita la condición de objeto. No amenazas con eso si no es un objeto porque si es un sujeto y alguien a quien quieres no se te puede ocurrir con amenazarlo con hacerle algo malo a ellos.
—Cuéntame sobre cómo fue la experiencia de ir identificando estas situaciones…
—Mira, el primer acercamiento fue a través del S.A.P, el Síndrome de Alienación Parental, que es un concepto con el que trabajé por muchos años. [Este falso síndrome, convertido en artilugio judicial patriarcal, afirma que lxs hijxs han sufrido un “lavado de cerebro” por parte de uno de los cónyuges -generalmente la madre- para que lxs hijxs odien al otro-generalmente el padre-. Quienes defienden el S.A.P consideran falso el testimonio de las madres e hijos, sin dar lugar a que pudieran existir causas válidas que justifiquen el rechazo hacia el padre, explica Sonia en su página web personal]. En el libro llegué a la violencia vicaria a través del falso S.A.P y, puntualmente, a través del asesinato de un niño en Italia, que lo conozco cuando se presenta el libro. Fue ahí cuando la madre me cuenta cómo había sucedido. Ella había sido acusada de S.A.P y este niño que no quería ver a su padre, pero lo habían obligado a verlo y es asesinado por este individuo. Incluso, tenían en Italia un sitio protegido que se llama “punto de encuentro” aquí en España, un sitio donde se hacen visitas custodiadas con hombres maltratadores.
—¿Cómo funcionan esos espacios?
—Es un punto de encuentro para que la mujer no se encuentre con el maltratador. Ella lo lleva a este sitio y, luego de cinco a diez minutos, el individuo va a buscarle o verle. Algunos tienen visitas tutelados y los ven solo en ese lugar. Este niño fue asesinado en uno de estos. A mí me impactó este caso y la verdad es que estuve en contacto muy cercano con esta mujer. Me contó que él siempre la amenazaba con lo mismo, con que le iba a quitar lo que más quería cuando ella comenzó a plantear el divorcio.
—En las denuncias de violencia intrafamiliar, los agresores quedan con órdenes de alejamiento, pero estas no se fiscalizan como corresponden, y cuando hay hijos en común se siguen viendo y es una revictimización constante encontrarse con ellos. ¿Qué pasa cuando el sistema de justicia no da esta garantía de protección?
—El tema es que lamentablemente la violencia vicaria es una violencia desplazada, donde el fin último es la mujer, aunque se ejerza sobre los hijos. La expresión extrema es su asesinato. Yo digo, siempre amenazan, lo dicen y lamentablemente, lo cumplen. Sin llegar a ese extremo, estos individuos son aquellos que amenazan con quitarle a los hijos. Eso ya me está diciendo que para ese individuo esos hijos son objetos porque si amenazas con otra cosa con que te quita el coche, con que te quedarás en la calle, pero no con los hijos. Lo que empecé a observar es que esto dejaba a las mujeres totalmente desprotegidas porque no podían denunciar esa violencia, porque para la justicia y la ley ellas estaban protegidas, tenían órdenes de alejamiento, medidas de protección, prohibición de acercarse. Es decir, la justicia había disociado el rol de marido violento con el de padre y, por eso, es que este individuo podía utilizar a los hijos.
—¿Cuándo se acentúa este tipo de violencia?
—Bueno, cuando la mujer plantea la separación, cuando se produce el divorcio y, especialmente, cuando la mujer forma una nueva pareja.
—Y, ¿ante las denuncias por violencia ejercidas hacia ella?
—Un hombre violento lo que no quiere es seguir perdiendo el control de quien tenía en sus manos, que era la mujer, y, por tanto, no acepta que nadie le ponga un freno ni siquiera la justicia por la denuncia que ella haga. Claro que va a utilizar a los hijos precisamente porque la justicia ahí no le pone freno y como lo disocia en el rol de padre y hombre violento, sabe que la mujer aguantó muchos años la violencia por los hijos. Entonces, él sabe que es un punto débil para ella, por eso, la amenaza con que le va a quitar los niños. Es algo que escuchamos siempre. La mujer queda desprotegida judicialmente porque no puede denunciar y lo siguen ejercido a través de los niños, les rompe los juguetes delante de ellos, no les cuida, le ha hecho saber que no les dio la medicación que tenían que tomar, le cuentan que habla mal de la mujer delante de ellos, les amenaza con que ella dice que lo va a poner en la cárcel, son miles de cosas que estos sujetos hacen aprovechando ese contacto con los hijos. Es importante puntualizar que ser madre es un aspecto de vulnerabilidad para una mujer maltratada.
—¿Cuáles son los avances que se requieren en el sistema judicial que considere este tipo de violencias al aplicarlo en todo el proceso?
—El avance urgente es que no se disocie la violencia porque creo que no existe otro delito donde eso se disocia de la misma manera. Tenemos un hombre violento y si el antecedente no se considera, él puede quedar a cargo del cuidado de criaturas.
—¿Debería quedar establecido que un hombre que ejerce violencia no puede estar al cuidado de lxs hijxs?
—A ver, entendiendo primero que esta es una violencia invisible y que las estadísticas aquí en España dicen que solo denuncia un 20% de víctimas de violencia, porque el 80% restante cree salir de la violencia con el divorcio. Lamentablemente cuando tiene hijos en común menores de edad ahí comienza esta nueva forma de violencia, que la obliga a seguir en contacto con este maltratador, incluso, hasta tener que acordar a que escuela va esta criatura o qué tratamiento se le puede hacer porque la patria potestad se lo permite. Entonces, ahí tenemos un punto a destacar. Yo creería que un maltratador nunca podría ser un buen padre. Sabemos que los convenios internacionales dicen que las cifras de hijos de estas mujeres maltratadas son a su vez víctimas de violencia. No importa si impacta directamente sobre ellos porque se considera que vivir en un ambiente donde la madre que es el sostén y la protección de hijos e hijas de menores de edad precisamente están siendo maltratadas.
—¿Qué provoca a los niñxs este tipo de violencia?
—Va a depender de la edad de la criatura y durante cuánto tiempo quedó expuesta a una situación de este tipo, pero las consecuencias son lamentablemente de largo alcance y a lo largo de muchos años. Va a haber trastorno del apego, con todo lo que eso implica, trastorno a las relaciones afectivas y emocionales, incluso, somáticos importantes, de la alimentación graves, ansiosos, por estrés postraumáticos. No hay solo una forma de responder a esto, también respondemos con nuestro aparato físico y psíquico con lo cual depende de muchos factores. Es indudable que las criaturas tienen el derecho a vivir una vida libre de violencias.