“Ya no nos callamos más” fue lo primero que cantaron las pibas que colmaron la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 25 después de escuchar la condena a 22 años de cárcel contra Cristian Aldana. El exlíder de El Otro Yo, que llegó preso al juicio, no estuvo cuando se conoció la decisión del Tribunal. Pidió no estar presente. Detrás de quienes lo representaron, las pibas ocuparon el lugar donde habitualmente se ubican las personas que acompañan a lxs acusadxs. Nadie, más allá de sus representantes legales, quiso acompañar en este momento a Aldana.
Si bien los delitos por los que se lo juzgó son abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal en concurso ideal y corrupción de menores en siete oportunidades, la condena a 22 años es por corrupción de menores por cuatro de esos casos.
De acuerdo con el artículo 125 primer párrafo del Código Penal, corrupción de menores, tiene de tres a diez años de pena. El Tribunal, según artículo 55, realiza una suma aritmética de las penas de los 4 casos.
¿Por qué sólo se lo condena por 4 casos? Gustavo Goerner y Rodolfo Bustos Lambert consideraron que dos de los siete casos estaban prescriptos, mientras que el tercero restante había sido desestimado por el fiscal.
La jueza Ana Dieta de Herrero votó en disidencia con la condena de 22 años y consideró que la pena podía ser de 35 años.
Los argumentos del TOC 25 se conocerán el próximo 6 de septiembre. El fiscal Guillermo Pérez de la Fuente ya adelantó que irá a Casación a pedir que revisen la pena y lo condenen por la figura de abuso sexual. Se estima que Aldana también apelará porque toda su estrategia de defensa estuvo centrada en dejar constancia de un estado de indefensión y prevaricato por parte del tribunal. Podrán hacerlo una vez que se conozcan los fundamentos.
Los argumentos del TOC 25 se conocerán el próximo 6 de septiembre. El fiscal Guillermo Pérez de la Fuente ya adelantó que irá a Casación a pedir que revisen la pena y lo condenen por la figura de abuso sexual. Se estima que Aldana también apelará porque toda su estrategia de defensa estuvo centrada en dejar constancia de un estado de indefensión y prevaricato por parte del tribunal. Podrán hacerlo una vez que se conozcan los fundamentos.
El fiscal Guillermo Pérez de la Fuente, en colaboración con la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM) y la Dirección General de Orientación, Acompañamiento y Protección a las Víctimas (DOVIC), habían pedido 35 años de prisión, mientras que las querellas habían solicitado 40 y 20 años.
Los defensores oficiales de Aldana son Fernando Robbio y Cecilia Durand. Le habían pedido al tribunal la nulidad de una de las querellas porque eran “indeterminados los hechos de acusación”, y reclamaron la absolución por otros dos casos ya que el plazo legal estaba vencido para acusarlo por esos delitos; los consideraban prescriptos. Los abogados pidieron además que, si se definía su culpabilidad, se contemplara la pena mínima posible, argumentando que el músico tiene 48 años y que cualquier otra pena sería una condena perpetua.
Las sobrevivientes tienen dos representantes, por eso hay dos querellas. Una de ellas está encabezada por Gabriela Chiki Conder. Una abogada feminista que viene acompañando desde hace mucho tiempo a mujeres, lesbianas, travestis y trans. Fue la abogada de las hermanas Ailén y Marina Jara, presas luego de defenderse de un vecino que intentó violarlas. También es la defensora de Eva Analía De Jesús, más conocida como Higui, que enfrentará un juicio por defenderse de una violación correctiva.
Sebastián Da Vita, integrante del Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delitos del Ministerio Público de la Defensa es representante de tres de las denunciantes.
Por la mañana, durante sus últimas palabras Aldana había dicho: “No soy culpable, no soy un violador, ni un abusador ni un violento”. Como en las últimas audiencias, Aldana sostuvo su cartel de “Sin defensa no hay juicio”.
Un juicio histórico
Por primera vez un músico del mundo del rock es condenado a prisión por denuncias de abuso sexual de parte de sus fans. Los maltratos, violaciones y abusos sexuales que las siete mujeres denunciaron haber vivido con el cantante de El Otro Yo datan de entre 2001 y 2008, cuando ellas tenían entre 13 y 18 años
El recorrido judicial comenzó en 2016 y Aldana fue detenido en diciembre de ese año. Un año antes, en febrero de 2015, Ariell Carolina Luján, una de las sobrevivientes, supo que El Otro Yo iba a tocar en San Martín de los Andes, donde ella estaba. Agarró una cartulina y escribió “No nos callamos más”, una consigna que se convirtió en bandera, lema y luego tituló el blog (yanonoscallamosmas.wordpress.com) que luego difundió más testimonios de sobrevivientes de acoso y abuso.
Ariell conoció al cantante cuando tenía 13 y él 34. A los 17, comenzó a convivir con Aldana y en 2009 se separó. Las primeras denuncias en su contra por las situaciones de maltrato, abuso y violaciones que había vivido con él la hizo en abril de 2011. Esas denuncias en la comisaría de Morón fueron archivadas. Su última denuncia fue en las Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia (ATAJO) en abril del 2016, a la que se sumaron seis denuncias penales en la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM) y más de 100 testimonios del país y el exterior en las redes.
Después de más de un año de debate oral y casi 100 testigxs, el viernes 12 de julio a las 16.30 h se conoció el veredicto. El frío lenguaje judicial no puede describir la potencia de un juicio histórico que representa una época donde la palabra de las mujeres, lesbianas, travestis, no binaries, trans y bisexuales está habilitada. Resta conocer los fundamentos para poder analizar lo que deja este proceso judicial.
“Para poder atravezar un proceso de más de diez años de denuncia y visibilización, y una historia marcada por violencias patriarcales. El sostén más importante fue poder nombrar y renombrarme. Si no tenemos la opción para vislumbrar la posibilidad de ver nuestras historias de abusos y violencias, despegadxs del sufrimiento al que fuimos arrojades por el patriarcado, el proceso de romper el silencio y soportar los enormes niveles de revictimización institucional y sistemática, es imposible de sobrellevar”, escribió Ariell Carolina en un texto que tituló: “Mi identidad es lésbica, soy lesbiana no binaria. Tampoco soy ´víctima´”.