Tres claves que nos dejó la Conferencia por la Libertad de Prensa para contar la crisis climática

Invitadas por la Red de Periodistas Feministas de Chile, ​LATFEM dijo presente en la 31° Conferencia del Día Mundial de la Libertad de Prensa que se realizó en Santiago de Chile. Desde allí, nuestra compañera Camila Parodi comparte tres reflexiones claves para pensar la crisis climática desde las voces y los territorios que construyen alternativas cotidianas para el buen vivir.

Foto de portada: Lizbeth Hernández.

En el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra cada 3 de mayo, se realizó la 31° Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en la ciudad de Santiago de Chile. Esta vez, ante la emergencia climática que atraviesa a todo el planeta, miles de periodistas se reunieron para pensar cuál debe ser el rol del periodismo frente a la crisis y denunciar las amenazas a la libertad de expresión que sufren periodistas que cubren temas ambientales. 

Según datos de UNESCO, “alrededor de un 70% de periodistas que cubren temas ambientales fueron alguna vez amenazados, agredidos o presionados”. Además, 44 periodistas que informaban sobre medioambiente fueron asesinados desde 2009 en 15 países, principalmente de Asia y Oceanía (30) y América Latina (11). América Latina y el Caribe es una de las zonas más peligrosas para investigar sobre esta problemática. Esto se debe, en parte, a la complicidad que existe entre las empresas transnacionales y los gobiernos de la región frente al avance de proyectos extractivos.

Aunque la crisis climática sea palpable en cada rincón de nuestro planeta, la desinformación, las fake news y las narrativas apocalípticas sobre cuestiones socioambientales se reproducen a diario y colaboran a la inacción climática. Este tipo de accionar se relaciona directamente con aquellos discursos negacionistas y antiderechos que, lejos de preocuparse por el bienestar de las poblaciones, profundizan las desigualdades y violencias. 

Invitadas por la Red de Periodistas Feministas de Chile, LATFEM participó de la 31° Conferencia del Día Mundial de la Libertad de Prensa. Allí pudimos conocer y escuchar experiencias de periodismo comunitario, feminista y popular que disputan la agenda socioambiental, se enfrentan a la desinformación, resisten a la persecusión política y proponen nuevas narrativas para la defensa de la vida.

Compartimos tres reflexiones claves para pensar la crisis climática desde las voces y los territorios que construyen alternativas cotidianas para el buen vivir. Andrea Ixchiú Hernández de Guatemala, Elisa Loncón de Chile y Luz Haro Guanga de Ecuador participaron de la celebración por el Día de la Libertad de Prensa y denunciaron cómo la desinformación y el ataque contra las defensoras y periodistas socioambientales funciona como un mecanismo que profundiza la crisis climática.

Andrea Ixchiú: “Los procesos de cuidados y defensa de los territorios de los pueblos indígenas son soluciones climáticas”

Nuestras historias son tan viejas como los bosques y como ellos, son un cuerpo vivo. Nos ayudan a dar sentido a la realidad cotidiana. ¿Qué significan nuestras historias como pueblos en tiempos de colapso? Estamos en una crisis profunda, caracterizada por desafíos ambientales y sociales sin precedentes, ¿qué historias estamos contando sobre estas crisis? ¿Quién cuenta esas historias? Las narrativas hegemónicas y la lógica del clickbait siguen siendo una herramienta ideológica para el despojo de la imaginación colectiva. Las narrativas influyen en los valores que prioriza una comunidad y podemos medir sus efectos viendo los resultados sociales, políticos y ecológicos que produce cada sistema cultural. Me resulta inevitable ver, a estas alturas de la humanidad, el impacto de la cultura capitalista y colonial así como el rol preponderante que juega en el desequilibrio de la red de la vida que ha dado como resultado la crisis climática global. Lo que muchos científicos nos dicen hoy reafirma lo que nuestros ancestros han dicho hace siglos, todo lo que le hacemos a la tierra, los bosques, los océanos y otras especies, nos lo hacemos a nosotros mismos. La fiebre del calentamiento global es síntoma de una enfermedad más profunda que llegó a nuestros territorios hace 500 años y la cura debe ser de raíz.

Andrea Ixchiú es periodista comunitaria y defensora del territorio del pueblo Maya Quiché, Guatemala. Foto: Mongabay.

Los pueblos indígenas representamos menos del 6% de la población mundial, administramos el 23% de los territorios y protegemos el 80% de la biodiversidad global restante del planeta. Somos los que menos hemos contribuido a las emisiones de gases invernadero y tenemos la huella ecológica más pequeña del planeta, pero estamos viviendo los peores impactos no sólo del cambio climático sino también de las medidas de mitigación que están adoptando desde la comunidad global.

No se puede curar el mal que aqueja a nuestros territorios desde hace más de 500 años con bonos de carbono, con represas que secan los ríos, con autos eléctricos que requieren minerales. La soluciones a estas crisis deben cuestionar el modelo de crecimiento económico y la idea de acumulación de capital, y deben enfrentar los sistemas de desigualdad. Los procesos de cuidados y defensa de los territorios de los pueblos indígenas son soluciones climáticas. Somos soluciones climáticas. Es urgente narrar a quienes defienden el 80% de la biodiversidad del planeta, poner sus voces, conocimientos y prácticas al centro.

Elisa Loncon: “Esa sensibilidad y el cuidado que requiere nuestra madre tiene que ser asumido por todas las personas”

Las mujeres que fuimos parte de la Convención Constitucional de Chile, sobre todo las pertenecientes a pueblos indígenas, fuimos acusadas y señaladas de una forma muy brutal. Desde siempre, lamentablemente, las mujeres mapuche fuimos objeto de la desinformación pero, en lo que respecta al proceso constituyente, hubo todo una manipulación de prensa impulsada incluso por los partidos políticos. En ese afán de ganar un plebiscito se mal informó y se aprovechó el desconocimiento de la población para decir que la plurinacionalidad iba a dividir el país y que los indígenas teníamos acceso a una justicia de privilegio. Esa desinformación dañó profundamente el proceso democrático.

A mí me ha tocado vivir la más fuerte desinformación, mentiras cotidianas promovidas por la prensa empresarial sin pudor alguno. Me negaban mi carrera académica, acusando que no tengo formación, pero sobre todo atentando contra mi propia persona al punto de decir que no sé hablar. Eso ya es terrible porque si una de las cosas que tenemos los seres humanos es nuestra capacidad de lenguaje. Fueron muchas las calumnias en torno a mi persona por parte de los medios de información: tres años de continua desinformación, de mentiras y falsedades. Son las maneras que tienen para atacar a las mujeres lideresas.

Elisa Loncon es lideresa mapuche y ex presidenta de la Convención Constitucional de Chile. Foto: Cristian Soto Quiroz

Los problemas que a nosotras nos afectan son claramente la discriminación, el estigma y la violencia racista. Y existe, tambien, un tema de discriminación lingüística, no tenemos prensa en nuestras lenguas y buscan silenciar las voces para, obviamente, restringir las demandas de las mujeres indígenas perseguidas. Entonces, faltan los mecanismos para la defensa. Sin embargo, de todo este proceso hay muchos aprendizajes, nosotras como mujeres indígenas, nos hemos refugiado en los saberes de las ancestras. Porque no somos las primeras en ser perseguidas y estigmatizadas, venimos de generaciones silenciadas. Esto se debe al desconocimiento de quiénes somos los pueblos indígenas. Todavía, no somos reconocidos por una constitución lo que, también, afecta en el avance del movimiento indígena y de las mujeres que hemos ejercido un cargo de representación pública.

Los pueblos campesinos e indígenas tenemos saberes y conocimientos y, en la actualidad, con el desafío del cambio climático, somos guardianes de saberes que hemos cultivado de generación tras generación. Entonces, para cultivar esta información que tenemos es importante abrir las puertas de las academias e invitar a las personas que vienen de los territorios para dialogar y enriquecer. Tenemos que defender juntos y juntas la Madre Tierra porque ya no solo los campesinos y los pueblos indígenas vamos a poder defenderla. Esa sensibilidad y el cuidado que requiere nuestra madre tiene que ser asumido por todas las personas y esa práctica la vamos a aprender de las comunidades indígenas y campesinas. Es un gran desafío dialógico, de diálogo intercultural, para poder enfrentar esta gran crisis que nos afecta a todos.

Luz Haro Guanga: “Somos las mujeres rurales las que estamos alimentando al mundo”

Traigo conmigo a las millones de mujeres y niñas rurales que habitamos este mundo, sin importar la piel, el credo político o religioso, todas estamos en la misma realidad: somos mujeres campesinas, mineras, agricultoras y artesanas. A lo largo del tiempo he podido ver muchas muchas desigualdades, discriminación y desinformación que afecta la calidad y condición de vida en la ruralidad. Las mujeres y las niñas rurales, muchas veces, no tenemos la posibilidad de entender el lenguaje de la prensa nacional y ahora menos el de las redes sociales. Entonces, cuando una mujer o una lideresa comunitaria quiere defender a su territorio, por ejemplo, en contra de las petroleras o por el bienestar de su población, el discurso mediático sostiene que está causando caos en el país. La prensa comunica en contra de las compañeras y eso hace, precisamente, que se generalice la cultura del miedo para no abrir la boca, para no defender el territorio. En ese contexto, es muy difícil entender y diferenciar qué es una información honesta y bien informada.

Luz Haro Guanga es dirigenta campesina de Ecuador y Secretaria Ejecutiva de la Red de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe (REDLAC). Foto: Karen Toro

Ojalá algún día se revierta esta lógica para poder tener una comunicación como la que se está hablando aquí en torno a la libertad de expresión. Casi nunca en los medios nos permiten a las mujeres, niñas y adolescentes rurales acceder a una radio para comunicar nuestra mirada, porque no tenemos los equipos, la conectividad ni las herramientas para hacerlo. En Ecuador, por ejemplo, sólo el 16% de la población tiene telefonía fija entonces, cómo vamos a poder acceder nosotras para investigar o querer intentar saber qué es lo real y qué es lo ficticio. La desinformación y las compañías transnacionales rompen la armonía de nuestras comunidades, generan desconfianza y miedo. El  mundo debe reconocer a las productoras, somos las mujeres rurales las que estamos alimentando al mundo. Durante la pandemia, si no hubiera sido por nosotras, las ciudades no hubieran tenido alimentos. Es tiempo de reconocer nuestra labor y que se revierta toda esa desigualdad estructural que nos oprime hace tanto tiempo, para ello, necesitamos tener mejores oportunidades para poder ser escuchadas y que se inviertan más recursos por parte de los distintos gobiernos.