Este 8 de marzo es muy particular, después de un año tan difícil, no puedo dejar de pensar en todas las compañeras que durante la pandemia le pusieron y le siguen poniendo el cuerpo a las tareas en las ollas populares en los barrios de todo nuestro país. Son cientos de miles de mujeres que hacen un trabajo recontra valioso pero recontra invisibilizado también. Este año perdimos compañeras muy importantes que dejaron la vida ayudando a otros y a otras, así que este 8 de marzo las tengo muy presentes a todas ellas.
También quiero contar que desde la economía popular no solo paramos las ollas, hubo cooperativas confeccionando barbijos y camisolines, hubo equipos de promotoras informando sobre los cuidados necesarios, repartiendo alimentos y equipos de limpieza. Ahora venimos trabajando en la difusión de la vacuna y ayudando a que todos y todas puedan registrarse. Ver el trabajo de la economía popular a mí me llena de orgullo.
Aunque este año 2021 lo empezamos con la conquista del aborto, todavía queda mucho por hacer. Recién hablábamos de las compañeras que hacen trabajo en los barrios, todavía hay una deuda enorme con quienes realizan y realizamos tareas así. Las tareas de cuidado son un trabajo que no está reconocido. Yo creo que una de las agendas que tenemos que tomar desde el feminismo es justamente esa, la de poner en valor las tareas de cuidado desde un reconocimiento material por ejemplo.
También está el tema de las violencias, en lo que va del año hubo más de 50 femicidios. Quienes acompañamos a mujeres en situaciones de violencia sabemos lo frustrante que es. Incluso haciendo la denuncia, incluso poniéndole la mejor voluntad, salir de esa situación es muy difícil, sobre todo si sos pobre. No tener autonomía económica o un lugar donde vivir hace que todo cueste el triple. Por eso creo que es clave cuando hablamos de violencia también hablar de desigualdad, de acceso al trabajo y a la vivienda propia. Forman parte de un todo. Y cuando hablamos de desigualdad si o si tenemos que hablar de la riqueza, de cómo se reparte la torta. Me parece que es clave desde el feminismo que discutamos la redistribución de la riqueza, porque el pedacito de la torta que nos toca es cada vez más chiquito y no nos vamos a quedar de brazos cruzados.
Ahora tenemos Ministerio. El ministerio es una conquista muy importante, es algo por lo que luchamos mucho y en ese sentido lo celebro. Creo que falta, falta bastante. Por ejemplo, no hay relación con las organizaciones sociales, nosotras hace mucho que venimos acompañando situaciones de violencia y tenemos un rol fundamental en los territorios que tiene que ver con todo lo que te decía antes. Las organizaciones brindamos trabajo, espacios de organización y escucha, somos la primera malla de contención de las mujeres en esta situación y por todo esto creo que deberíamos tener una voz en plantear las posibles salidas y soluciones. Sé que somos parte de la solución y sé que tenemos mucho para aportar. Creo que falta diálogo y falta también que se reconozca el lugar que ocupamos y que se implemente alguna política para potenciar ese trabajo. Hoy falta mucho.
Las demandas del feminismo representan también las demandas de los feminismos populares. Nosotras vivimos en un país muy desigual. Más de la mitad de la población es pobre, si eso no te mueve… no sé… el feminismo tiene que estar preocupado por esa situación, sobre todo porque sabemos que las mujeres somos las pobres entre las pobres. Somos las que peor ganamos, las que menos accedemos trabajos formales y además somos las que más nos hacemos cargo de nuestras familias, hay muchas mujeres jefas de hogar.
Yo vengo de la economía popular, que tiene una agenda y cuando conocí el feminismo sentí que entendía muchas cosas que antes no entendía o que no les había podido poner nombre. Para mí la agenda del feminismo y la agenda de la economía popular tienen que ir de la mano. Nosotros tenemos un programa, que es el Plan de Desarrollo Humano Integral que tiene que ver centralmente con crear cuatro millones de puestos de trabajo y generar lotes con servicios, además de urbanizar los barrios populares. El Plan de Desarrollo Humano Integral es un plan de Tierra, Techo y Trabajo, es un plan para transformar la Argentina, para terminar con su estructura tan injusta y desigual. Yo creo que si se implementa va a tener un impacto muy positivo en las mujeres por eso creo que el feminismo tiene que tomar esta agenda. Porque sin Tierra Techo y Trabajo no hay justicia social, y sin justicia social no hay Ni Una Menos.
Necesitamos también una justicia feminista. En los barrios la Justicia sólo parece darnos la espalda y así como está planteada está muy lejos de ofrecerle una solución a la mujer que se acerca pidiendo ayuda. Las que acompañamos a otras mujeres que están viviendo situaciones de violencias, sabemos que la Justicia no es accesible. Yo creo que lo central para nosotras está ahí, en volverla más accesible. Ya el lenguaje en el que está planteada es imposible, si o si necesitas un abogado para que pueda “traducir” lo que dicen los juzgados y para conseguir patrocinio gratuito te piden una lista de papeles que ninguna persona en esa situación puede conseguir. Me parece perfecto plantear una reforma judicial y todo lo que haga falta para que las mujeres podamos vivir de una vez por todas una vida libre de violencias, sabemos que no es magia y que lleva tiempo pero todo esto son avances.