En los cuellos, cubriendo las tetas, en las cabezas, tapando las caras, en las muñecas, colgando de las bicicletas, en las mochilas y carteras: el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito se multiplicó entre las miles de manifestantes que exigieron aborto legal en Argentina en una marea verde. Hace doce años que ese pedacito de tela sintentiza un enorme símbolo de lucha, la tenacidad de los feminismos y la gran deuda de la democracia: el derecho a las niñas, adolescentes, mujeres y cuerpos gestantes a la soberanía sobre sus propios cuerpos.
La fecha de la movilización no fue aleatoria, tiene una historia y genealogía. Forma parte del calendario de los feminismos desde 1990 cuando en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), en la ciudad argentina de San Bernardo, se declaró el 28 de septiembre como el “Día de la Lucha por la Despenalización y Legalización del Aborto en América Latina”. Es una fecha de “profundas raíces en el reclamo de libertad de nuestros cuerpos territorios”, ya que fue adoptada en conmemoración del 28 de septiembre de 1871, día en que se promulgó en Brasil la “Ley de Libertad de Vientres” por la que se otorgó la libertad a hijos e hijas de mujeres esclavas.
Este año la jornada de lucha tuvo la potencia de una acción internacional bautizada como un #GritoGlobal por el #AbortoLegal. Y desbordó las calles de una manera inigualable a otros años con la determinación que viene teniendo el movimiento de mujeres en Argentina luego del 2015 y la emergencia de Ni Una Menos como grito colectivo y masivo. En Argentina hubo marchas en todo el país. Pero también se hicieron distintas intervenciones en todos los continentes: entre más de 21 países.
Después de una radio abierta que comenzó frente al Cabildo a cargo de Radio Presente, Radio Sur, La Tribu y la Red Nosotras en el Mundo, la marea verde se movió por el sentido inverso en el que tradicionalmente se hacen las manifestaciones en el centro porteño: fue desde Plaza de Mayo al Congreso de la Nación como una flecha directa que señala a quienes tienen la responsabilidad de legislar para que las niñas, adolescentes, mujeres y todos los cuerpos gestantes dejen de ser empujadxs a maternidades forzadas. “Alerta, alerta alerta, que caminan, mujeres feministas, por América Latina. Se cuidan, se cuidan, se cuidan los machistas, América Latina va a ser toda feminista”, gritó la marea con la fuerza de aquello que se desea. Y no fue solo un cántico, por Avenida de Mayo caminaron también mujeres de El Salvador y Nicaragua.
En ese recorrido caminaron, pedalearon, saltaron, cargaron banderas, gritaron en los megáfonos, prendieron antorchas verdes y violetas que cruzaron el cielo porteño, se frenaron para abrazarse y también corrieron en la tradicional estampida que empieza con una rodilla en el asfalto y termina en un pique corto. Un grupo cargó en una tela una bola- planeta enorme abrazada por un pañuelo verde. Lo agitaron durante todo el recorrido. La cabecera de la marcha se plantaba con su bandera: “Ni una sola mujer muerta por aborto clandestino”. La sostenían Nina Brugo, Martha Rosemberg y Elsa Schvartzman, entre otras tantas. La periodista feminista Liliana Daunes fue la encargada de ponerle voz al documento que se leyó en el escenario montado frente al Congreso. La lectura terminó en festival musical.
Aborto legal es vida
La Campaña exige al Congreso que debata y sancione el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) que hace más de una década que viene siendo postergado. Se presentó seis veces y perdió estado parlamentario en cinco oportunidades. No se trata de moral, ni ética, ni religión: se trata de una demanda por la salud pública y derechos humanos. “El derecho a tomar estas decisiones sin discriminaciones, coacciones ni violencias reconociendo la capacidad de las mujeres de decidir si desean o no ser madres”, dice el documento que leyó Daunes.
“Aborto legal es vida” fue una de las consignas de la marcha. Es mucho más que una frase. Es que en el letargo institucional y político se va la vida de las mujeres: durante los últimos 30 años, las complicaciones derivadas de abortos practicados en condiciones de riesgo han sido la primera causa de mortalidad materna. En 2015, según cifras oficiales, en nuestro país murieron 55 mujeres por abortar, 12 más que en 2014. Sin embargo, estimaciones de las organizaciones plantean que son un centenar las que fallecen por no tener acceso a una práctica segura dentro del sistema de salud.
Los números obtenidos en 2006 por el Ministerio de Salud indicaban que en el país se practican entre 370.000 y 522.000 abortos clandestinos al año. En los hospitales públicos de todo el país se registran 53.000 internaciones por abortos al año. Del total, alrededor del 15% corresponden a adolescentes y niñas menores de 20 años, y alrededor del 50% a mujeres de entre 20 y 29 años.
Detrás de los números, que pueden ser fríos, hay historias como la de Ana María Acevedo. Ella tenía 19 años cuando murió en la ciudad de Santa Fe después de que le negaran el derecho a la interrupción del embarazo en un hospital público. Tenía cáncer y la legislación vigente en Argentina le permitía interrumpir su embarazo pero, sin embargo, se lo negaron. Ana María había parido por primera vez a los 16 años. Tuvo tres hijos. Murió en 2007.
En América Latina y el Caribe hay distintos estatus de legalidad para el aborto. Cuatro países de la región (Cuba, Puerto Rico, Uruguay y Guyana) y un distrito (Ciudad de México) permiten el aborto bajo criterios amplios. Es decir, sin restricción en cuanto a razón o por razones socioeconómicas. En estos países viven sólo el 3% de las mujeres de 15–44 años de la región. El 97% restante de las personas en edad reproductiva en la región viven en países en donde la ley de aborto es altamente restrictiva. En Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela hay restricción bajo el modelo de causales. En El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua o República Dominicana la restricción es total: abortar está plenamente prohibido. La Organización Mundial de la Salud plantea que cuanto más restrictiva es la legislación sobre el aborto, mayor es la probabilidad de que éste no sea seguro y cause la muerte.
El documento de la Campaña tuvo un saludo especial para las mujeres y feministas en Chile donde se “logró que se avanzara de la total prohibición a la despenalización por causales, demostrando que con la movilización y el reclamo en las calles es posible guiar a los Estados hacia la conquista del reconocimiento de nuestros derechos”.
Además de la demanda directa al Congreso. Otro de los ejes de reclamo de la marea feminista verde fue la exigencia del cumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral. También se puso en foco la necesidad de cumplir con el fallo de la Corte Suprema de la Nación conocido como FAL. En esa resolución el máximo tribunal exhortó al Estado nacional, a las provincias y a la Ciudad de Buenos Aires a implementar y hacer que se cumplan protocolos hospitalarios para quitar los obstáculos que limitan o impiden que las niñas, adolescentes, mujeres y personas trans accedan a los servicios médicos. A más de cinco años de ese fallo, sólo 8 de las 25 jurisdicciones poseen protocolos de atención de los abortos no punibles que se corresponden, en buena medida, con los lineamientos fijados por el tribunal.
Juntas abortamos
En la antesala de la marcha la acción en redes #JuntasAbortamos impulsada por LATFEM y Red de Mujeres puso en evidencia que la vigilancia, el control y la falta de una legislación que garantice el derecho al aborto legal no impide la práctica. Los abortos son realidades cotidianas de las mujeres, lesbianas y trans. Y hacemos frente a esa realidad respondiendo con acompañamiento, red y solidaridad entre nosotras.
Esto lo saben bien las Socorristas en Red y las redes de Profesionales de la Salud, de Docentes y de Abogadas que acompañan abortos desde cada una de sus especificidades. En el documento de la Campaña tuvieron un capítulo destacado “las feministas que ponen diariamente el cuerpo, la cabeza y el corazón en dar información y acompañar a las mujeres que deciden abortar, reduciendo los riesgos del aborto clandestino”. También hubo red cuando la criminalización derivó en mujeres presas como lo fue el caso de Belén en Tucumán, quien estuvo más de dos años detenida por un aborto espontáneo. O cuando la negación de derechos empuja una demanda de reparación, como el caso de la niña wichi de Salta, violentada sexualmente y a quien negaron el aborto.
#NiMuertasNiPresas, ¡vivas y libres nos queremos! 28 y 29 de septiembre de 2017 #UnGritoGlobal por el #AbortoLegal
“Despenalizar y legalizar el aborto es admitir que no hay una única manera válida de enfrentar el dilema que supone un embarazo no deseado. Es reconocer la dignidad, la autoridad, la capacidad y el derecho de las mujeres para resolverlos y dirigir sus vidas. Es aceptar que decidir sobre el propio cuerpo es un derecho personalísimo, el primer territorio de ciudadanía de todo ser humano”, dice el documento de la Campaña. La marea verde fue la reafirmación de que cada vez somos más las que estamos en pie de lucha y seguiremos caminando.