Como si algún horror le faltara a la historia de Marita Verón, se suma ahora la sospecha fuerte de que su cuerpo también fue traficado, llevado de manera clandestina de una provincia a otra, como hicieron con ella cuando estaba viva, para prostituirla y para esconderla de quienes la buscaban.
La denuncia de que existe una carpeta con fotos del cadáver de la joven en un sanatorio de Tucumán, y el uso de esas imágenes como elemento de extorsión en una interna sindical feroz, con olor a mafia y a connivencia con sectores poderosos revela la profundidad del pacto de silencio, que ya dura dos décadas.
“Viva o muerta, quiero saber qué fue de ella”, dijo siempre Susana Trimarco, que busca a su hija por cielo y tierra desde el 3 de abril de 2002, cuando la vieron, caminando por la principal avenida de la capital de Tucumán, antes de que la subieran por la fuerza a un auto rojo, a metros del Instituto de Maternidad, a donde había ido a hacerse un control. La posibilidad de que hubiera fallecido como producto de las condiciones en las que la tenían sus secuestradores o de que directamente la hubieran matado era un escenario que su madre nunca abrazaba por completo. Cada 14 de diciembre, los medios de Tucumán recibían un recordatorio del cumpleaños de Marita, que Susana pedía que se publicara. “En una de esas, ella lo vea”, explicaba.
El miércoles 9 de agosto, por primera vez en 21 años, dijo públicamente que tiene la certeza de que Marita está muerta. Con José D’Antona, el abogado que llevó adelante la causa penal contra los secuestradores en el juicio que se realizó en 2012, a su derecha; y Carlos Garmendia, a cargo de la causa civil, a su izquierda, confirmó ante los periodistas la información que ya circulaba desde hacía 24 horas por todo el país: que desde hace más de un mes, la Justicia Federal investiga la existencia de una carpeta con fotos del cuerpo de Marita, que tiene o tuvo guardada una persona vinculada con el sindicato de Luz y Fuerza.
La amenaza del carpetazo -“a mí no me joden porque miren que tengo carpeta con las fotos de Marita”- fue hecha en voz alta, durante una asamblea de trabajadores de la electricidad, en medio de una pelea por la conducción.
Una persona que escuchó el apriete (y que “no pudo soportar seguir guardando esa información”, según Trimarco) se acercó llegó a las oficinas de la Fundación María de los Ángeles, que recibe cientos de denuncias de trata de personas y muchísimas pistas -de las buenas y de las que buscan despistar-. Los datos y la historia fueron lo suficientemente creíbles como para que el equipo de abogados la llevara a la Justicia Federal, “el lugar a donde llevamos cualquier información que nos permita encontrar a Marita, que sabemos y así figura en la condena, fue víctima de trata de personas, un delito federal”, explicó Garmendia. “Formalizamos la denuncia ante la Protex, y se inició una investigación preliminar”. La denuncia se tramita ante la Procuraduría contra la Trata de Personas, a cargo de Marcelo Colombo, y el caso recayó en José Agustín Chit, a cargo de la Fiscalía Federal N°3.
De las imágenes se sabe poco, tampoco se puede asegurar en qué fecha fueron tomadas, y es posible que a esta altura ya no existan más. Pero hay testigos que dicen haberlas visto, y al menos diez personas que confirmaron que tienen conocimiento de su existencia y que declararon ante la Justicia. Se hicieron allanamientos en Buenos Aires y en Tucumán, y el fiscal federal Chit está evaluando información.
El sanatorio es Luz Médica, que empezó como un centro médico del sindicato de Luz y Fuerza pero que terminó siendo propiedad del máximo dirigente gremial lucifuercista, Julio Luna, amigo y compañero como dirigente deportivo de Rubén y Ángel Ale. En el expediente judicial también está mencionado que el cuerpo de Marita estuvo en el gremio Luz y Fuerza antes de pasar a Luz Médica.
La sospecha, porque aún la información es muy vaga, es que Ale o alguien enviado por él haya pedido “un favor” a Luna para que guarden el cuerpo de Marita, trasladado desde La Rioja, para que no aparezca donde la estaban buscando. “Estas mafias organizadas… están ensambladas, son parte de una misma cosa”, enfatizó Susana Trimarco.
Estaba conmocionada por algunas de las revelaciones que pudo leer en el expediente. “Hay personas conocidas entre los posibles imputados. Y a mí me afectó muchísimo conocer esto, porque son conocidas mías. La próxima vez que nos reunamos le voy a contar. No hay que confiar en nadie, uno no termina de conocer a las personas. Se meten haciéndose los amigos, aunque es gente que recibe mucho dinero de las mafias para sacar datos de lo que hacemos”, manifestó en la ronda de prensa.
“No es que hay ‘un giro en la investigación’. Las sentencias en los juicios por el secuestro de Marita y por lavado de dinero están firmes. Hay personas condenadas, que están presas y está acreditado cuándo vieron por última vez a Marita, y eso ocurrió en 2004. Cuando avance esta nueva investigación seguramente va a haber nuevos imputados, personas muy conocidas en Tucumán, por haber encubierto el paradero y el fin de Marita y haberlo ocultado a la Justicia por al menos 10 años”, dijo D’Antona cuando le dieron el micrófono.
Estaba contestando a aquellos que especularon sobre lo que pasaría si se encontrara que las fotos del cuerpo de Marita Verón fueron tomadas en el período en que la investigación anterior la ubica en alguno de los prostíbulos de La Rioja o cuando estaba en manos de Daniela Milhein. “Eso no va a pasar -completó Garmendia-. Esta nueva investigación es perfectamente compatible con las condenas que ya están firmes”.
Los Ale, junto a otras 11 personas, fueron condenados en 2017 por lavado de dinero proveniente de la trata y la explotación de mujeres, tráfico de drogas, usura, extorsión y asociación ilícita. Este es el “clan” que Trimarco señala como el puño y la voluntad detrás del secuestro de Marita. Eran poderosos enemigos. En 2002, cuando Marita fue secuestrada, el “clan Ale” tenía una flota de remises que fungían como vigilantes no oficiales en la seguridad de la provincia, habilitados por el entonces vicegobernador, Fernando Juri. Durante el estallido de diciembre de 2001, se ocuparon de “conducir” las marchas hacia los supermercados de la periferia para controlar los saqueos y daban órdenes a los gendarmes asignados al reparto de mercadería. Era la época en que Tucumán era noticia porque los niños lloraban de hambre y familias enteras se iban a vivir a los basurales para conseguir qué comer.
Desde el año 2000 hay siete mujeres de Tucumán en el registro de personas desaparecidas. Además de María de los Ángeles “Marita” Verón, faltan Daiana Garnica, desaparecida el 6 de mayo de 2017; Milagros Avellaneda, que junto a su hijo Benicio fue vista por última vez en octubre de 2016; Gabriela Moreno desaparecida en enero de 2015; Mariana González, que desapareció en marzo de 2014; Ángela Beatriz Argañaraz, vista por última vez el 31 de julio de 2006; Erika Peralta, desaparecida en 2004.
Los casos de Daiana, Milagros y Benicio, y el de Betty Argañaraz fueron llevados a juicio y hubo condenas por homicidio. Pero sus restos no aparecieron. En el caso se Daiana, nunca se investigó a fondo la hipótesis de trata.
Pamela Laime, en cambio, salió de esa lista porque apareció 14 años después, enterrada en la fosa común del Cementerio del Norte, de la capital tucumana. El cuerpo fue encontrado pocos días después de su desaparición, en octubre del año 2000, con tres hachazos en la cabeza. No llevaba identificación y, según la policía, el día que hallaron el cuerpo no había ninguna denuncia de desaparición de persona. El cuerpo quedó en la morgue judicial sin que nadie lo reclamara y finalmente fue enterrado como NN. El crimen jamás pudo investigarse porque no sólo se borraron pruebas, sino que la causa prescribió un año después. Pamela se perdió en la burocracia y la insensibilidad.
El caso de Marita Verón es emblemático entre la larga lista de mujeres desaparecidas, asesinadas o víctimas de violencia machista. La investigación puso al descubierto la corrupción estatal, política y judicial que encubren a las redes de trata, sensibilizó y alertó a la población. Según la OIT, más de 12.3 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la esclavitud. Cuatro millones son víctimas de la trata cada año en el mundo. La mayor parte de las víctimas son niñas, niños y mujeres. Entre el 10 y el 30% de mujeres víctimas de la trata son menores de edad.
Después de 21 años, dos juicios, 10 condenados por secuestro y trata de personas, de una búsqueda que permitió encontrar a decenas de chicas esclavizadas y desentrañar cómo funciona una red que se dedica a captar y prostituir mujeres, después de que Rubén Ale se muriera sin confesar qué hizo con la joven secuestrada, aún no sabemos dónde está Marita. Quizás esta nueva investigación, aunque confirme su muerte, pueda llevar un poco de paz a su familia, a su madre Susana y a su hija, Micaela.