Antes de que mataran a su amiga, Melody tenía la vida de cualquier adolescente en el conurbano bonaerense: pasaba tardes y noches con amigos y amigas, salía a bailar, estudiaba y, además, cuidaba a su hija pequeña. La madrugada del 23 de agosto de 2014 un grupo de varones la pasó a buscar en un auto con una chica que había salido a festejar sus 17 años, Melina Romero. Después de una secuencia de abuso y violencias en la que las dos jóvenes fueron víctimas, la noche terminó con Melina asesinada y Melody como testigo y sobreviviente del femicidio. Bajo amenazas, el grupo le exigió silencio, pero ella habló. Frente a la cofradía entre machos, primó la solidaridad entre mujeres. Melody contó cómo abusaron y mataron a Melina aún cuando ni la Policía ni la Justicia había encontrado el cadáver que fue hallado, después de un mes, en un cañaveral bordeado por las aguas putrefactas del arroyo Copán, en José León Suárez.
Desde ese momento, la rutina de Melody, que hoy tiene 20 años, se opacó con presencias policiales, amenazas, estudios y visitas a juzgados. No recibió ningún tipo de acompañamiento ni protección estatal y a más de dos años de los hechos, enfrenta una causa por “falso testimonio” que tramita en el Poder Judicial de San Martín. Se trata de una investigación repleta de nulidades, según su abogada defensora Mónica Hohenstein Von Lug y el equipo que profesionales que la acompaña integrado por Sabrina Cartabia, de Red de Mujeres y Gabriela Carpineti.
Esta semana la causa tenía pautada una audiencia de prueba, previa al debate oral, pero se suspendió por la acción de las abogadas. Presentaron un escrito con una serie de nulidades en las que explican, entre otras cuestiones, que en el momento en el que se le tomó declaración a la adolescente no se cumplió el debido proceso que debe darse en el caso de una víctima testigo menor de edad. Es decir, no se siguió un protocolo adecuado.
La defensa de Melody se encuentra, además, con una traba institucional: el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 5 de San Martín no le da acceso a los 20 cuerpos de la causa por el femicidio de Melina desde donde se desprende la raíz de la propia denuncia por falso testimonio.
El testimonio de Melody fue una pieza troncal para investigar el femicidio de Melina. Fue el relato que estructuró la investigación de la Justicia, que no se ocupó de buscar más pruebas. Y además, sus dichos se constataron en la realidad: al cuerpo de Melina lo encontraron de la forma en la que ella describió. Sin embargo, si esta causa por “falso testimonio” avanza puede empujarla a la cárcel. Se trata de una acusación que se agrava porque fue en el marco de una causa criminal. El expediente hoy está en el Juzgado 2 del fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de San Martín, a cargo de Ramón Alonso Bogado, quien tiene una decisión crucial para frenar la revictimización de la joven.
“Melody no miente. El Estado decidió invertir dinero, tiempo y recursos humanos para saber si mintió, pero no invierte ese dinero, ni tiempo, ni recursos para investigar todo lo que dijo de verdad. El femicidio de Melina no se investigó”, dijo Ornella Tinnirello a LatFem. Es que la vida de Melody no es solo opacidad por la acción y omisión estatal: la organización feminista, popular y territorial también apareció para paliar la arbitrariedad. Ornella es referente del Movimiento Evita de San Martín y junto con otras compañeras intentan rodear a Melody de contención.
La víctima negada por el Estado
Desde el comienzo de la investigación, el femicidio de Melina puso en escena una trama subterfugia de complicidades policiales y transas barriales que, sin dudas, pone en riesgo a Melody. En marzo de 2015 mataron a uno de sus custodios en la puerta de su casa y a los pocos días balearon el lugar donde vivía otra de las agentes dedicadas a cuidarla. En estos años recibió amenazas constantes de los familiares de los acusados del femicidio y otras personas.
“Nunca se la tuvo en cuenta como víctima y sobreviviente. Fue testigo de un asesinato de una chica de su edad en el marco de una situación muy violenta y quedó sin ningún tipo de acompañamiento”, dijo Ornella a LatFem.
Las mujeres del Evita conocieron a Melody unas semanas después del crimen, cuando acompañaron a la joven al hospital por un problema de salud. Casi en simultáneo, otra vecina de José León Suárez que participaba en una de las cooperativas de trabajo del Movimiento encontraría el cuerpo de Melina en el descampado. El caso las desborda por todos lados por la pertenencia y el trabajo territorial que tienen. Ahora a Melody la acompañan no sólo en la defensa de su causa sino que trabajan en su empoderamiento para que pueda constituirse como damnificada en la investigación del femicidio de Melina que aún no llegó a juicio y tiene a un grupo de cuatro varones señalados como responsables en libertad. “La noche del asesinato, Melody sufrió una privación agravada de la libertad”, señaló su abogada. Melody es, en todo este proceso, la víctima negada por la Justicia y el Estado.