Reviviendo un día histórico, nos vuelven al corazón miles de imágenes de compañeras. De las que organizaron y coordinaron un escenario, que llamaron una a una a las bandas que allí tocaron, que redactaron guiones, consiguieron conductoras para que participen y aguantaron el frío por más de 17 horas. El esfuerzo de las decenas que, compartiendo los saberes colectivos, participaron de paneles, charlas y talleres abarcando la multiplicidad de espacios políticos y sociales que hacen a la potencia de la Campaña.
Construimos una seguridad impecable, conteniendo las situaciones de un millón de personas y con ausencia total de policías en puntos específicos -escenario, carpas y vallas-, y apagando pequeños “incendios”. La garantizamos desde la Campaña con organizaciones de izquierda y populares, una tarea ingrata y tediosa que realizaron muchas aun soportando insultos y a veces la agresión de algunxs. Todo para que el resto estemos de fiesta. Tuvimos una guardia de más de 20 abogados populares a disposición. Rescatistas y médicxs de organizaciones populares que dedicaron su conocimiento y tiempo para esta tarea -cuando cada dos minutos había un desmayo cerca del escenario-. Garantizamos logística para que comida, bebida, baños químicos y descanso no le faltaran a las compañeras que viajaban de las provincias y claro, para las locales. Conseguimos tres pantallas y proyección satelital de la sesión histórica para que, en puntos específicos, todas podamos ver el debate. No faltaron intérpretes lengua de señas en el escenario y en la carpa de talleres para que todas podamos ser parte. Sostuvimos un equipo de ventas que no se sentó por horas para que todas pudiéramos tener el pañuelo verde de la Campaña. Un equipo de comunicación y prensa que no descansó ni cuando muchas ya festejabamos. Mística para que todas estemos pintadas de un verde brillante, porque ante todo y sobre todo, estábamos de fiesta.
Los martes verdes venían sorprendiéndonos por su nivel de convocatoria. Sabíamos que el 13J iba a ser grande, muy grande y durante semanas dejamos todo en esa organización. Pero cuando subimos al escenario para decir las primeras palabras nos quedamos mudas. Hacia donde miráramos había un mar de personas, pañuelos verdes, bufandas verdes, glitters, carteles, nos quedamos mudas: “empezá vos…”, “no, empezá vos…”. Mariposas en la panza. Dos palabras: “Será Ley”. Y esa marea de vida y lucha se deshizo en un solo grito. Así empezó la jornada en uno de los rincones de esta gigante y laberíntica vigilia, el del escenario.
Durante 17 horas ese escenario y todas las arterias que lo rodeaban latieron con una pasión que de a ratos parecía que no resistiríamos. Pasaron 17 colectivos de artistas entre bandas: Las Taradas, La Delio Valdez, Ciertas Petunias; Lu Martinez; Eruca Sativa; Malena Dalesio y las Brilli Bardó; Flopa Lestani; La Colmena; Luciana Jury y Gabo Ferro; Jimena Barón; Tonolec; Vale Cini Trio, Las Cocas, Las Chinas y grupos de baile, murga y circo (Las Cirqueras, Taua, Pueblada Danza y Escalando Sin Remedio). Aunque no pudieron quedarse a tocar también nos acompañaron La Orquesta Fernández Fierro, Soledad Villamil y Miss Bolivia, que subió a compartir algunas palabras. También nos acompañaron feministas de la comunicación y la locución: Verónica González y nuestra siempre presente Lili Daunes. Y por supuesto, también nos acompañaron referentes de la Campaña de diferentes provincias del país: Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, San Luis, entre otras. Muchas compañeras no pudieron llegar jamás hasta el escenario, por la enorme y compacta masa de verde que éramos.
También hubo lugar para otras demandas como la exigencia de justicia por el travesticidio de nuestra compañera Diana Sacayán; de absolución para Higui y Joe Lemonge y de colectivos de identidades culturales y religiosas por el derecho a decidir. Hasta se acercaron a nuestro escenario varixs diputadxs y actrices en dos ocasiones diferentes de la vigilia para compartir información. “Hoy hacemos historia”, resonaba una y otra vez, con ovaciones desde abajo del escenario, y siempre una inmediata respuesta con un canto que ensordecía: “aborto legaaal, en el hospital”. Muchxs de quienes estaban abajo ni sospechaban las semanas en que montones de compañeras dedicamos largas horas para esa fiesta verde- feminista que latió Argentina. Horas robadas a familiares y amigxs pero llevadas con alegría y convicción difíciles de transmitir. Y que no empiezan y se acaban en estas últimas semanas, o en los tres meses desde que comenzaron las audiencias, sino que son porque han sido miles las horas de militancia, organización y debates con la convicción de que el aborto debe ser ley. Y lo lograremos.
El jueves nos encontró a muchas sin una hora de descanso. A las 8 de la mañana nos juntamos y detrás de nuestra bandera avanzamos hasta la pantalla para ver las últimas intervenciones de diputadxs y la votación bien de cerca. Íbamos agotadas de una jornada en la que habíamos corrido de acá para allá sin parar. A esas horas respirábamos incertidumbre, pero en ese recorrido hacia la pantalla nos enteramos que los números daban a nuestro favor, y nos lo contamos entre nosotras, a nuestros ojos que transmitían ilusión. Saltábamos sin creerlo hasta que vimos los votos en la pantalla. Juntas, de la mano. La mirada nublada y llena de lágrimas. Escuchamos el “se vota” y nos apretamos con más fuerza. Vimos el verde, nuestro verde, escribiendo AFIRMATIVO y el grito se convirtió en abrazo y llanto colectivo. Y arrancó una cadena de afectos que no terminó y sigue hasta hoy. Si hasta le secamos las lágrimas a la otra sabiendo que no durmió en las últimas semanas para pensar la mejor forma de cuidarnos colectivamente, que se volvió loca para que todas las bandas estén arriba del escenario, que se cruzó toda la ciudad para conseguir los brishos más baratos, que consiguió los banderines que soñaba, que habló con compañeras de todo el país para organizar los talleres, que se reunió con el Gobierno de la Ciudad para que nos den la plaza, que no durmió la noche anterior para que puedan aparecer todas las fotos y vídeos en la pantalla del escenario para que se refleje que la Campaña es federal.
La marea verde inundó el Congreso en la vigilia del 13J resultado de años de lucha feminista que finalmente se visibiliza en las calles, los medios y las escuelas. Fuimos un millón circulando y resistiendo en una Plaza dividida en dos por decisión de quienes hicieron una lectura binaria: a favor - en contra.
La marea verde inundó el Congreso en la vigilia del 13J resultado de años de lucha feminista que finalmente se visibiliza en las calles, los medios y las escuelas. Fuimos un millón circulando y resistiendo en una Plaza dividida en dos por decisión de quienes hicieron una lectura binaria: a favor – en contra. Una lectura falaz y peligrosa que desconoce la realidad, que nos puso en peligro pero que, como cada obstáculo supimos derribar. Todo esto lo logramos sin “personal contratado”. Desde abajo, desde la convicción y la prepotencia de la militancia popular. La organización de un Lollapalooza feminista con miles de reuniones, mensajes, mails y llamadas con pocas horas de descanso en esos dos meses que sostuvimos con faltas injustificadas a nuestros trabajos y descuentos. Porque nada de lo que pasó el miércoles 13 y el jueves 14 de junio de 2018 podría haber sido posible sin una organización. No fueron pases de magia ni astucias mediáticas ni un desborde inusitado de la sociedad sin explicación aparente. Fue lucha y organización con una metodología específica: feminista y popular. Fue la Campaña desplegando su conocimiento- fuerza- tiempo para que suceda una ley. Con 13 años de argumentos que finalmente llegaron al Congreso.
Aún seguimos emocionadas, sin dormir, con lágrimas inundando nuestros ojos. Vivimos un hecho histórico dentro de un largo proceso de lucha feminista. Sentimos estar en un Encuentro Nacional de Mujeres, sentimos los 32 Encuentros Nacionales de Mujeres. Los mismos que vivenciaron el surgimiento de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y todos sus talleres, foros, presentaciones de Proyectos de Ley, cátedras, festivales, mesazos, pañuelazos. Todo ese recorrido estuvo en esa vigilia al mismo tiempo, palpitando una victoria y pensando cómo seguir más allá de la Ley.
En la épica recordaremos que en la madrugada del jueves los números no daban. Que “perdíamos”. Pero los que perdían eran ellos y lo sabían. Porque no fue el Congreso que no estaba dispuesto “a dar la espalda a las mujeres”. Fuimos ese millón de personas las que empujamos y arrancamos la media sanción a una institución que por años se negó a debatir nuestra ley. La conquista es nuestra. De todas y de cada una de las que estuvimos y estamos. Nosotras lo logramos. Porque la lucha, la organización y la alegría son feministas.