Varones Carnaval: esta Colombina escupió a Pierrot

Un grupo de mujeres “hartas de la impunidad con la que se mueven los varones violentos del mundo del Carnaval” armó una cuenta de Instagram que, en pocas horas, acumuló 200 testimonios que describen situaciones de acoso, abuso y maltrato cometidas por conocidas figuras del Carnaval uruguayo en los últimos años. Esto generó reacciones rápidas de autoridades y fiscales, dudosos pedidos de disculpas y cancelación de conjuntos. Tras el estallido, ¿qué quedó?

262 publicaciones después de haber abierto @varonescarnaval en Instagram, bajo una especie de efecto dominó, en Uruguay se crearon decenas de cuentas similares. La intención: advertir sobre lo que algunos varones hicieron, hacer catarsis, denunciar, exorcizar lo vivido y sobre todo que otras no pasen por lo que pasaron ellas. La masividad que tuvo esta decisión derivó en una explosión de relatos sobre diversas situaciones de violencia machista (sexual, psicológica, laboral) que señala a varones de distintos ámbitos: rock, hip hop, publicistas, periodistas, policías, docentes de facultades.

Una buena parte de los testimonios reunidos en la cuenta Varones Carnaval hablan sobre abuso sexual hacia niñas y adolescentes por parte de talleristas y/o directores de conjuntos durante el Carnaval de las Promesas

El Carnaval de las Promesas es una competencia similar a la del largo Carnaval que vive Montevideo durante febrero, solo que se lleva a cabo de diciembre a enero en el Teatro de Verano, donde se presentan más de 40 agrupaciones integradas por jóvenes de hasta 18 años de edad en todas las categorías carnavalescas: murgas, sociedad de negros y lubolos, revistas, parodistas y humoristas.

El fin de semana del 22 y 23 de agosto la cuenta de instagram se llenó de testimonios y el lunes 24 el Fiscal de Corte, Jorge Díaz, actuó de oficio. Entregó un pendrive con capturas de pantalla de las publicaciones a la fiscal Sylvia Lovesio, a cargo de la Fiscalía de Delitos Sexuales, Violencia Doméstica y Violencia basada en Género. Lovesio compartió el material con su colega Darviña Viera, quien está a cargo de la causa “Operación Océano” que investiga la mayor red de explotación sexual infantil conocida en Uruguay. En los últimos cinco meses Viera lleva formalizadas -una acción similar al procesamiento- a 32 personas por ese caso, la mayoría hombres (empresarios, ex jueces, médicos, abogados, psicólogos, políticos, docentes) y no se descarta que en esa red pueda haber integrantes del Carnaval involucrados. De hecho, el 8 de septiembre, Viera confirmó a la prensa que investiga uno de los casos denunciados vinculado al Carnaval de las Promesas. 

Hasta ahora hay tres directores de agrupaciones de carnaval denunciados ante la Justicia por acosar, a través de mensajes de Whatsapp y redes sociales, a adolescentes de 14, 15 y 16 años. Les enviaban imágenes y les pedían fotos. También hay técnicos mencionados en Instagram que fueron apartados de sus cargos.

Además, la Fiscalía habilitó una línea telefónica específica para reunir este tipo de denuncias de víctimas de manera formal. Se trata de una herramienta que funcionó muy bien para sumar casos de explotación sexual infantil en Operación Océano.

Mientras el fiscal Díaz presentaba las capturas de pantalla para viabilizar la investigación de esas denuncias contra reconocidos artistas de la mayor fiesta popular uruguaya, el intendente de Montevideo, Christan Di Candia, anunció la suspensión del Carnaval de las Promesas como competencia. Solo quedará como una “muestra” artística anual y se establecerá un protocolo para canalizar denuncias de abuso o acoso a nivel institucional -la Intendencia es co-organizadora el evento junto a la Asociación de Directores de Carnaval de las Promesas (Adicapro). 

La falta de protocolo sobre cómo prevenir y actuar ante situaciones de acoso, abuso u otro tipo de violencia basada en género en los ámbitos carnavaleros de jóvenes y de adultxs venía siendo reclamada por muchas artistas y técnicas que integran el Encuentro de Murguistas Feministas y el Sindicato Único de Carnavaleras y Canavaleros del Uruguay (SUCAU). 

La directora de la Asesoría para la Igualdad de Género de Montevideo, Solana Quesada, explicó que será un protocolo “que marque una hoja de ruta que establezca un marco de contención y un espacio adecuado para las denuncias”. “Ante la evidencia de la sistematicidad de determinadas acciones es necesario promover respuestas”, agregó Ramiro Pallares, director de Cultura de Montevideo.

Soledad Castro, integrante de la murga Falta y Resto y de la Comisión de Género de SUCAU, dijo a LATFEM que están trabajando con la Secretaría de Género de la Intendencia de Montevideo (IM) “en una batería de propuestas, con sugerencias y con miradas específicas desde la lucha que venimos dando en el Carnaval, aportando información y todo el conocimiento que venimos transitando y acumulando en estos años de trabajo feminista desde diferentes organizaciones”.

En esa comisión del sindicato reciben denuncias y las derivan: “Estamos trabajando en conjunto con la Fiscalía para ver cómo acompañar a las mujeres que deciden por su voluntad hacer denuncias”.

La respuesta política

Si bien la IM ha fortalecido mucho en los últimos años el abordaje interseccional de las violencias -servicios de atención a mujeres victimizadas, campañas contra el acoso callejero, programas y espacios para pensar la ciudad desde el urbanismo feminista-, fue llamativa la rápida suspensión del Carnaval de las Promesas, ya que no es una novedad la problematización en torno a micromachismos, violencias de género y otras hostilidades hacia mujeres. 

La masividad de los relatos y la sistematicidad de actos violentos cometidos por determinados actores bastaban para una reacción inmediata desde la institución política que co-organiza el Concurso del Carnaval mayor y el Carnaval de las Promesas. Sin embargo se suma un detalle coyuntural en plena campaña electoral para renovar las intendencias el 27 de septiembre: Fabricio Speranza, uno de los murguistas denunciados, integraba la lista de Di Candia como edil suplente para la Junta Departamental por el Frente Amplio.

Un título viejo, la murga que Speranza armó el año pasado con su amigo de toda la vida, Maximiliano Tuala, también denunciado en los testimonios, anunció que no saldrá en el próximo Carnaval.

Speranza, Tuala y el cantante Gerardo Dorado “El Alemán” emitieron en sus redes sociales el lunes 24 de agosto sus respectivas cartas de “disculpas”, que llegaron tarde y no sonaron convincentes. En las publicaciones remiten a su condición de varones como forma de justificar que no habían notado cómo ejercían violencia porque la “naturalizaban”, aún sabiendo (o “reconociendo” en un presunto trabajo de deconstrucción) la posición de poder que tenían.

“La medida de la IM es paliativa: sirve en la medida en que si sacás el concurso sacás la guita, y si sacás la guita hay personajes que desaparecen; pero no soluciona el problema de fondo que es, claramente, que estos tipos abusen de gurisas menores”, opinó Sofi Mieres, integrante de la murga de mujeres Cero Bola y del Encuentro de Murguistas Feministas. “Está bien para empezar, pero hay que profundizar -continuó-: [los denunciados] no son solo personas que están vinculadas al carnaval; no solo hay menores en el Carnaval de las Promesas y no solo hay abusos en Carnaval de las Promesas”.

Las gurisas no se callan más

Aunque unos días antes de que se creara la cuenta @varonescarnaval se había creado @MujeresMedicin_ en Twitter para denunciar situaciones de acoso y abuso en la Facultad de Medicina y los hashtag #MeLoDijeronEnLaFmed o #MeLoDijeronEnLaFder (por la facultad de Derecho), la masividad de las denuncias también puede entenderse por haberse metido con la denominada “familia del Carnaval” y poner en palabras secretos a voces: acabar con el run run.

Carnaval, esa expresión popular por antonomasia que, en el caso uruguayo es “una historia social de Montevideo desde la perspectiva de la fiesta”, como escribió la historiadora Milita Alfaro -quien también ha remarcado que el carnaval “siempre fue un espacio de luchas por legitimar visiones del mundo”-. Un espacio que las mujeres llevan disputando desde hace más de un siglo, del cual han sido expulsadas, corridas y hasta quemadas, pero al que vuelven no solo a disputar lo establecido sino a pensar nuevas formas, como Más Carnaval -propuesto desde SUCAU a comienzos de este año-, con un circuito de tablados alternativo al concurso oficial en el Teatro de Verano y a la grilla acordada -con mucho dinero mediante- con DAECPU (Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay) y la IM.

La visibilización de estos hechos de violencia machista, en especial de violencia sexual contra mujeres adolescentes que participan del Carnaval de las Promesas, va de la mano con la concientización sobre estas situaciones entre las generaciones más jóvenes -que han creado estas cuentas de redes sociales-, en un país donde ocho de cada diez mujeres sufrieron violencia basada en género en algún momento de su vida; va de la mano del aumento de denuncias recibidas en el Sistema Nacional de Protección a la Infancia y la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav), que intervino en dos casos de abusos intrafamiliares por día durante 2019; y va de la mano, sin dudas, del crecimiento y renovación generacional en el movimiento feminista local, que no escapa a otras situaciones similares en América latina y el Caribe.

“Quienes se han animado más a denunciar algunas cosas y a visibilizar algunas actitudes como violencias sistemáticas son gurisas más chicas, que tienen incorporado desde el vamos que eso es violento, que no se criaron sin nadie que dijera esto está mal”, dice Mieres. Su reflexión es la de varias que promedian hoy los 35-40 años y que han quedado movilizadas al leer en muchos de esos testimonios vivencias que ellas han pasado. “Yo leía algunos testimonios y pensaba a mí me ha pasado ochocientas mil veces en mi vida de recibir mensajes a las 6 de la mañana, que me mandaran fotos de la chota. Y, sin embargo, nunca se me pasó por la cabeza denunciar esas cosas o pensar que eso era algo para ser colectivizado. También el autocuestionamiento de algunas cosas. Quizás en nuestra generación rompimos algunas cosas y por eso las pibas más chicas tienen otro tipo de visión, pero también te enfrenta a cierta actitud machista de decir yo no voy a renegar de este espacio, o de decir conmigo no pueden. Y hoy sabemos que está bien reconocer que una no puede sola con todo, ni debo bancarme cosas en pos de acceder a ciertos lugares”.

Estar hartas de la impunidad habla de la poca o nula resonancia que tienen este tipo de casos en la Justicia o, antes, la escasa reacción que tienen situaciones de acoso, abuso y otros tipos de violencia machista en el día a día; es decir, la naturalización, la indiferencia y/o la validación de estas actitudes por parte de personas adultas referentes y/o de pares.

¿Cómo no van a denunciar de manera anónima si, a pesar de que ya se había hecho una denuncia formal ante la Justicia en 2019 contra uno de los tres directores que integral Carnaval de las Promesas, los otros dos directores denunciados en Instagram “siguen allí, porque están avalados por los padres”, como dijo la secretaria de Adicapro, Betty Cuccaro a Montevideo Portal? “Los papás, en una reunión, entendieron que confían en el director y que han estado presentes en los ensayos”, dijo la funcionaria. ¿En ese ámbito va a confiar una adolescente para denunciar que ha sido abusada por una autoridad?

Pero además, las entrevistadas coincidieron en que el anonimato de estas cuentas muestra también una falta de confianza entre nosotras para contar estos hechos y acompañarnos, sustentada en años de patriarcado horadando nuestros lazos. Es la paradoja de confiar en las redes sociales para denunciar, antes que contarlo en un grupo de pares, por temor al cuchicheo dañino que alerta al varón acusado y su omertá para defenderlo y sostenerlo en su lugar de poder.

“Tenemos que comprender todas las patas de esto -dice Sofi Mieres-. Hay compañeras [que están en murgas o conjuntos donde hay varones denunciados] que están transitando momentos re jodidos de decisión de un montón de cosas”. Mieres hace 12 años que sale en Cero Bola y remarca que una murga de mujeres es, en sí misma, un mensaje político y un lugar de lucha. “Eso tiene, hacia adentro, un ámbito muy cuidado para mí y hacia afuera muy expuesto, formando parte de una colectiva que tiene la reivindicación de ser toda de mujeres, que rompe con el estereotipo de manera más grande: porque no hay ningún varón habilitando el discurso”.

Desde el Encuentro de Feministas Diversas, Natalia Vera siente que “al estar mermada la confianza entre nosotras, a la hora de llevar eso a lo digital haciendo una denuncia pública, nos puede jugar en contra”. Por eso dice en diálogo con LATFEM que, si bien el contexto de pandemia puede ser difícil pensar en juntarse, es necesaria más previsión en lo que a seguridad digital feminista se refiere. “Tenemos que reflexionar sobre cómo estamos usando las herramientas tecnológicas. La confianza tiene que estar en quienes están detrás, en las compañeras”, así como garantizar la seguridad digital, personal y jurídica para quienes gestionan las cuentas.

La confianza exacerbada en estas cuentas anónimas ha hecho que cientos enviaran denuncias en @varonespolicias y días después saliera un mensaje del supuesto administrador diciendo que era un policía. O el hackeo a la cuenta de Varones de la Publicidad, donde denunciaron especialmente la precarización y discriminación laboral.

“La opinión pública ve la punta del iceberg, pero por debajo hay procesos colectivos de mujeres que quisieron denunciar todas estas situaciones a la vez (no importa si fue ayer o hace algunos años). Hay muchas violencias calladas y todas juntas son super difíciles de manejar. Algunos testimonios hablan de personas casadas, que tienen hijos, parejas. Habría que ver de qué manera acompañar a esas mujeres también”, agregó Vera, quien valoró el apoyo de contención ofrecido por la Red de Psicólogas Feministas a los distintos grupos de denunciantes.

Para el martes 15 de septiembre se espera una marcha convocada por distintos colectivos feministas: Juntas/es rompemos el silencio.

Tanto SUCAU como el Encuentro de Murguistas Feministas ofrecen espacios de escucha, acompañamiento y contención. Queda por saber qué pasa con los interpelados, como dice Sofi: “A mí me sorprende que no se junten entre ellos a hablar, a pensarse. Largan comunicados individuales y no hay un pensar colectivo. Ninguno dice yo estuve en bañaderas [micros que usan las murgas para ir de tablado en tablado] donde esto pasaba. Asumir que lo vieron, lo vivieron, que fueron parte de eso. No hay un mea culpa. El mea culpa mayor es soy varón y reconozco el poder, pero no dicen sí esto pasa, sistemáticamente”.