Alma Xóchitl Zamora Méndez es una joven periodista indígena de la Sierra Norte de Puebla, México. Su historia, como tantas otras, es un ejemplo de la defensa territorial que llevan adelante las comunidades indígenas y, en especial, los y las jóvenes. Si bien el protagonismo de las juventudes en la lucha socioambiental cobró protagonismo en la agenda pública en los últimos años, no se trata de algo nuevo en la región y forma parte de una trama de activismo que defiende la vida. “Comencé desde muy joven, cuando era niña. Recuerdo el acercamiento a organizaciones campesinas y a cooperativas. Desde pequeña asistía a estas organizaciones, viendo procesos como la captación de agua. Con la motivación de mis hermanos, me uní a una cooperativa de mujeres jóvenes que deshidrataban fruta, lo que me inculcó el liderazgo y la importancia del trabajo comunitario”, cuenta Alma.
Cuetzalan del Progreso es uno de los municipios del estado de Puebla, habitado de manera ancestral por dos pueblos indígenas: el Tutunakú y el Náhuatl. Por sus bosques, cascadas y cafetales, la ciudad fue denominada como “Pueblo Mágico”, lo que en el último tiempo ha atraído a turistas en busca de paisajes y el contacto directo con la naturaleza. “Aquí hay mucha diversidad. De hecho, cuanto más se va subiendo la sierra más se puede ver el verde de Cuetzalan, con sus montañas y árboles”, dice Alma. Junto al extractivismo turístico y la especulación inmobiliaria “también llegan proyectos —que llamamos de muerte— como minas a cielo abierto, pozos de fracking, hidroeléctricas, parques eólicos y líneas de alta tensión, que buscan instalarse en la región”.
La escasez de agua es la principal problemática para quienes habitan los territorios de Cuetzalan del Progreso. “Está siendo recurrente”, asegura la activista. y cuenta que en su comunidad se volvieron a realizar rituales para pedir lluvia. “Es algo que no se veía desde hace mucho tiempo porque aquí llueve mucho”, agrega. Ante la escasez de agua, la comunidad se organiza y —explica Alma— hacen “asambleas para la defensa del territorio y la construcción de los planes de vida de nuestros pueblos”. A lo largo de los diferentes municipios que integran Cuetzalan, se reúnen más de dos mil personas y se organizan para defender sus modos de vida comunitarios. “Estas asambleas comenzaron en 2010 y han sido años de lucha constante. Logramos parar tres concesiones mineras en nuestro territorio, lo que demuestra la efectividad de nuestra organización y resistencia”, asegura la joven activista.
“La crisis climática ha intensificado los problemas en nuestra comunidad”, afirma la activista y señala además que está afectando de manera visible a todos los cultivos y al suministro de agua. “En mayo, hubo estados en México con muchas sequías, y aunque nuestra comunidad no fue tan afectada, sí tuvimos problemas”, señala Alma. La crisis climática no impacta únicamente a nivel ambiental, sino que también afecta directamente los modos de vida y la economía local, como explica la activista.
En ese contexto, el lugar de las juventudes indígenas es crucial: a la vez que revalorizan las tradiciones de sus pueblos, se animan a innovar y construir nuevas prácticas para acompañar a su comunidad. “Parte de lo que venimos haciendo las juventudes es implementar herramientas tecnológicas en la lucha, llevando una perspectiva más amigable y horizontal”, enfatiza Alma, para quien las juventudes están construyendo una nueva perspectiva en la defensa del territorio que es más igualitaria.
Este proceso tuvo su inicio en el año 2019, recuerda Alma, cuando comenzaron a identificar la necesidad de crear espacios propios para pensar cómo tomar la palabra y asumir los liderazgos dentro de “una sociedad que no deja de ser adultocentrista”. Desde su mirada, el crecimiento de la participación comunitaria por parte de las juventudes no es casual: “No sólo estamos viviendo todas las afectaciones que tiene el cambio climático sino que también traemos una perspectiva más amigable. Frente a los liderazgos verticales, las juventudes queremos vibrar con prácticas más horizontales”.
En ese marco, las voces jóvenes habilitaron el reconocimiento de nuevos sujetos sociales, como las niñeces, también subestimadas históricamente por la lógica adultista. Recuerda Alma que las niñeces siempre participaron de las asambleas comunitarias; sin embargo, resalta que su protagonismo es reciente: “Ahora existen espacios que permiten que las niñas y los niños también participen y sean escuchados”.
Para la periodista, participación no es sinónimo de protagonismo. Si bien las juventudes y las niñeces no tienen un rol diferenciado en las comunidades como sí sucede en las sociedades occidentales, su organización visibilizó la existencia de desigualdades de género y edad: “Nos empezamos a cuestionar que las mujeres jóvenes también tenemos un papel fundamental y entendemos la importancia de la diversidad en estos procesos”.
El protagonismo juvenil no es nada nuevo y se ha construido a lo largo de la historia, a pesar del mundo adulto que lo invisibiliza. Hoy son cada vez más las voces jóvenes y de niñas que se destacan en el entramado social. Especialmente en la actualidad, las juventudes han ocupado un lugar central en la lucha ambiental y contra la crisis climática. Así lo destaca la joven periodista: “Hay muchas jóvenes líderes indígenas en nuestra comunidad haciendo cosas increíbles. Están involucradas en proyectos para la preservación del medio ambiente, la lengua, el cine y el cuidado de las abejas meliponas. Estamos creando nuevas narrativas y medios locales, y también formándonos y apoyándonos entre nosotras”.
Las juventudes que habitan el territorio no ignoran la magia y la historia que lo rodea. Por eso, desde diferentes experiencias comenzaron a trabajar en torno a la gestión de los residuos y el cuidado de la naturaleza. También generaron proyectos capaces de contener el turismo extractivista e impulsar propuestas de turismo ecológico que puedan visibilizar su genealogía de luchas. Por ese motivo, para Alma la defensa del territorio en su comunidad es un pacto intergeneracional: “Desde niña me pregunto por el lugar de las mujeres líderes indígenas y por su continuidad en la lucha, ya que somos parte de ese proceso que siguieron sus papás y sus mamás, sus abuelitos y sus abuelitas a lo largo de nuestra historia”.
Nuevas narrativas locales: cómo descolonizar el periodismo
En su andar, Alma encontró en el periodismo una oportunidad potente para comunicar su cotidiano: “Es una herramienta clave no sólo para visibilizar y denunciar lo que nos pasa sino también para mostrar todas las acciones colectivas y comunitarias que se están realizando para proteger el territorio y defenderlo”. Desde su experiencia, destaca la importancia de contar los logros colectivos de su comunidad como una forma de construir un futuro más digno. Al contar las historias de su pueblo y cómo éste se organiza para cuidar la vida, explica Alma, “nos llenamos de esperanza y nos dan una luz para donde caminar”.
“Estamos creando nuevas narrativas que no solo hablen de las amenazas, sino también de las soluciones y esperanzas que emergen desde la comunidad”, asegura la joven periodista. A lo largo de su recorrido, Alma y sus compañeras han publicado notas sobre las asambleas de las comunidades indígenas que habitan su territorio, haciendo un especial foco en el lugar de las mujeres. “Estas historias reflejan la realidad y las acciones comunitarias para enfrentar problemas, invitando a reflexionar y a actuar. Por ejemplo, la compañera Ana Gonzáles, escribió sobre la defensa del agua en Chignahuapan y sobre la medicina tradicional como alternativa en la Sierra Norte de Puebla. También hemos abordado temas como la gestión integral de residuos, destacando las iniciativas comunitarias para enfrentar estos desafíos”.
Junto a su comunidad, Alma ha trabajado en una agenda política para las mujeres campesinas e indígenas de Puebla. “Muchas de las mujeres que estamos en este territorio hemos encontrado nuestros propios caminos y somos líderes de nuestros proyectos, negocios y causas comunitarias”. A través de la construcción de propuestas concretas que se aplican a nivel nacional y municipal, las mujeres se proponen enfrentar los retos y crisis que las atraviesan. “Estamos trabajando para tener una comunidad más respetuosa y sostenible. Nos enfocamos en historias que invitan a reflexionar y actuar, mostrando ejemplos de cómo otras comunidades pueden inspirarse en nuestras acciones”.
Con su trabajo, Alma enfatiza la necesidad de descentralizar las historias y visibilizar las acciones locales porque “muchas veces no llegan a conocerse”. Para ella, “contar nuestras propias historias desde nuestra perspectiva es esencial para construir una narrativa más justa y completa”. Por ese motivo, para la periodista, el aporte de las juventudes en esta disputa vital de sentidos y narrativas es clave: “Las juventudes traemos la perspectiva de género y entendemos que la diversidad es crucial en la defensa del territorio. Esta inclusión y equidad son pilares fundamentales en nuestra lucha y en la construcción de un futuro mejor para todas y todos”.