Cuando era adolescente y estudiaba en el Liceo de Salinas, la ciudad balnearia del departamento de Canelones, Michelle Suárez trataba de llegar una o dos horas antes de clases para poder ubicarse tranquila en un lugar, poner su escritorio en un esquina para quedar de espaldas a la pared y así esquivar el hostigamiento de sus compañerxs. También procuraba dejar su moto debajo de la ventana de la clase, para poder verla desde adentro y evitar que alguien se la pinchara. Así lo cuenta en un documental sobre la discriminación a gays, lesbianas, travestis y trans en el sistema educativo de Uruguay. Después de pasar por la educación secundaria, siempre con el apoyo de su madre y su padre, Michelle se graduó de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República Uruguay en 2010, formó parte del Colectivo por la diversidad sexual Ovejas Negras y participó en la formulación y promulgación de la Ley de Matrimonio Igualitario. A los 33 años Michelle se convertirá en la primera senadora trans de la historia del país oriental.
-Cobraste visibilidad pública durante los debates sociales y políticos que llevaron a la aprobación, el 10 de abril de 2013, de la ley de Matrimonio Igualitario en Uruguay, proyecto del que fuiste coautora. La asunción de tu banca en el Senado es como un segundo mojón en tu carrera política. ¿Cómo ves estos años transcurridos, entre aquel comienzo de militancia en 2009 dentro del colectivo Ovejas Negras, tu incursión en el Partido Comunista (PCU) y tu próxima asunción como senadora?
-Ha habido un franco avance, de un proceso que por suerte no se ha detenido, en lo que tiene que ver con derechos para la diversidad sexual. Más allá de que ha habido un aluvión de normas en la última década frenteamplista, en la que la ley de matrimonio igualitario puede ser la más recordada, también hemos podido deconstruir mecanismos de discriminación que teníamos naturalizados dentro de las normas jurídicas uruguayas, donde había una especie de clasificación moral de los arreglos familiares, en cuanto a los “correctos o incorrectos” o los moralmente “adecuados o inadecuados”. Por lo tanto, a los correctos se les concedía matrimonio y a los moralmente inadecuados se los excluía de protecciones familiares.
Si bien hubo este aluvión de consagración de derechos y de enormes progresos a nivel institucional, muchas veces no fueron acompañados por los tiempos de la sociedad. Para llegar a la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, el proceso fue acompañado de un debate social intenso y, al mismo tiempo, de una maduración de la forma de relacionamiento de la sociedad civil con el sistema político. La sociedad civil no solo formula el reclamo, sino que participa de la creación y la formulación de las propuestas de modificación jurídica.
El debate en torno a la ley de matrimonio igualitario fue emblemático y también otro que, en breve, entrará en discusión en comisión parlamentaria: la ley integral para personas trans. La expectativa es empezar a discutir el articulado en noviembre próximo y que se apruebe antes de terminar el actual gobierno en 2019. Queremos instalar debate en todo el territorio, en los 19 departamentos de todo el país, no solo en Montevideo. Bajar el proyecto a tierra y que la gente lo pueda hablar con hijxs, hermanxs, vecinxs, con el almacenero de la esquina, para que no haya desfasajes entre lo aprobado y las prácticas sociales, sino las normas no pueden aplicarse en la práctica y se vuelven lengua muerta.
En estos años se ha visibilizado diversidad sexual y ya no se considera algo de segunda mano. Ha habido una evolución de la conciencia colectiva en Uruguay. Esta visión optimista no significa que debamos conformarnos, ni que la sociedad uruguaya no sea discriminatoria -porque lo sigue siendo-, pero sí está mucho más sensibilizada con la temática.
-El primer censo nacional trans permite conocer prácticamente caso a caso las necesidades y deseos de cada una de estas personas. Si bien tuviste el apoyo de tu familia, en especial de tu mamá, y pudiste incluso terminar una carrera universitaria, esta situación es excepcional para las personas trans.
–Casi todas las historias de mujeres trans parecen cortadas por la misma tijera. La mayoría, a los 13, 14 o 15 años, como me pasó, definimos nuestra identidad de género, y somos expulsadas del seno familiar, volviéndonos mano de obra no calificada, además de portar un estigma y ser víctimas de discriminación. Quedan excluidas del sistema sanitario y del sistema educativo no hay una mínima libertad de opción ni perspectivas de futuro. Sólo sobrevivencia, en los márgenes de la sociedad. Muchas sólo tienen como opción el trabajo sexual, además de una expectativa de vida de 35 años.
Casi todas las historias de mujeres trans parecen cortadas por la misma tijera. La mayoría, a los 13, 14 o 15 años, como me pasó, definimos nuestra identidad de género, y somos expulsadas del seno familiar, volviéndonos mano de obra no calificada, además de portar un estigma y ser víctimas de discriminación. Quedan excluidas del sistema sanitario y del sistema educativo no hay una mínima libertad de opción ni perspectivas de futuro. Sólo sobrevivencia, en los márgenes de la sociedad. Muchas sólo tienen como opción el trabajo sexual, además de una expectativa de vida de 35 años
-Sufriste la situación de ser discriminada en las clases de “Derechos Humanos” en la facultad de Derecho de la Universidad de la República donde estudiaste.
-Así es. También tengo secuelas del hostigamiento. La única diferencia entre la mayoría de las trans y yo es que no fui expulsada de mi protección familiar, lo que hizo que me pudiera parar ante el mundo desde otro lugar, con más herramientas.
-Sin dudas tu agenda parlamentaria estará marcada por leyes vinculadas a la comunidad LGBT, pero ¿quedará atada a eso?
-No, no. Cuando nosotros hablamos de procesos que tengan que ver de agenda de postergación de derechos de LGBT en general, estos no son proyectos sólo para los directamente involucrados, sino que tiene que ver con qué construcción de sociedad queremos: ¿la que tenemos o una más inclusiva, menos discriminatoria, más igualitaria? En ese proceso participamos todxs. A mí me interesa un concepto mucho más genérico, que involucre a esa temática y a otras. Cuando decido formar parte del Partido Comunista Uruguayo tiene que ver con un cruce de ejes. Muchas veces se consideraba que la única fuente de las injusticias era el sistema capitalista. Las contradicciones de género que pertenecen al sistema patriarcal parecían cosas menores o pérdidas de tiempo. Lo que yo siempre trato de trabajar es que el sistema patriarcal y capitalista se interrelacionan, se vinculan, y que no hay derechos por encima de otros, sino que son interjerárquicos, complementarios, indivisibles. Comprender que las contradicciones de género producen situaciones de injusticia tan profundas como la lucha de clases, implica empezar a comprender una cuestión más compleja al hacer análisis social.
-¿Cómo te ves dentro del Parlamento llevando esta postura ante un sector antiderechos que no crece numéricamente, pero que se ha fortalecido en los últimos años a través de una “bancada evangélica” vinculada al Partido Nacional?
-Cada uno puede profesar la fe que quiera, pero en el Parlamento se trata de derecho positivo. Para profesar la fe hay templos, no un Parlamento laico.
-Formando parte de Ovejas Negras y ahora desde un cargo político, ¿cuál es tu relacionamiento con otras organizaciones como la Unión Trans del Uruguay -UTRU- y la Asociación Trans -ATRU-?
-Siempre ha sido un vínculo muy fraterno y fluido -por ejemplo, en los últimos meses, para redactar el anteproyecto de ley integral para personas trans-. Cuando alguien toma una posición más gubernamental, por llamarlo de alguna manera, no puede estar tanto presencialmente, para que no exista una confusión de agendas.
-Hay al menos siete asesinatos de personas trans en los últimos cinco años, que continúan impunes. ¿Cómo frenar estas formas de violencia extrema?
–Las mujeres trans seguimos siendo personas torturables, sufriendo transfobia. Esas personas, antes de morir, habían sido torturadas, y los crímenes tenían una motivación de odio. En esos casos se activaron mecanismos de discriminación que estamos intentando desnaturalizar. Todavía cuesta contabilizar esos casos porque fueron identificados originalmente como el homicidio de un hombre vestido de mujer.
El Ministerio del Interior ha comenzado un camino de avance al respecto, diseñando protocolos para detención de mujeres y varones trans, para evitar situaciones de abuso o paradojas como que, al revisar a una trans detenida, una mujer policía la revisaba de la cintura para arriba y un varón policía la revisaba de la cintura para abajo.
-¿Cuál es tu vínculo y tu visión de las nuevas generaciones trans, de las y los adolescentes y jóvenes que comienzan su cambio de identidad de género?
-Creo y espero que cada generación de jóvenes trans pueda vivir su identidad con mayor paz y mayor integración. Recuerdo que una de las situaciones que viví a los 15 años, cuando me presenté al mundo como Michelle, era que me sentía sola en el mundo, que nadie más se sentía como yo y que a ninguna persona le estaba pasando lo mismo. Me sentía un Frankestein: que me habían construido y no había mundo para mí. Donde sigo viviendo -en el balneario Salinas del departamento de Canelones, a 37 kilómetros de Montevideo- solo veía el mundo dividido en mujeres y varones, y yo. No conocía ni siquiera un varón gay o una mujer lesbiana. Que hoy haya organizaciones y más referentes te da esperanza. Hay otros, como yo, que pudieron salir adelante, a quienes compartir dolores o pedir ayuda.