Piera Fernández de Piccoli, presidenta de la FUA: “En nuestro derecho a estudiar se está jugando nuestro derecho al futuro”

Se hizo viral en el acto del 23 de abril en defensa de la universidad pública. La cordobesa que dirige la entidad estudiantil más importante del país tiene 26 años y creció en una casa donde no se hablaba de política, pero creó el centro de estudiantes de su escuela. En la Universidad Nacional de Río Cuarto se acercó a Franja Morada. Desde el primer día, militó muy aferrada a la historia del radicalismo, pero siempre fue crítica hacia su interior.

Foto de portada: Dan Damelio

Ya es de noche cuando le toca su turno. En la calle son miles. Es 23 de abril y la marcha federal universitaria en contra de las políticas de ajuste de Javier Milei es  impresionante. En la plaza no cabe un alfiler. En el escenario hay un puñado de rectores, docentes, no docentes, estudiantes referentes de la sociedad civil. Entre ellos hay una chica de 26 años rubia, con una remera negra con letras blancas que dice “FUA” y que en ese momento siente algo parecido al pánico. 

Piera Fernández De Piccoli, presidenta de la Federación Universitaria Argentina, la entidad estudiantil más importante del país, se para frente al micrófono y piensa “por qué no practiqué esto antes”. Pero las cartas ya están echadas. El 99% de la multitud que la mira desde abajo es la primera vez que ve su cara o escucha su nombre. Tampoco la registran los millones de argentinos que a lo largo y ancho del país siguen el acto por televisión. Pero en apenas unos minutos, cuando esta chica diga frases como “no queremos que nos arrebaten nuestros sueños”, “nuestro futuro no les pertenece”, “somos orgullosos hijos e hijas de la universidad pública argentina”. Y arengue: “Somos la universidad pública gratuita e irrestricta en el ingreso de excelencia con libertad y equidad. Somos la universidad pública para el gran pueblo argentino”. O reflexione: “Todos los problemas que tenemos se resuelven con más educación y más universidad pública. Con más inversión en ciencia y tecnología. La educación nos salva y nos hace libres. Convocamos a la sociedad argentina a defenderla”, todos los reflectores posarán sobre ella. Por su parte, Piera se quedará literalmente sin voz. 

Los videos con recortes de su discurso se harán virales, todos los portales de noticias titularán palabras más, palabras menos: “Quién es Piera Fernández de Piccoli, el rostro y la voz de la FUA que enfrenta el modelo libertario”, y por supuesto, será tendencia en las redes sociales. Los trolls se encargarán de ella y le revisarán el tuiter, le dirán “vaga”, como el más sutil de los insultos. 

Dos días después de la marcha, todavía con la mirada cansada, despeinada, y con la voz aún a cuestas, en una larga charla con LATFEM dirá: “Creo que la movilización tocó una fibra íntima que es la de la perspectiva de un futuro mejor. Hay un consenso de que la universidad realmente nos permite una movilidad social ascendente y una proyección de un futuro mejor que sabemos que colabora con la sociedad, que produce ciencia, que produce tecnología. En nuestro derecho a estudiar se está jugando nuestro derecho al futuro”.

Foto: Federación Universitaria Argentina (FUA)

“Creo que la movilización tocó una fibra íntima que es la de la perspectiva de un futuro mejor”

Nacida en 1998 en Río Cuarto, la segunda ciudad más grande de Córdoba, Piera es la hija de una docente de plástica y un comerciante. Su papá todavía cuenta que tuvo que ir al registro civil en Córdoba capital para anotar el nombre que nunca nadie le había puesto a un bebé. Él dice que eligió porque así se llamaba una pariente. Pero su madre tiene otra versión del origen del nombre. Piera era una actriz italiana que a ella le gustaba pero además, había hecho su investigación sobre la obra de Líbero Pierini un reconocido escultor italiano que vivió en la ciudad de Río Cuarto. Como sea, Piera, un nombre difícil de olvidar,  se crió en esa ciudad agropecuaria con universidad pública. Con tres hermanos mayores por parte de su padre con quienes no vivió, pero mantiene una excelente relación, Piera fue a una escuela pública de gestión privada.  

En su casa no se hablaba de política, pero sí había un recuerdo recurrente de su madre. A su hija le encantaba escuchar cuando le contaba la primera vez que votó en democracia a Raúl Alfonsín. Era un relato tierno, emotivo. La figura de Alfonsín se convirtió entonces en la única referencia política de esta chica curiosa, inteligente, sensible. 

Cuando en 2013 aún gobernaba su último período Cristina Fernández de Kirchner, Piera cursaba tercer año de la escuela secundaria. Desde la municipalidad entraron al aula para invitar a los alumnos a un programa llamado “gabinete joven”. Un típico espacio de construcción cívica para adolescentes. A Piera le interesó, pero más cuando dijeron que participarían diversos centros de estudiantes de otros colegios. Sin pensarlo, de manera impulsiva, levantó la mano y dijo: “¿Por qué nosotros no tenemos un centro de estudiantes? ¿Podemos tener uno?”. Todos la miraron, los compañeros, los de la municipalidad y la maestra que categóricamente le dijo: “Sí, pueden armar un centro de estudiantes”. 

Piera se lo tomó al pie de la letra y, junto a varios de sus amigos, armaron un centro de estudiantes. Sin descuidar los estudios, siendo una de las mejores promedios de su año, se quedaba después de clases todas las tardes en la biblioteca organizando actividades, lanzando una revista, y entendió que si querían crecer tenían que vincularse con otros estudiantes. Así formaron la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) de Río Cuarto, un espacio que existía en la década de 1980 pero que se había convertido en un sello de goma. 

Tenía una vida muy independiente sumado a que tomaba clases de teatro y escribía poesía. Y entonces, cuando llegó a sexto año le informaron que por su promedio se había ganado una beca para estudiar una carrera de grado en una universidad privada. Si bien estaba contenta con el reconocimiento, el premio le significó un problema. Piera quería a toda costa estudiar en una universidad pública. Había sido demasiado fuerte la experiencia en el centro de estudiantes y en la UES como para iniciar una carrera en un ámbito en el que eso ni siquiera existiría. Además, ya había tejido lazos con la juventud radical de su ciudad. Sus padres insistieron, sentían que era una oportunidad que su hija no podía desperdiciar. 

Pero fue una de sus hermanas la que le dijo que se fijara en el programa de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Le hizo caso. No tenía la capacidad de proyectar un futuro. Simplemente sintió que le iba a dar placer hacer cada una de esas materias.

Lo primero que hizo Piera Fernández de Piccoli como estudiante universitaria el primer día de clases fue acercarse a la mesa de la Franja Morada. “Yo no me sentía representada con ninguno de los dos extremos de la oferta electoral en ese momento. Siempre valoré muchísimas cosas del kirchnerismo, creo que han tenido políticas que fueron de vanguardia, pero también siempre fui muy crítica de alguno estilos, de algunas prácticas. Pero tampoco me sentía del todo cómoda con el armado de Cambiemos y con la figura de Macri en ese momento porque sentía que se estaba armando algo más antikirchnerista que algo con identidad propia.” 

—Era 2015, imagino que habrá sido difícil tomar una decisión.

—Cuando debatía con los chicos de la Juventud Radical en aquel momento, ellos también me manifestaban su incomodidad con la situación. Yo creo que lo que más me movilizó en el momento fue ese espíritu de no resignarnos a que tiene que ser una cosa por sobre la otra. Te lo digo más explícito: Norberto Bobbio (jurista, abogado, filósofo y politólogo italiano) habla de que lo que distingue a la izquierda de la derecha es que la izquierda pone la igualdad por encima de la libertad y la derecha pone la libertad por encima de la igualdad. Pero para mí son principios que van absolutamente de la mano. Digo, no existe libertad real sin igualdad y no existe igualdad si no hay libertad en el proceso. Yo creo que el radicalismo tuvo esa línea de representar la igualdad y la libertad sin que una cosa prime sobre la otra.

Alfonsín tiene mucho de eso, de ética, de la responsabilidad y de ética, de la convicción. Y por otro lado, siempre fui crítica también dentro del radicalismo. Yo creo que la militancia política no es cómoda en general. Y bienvenido sea que no sea cómodo, porque no nos involucramos en esto para estar cómodos, sino justamente para poder ser reflexivos, para poder generar transformaciones, para poder organizarnos colectivamente. Entonces tuve, desde el día uno, una militancia muy aferrada a la historia del radicalismo, a los principios del radicalismo, pero muy crítica también con lo que pasaba con el radicalismo en ese momento. 

—¿Cómo fue ser Franja Morada, justamente, en ese primer momento de Cambiemos?

—El proceso durante el gobierno de Macri fue un momento muy complejo. Nosotros siempre estuvimos presentes, nunca corrimos el cuerpo a la discusión. Participábamos en las asambleas, en las marchas, en todas las iniciativas que se generaban en las universidades o particularmente en la Universidad de Río Cuarto, pero permanentemente éramos señalados como los responsables de lo que estaba pasando. Era un escenario de mucho hostigamiento. Sinceramente lo digo, creo que tenemos que tener un aprendizaje también de este proceso y lo hablo mucho con compañeros de otras agrupaciones. Era doblemente doloroso en términos de que no solamente tenías que poner el cuerpo ante el resto que te responsabilizaba, sino que además sentías bronca por lo que estaba pasando porque decías ¿alguien pueden por favor pensar un minuto en los militantes de la Franja que estamos acá con una mesita sin techo, bajo la lluvia, bajo los 40 grados, defendiendo a nuestro partido, nuestra identidad, nuestra idea? 

—Imagino, entonces, que los debates habrán sido álgidos dentro del partido pero con el resto de los estudiantes de otras agrupaciones también.

—Obviamente también una aprende que la política universitaria también es roce, discusión. En un momento, la mayoría de mis amigos que tenía eran kirchneristas o eran más de izquierda y yo tuve miedo de decir “voy a perder mis amistades por sumarme a la Franja” y nunca me pasó. Jamás perdí una amistad o tuve que vivir una situación incómoda por ser de la Franja o por pensar distinto. Y eso también me dio cierta tranquilidad. La gente que te quiere y que vos querés, te respeta igual, independientemente del partido al que pertenezcan,. Podés debatir en el plano de las ideas pero lo humano siempre está por encima. Y esto es una característica también muy propia de las mujeres, ¿no?

—A eso quería llegar…

—Siendo mujer es complejo y es muy lindo al mismo tiempo. No tengo una teoría, tengo un dato concreto. Hoy la gran mayoría de las federaciones universitarias son presididas por mujeres. La gran mayoría de las federaciones que conduce la Franja son presididas por mujeres. La gran mayoría de los centros estudiantes son presididos por mujeres.
No fue fácil y no sigue siendo fácil. Pero creo que lo más maravilloso de todo el proceso es justamente que nos sostenemos entre nosotras, que nos bancamos, que nos ponemos espalda con espalda y que hacemos que las cosas funcionen.

Y lo digo porque sé que mis compañeros varones de la Franja de Río Cuarto no se van a ofender. Porque la verdad la rompimos toda, porque la verdad es que nos re formamos, re participábamos de todo, militábamos todos los días, todas las horas. Estábamos todo el tiempo planificando actividades. Hay una barrera que una tiene que romper al principio de “bueno, mirá, mi rol, no va a ser exclusivamente pintar los carteles”. Yo vengo a hacer política y, sobre todo, el proceso es complejo cuando te empezás a sentar en las verdaderas mesas de discusión y de toma de decisiones. Pero insisto, lo legitimamos con una red de contención entre nosotras muy poderosa. Es algo que me parece maravilloso en el trayecto colectivo porque cada vez que hablo con alguna compañera me doy cuenta que nos pasa lo mismo. 

“Hoy la gran mayoría de las federaciones universitarias son presididas por mujeres. No fue fácil y no sigue siendo fácil. Pero creo que lo más maravilloso de todo el proceso es justamente que nos sostenemos entre nosotras”

—A esta altura se suma la lucha por el aborto, la explosión del colectivo Ni una Menos, entre otras cosas. 

—Totalmente. Para nosotros, las universidades fueron un antes y un después. Tuvimos toda una militancia muy crítica hacia adentro de la organización. Y con esto de haber empezado a liderar las mujeres, nosotras trabajamos muchísimo en la formación nuestra y en la de nuestros compañeros porque a veces también nos tenemos que poner en ese rol pedagógico, ¿viste?

De alguna manera ayudarnos a organizarnos entre nosotras fue un mensaje contundente hacia la sociedad en general. Entonces una cosa que por ahí se veía como problemática empezó a ser natural. Yo quería que las mujeres empezaran a ocupar los espacios de decisión, que empezáramos a tener también la visibilidad en los centros, en las federaciones y realmente cambió la política universitaria a partir de eso también. Es mucho más dialoguista, mucho más tranquila, mucho más colectiva, mucho más humana. Yo lo noto en cada universidad a la que voy. No son las mismas anécdotas que hace un par de décadas. 

Piera Fernández de Piccoli en el 31° congreso ordinario de la FUA en diciembre 2023. Foto: Dan Damelio

En 2019 Piera fue electa presidenta del Centro de Estudiantes de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Río Cuarto y en 2022, presidenta de la FUA, un cargo que dudó en aceptar. “Al principio dije que no, pero cuando lo llevé a Río Cuarto y se los conté a mis compañeros y mis compañeras me dijeron que sí, que tenía que ser yo, que me iban a acompañar en el proceso, así que con ese apoyo acepté. Lo único es que jamás pensé que iba a pasar todo lo que está pasando ahora, eso sí que nunca me lo imaginé”. 

—Imagino que por tu cargo recorriste muchas universidades a lo largo y ancho del país. 

—Todo el 2023 y la verdad es que el aprendizaje es alucinante. Conocer el sistema universitario argentino es impresionante. Por ejemplo, en Misiones, en Eldorado, en medio de la selva, hay una facultad. Eso es impresionante. Y después, entender las del conurbano, que también tienen sus particularidades. Y cuando conocés el monstruo inmenso que es la UBA no podés dejar de sorprenderte. Qué modelo realmente único, maravilloso, federal, único en el mundo. Por eso me produce tanto dolor cuando se ataca eso, el prestigio, el valor, lo que significa la universidad cuando ves que realmente hay gente en cada rincón del país haciendo maravillas con la educación universitaria en contextos muy diferentes y muchas veces arañando los recursos. 

—En un mes defendés tu tesis que es sobre el funcionamiento de las empresas estatales. Imagino que después de haber hablado para miles de personas no te da miedo.

—¡Estoy re nerviosa! pero también tengo muchas ganas. En este contexto es aún más emocionante.