Sofía Castañón: “Para que todas juntas cambiemos todo”

La diputada española por Podemos analizó el paro del 8M en España y cómo los partidos conviven con los feminismos cada vez más presentes en esas organizaciones. Después de una huelga que sumó a seis millones de trabajadoras remuneradas y una incalculable cifra de no remuneradas, habló con Irupé Tentorio en Madrid.

“Paramos para cambiarlo todo” y “Somos de primera”, fueron apenas dos consignas de las miles de banderas que el pasado 8 de marzo recorrieron las calles madrileñas y las de muchas otras ciudades de toda España. La sociedad española clamó contra un feminismo homogeneizado, abstracto y desempoderante. Seis millones de mujeres remuneradas acompañaron activamente una huelga que al día siguiente los programas de televisión matinales hablaron del principio de una revolución feminista. Los datos duros fueron: que el 50% de las mujeres y lesbianas de toda España hicieron huelga, que el 48% de la Sanidad paro y casi el 70% de la educación también. También están los datos políticos y los manotazos de ahogado de quienes subestimaron al movimiento político y social más importante que venimos dando las feministas, es decir, el Partido Popular (PP) y el Partido Ciudadanos señalaron que solo 170 mil personas marcharon el pasado 8 de marzo. La precariedad sobre su visión de la lucha feminista y la importancia de desarmar un sistema patriarcal hizo que solo adhieran a dos horas de paro. El Partido Político Podemos, en cambio, adhirió en su totalidad. Sus hombres ocuparon los puestos de las mujeres en el Congreso y en demás actividades. Se discutió sobre feminismo, como lo vienen haciendo para todas sus decisiones (recientemente, Pablo Iglesias, de paso por Buenos Aires, dedicó su Premio Rodolfo Walsh, que le entregó la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Plata a la lucha feminista).

Sofía Castañón es diputada por Podemos y responsable de la Secretaría de Feminismos interseccional y LGBTI. Semana tras semana participa de asambleas y lleva los pedidos y conclusiones al Congreso español. Un ida y vuelta hasta los espacios de representación que se da desde la creación de Podemos y su fuerza ciudadanista. Luego del último 8 de marzo, España no es la misma. Quienes la habitan intentan, cada día, reflexionar sobre las preguntas que las mujeres, las lesbianas, las trans y las maricas nos hacemos y hacemos sobre un sistema patriarcal demasiado enquistado y profundo, que nos explota triplemente: por el trabajo, por los cuidados y por la violencia. Antes de que comience esta entrevista, Sofía aclara que su discurso es de “una mujer activista feminista”, la que llegó para quedarse y para que todas juntas cambiemos todo.

–En el partido político Podemos, ¿cómo está organizado el feminismo?

–Tenemos una Secretaría de Feminismos Interseccional y LGBTI, que forma parte del Consejo de administración, es decir, está dentro de los espacios de máxima decisión. Lo importante es que estamos logrando que la perspectiva feminista esté presente en otras áreas y secretarías. Creo que en parte es un trabajo de la secretaría, pero fundamentalmente de toda la dirigencia política de Podemos, que comprende que es una sensibilidad primordial para llevar a cabo todas sus metas políticas. Ahora, por ejemplo, nos estamos ocupando de las jubilaciones y la desigualdad de los salarios. Es decir que pedimos igualdad para todas las personas y también, una perspectiva feminista con fuerza interseccional para todas las generaciones.

–¿Cómo se sumaron y vivieron el 8M en Madrid?

–Podemos apoyó esta huelga en su totalidad. Nosotras paramos y los hombres se quedaron cubriendo nuestras tareas. En nuestra secretaría estuvimos participando de las asambleas desde abril de 2017. Durante todo el año pasado, en diversas asambleas, se articuló siempre con otros países, y también participamos del encuentro que hubo en Cali, Colombia. Ese encuentro sirvió para generar muchos nexos.

–¿Por qué marcharon las personas el último 8M en España?

–España salió a la calle para hablar sobre el Pacto de Estado en materia de violencia de género que se discutió el 28 de septiembre en el congreso. Es decir, todas las medidas son para ejecutarse sobre lo que ya hay, pero no solucionan los problemas de fondo que tiene una mujer cuando sufre violencia de género.

En los pueblos más pequeños las mujeres organizaron marchas y reclamaron por sus derechos, que mucho tiene que ver con el peso del cuidado que recae únicamente en ellas. Muchas mujeres no tienen libertad para decidir sobre su propia vida, lo que es un mandato muy bien diseñado del patriarcado y en los pueblos es muy significativo.

–¿Cómo se posicionaron los sindicatos y los demás partidos políticos?

–Los sindicatos cubrían solo dos horas de paro y el Partido Socialista apoyaba esa modalidad. En Podemos fuimos flexibles porque sabemos sobre la precarización, nuestra propuesta fue que paren todo lo que puedan. Apoyamos la huelga feminista, y no sólo el paro de dos horas, algo que los sindicatos y el Partido Socialista no supieron ni quisieron ver.

–¿Cuáles son los ejes problemáticos?, ¿qué vienen pidiendo las feministas que viven en España?

-Lo que se pidió en la huelga fue la reorganización de los cuidados, el techo de cristal, la desigualdad salarial, por el ejercicio de nuestros derechos, por una vida académica equitativa y todo lo que tenga que ver con ir hacia la igualdad de oportunidades. El techo de cristal tiene que ver con la visibilidad en los puestos laborales. La sociedad feminista reclama que dejemos ser de segunda. Si ahora mismo no somos iguales en el empleo, ni en los cuidados y además estamos expuestas por ser mujeres a sufrir violencia y estos reclamos se encapsulan en un gueto rosado del gobierno, no solo seguimos siendo de segunda, sino que estamos en continuo peligro. Porque seguir permaneciendo en las segundas líneas significa que no nos reconocen y que el sistema estructural patriarcal no se desarme.

–El manifiesto que diseñaron las organizadoras del 8M en España señala la cuestión de los cuidados.

–El ejercicio de toma de conciencia que el movimiento político feminista está dando es clave para poder ir avanzando sobre nuestros reclamos. Porque las mujeres que no pararon, también pensaron el porqué de que no hayan podido hacerlo, ésta huelga feminista fue una revisión para todxs, sobre nuestras actividades; y también esta toma de conciencia demuestra que el Estado ni siquiera se hace cargo del único día en donde la mujer quiere parar y pide hacer huelga. Porque en el sistema capitalista patriarcal, por ejemplo, mujeres remuneradas como yo, tal vez podamos parar el trabajo, pero no podemos dejar de cuidar…y allí el Estado no da respuestas, sino todo lo contrario.

–Ese mismo manifiesto habla sobre algunas consignas que surgieron del Colectivo Ni Una Menos. ¿Qué toman y qué saben del movimiento feminista argentino?

–Nos llegó desde la Argentina un paradigma muy potente para hablar sobre la violencia machista que es formulado como Ni una menos, vivas nos queremos. Otro concepto que nos llegó desde allá, todas las vidas cuentan, que tiene que ver, no solo con el cómputo que deja afuera todas las violencias que suceden fuera de la pareja o ex pareja, sino que además, es que todas las vidas cuentan y todas tienen una historia, todas las vidas valen desde lo social, precisamente porque cada persona es valiosa y debe y merece ser incluida con sus circunstancias.

Al menos en España seguimos abordando la violencia desde demandantes de servicios y no de derechos. Por ejemplo, está totalmente exenta la reparación, entendida no solamente que el criminal cumpla una condena, sino también como ayudas reales desde el Estado que saquen a las mujeres de un estado de violencia de verdad y no con ayudas económicas de risa como lo hace España con sus víctimas. Tampoco se facilita el acceso a un empleo, ya sea porque deja de depender económicamente de una persona violenta o porque hayas tenido que inmigrar de tu pueblo. Una superviviente, que en su casa sufrió heridas graves, sale del hospital y al volver no tiene otro lugar donde ir que al mismo donde fue herida: esto también es violencia y abandono por parte del Estado.