De los tacos pastor, al chivito. Del parque de Chapultepec, al Parque Rodó. Andrea García es una mexicana viviendo en Montevideo, Uruguay y aunque adoptó algunas costumbres, el acento chilango no lo puede ocultar. Andrea, de 35 años, llegó al sur del continente americano en 2021 para trabajar en UNI Global Union, la federación sindical internacional del sector servicios, que representa a más de 20 millones de personas trabajadoras en el mundo y cuenta con más de 900 sindicatos afiliados. Actualmente es Organizadora Senior del equipo de organización de UNI Américas y Coordinadora del Departamento de Igualdad de Oportunidades de la misma oficina regional. Su aporte como latinoamericana, mujer, joven y licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM de México es fundamental para entender cómo pensar el futuro del trabajo y del sindicalismo.
Y aunque no viene de un linaje sindical, su conexión con el universo del trabajo la marcó desde muy pequeña. Hija de una familia trabajadora, la menor de una familia de tres hermanos, se crió con una madre soltera que se hizo cargo de ellos teniendo tres o hasta cuatro empleos al mismo tiempo. “Entonces crecí en un ambiente donde mi madre, una mujer trabajadora, estuvo constantemente enfrentada a empleos precarios que tenían que ver con la precariedad de la falta de representación sindical por un lado y por otro lado, con la característica de ser mujer cabeza de familia”, reflexiona. Y fue en la universidad cuando se contactó con una campaña de sindicalización para el sindicato “Unión México”, que es el Sindicato de Telefonistas en la República Mexicana. “Y esa fue mi primera experiencia sindical de la cual nunca he salido”.
—Pensar en trabajos “de servicios” es un campo enorme. En UNI conviven sindicatos de finanzas, comercio, tecnologías, hasta trabajadores del cuidado y la salud pasando por medios de comunicación y hasta ¡jugadores de la NBA! Desde la oficina que te compete, de Igualdad de Oportunidades, ¿Qué problemáticas comunes ves que atraviesan a distintxs trabajadorxs?
—Yo te diría que primero es el tema de la subcontratación, por ejemplo, hay un fuerte impacto. La subcontratación es algo que en las últimas décadas puedes ver un efecto claro en el sector servicios, que es lo que define a este sector. Pero si vamos específicamente al área de Igualdad de oportunidades vemos que cualquiera sea el trabajo hay grupos de personas trabajadoras que son particularmente afectadas o atravesadas por ciertas vulnerabilidades. ¿Quiénes son estos grupos? Las mujeres trabajadoras, particularmente migrantes, que están o se identifican dentro del espectro LGBTI o disidencias sexuales. Desde el departamento articulamos en conjunto con nuestros sindicatos en la región y en el mundo, estrategias para poder acompañar a los sindicatos en conquistar nuevos derechos dentro de las negociaciones colectivas y articular una lucha a nivel regional con estos temas en particular. Nosotros ahora mismo tenemos una campaña grande contra la violencia y el acoso específicamente que se enfrentan los trabajadores de estos sectores de servicios provenientes de una violencia de terceros, es decir, clientes. Hay una máxima que en el sector servicios dicen las empresas siempre que es el cliente siempre tiene la razón, ¿no? Esto encubre muchas violencias cotidianas. Durante la pandemia tenemos ejemplos alarmantes de clientes en los supermercados que escupieron a las cajeras cuando las cajeras les pedían directamente que se colocaran correctamente el cubrebocas o la mascarilla. Y ese tipo de violencias que generalmente son cotidianas y que bajo esta máxima o esta premisa que los empresarios del sector servicio siempre manejan, encubren y vulneran los derechos básicos y fundamentales del sector servicio
—La tasa de sindicalización en nuestra región está decreciendo de manera alarmantemente. ¿Por qué cree que se da esto?
—Híjole, tiene que ver con muchas cosas. Para mí personalmente creo que hay un impacto fuerte a nivel discursivo de cómo se perciben los sindicatos. Hay un impacto fuerte a nivel de discurso público de cómo los intereses de la superestructura, las empresas, los medios de comunicación han manejado e instaurado este discurso y cambian con diferentes especificidades. Por ejemplo, en Colombia, en Centroamérica están mucho más ligadas a nivel de opinión pública a las organizaciones sindicales con la ultra izquierda radical, los movimientos sociales de guerrillas, por ejemplo, levantamientos armados y hay toda una serie de criminalización a la organización sindical, culturalmente hablando, sobre si esto es o no así. Bueno, también es interesante hacer un contraste, porque, por ejemplo, hay toda una especie de emergencia sindical también en este mismo momento. Podemos ver gente re joven, sindicalizada en el norte del continente. Pensemos en todos los trabajadores de las cafeterías Starbucks, que es mayoritariamente súper joven, empezando a plantear de nuevo la idea de estar en colectivo haciendo reivindicaciones laborales. Es decir, hay también mucha expectativa del resurgimiento de cómo podemos hacer estos cambios a través de acciones colectivas, que puede ser que esto en unos años cambie esa tendencia sobre la baja tasa de sindicalización que tenemos en toda la región.
—¿Vinculás esto con la huelga de actores y guionistas de Hollywood?
—Absolutamente. Me parece algo poderosísimo cómo esos referentes cambian. Tienes a las personas más famosas de Hollywood haciendo piquetes fuera de los estudios. Entonces, ¿qué te dice eso a ti?, un trabajador que está del otro lado del continente, que va todos los días a trabajar a una tienda de moda, de comida rápida y pensar como “wow, la persona que yo veo en la pantalla todos los días está ahí en una marcha y gana millones más de lo que yo nunca en mi vida voy a ganar. Con unas compañeras estábamos en Estados Unidos para nuestro Congreso mundial en UNI, estuvimos en un rally justamente y traíamos unas camisetas de apoyo a la huelga de los actores y guionistas. Tres días después, caminando por Nueva York, la gente pasaba y nos alzaba el puño y nos decía “¡strike, strike, strike!” Ni siquiera estábamos en el piquete. Ni siquiera estábamos con más gente. Pero la gente te mostraba ese apoyo de solidaridad y eso me pareció todo un símbolo. Personalmente encuentro que tiene que ver con este cambio de referentes, de a quiénes vemos organizándose y haciendo reivindicaciones colectivas. Me parece algo súper poderoso. Esto nos tiene que servir para transformar la narrativa social. ¿Quién hace una huelga? ¿Alguien que no quiere trabajar, que es una persona floja, que le interesa destruir la empresa? ¿o hace una huelga alguien que a pesar de tener un salario muy alto y de tener una vida fancy, está dispuesta a luchar colectivamente con sus compañeros por tener dignidad en el trabajo?
Las mujeres trabajadoras tenemos un impacto diferenciado al momento de incorporarnos al mercado de trabajo y también en las condiciones. Sigue existiendo una brecha salarial enorme en toda la región, más o menos alrededor del 28%.
—Al principio hablabas sobre las mujeres, diversidades, migrantes que efectivamente son las más vulnerables en los espacios laborales. ¿Cómo abordar estas desigualdades en el sector de servicios?
—Creo que aplica para todos los sectores, no solamente el de servicios. Las mujeres trabajadoras tenemos un impacto diferenciado al momento de incorporarnos al mercado de trabajo y también en las condiciones. Sigue existiendo una brecha salarial enorme en toda la región, más o menos alrededor del 28%. Pero luego también tenemos las dificultades una vez estando dentro de los empleos y de incorporarnos al mercado de trabajo. Las mujeres tenemos muchas más barreras para poder tener un crecimiento profesional, hacer un ascenso dentro de las empresas. Siguen existiendo diferencias de trato en el cotidiano y tenemos también una forma distinta en la cual nos impacta el acoso laboral y el acoso sexual a las mujeres en los espacios laborales. Y para eso es importante el sindicato.
—¿Por qué? ¿Podés desarrollar esa idea?
—Porque definitivamente no es igual cuando intentamos enfrentarlos de manera individual que cuando lo hacemos a través de nuestras representaciones sindicales. Además de las mujeres que tenemos justamente todas estas barreras dentro del empleo, contar con una representación sindical efectiva puede cambiar total y radicalmente la experiencia de estar en un empleo con dignidad y con igualdad de trato, o al menos encaminarnos en lucharla para que así sea. Hay muchas barreras y mucho que hacer todavía en términos de representación. Ahí, por ejemplo, algunos de nuestros sindicatos, específicamente en Argentina, justamente han dado pasos muy firmes para poder demostrar que la acción sindical puede cambiar la experiencia de una persona en el mercado laboral, por ejemplo con el cupo trans, que tenemos en con nuestros afiliados del sector finanzas en Argentina, ha dado una muestra de eso, de cómo podemos encaminarnos a un trato en dignidad y respeto para las personas que disienten de la heteronorma. Ahora mismo también estamos trabajando con algunos de los sindicatos del sector comercio en poder vencer las barreras con temas de raza. Por ejemplo, personas afrodescendientes en toda la región enfrentan condiciones diferenciadas en el trato, un racismo institucionalizado en un sector que tiene que digamos, o tiene la pretensión de vender un estándar hegemónico de belleza que sigue siendo el europeo, el blanco, el alto de cabello liso. Cuando las personas afro o personas originarias no se ajustan a esos estándares. Entonces hay ahí todavía múltiples problemas que los sindicatos que tenemos en UNI Américas estamos trabajando por por un lado, para identificar cuáles son las condiciones de trabajo y las barreras que enfrentan o las discriminaciones y abusos que enfrentan las personas trabajadores que están dentro de estos, digamos, grupos afectados por estas vulnerabilidades para transformarlos en demandas que puedan entrar dentro de la negociación colectiva y después convertirlas en conquistas como esta que te acabo de hablar del cupo trans en el sector finanzas en Argentina.