Carta a Ivo Cutzarida

Ivo Cutzarida actuaba y despertaba deseos. Hoy no actúa, habla por televisión como si la reflexión fuera un lujo que no puede darse. Se le ve miedo y un poco de no saber. No sabe la tristeza que provocan sus palabras. La bocha no es corta, Ivo, te lo dice Agustina Paz Frontera en esta carta que te dejó en tu muro de facebook, antes de que le quitaras amistad, antes de que le enviaras una nueva solicitud.

Qué pena, Ivo, ya no gusto más de vos. Fuiste de los primeros hombres que amé. Porque a los 12 años yo ya tenía deseo. Un deseo orientado a tipos como vos -o a Quique Wolf, a quien amaba por otras razones-. No elegí desear a un hombre como vos, con ojitos achinados, un jopo erguido, con algo de Richard Gere, de Jean Paul Belmondo.

No recuerdo dónde te vi, en qué novela, en qué publicidad. Así eras, un ideal de hombre: tan rudo como sensible, seductor pero parco, divino. Seguro que mi mamá notó mi temblor cuando aparecías en la tele. Seguro que mi mamá se río por dentro y aliviada se dijo: “le gustan los varones, qué buen trabajo hice”.

Gracias a nenas como yo vos tuviste trabajo durante muchos años. Gracias, Ivo, a que existe un modelo de masculinidad en el que te encajaron y encajaste, viviste muchos años, incluso en mi cuerpo adolescente. Y ahora yo ya no gusto mas de vos porque tenés miedo. ¿O qué es lo que te pasa que no podés compartir la idea de que una persona que así como yo te deseaba a vos, desea ser otra? ¿Qué si no el miedo a perder tu cetro de rey sensual es lo que te aleja de la empatía con una persona que nacida con el sexo de un varón, construye su género como mujer?

La ley de identidad de género proteje el cuerpo, la vida -tan corta, tan pesada, tan dificil para todos, incluso para vos- de esa persona que va a contramano del resto de la sociedad. Son vidas que valen, que cuentan, ¿por qué atacarlas? La educación sexual integral ayuda a contener con afectividad a las personas que, ni como vos ni como yo, no construyen sus géneros en función de sus genitales.

No me gustaría perderte para siempre, Ivo. Quizás no logre explicarme, pienso que no podés ser malo con esa cara, con esos gestos, confío en que tu reacción contra lo que llaman ideología de género es un poquito de miedo y un poquito de no saber de qué se está hablando. Las personas van cambiando con el tiempo, incluso en su relación con su cuerpo, ¿por qué vamos a ningunearles, maltratarles por eso? ¿por qué decir publicamente que son una aberración de la naturaleza? ¿No imaginamos su tristeza, después de oir eso en el prime time? Yo me muero de tristeza de pensar esas vidas tan complicadas siendo dañadas por palabras como las tuyas.

Si se enseña la identidad de género en la escuela no es para que niñas o niños que no quieren cambiar su identidad lo hagan, sino para que todxs sean más libres, y quienes quieren y necesiten cambiar disfruten la vida, tengan afectos, placer, trabajo, mientras quienes estamos a su alrededor no les impidamos desarrollar sus vidas plenamente, solo por desconocer qué les pasa. La ley, por otro lado, no obliga a hacer el cambio registral, ni a reconocerse en femenino o masculino; es un derecho, no un deber. Muchas travestis, mujeres y varones trans no se consideran varones o mujeres a secas, reivindican su diferencia.

Ojalá puedas acercarte sin prejuicios a ese mundo y volver a ser el galán, ahora formado, fuera de los prejuicios sobre la masculinidad hegemónica que te tiene encerrado en un cuerpo bello y una mente escasa. Te extraño, Ivo, la bocha no es corta, existe la historia.