Susana Stochero es la única mujer que llegó al triunvirato de la calle Azopardo en la historia del sindicalismo argentino. Comandó la CGT junto a Hugo Moyano y José Luis Lingeri y la pasó bastante mal. Hoy es la secretaria general de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina en Santa Fe. Se trata de uno de los gremios más numerosos. Su par en Buenos Aires es Héctor Daer, el actual conductor de la CGT.
ATSA es uno de los sindicatos clave en el contexto global actual: el gremio nuclea a todo el personal sanitario que integra una clínica, laboratorio, droguería, geriátrico, servicio de emergencia. Desde la trabajadora de limpieza pasando por el que maneja una ambulancia hasta el que hace el que prepara un medicamento. Desde la que atiende el teléfono, pasando por el que prepara la comida, hasta la enfermera. Todxs menos lxs médicxs. Trabajadores que hoy se volvieron las piezas fundamentales de un engranaje que vela por la salud de millones de argentinxs y lxs que se llevan el famoso aplauso de las 21 todas las noches.
Las jornadas de Susana Stochero en medio de esta pandemia son agitadísimos. Se pasa casi todos yendo a clínicas y centros de salud controlando que se respeten las normas sanitarias, atendiendo demandas por minuto y velando porque los salarios de sus afiliadxs se paguen en tiempo y forma. Solo en Santa Fe del total de afiliadxs el 83% son mujeres. Pero no en todas las filiales la lógica es similar. En donde existe el cordón industrial, es decir, los laboratorios hay mayoría de varones, mientras que donde hay más clínicas, es decir donde están los servicios hay más mujeres. En una charla con LATFEM esta pionera del sindicalismo feminista reflexiona sobre la salud y las consecuencias del coronavirus y aclara: “de esta pandemia vamos a salir mejores”.

—¿Qué análisis hacés después de más de un mes de confinamiento?
—Creo que esta es una instancia nueva de la cual todos queremos salir mejores. Y algunos queremos salir mejores para un lado y otros quieren salir mejores para el otro. Esto obligó a tomar distancia de la locura en la que se estaba viviendo en el mundo entero y obligó a mirar, a a revisar para adentro. A revisar para adentro la familia, a revisar para adentro cada persona, a revisar para adentro los trabajos. A revisar para adentro la calidad de vida. Revisar para adentro las capacidades y las habilidades de cada una y de cada uno, y a partir de ahí, recrearse y agudizar el ingenio y la inventiva para sobrellevar no solo el tiempo, sino para solucionar determinadas situaciones
—En este sentido ¿cómo impactó en el sistema de salud?
—La conciencia global hizo crisis respecto de la vulnerabilidad que significa perder la salud. Nosotros, y yo particularmente, siempre dije que la salud es algo que no tiene valor y no se nota hasta que la perdés. Mientras la tenés no la valoras porque es algo que es inherente a uno. Uno por ser una persona es una persona íntegra y al ser íntegra es sana. El tema es cuando nos enfermamos, cuando nos duele algo, cuando tenemos un problema y ahí sabemos que la salud es algo importante. Entonces esta situación concretamente lo que hizo fue decirnos a todos: sin salud no somos nada.
—Ningún sistema de salud en el mundo estaba preparado para esto…
— Realmente no estaba preparado el mundo, porque para una catástrofe no hay ningún sistema que esté preparado. Por otro lado, no estaba preparado el mundo porque la salud, como era un bien invisible y algo intrínseco a las personas que solo se veía cuando se perdía, sólo se tenía en cuenta para quienes padecían la pérdida de la salud. Entonces también se ve en qué países hay clientes y no pacientes y cuándo la salud es considerada como gasto y no inversión. Y de golpe se dio vuelta la ecuación. Todos los estados, incluso el nuestro, salieron a invertir fuertemente en salud. O sea, esta crisis global ha puesto en jaque la cadena de valores de la gobernanza global.
—¿Y en nuestro país?
—En nuestro país el gobierno de Mauricio Macri destituyó al Ministerio de Salud y lo convirtió en secretaría, donde dependía de otro ministerio y no tenía ni presupuesto propio ni acciones directas. El gobierno de Macri fue tan crítico como la época de De la Rúa. O sea se trató a la salud pensando que la posibilidad de tener dinero, recursos, medios nos daba la posibilidad de tener salud. Bueno lo que quedó demostrado con esta pandemia es que no existe ni medio, ni recurso, ni dinero que te garantice que vas a tener salud. No existe. Puedes tener mejor accesibilidad o peor accesibilidad. Podés tener mejor hotelería, peor hotelería y podés tener mejor atención o peor atención pero si no hay un Estado que te lo garantice no hay salida. Por eso estamos muy orgullosos de tener un ministro como Ginés González García. Ya pasamos otras crisis sanitarias con él. Lo fundamental es el eje político a través del cual se enfrenta la concepción de la salud.
—¿Cómo sería esto?
—Los recursos con que cuenta el primer mundo, por ponerle un nombre a los países centrales, no son suficientes ni alcanzan si esos recursos no están utilizados en función de las personas y no son puestos en prioridad para las personas. ¿De qué le sirvió a Nueva York tener la mejor atención sanitaria del mundo? Eso tampoco fue suficiente porque la prioridad en el inicio de la pandemia no fue la gente, no fueron las personas. Entonces todo tiene que ver con la decisión política que adopte el gobierno que elegimos. Es determinante en la historia y creo que el coronavirus lo está dejando muy clarito. Por eso creo que nuestro Gobierno está justamente decidiendo políticamente que la prioridad es la salud de la gente.
—¿Qué rol creés que está cumpliendo el sindicalismo en este momento?
—El sindicato es el instrumento de solidaridad que tienen los trabajadores para resolver las situaciones que se le presentan a diario en su trabajo y en este momento cumplimos un rol tan diverso como contener y educar o formar para que se vaya a trabajar con tranquilidad, porque hay muchas dudas, muchos temores y muchas angustias lógicas de la situación. Y a la vez exigir que los sectores de empresarios, porque nosotros somos de la parte privada de la salud, otorguen todos los elementos de protección que los trabajadores necesitan para enfrentarse a la enfermedad, a esta enfermedad y a cualquier otra enfermedad.
—¿Cómo está reaccionando el sector empresarial de la salud?
—De todo…Hay sectores que realmente están muy comprometidos que le están poniendo el pecho a la situación y hay otros que, como pasa siempre, cuando hay una crisis, creen ver la oportunidad para hacer una diferencia. Justamente te iba a decir que hay lugares en la provincia que están reclamando fuertemente porque los prestadores privados le están queriendo cobrar aranceles a las obras sociales por prácticas habituales y comunes como parto, una apendicitis o una bronquitis complicada. Le están queriendo cobrar aranceles que triplican los aranceles que tenían hasta febrero o marzo de este año. Entonces ahí también estamos como sindicato para poner un freno. Estamos trabajando en todos los frentes, digamos, exigiendo que se cumplan con las normas de bioseguridad y a la vez diciéndole a los compañeros que tienen que ir a trabajar, que tenemos que ver la forma en que cada uno se proteja mejor. Pero a la vez tenemos que estar en el frente de batalla y a la vez tenemos que cuidar a quienes no deben estar porque tienen enfermedades preexistentes que hacen que sean de población, de riesgo, que sean vulnerables. Es decir, es una tarea en conjunto que tiene que ver con que también le paguen el sueldo a fin de mes. Y estuvimos muy atentos este fin de mes para que todos cobren el sueldo de marzo.
—¿Creés que el sistema de salud argentino sale afianzado de esta situación?
—Los y las trabajadores de la salud nos pasamos la vida diciendo trabajamos los 365 días del año, las 24 horas del día, no tenemos feriados, no tenemos Navidad y Año Nuevo. Y hoy eso queda en evidencia. Pero también queda demostrado que la única manera de salur de esto es trabajando en equipo. Que acá es importante desde la que hace la cama en el hospital hasta la enfermera, hasta el que hace la comida, y el camillero. Todxs. Y sobre todo esto está demostrando que no podemos seguir teniendo jornadas laborales de ocho horas. El mundo tiene que ir a una jornada laboral de cuatro horas para tengamos tiempo de vida, de descanso, de recreación, de disfrutar. Esta pandemia también está poniendo en crisis el sistema laboral tal como lo conocíamos.