En un mundo de Mujeres Libres ¿por qué no anarquizar el feminismo?

Publicamos un adelanto de “Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres”, de Martha A. Ackelsberg (Ediciones Cúlmine). Se trata del estudio preliminar, a cargo de Gisela Manzoni y Nadia Ledesma Prietto. El libro de Ackelsberg analiza por qué las anarcosindicalistas españolas necesitaron de un colectivo propio, cómo fue recibida Mujeres Libres en las organizaciones anarquistas de las que formaban parte y cómo comprendieron la relación entre su organización y el proyecto libertario. Aquellos debates y experiencias siguen siendo actuales y, en algunos casos, casi extrapolables.

De hecho tengo la idea que las feministas
han sido anarquistas de un modo inconsciente
durante años, tanto en la teoría como en la práctica.
(Kornegger, 1975)

La Agrupación Mujeres Libres fue una organización de mujeres anarcosindicalistas que se propuso capacitar y concientizar a las mujeres para contribuir a su emancipación durante la Revolución y Guerra Civil Española (1936 a 1939). En ese camino, construyó y debatió con sus compañeros de tendencia y con congéneres de otras. Surgió a principios de 1936 de la unión de dos grupos de mujeres, el Grupo Cultural Femenino de Barcelona (1934) y Mujeres Libres de Madrid, iniciado por Amparo Poch, Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada. Entre sus proyectos, se destacan la edición de una revista Mujeres Libres (1936-1938), la creación en Barcelona del Casal de la dona treballadora y la Casa de Maternidad y de Institutos Mujeres Libres en distintas localidades como Madrid y Valencia. En estos espacios, capacitaron a las mujeres en distintos oficios demandados por el contexto de la guerra, realizaron cursos de alfabetización y llevaron adelante distintas actividades de formación cultural. La Agrupación se extendió a lo largo de España y en agosto de 1937 se constituye la Federación Nacional de Mujeres Libres, que llegó a contar con más de 20 mil afiliadas.

El libro de Martha Ackelsberg Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres analiza la experiencia de la Agrupación. Intenta comprender cómo y por qué las anarcosindicalistas necesitaron una organización propia, cómo fue recibida esta necesidad en las organizaciones anarquistas de las que formaban parte -la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la Federación Ibérica Anarquista (FAI) y la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL)— y cómo comprendieron la relación entre su organización y el proyecto libertario.

La edición que estamos presentando es la primera versión en español que se publica desde esta región de América. Desde su primera publicación en inglés en el año 1991, la obra se tradujo al español en 1999 y se reeditó varias veces hasta el año 2017 por la editorial Virus de España. También fue publicada en Brasil por la editorial Elefante en el año 2019. Es decir, a lo largo del tiempo se ha multiplicado el alcance de la obra y el interés se renueva a partir de las luchas que se siguen sucediendo y que involucran a las mujeres y los movimientos feministas. De distintas maneras, la experiencia de Mujeres Libres sigue despertando curiosidad incluso en los espacios anarquistas. Asimismo, en el último tiempo, diversas investigaciones se han interesado y han aportado conocimientos y reflexiones sobre el desarrollo del anarquismo en la región, prolongando las periodizaciones clásicas sobre el tema y abriendo nuevas perspectivas de análisis que amplían los espacios, sujetxs y dimensiones. Sin embargo, dentro de este gran campo de estudios sobre anarquismo, los abordajes desde una perspectiva de género ocupan, todavía, un lugar acotado. Por lo tanto, la reedición de este libro es sumamente interesante para motivar preguntas que tengan en cuenta la interseccionalidad entre los vectores de opresión. No olvidemos que, desde la perspectiva bakuninista, ya se había señalado que la igualdad en términos de género formaba parte de la emancipación social e individual.[1]

La Revolución y Guerra Civil Española ha trascendido como un gran hito en la historia de la lucha y la resistencia política. Y aunque sin dudas el fenómeno y la experiencia acumulada en aquellos años, y también posteriormente, merecen el lugar central que ocupa en el imaginario y el sentir de diferentes militancias, existe a su alrededor un halo de fantasía que impide una reflexión provechosa.

Este escenario revolucionario, evocado desde una multiplicidad de lugares, también es central a la hora de construir un pasado con hitos loables en función del rol y la participación de las mujeres. Las medidas que tomó el gobierno Republicano sobre los derechos de las españolas, la participación de las mujeres en éste, el protagonismo que tuvieron en las diferentes organizaciones políticas, sindicales, sociales y su participación en las milicias y los frentes de batalla son referencias frecuentes cuando rememoramos experiencias femeninas del pasado que lograron alterar el régimen patriarcal. Estas vivencias señalaron opresiones no solo impuestas “desde afuera”, las de la burguesía, las de la iglesia o las del Estado. Así, experiencias como las de Mujeres Libres aparecen en nuestra evocación del pasado como aquellos momentos donde fueron develadas las múltiples opresiones las de la federación, las del mitin, las de la casa, las de la cama y las del compañero.

Lejos de restar importancia a este proceso, único en la primera mitad del siglo XX, hermoso en sus grandezas y sus pequeñeces, creemos que muchos de estos escenarios han sido fuertemente idealizados por la disciplina histórica. Consideramos que esto constituye un problema no solo porque nos vuelve acríticxs con un pasado que reivindicamos, si no porque también nos empuja hacia miradas simplistas, que pueden “forzar” la capacidad de agencia y correr el riesgo de convertir estas trayectorias en excepcionales, aisladas y, así, despolitizarlas. Muchas veces, los ejercicios que visibilizan a las mujeres las presentan como una anomalía o excepción, sin reconocer el proyecto político y social en que estaban inscriptas. Esto es particularmente así en el caso de las mujeres anarquistas ya que al accionar ácrata también se lo suele imbuir de este tipo de miradas que desacreditan su proyección.

El accionar de Mujeres Libres, como muchos otros recorridos de militantes anarquistas, ha sido recogido por la historia de los feminismos en un proceso de búsqueda identitaria. Feminismos que, como todo movimiento político-social, buscan en el pasado vivencias que cimenten su existencia. En este sentido, con su bello y elocuente nombre, Mujeres Libres aparece, muchas veces, como piedra fundante de prácticas de mujeres empoderadas, encarnando la revolución social y sexual.

Obras como la que aquí estamos presentando, con su análisis minucioso y su riqueza documental, son centrales para problematizar y desarmar el filantropismo con que solemos mirar este pasado. El trabajo de Martha Ackelsberg nos devuelve las voces de las protagonistas de Mujeres Libres, las pone en contexto, y evidencia las propias contradicciones que tuvieron como mujeres y como militantes anarquistas, sus debates y sus conflictos. Tensiones, que en muchos casos, sólo pudieron ser percibidas por las protagonistas tras la mediación del tiempo. Las entrevistas que sostienen la investigación traslucen las maneras en que las mujeres libres recuerdan aquellas experiencias; resignificaciones del pasado atravesadas por amores, alegrías, frustraciones y dolores.[2]

En el libro se detallan lugares, momentos y sensaciones, no sólo de las entrevistadas sino también de la autora. Principalmente, es notable la manera en que Martha reconstruye las redes y los contactos que le permitieron encontrarse con las integrantes de la agrupación para señalar, en las distintas presentaciones, las características comunes que compartían aquellas Mujeres Libres: eran jóvenes, trabajadoras, militantes anarcosindicalistas que participaban en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), en la Federación Anarquista Ibérica (FAI) o en la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL) y que compartían una necesidad de organizarse por fuera del sindicato en función de su género.

Este libro es fundamental para comprenderlas en su contexto, para recordarlas sin pedirles que sean lo que no han sido y, fundamentalmente, para poder reivindicarlas sin desanarquizarlas. Decimos esto porque, en el último tiempo, particularmente desde los movimientos de mujeres y feministas, se reivindican distintas mujeres anarquistas pero, como mencionamos previamente, despolitizándolas y solo reconociéndolas como la vanguardia del feminismo o feministas. Al sumarlas acríticamente a las luchas del presente, recrean un peligroso anacronismo.

La fuerza con la que Mujeres Libres atravesó el tiempo se hace presente en las múltiples evocaciones de este nombre en distintos proyectos. Durante la década de 1960 y 1970, primero desde Inglaterra y después desde Francia, se publicaron 47 números de la revista Mujeres Libres. Portavoz de la Federación Mujeres Libres de España en el Exilio.[3] También, a finales de la década del 70 en España, distintos grupos de jóvenes mujeres volvían a elegir este nombre para los espacios que estaban organizando dentro del anarquismo y, en Barcelona, la publicación Mujeres Libres reapareció entre 1977 y 1978.[4] En 1993, un grupo de mujeres anarquistas que se reunía en la Biblioteca Popular José Ingenieros, en Villa Crespo, Argentina, volvió a utilizar esta denominación. Sus reuniones se prolongaron por casi una década y protagonizaron distintas actividades junto con otros grupos de mujeres —como la Comisión por el Derechos al Aborto (CDA)—. Entre estas iniciativas es especialmente recordado el primer homenaje en Argentina a los 50 años de la publicacion del libro El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir.  Como sus homónimas en los años treinta, formaron grupos de reflexión sobre su condición de mujeres. En 1999, sus integrantes impulsaron el Encuentro de Mujeres Anarquistas, en Pinar, Uruguay. Lamentablemente, la experiencia de este grupo solo ha sido recogida por la investigación histórica de manera parcial.[5] Aquí, apenas hemos tomado algunos ejemplos provistos por distintas fuentes que mencionan espacios militantes con la misma denominación en Europa y América. Es factible que hayan existido o incluso existan otras organizaciones, en distintas partes del mundo, que también tejen su presente con este hilo del pasado.[6]

Por todo lo dicho, creemos importante y celebramos la reedición de este libro —desde y para la región—. Sus páginas nos siguen interpelando y nos invitan a seguir poniendo en tensión las ideas y las prácticas. 

En este prólogo, intentaremos avanzar sobre algunas cuestiones que, de manera situada, podrían renovar el interés por la lectura de Mujeres Libres. Para ello, consideramos conveniente dividirlo en apartados con la intención de ordenar algunos debates que pueden servir como presentación y contextualización de la investigación que sintetiza el libro de Ackelsberg —que, recordemos, data de 1991—. Un bloque que se propone ampliar el escenario de la militancia anarquista protagonizada por mujeres, al reponer la experiencia de las anarquistas que desde esta orilla del Atlántico se adelantaron a varias de las cuestiones que posteriormente veremos en Mujeres Libres. Y, luego, en otro apartado, introducimos la figura de Anita Piacenza/Nita Nahuel, una anarquista de origen argentino que viajó a España en diciembre de 1936 como militante de la Federación Anarco Comunista Argentina (FACA) y participó activamente de la Agrupación Mujeres Libres. Su trayectoria política nos permite reflexionar sobre algunas cuestiones vinculadas al transnacionalismo del movimiento libertario, la participación de las mujeres en la lucha antifascista y los procesos revolucionarios.

Mujeres Libres aquí y allá: conexiones a través del tiempo y el espacio

En su libro, Martha es explícita en la intención que la lleva a indagar y visibilizar las experiencias de las mujeres que participaron de la Agrupación Mujeres Libres y esa intención evidencia su compromiso tanto con las luchas del momento en que fue publicado como con la investigación feminista.

Por un lado, la obra  tiene como destinatarixs directxs a feministas y militantes sociales de las izquierdas de Estados Unidos. Busca acercar las experiencias pasadas de Mujeres Libres a su propio contexto, ya que, a juicio de la autora, este conocimiento permitiría a sus coetáneas problematizar sus propias ideas y prácticas. Particularmente, señala el individualismo que predominaba y la intolerancia frente a la diversidad cultural en aquellos movimientos feministas Es decir, el libro está atrevesado por un diálogo presente-pasado, que se evidencia en los tópicos y en la vasta bibliografía feminista estadounidense que le permite anclar debates y problematizaciones contemporáneas. Mujeres Libres es una obra que reconstruye una experiencia histórica con preguntas y motivaciones que surgen del presente de la autora, reflexiones que siguen vigentes, que nos siguen interpelando.

Por otro lado, la investigación en sí es resultado de los debates y cuestionamientos que desde las epistemologías feministas comenzaron a plantearse en torno a la construcción androcéntrica y patriarcal del conocimiento. Poner en el centro de la escena las experiencias de las mujeres como “recurso para el análisis social”[7] y situarlas en la lucha política son dos de los aportes de la investigación feminista a la construcción de saberes y ambos resultan problemáticos para una visión positivista, universal y patriarcal, como la que aún predomina en la práctica y la investigación científica.

Los  capítulos que conforman la obra van desde un plano contextual para situar a la  Agrupación Mujeres Libres en relación con la perspectiva anarcosindicalista en España,  hasta un plano particular en el que analiza las ideas y prácticas de esta organización durante el período revolucionario, sus vínculos con otras organizaciones y con sus propios compañerxs de ideas.

Los testimonios orales y los documentos escritos —en particular, la revista Mujeres libres y distintos materiales de la CNT disponibles en el Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam— son examinados desde tres ejes que estructuran el análisis de la agrupación: el sentido de comunidad y la necesidad de las redes para el autodesarrollo, la capacitación y la concienciación como herramientas para enfrentar las desigualdades en todos los ámbitos y destruir las jerarquías, y, por último, la reivindicación de la autonomía y la diversidad organizacional al interior de la comunidad anarquista.

En lo que sigue, nos detendremos sobre este último eje para vincular hacia atrás en el tiempo y hacia el sur en el espacio la experiencia de Mujeres Libres con las de las mujeres anarquistas de esta región, particularmente, la Argentina.[8] Como adelantamos, muchas de las ideas y algunas prácticas de la agrupación ya habían sido planteadas por anarquistas de este país. Encontramos registro de esto, por ejemplo, en la organización del Centro Femenino Anarquista (Buenos Aires, 1907) — por parte de las anarquistas Juana Rouco Buela y María Collazo[9] y en los periódicos femeninos La Voz de la Mujer. Periódico comunista-anárquico (Buenos Aires, 1896-1897) y Nuestra Tribuna. Quincenario femenino de ideas, arte, crítica y literatura (Necochea, Tandil, Buenos Aires, 1922-1925).

Al igual que sus compañeras del otro lado del Atlántico, estas anarquistas señalaron la necesidad de hablar en primera persona y recibieron críticas de algunos compañeros por sectorizar al movimiento. Frente a ello, respondieron haciendo evidentes los obstáculos que, en términos de género, conllevaba poner en práctica el ideal y mostraron las desigualdades no solo en el ámbito laboral sino en el hogar y las relaciones interpersonales. De igual modo, compartían con sus compañeras del territorio español una aversión por el feminismo de aquel momento y reivindicaban su identidad como mujeres anarquistas. Sobre esta cuestión en particular nos interesa destacar que, desde fines de los años ochenta del siglo XX, un grupo de investigadoras locales realizaron distintas caracterizaciones  —en línea con la perspectiva de Historia de las mujeres— enfocando su atención en las intervenciones periodísticas y las biografías de mujeres ácratas. Estos primeros trabajos han aportado distintas interpretaciones, sumándole adjetivos al feminismo propiciado, según estos estudios, por las anarquistas, para distinguirlo del feminismo al que ellas se oponían.[10] Las iniciales pesquisas retomaron algunas de las conceptualizaciones trazadas por Mary Nash sobre el “feminismo proletario” de Mujeres Libres[11] y por Maxine Molyneux sobre La Voz de la Mujer. Molyneux catalogó las ideas de las anarquistas como “una fusión de ideas feministas con orientación revolucionaria y trabajadora”.[12] “anarco-feminismo latino”[13] –por la importancia otorgada a la maternidad–, “contrafeminismo”– para dar cuenta de “la resistencia del feminismo anarquista al feminismo burgués y reformista en la búsqueda de obtención de las prerrogativas civiles y cívicas”–[14] o “feminismo relacional” –retomando a Karen Offen–.[15] Éstas fueron algunas de las conceptualizaciones que se recrearon para caracterizar sus intervenciones.

Según la historiadora Marcela Nari, más allá de su propia autodefinición, se las identifica como feministas pues reconocen la subordinación de las mujeres en relación con los varones e intentan cambiarla.[16] En este mismo sentido, se las examina como las antecesoras de las propuestas del feminismo de los años sesenta en relación con la discriminación femenina y la sexualidad.[17] Teniendo como antecedentes estos estudios, en el último tiempo, investigaciones como las de Laura Fernández Cordero abordan —desde una perspectiva de género— los debates y las polémicas entre “discursos femeninos y masculinos” y sitúan en relación y dentro del movimiento anarquista las intervenciones femeninas. Respecto de la identidad feminista, sostiene que “en sentido estricto, no sería correcto decir que las anarquistas eran feministas”, aunque sí anticiparon ideas de los feminismos posteriores.[18]

La Voz de la Mujer sale a la calle en un contexto de cambios estructurales en las ciudades portuarias, específicamente por la llegada, a fines del siglo XIX, de una gran cantidad de inmigrantes —provenientes de regiones de Italia y España, en su mayoría— que reconfiguró la estructura social y económica. La incorporación al mercado de trabajo capitalista estuvo marcada por la explotación laboral, instaurada por los bajos salarios y las extensas jornadas en espacios y tareas insalubres. Esto afectó a los varones y con más agudeza a las mujeres y lxs niñxs que, dada la imposición de roles sexualizados y jerarquizados del sistema patriarcal, fueron lxs explotadxs dentro de la clase explotada.[19]

Esta situación diferencial fue señalada por las redactoras de La Voz de la Mujer, quienes denunciaron junto con la opresión de clase, las desigualdades de género. En sus propósitos, reconocieron que en su experiencia como mujeres, no sólo como trabajadoras, su lugar había sido el “de ser el juguete, el objeto de los placeres de nuestros infames explotadores o de viles esposos”.[20] Desafiaron a sus propios compañeros de ideas cuando las acusaban de sectorizar y dividir la lucha del anarquismo al situar la causa femenina independientemente de la cuestión social, controversia que se repite luego con Nuestra Tribuna.

Como analiza Martha en el último capítulo de su obra, esta acusación también pesaba sobre las anarquistas de Mujeres Libres que, si bien no respondieron de manera directa en su revista, defendieron su posicionamiento en periódicos como Tierra y Libertad o Solidaridad Obrera, prensa que les brindaba apoyo. Por ejemplo, Mercedes Camposada escribía en Tierra y Libertad:

Y el día en que los compañeros se acaben de convencer de que la Agrupación Mujeres Libres (…) no representa un apartarse de la organización ni significa pugilatos feministas, sino, por el contrario, capacitación de la mujer para un trabajo en común, más eficaz tanto en la Revolución como en la guerra, la Agrupación Mujeres Libres no podrá menos que tener todo el apoyo moral y material que merece y necesita.[21]

Volviendo a las mujeres de La Voz de la Mujer, sus interpelaciones tenían como destinatarias a sus compañeras “de trabajo e infortunios”, quienes sufrían la doble esclavitud que ellas identificaban con “el capital y el hombre”.[22] De igual modo, se dirigían a sus compañeros para denunciar que, en la práctica en el hogar, en el sindicato y en el trabajo, sus actos no se correspondían con las ideas: “que hablan de libertad y sólo la quieren para sí, que hablan de anarquismo y ni siquiera saben (…) vosotros los que habláis de libertad y en el hogar queréis ser zares”.[23]

Cuando se editó Nuestra Tribuna, los conflictos sociales estaban en aumento. En el contexto de los acontecimientos de la Semana Trágica en enero de 1919 y las huelgas de lxs trabajadorxs rurales y urbanos de la Patagonia entre 1920 y 1922, se publica el segundo periódico anarquista escrito y dirigido por mujeres. El 15 agosto de 1922, desde la ciudad de Necochea (provincia de Buenos Aires), un grupo organizado por Juana Rouco Buela[24] lanza el primero de los treinta y nueve números que se editarán hasta 1925. Los dos epígrafes de la primera plana resumen el propósito y el posicionamiento que asumen al fundar un periódico: demostrar que la inferioridad mental de la mujer era una mentira teológica y anunciar que “no hay emancipación de la mujer. La emancipación que nosotras, mujeres libres, propiciamos, es social, netamente social”.[25] Así, reafirmaban su lugar de enunciación como mujeres anarquistas y, al mismo tiempo, las palabras eran una advertencia hacia los cuestionamientos que entre los compañeros pudieran surgir. En este mismo sentido, años más tarde, Lucía Sánchez Saornil -una de las fundadoras de Mujeres Libres- aclaraba en el peródico Solidaridad Obrera que la Agrupación Mujeres Libres, además de desmarcarse del feminismo, reafirmaba su “tendencia confesada: la libertaria” y sus propósitos eran “revolucionarios y finalistas”.[26]

Aún teniendo en cuenta los distintos contextos de actuación, no solo temporal y espacialmente, sino por la revolución social y la guerra civil que condicionaban el hacer de Mujeres Libres, encontramos varias coincidencias entre éstas y las anarquistas de Nuestra Tribuna. Ambos grupos sostenían que la educación y la independencia económica eran claves para la emancipación de las mujeres y defendían la maternidad consciente y voluntaria. Ambos grupos explícitamente negaron identificarse o que las identificaran con el feminismo. Con catorce años, diferencia el primer número de sus respectivas publicaciones advertían sobre esta cuestión. En Nuestra Tribuna expresaban: “nuestra hojita es un quincenario anarquista y como la anarquía no hace distingos de sexos, de ahí que hemos dicho todo (…) no se nos confunda con feministas (…) ya conocéis nuestros propósitos. Ellos son netamente sociales. No se apartan de los hombres que luchan por la emancipación humana. ¿Estamos?”.[27] Más tarde, en 1936, Mujeres Libres en su revista homónima aclaraban su posición: “pero esto es ya más que feminismo. Feminismo y masculinismo son dos términos de una sola proporción; hace algunos años un periodista francés, Leopoldo Lacour, halló la expresión exacta: humanismo integral”.[28]

El trabajo de Martha Ackelsberg destaca esta cuestión, la manera en que Mujeres Libres se separó del feminismo -no sólo en la década del treinta-. En las entrevistas realizadas en los años ochenta, cuando ya el feminismo europeo había pasado por la segunda ola, las entrevistadas siguieron renegando de los feminismos. Las jóvenes anarcofeministas que le dieron a Martha las primeras pistas de la existencia de esta organización y el paradero de las ancianas que la habían encarnado tampoco podían entender esa postura y hasta la propia Ackelsberg confiesa la perplejidad que le causaron esas primeras declaraciones:

Para algunas de estas cuestiones no tengo respuestas. Me desconcertaba, y aún me desconcierta, el evidente malestar de Suceso, y de otras mujeres, porque se hicieran “políticas” las cuestiones “personales” sobre el amor y la sexualidad, por ejemplo. El feminismo me ha convencido de que “lo personal es político”, y ¿no hace acaso el anarquismo las mismas reivindicaciones?.[29]

Una de las ácratas que con su pluma une la experiencia de Nuestra Tribuna con la de Mujeres Libres es Federica Montseny, destacada militante española y representante del sector anarquista en el gobierno republicano.[30] Con solo 18 años, Federica envió una colaboración sobre el feminismo al periódico Nuestra Tribuna. En su análisis, sostenía que éste había fracasado en Estados Unidos y en Francia pues no había obtenido avances en los derechos políticos. Indicaba que el interés en esta cuestión no era como anarquista, sino como mujer y por lo que significaba (no por el hecho en sí mismo). Para Federica, aquella situación era el reflejo de la posición subordinada de la mujer en la sociedad. Esa subordinación era reproducida por algunos compañeros de ideas que, según Montseny, exigían su absoluta emancipación a pesar de que no se podía vivir con una mujer emancipada. Todo esto, decía, era la muestra de la pervivencia  del principio de propiedad y de autoridad y del dominio del más fuerte.[31] Como señaló Montseny, estas reivindicaciones les eran ajenas, aunque también les preocupaban, porque los retrocesos y los avances en materia de derechos conmovían a las mujeres como grupo, cualquiera fuera su perspectiva política. Si bien Federica es una de las mujeres destacadas del anarquismo español, ella no formó parte orgánica de la Agrupación Mujeres Libres, aunque sí les brindó su apoyo escribiendo para la revista y asistiendo a las actividades que desde allí se impulsaban.  

Hemos realizado este recorrido y esta breve caracterización de los periódicos de La Voz la Mujer y Nuestra Tribuna para construir entre ellos y las Mujeres Libres de España una genealogía de mujeres anarquistas. Estas tres experiencias tienen varios denominadores comunes: eran mujeres anarquistas que bregaban por la emancipación femenina, mujeres mayoritariamente de los sectores explotados, no se denominaban feministas y debatían abiertamente estrategias políticas y de acción con las feministas de su época y con sus compañeros. Como militantes, tuvieron la necesidad de crear espacios de mujeres dentro del anarquismo (organizaciones y publicaciones) y su concreción las llevó a enfrentarse con sus propios compañeros de tendencia.

Solemos pensar que los anarquismos que se desarrollaron en esta región del planeta son una reproducción, un reflejo o una copia de las experiencias y corrientes europeas.[32] Algo similar ocurre cuando intentamos delinear la Historia de los feminismos, del movimiento de mujeres o incluso de las disidencias sexogenéricas. Sin embargo, y aunque es indiscutible que el origen organizativo, la denominación y la concienciación primaria de todos estos movimientos se encuentra en aquellas latitudes, lo que va ocurriendo en estas otras regiones del mundo es parte de una relación dialéctica propia de los movimientos internacionalistas en los que las personas y las ideas fluyen y se retroalimentan.

En Argentina, puntualmente, se ha arraigado desde y en la Historia como disciplina una mirada que tiene su origen en la manera en que la clase dirigente de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, categorizó al anarquismo como un elemento extranjero, lo no deseable de la inmigración. Si bien, posteriormente, la historia social revirtió esa mirada peyorativa sobre el mundo ácrata, no ha logrado discutir cómo -más allá de la llegada de esxs primerxs militantes- se desarrollaron en estas tierras formas propias de la cultura libertaria. Estrategias, posicionamientos y modos de interpelar al mundo que muchas veces sirvieron de faro para otros grupos.

Las nuevas generaciones intentamos discutir esta idea con nuestra investigación y parte de ello requiere hacernos conscientes de nuestras propias condiciones de vida y trabajo. Además de los escasos fondos que subsidian estudios sobre movimientos sociales y culturales como el anarquismo, debemos considerar que muchas veces el material al que necesitamos acceder se encuentra en archivos o bibliotecas poco accesibles (principalmente por su lejanía), como Europa y Estados Unidos. Por ejemplo, fue la gestión de Elza Calzetta (2005) la que -hace ya unos años- hizo posible que Nuestra Tribuna esté disponible localmente. Nuevas formas de un viejo colonialismo que también se manifiesta en la conservación y el acceso a las fuentes históricas de los movimientos políticos y sociales.[33]

En este sentido, la digitalización de documentación y su acceso desde plataformas libres ha dado grandes frutos para la investigación académica y para la divulgación, en general, y, a su vez, en un ejercicio de coherencia que muchas veces es el fruto del trabajo militante.[34]

Libre y transnacional: Ana Piacenza en Rosario – Nita Nahuel en Barcelona

La ausencia de las mujeres en la producción historiográfica es una constante que casi no contempla excepciones. En las cuantiosas obras que hacen referencia a la llegada de militantes de otras regiones para combatir en la Guerra Civil Española, o aun en aquellas que más específicamente hablan de lxs llegadxs al frente desde esta región del mundo, las mujeres suelen tener un rol marginal. Esta invisibilización se repite a pesar de que muchas de ellas fueron destacadas artífices de aquella gesta.

El caso de Mika (Micaela Feldman o Micaela Feldman de Etchebéhère) quizá sea el más emblemático. Su figura, generalmente, es recogida para destacar la excepcionalidad de sus actividades en el frente de batalla, tareas que, según sus propias memorias,[35] logró llevar adelante sin perder muchas de las particularidades que históricamente se le han atribuido a las conductas femeninas, especialmente el cuidado y la amorosidad con las que trató a sus compañerxs.

Más allá de esta excepcionalidad, fueron muchas las mujeres que acudieron a aquel llamado de solidaridad contra el fascismo y por la revolución. Nos interesa aquí destacar la trayectoria de la abogada Ana Piacenza, anarquista de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, quien formó parte de la Agrupación Mujeres Libres de España y, hasta el momento, es la única de la que tenemos registro.

Ana llegó a Barcelona el 28 de diciembre de 1936, junto con su compañero José Grunfeld, como delegadxs de la Federación Anarco Comunista Argentina -FACA-, creada en 1935 (Wessels, 2005).[36] Anita y José -como la mayoría de sus compañerxs- viajaban con pasaportes falsos —táctica empleada para burlar los controles del Comité de No Intervención en la guerra y que buscaba evitar que entraran en España armas y combatientes—. Según las memorias del propio Jose Grunfled, los pasajes fueron costeados con su dinero.[37] En Barcelona, compartieron casa con Jacobo Prince y Jacobo Maguid, en calle de Muntaner 514, y formaron parte de la comunidad de argentinxs o de militantes del Río de la Plata, como muchas veces prefirieron identificarse. La “colonia”, como firmaron algunos documentos, tenían entre sus múltiples tareas hacer llegar hasta sus países de origen información sobre lo sucedido en la otra costa del Atlántico, alentar el envío de insumos y fomentar la lucha contra el fascismo. Además de las vastas producciones que desplegaron en los cuantiosos medios que impulsaba el anarquismo en España y de la reproducción que de aquellos textos hacen los medios ácratas de Argentina, la correspondencia enviada hacia la FACA es lo que hace posible reconstruir las trayectorias grupales e individuales.[38]

Parte de este recorrido es repuesto por trabajos integrales, como los de la historiadora Maria Miguelañez Martinez, quien analiza las redes transnacionales del anarquismo durante el periodo de entreguerras, especialmente de la Argentina, y la connivencia entre distintas esferas de lo local, la nacional y lo internacional en la militancia ácrata. Entre otras cuestiones de sus interesantes estudios, la autora también advierte sobre la notable presencia femenina en el anarquismo que se desarrollaba en Argentina.[39] Asimismo, el trabajo de María Eugenia Bordagaray (2013)[40] ha resaltado una dimensión poco presente en estos temas: la manera en que la militancia política de estxs ácratas estuvo fuertemente entrelazada por sus vínculos de pareja. Reconstruye para ello la historia militante de dos parejas pilares del anarquismo de aquellas épocas: Ana Piacenza y José Grunfeld e Iris Pavón y Marcos Dukelsky.[41]

Nita Nahuel, nombre que asume Anita en España, comienza a trabajar en la redacción de Tierra y Libertad y Solidaridad Obrera y se suma a la Agrupación Mujeres Libres como integrante de la Federación de Barcelona, donde ocupa un lugar central. Entre las actividades que realizaba, se encontraban las campañas radiofónicas junto a Concepción Liaño, Rosa Boesa y Pilar Grajel y las giras de propaganda oral en Montcada i Rexach, Olesa y en el Ateneo Libertario del Distrito IV (Barriada 2 Les Corts).[42] En la revista Mujeres Libres, destacaban su “cálida exaltación del sentimiento femenino”.[43] Nita Nahuel firma uno de los artículos más polémicos de aquella publicación: “Los que deshonran al anarquismo”. Decidimos reproducirlo completo ya que nuestras palabras no podrían reemplazar la elocuencia de las suyas para reflejar algunas de las cuestiones que venimos intentando plasmar en este prólogo.

José Ingenieros, un célebre sociólogo argentino, decía que la emancipación de la mujer depende de la transformación de la sociedad; que la Revolución social traería aparejada la libertad económica, política y sexual de la mujer. Yo comienzo a dudarlo. Se me ocurre pensar que después de la Revolución social, tendremos que hacer las mujeres “nuestra revolución”. Existen datos en cantidad como para hacer meditar sobre el tema. Vamos a poner un caso como ejemplo. En España, que está realizando y viviendo ya su Revolución social, las mujeres se hallan ya tan sometidas al hombre como en cualquier país burgués. Hace pocos días se extendió la noticia de que habían caído cuatro pueblos de Aragón en poder de los fascistas. Un grupo de mujeres que se encontraban reunidas en la Agrupación Mujeres Libres improvisó inmediatamente una manifestación. Una nutrida columna recorrió las Ramblas y llegó hasta la Generalidad exigiendo: ¡Armas para el frente de Aragón!, ¡Menos política y más armas!, ¡Abajo los sueldos fabulosos!, ¡Igualdad para todos en el sacrificio! ¡Armas, armas, armas! (…) Al pasar por la Casa CNT-FAI se prorrumpió en vivas a la Revolución y al frente de las Juventudes Revolucionarias. Unas compañeras que quedaron rezagadas presenciaron algo que da vergüenza decir. Un individuo que llevaba al cuello el pañuelo rojo y negro de anarquista comenzó a proferir insultos y amenazas contra las compañeras de la manifestación. Una de ellas se le acercó y le preguntó por qué hacía eso. Respondió porque le daba la gana, y continuó comentando el asunto en forma agresiva y brutal, a tal extremo, que la compañera, atemorizada, tuvo que retirarse. Sabemos que cretinos los hay en todas partes; pero lo que conviene saber es precisamente eso: si se trata simplemente de un cretino o de un fascista emboscado. Si lo primero, ya trataremos de avivarlo, y en ello deben estar también interesados los compañeros de la CNT. Si lo segundo, corresponde, ante todo, arrancarle del cuello la insignia y del cinto esa pistola, para que aprenda a omitir la violencia y la intimidación cuando habla con compañeras. Los trogloditas disfrazados de anarquista, los cobardes que atacan por la espalda bien armados, los “valientes” que levantan la voz y el ademán frente a una mujer, están mostrando su hilacha fascista y es preciso desenmascararlos.

¡A ver si después de tanto dolor y tanto sacrificio, vamos a tener que pedir permiso para defender la vida de los que luchan en los frentes, de esas vidas que hemos creado nosotras con nuestra carne y con nuestra angustia! ¡A ver si vamos a tolerar que, después de tanto libro anarquista como se ha escrito ensalzando la libertad femenina, de tanto discurso libertario proclamando la libertad de derechos, de tan larga lucha emancipadora, vengan “anarquistas” a agredirnos porque queremos impedir, con la garantía de un armamento eficaz, la matanza inútil de nuestros hijos en los frentes de Aragón! ¡A ver si van a impedirnos que cojamos con nuestras manos los fusiles que aquí sobran para llevarlos donde tantísima falta hacen! ¡A ver si los compañeros anarquistas van a permitir que a su lado se ataque impunemente a las compañeras anarquistas! ¡Hay pañuelos y pistolas mal colocados y esto hay que evitarlo, compañeros anarquistas!.[44]

El compromiso de Anita con la Revolución y con las mujeres antifascistas era absoluto. Así lo expresaba en un artículo publicado en Tierra y Libertad en representación de las mujeres antifascistas de la Argentina.[45] Asimismo, este compromiso quedó plasmado con el lugar central que tuvo en la Agrupación Mujeres Libres. Por ejemplo, en el Segundo Congreso Regional de Mujeres Libres fue elegida como una de las oradoras en el acto de cierre junto con Áurea Cuadrado y Lucía Sánchez Saornil. En su intervención, expuso ideas que ya se habían publicado en la editorial inaugural del Nº 1 de la revista Mujeres Libres. Particularmente, señaló los cambios que experimentaron las mujeres de España al borrar la tutela religiosa y motivó a continuar en la lucha a pesar del dolor.[46]

Al año siguiente, ya embarazada de su primera hija, Anita volvió a la Argentina, a la ciudad de Rosario, donde siguió su accionar, fue perseguida y detenida en la Cárcel del Buen Pastor por casi un año, en 1943. Sin que esta experiencia logre amedrentarla, en 1946, crea junto con otras mujeres la Unión de Mujeres Socialistas Libertarias de Rosario, quienes luchaban por la igualdad de derechos entre varones y mujeres, la maternidad consciente y derechos para la mujeres trabajadoras. Más tarde, y es el último registro que tenemos en la prensa anarquista, la encontramos como responsable de un consultorio de educación sexual en la publicación Luz de Rosario. [47]

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Todas estas trayectorias, las individuales y las colectivas, se inscriben en un contexto de gestas internacionales contra el fascismo, de luchas antirepresivas dentro de los distintos países y también, particularmente en el caso de las mujeres, de lucha por la obtención de reconocimientos de la igualdad y de la diferencia en sociedades fuertemente patriarcales. Como esperamos haber hecho notar en este prólogo, la experiencia de Mujeres Libres también se inscribe en un contexto de lucha dentro de sus organizaciones -y aquí radica una de sus particularidades-.

Como anarquistas, la acción directa, la lucha contra todos los niveles de opresión y la importancia de los distintos frentes donde éstas se generan, hizo de sus reivindicaciones de género algo central de su intervención.

El libro de Martha nos acerca a una experiencia pasada y nos permite, desde nuestro presente, uno; problematizar algunas de las cuestiones que subsisten en  los espacios anarquistas y feministas y, dos, preguntarnos por nuestro propio lugar en esos espacios. Las voces de las mujeres libres que conforman este libro, incluida la de la autora, nos acercan un proceso de lucha colectiva y personal, que va más allá de contarnos qué pasó. El libro revela con gran agudeza la trama interna de la investigación, al ahondar en las experiencias narradas por sus protagonistas, y nos invita a comprender cómo estas mujeres pudieron, en medio de una guerra y como parte de un proceso revolucionario, intentar construir un mundo nuevo.


[1]Vicente, Laura, “El feminismo anarquista desde sus orígenes internacionalistas a Mujeres Libres”, Viento Sur, N° 136, octubre, 2014, 90-98. Disponible en: https://bit.ly/3xMZqu6.
[2] Se realizaron 18 entrevistas entre 1979 y los primeros años de 1980.
[3] Berenguer, Sara, Entre el sol y la tormenta. Revolución, guerra y exilio de una mujer libre. Colección roja y negra. L’Eixam Edicions, S.L, 2004. Disponible en: https://bit.ly/3ikOb5A.
[4] Ackelsberg,  Martha,  Mujeres libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres. Barcelona:Virus Editorial, 2017.
[5] Guzzo, Cristina, Libertarias en América del Sur. De la A a la Z. Libros de Anarres: Buenos Aires, 2014; Bellucci, Mabel, comunicación con las autoras, febrero-marzo de 2021.
[6] Algunas de las mujeres que integraron Mujeres Libres en Argentina fueron Poema Cardella, Mabel Bellucci, Disenfeld Raquel, Frinkel Elsa, Maria Eva Izquierdo, Delmastro Susana. Bellucci, Mabel, op. cit.
[7] Harding, Sandra,“¿Existe un método de investigación feminista?”, en Eli Bartra (comp.), Debates en torno a una metodología feminista. [1987]. México: PUEG-UAM, 2002, 9-34, 21.
[8] Sobre algunas experiencias de mujeres anarquistas en la región consultar: Fernández Cordero, Laura, “Anarquismo, género y sexualidad en América del sur. Breve ensayo bibliográfico”. Dossier “Anarquismo, género y sexualidad en América del sur”. Historiapolítica.com, Septiembre, 2015. Disponible en: https://bit.ly/3xKk523; Palomera Valenzuela, Adriana,“La mujer anarquista: Discursos en torno a la construcción de sujeto femenino revolucionario en los albores de la “idea””. Izquierdas, (24), julio, 2015. Disponible en: https://bit.ly/3iit2cn; Godoy Sepúlveda, Eduardo, ”El anarquismo y la emancipación de la mujer en Chile (1890-1927)”, Izquierdas, (36), 2017, 299-302: https://bit.ly/3kmGezH; Silva Sarmiento, Francisca, “La ruta de las anarquistas: cuerpas, experiencias y diálogos anarco-feministas en Chile. 1890-1935”, Informe de Seminario para optar al grado de Licenciado en Historia. Seminario de grado: Historia del cuerpo. Perspectivas de investigación para Chile, 2018 Disponible en: http://repositorio.uchile.cl/handle/2250/168731.
[9] En su autobiografía, Juana señala que diecinueve compañeras conformaban el Centro, que tenía espacio en el local de los de conductores de carros  y también eran integrantes de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Rouco Buela, Juana, Historia de un ideal vivido por una mujer. Buenos Aires: s/e, 1964.
[10] Hemos desarrollado esta cuestión en Manzoni, Gisela-Ledesma Prietto, Nadia, “Pluma, aguja y barricadas. Desafiando la hegemonía patriarcal”.  Adriana Valobra, (comp.), Mujeres en espacios bonaerenses, La Plata, EDULP, 2009, 65-79; Ledesma Prietto, Nadia, ” Anarquismo(s) y feminismo(s). Reflexiones a partir de las intervenciones de las mujeres anarquistas, Buenos Aires (1896-1947)”, Izquierdas, 34, julio, 2017, 105-124. Disponible en: https://bit.ly/3wJLArf. Una reflexión interesante vinculada a este problema en: Valobra, Adriana,” El Estado y las mujeres, concepciones en clave feminista”, Estudios Sociales del Estado, 1(2), 2015, 33-57. Disponible en: https://bit.ly/3xMftsi.
[11] Nash, Mary, “Mujeres libres”. España (1936-1939), España, Tusquets, 1975.
[12] Molineaux, Maxine“Ni dios, ni patrón, ni marido. Feminismo anarquista en la argentina del siglo XIX”. En  La Voz de la Mujer. Periódico comunista-anárquico,Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes,11-40,11-12, 2002.
[13] Guzzo, Cristina, Las anarquistas rioplatenses (1890-1990), EEUU, Orbis Press, 2003, 32.
[14] Barrancos, Dora,  Anarquismo, educación y costumbres en la argentina de principios de siglo, Buenos Aires, Contrapunto, 1990,p. 276.
[15] Barrancos, Dora, “Mujeres de “Nuestra Tribuna”: el difícil oficio de la diferencia”, Mora, ( 2), noviembre, 125-143,1996, 126.
[16]  Nari, Marcela,“El feminismo frente a la cuestión de la mujer en las primeras décadas del siglo XX”. Juan Suriano (comp.), La cuestión social en Argentina, 1870-1943, Buenos Aires, La colmena, 2004.
[17] Mabel Bellucci, “Anarquismo y feminismo”, El libertario, año 21, n° 67, 2006.
[18] Fernández Cordero, Laura, Amor y anarquismo, Experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual, Buenos Aires, SXXI, 2017, 76.
[19] Graciela Queirolo, “mujeres que trabajan: una revisión historiográfica del trabajo femenino en la ciudad de Buenos Aires (1890-1940)”, Nuevo Topo. Revista de historia y pensamiento crítico, (3), septiembre-octubre, 2006, 29-48.
[20] Propósitos La Voz de la Mujer. Periódico comunista –anárquico, n° 1, 8 de enero de 1896. Cf. La Voz de la Mujer. Periódico comunista –anárquico, 2da. ed. Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2002, 43.
[21] Camposada, Mercedes  “Origen y actividades de la Agrupación Mujeres Libres”. Tierra y Libertad. Nº11, p. 7. Sábado 27 de marzo de 1937.
[22] La Voz de la Mujer. Periódico comunista-anárquico, n° 8, 14 de noviembre, 1896. Cf. La Voz de la Mujer, op. cit., 138.
[23] La Voz de la Mujer. Periódico comunista –anárquico, n°2, 31 de enero de 1896. Cf. La Voz de la Mujer, op.cit, 58.  Análisis sobre el discurso de estas mujeres y sus destinatarixs en Bellucci, op. cit.; Masiello, Francine (comp.),  La mujer y el espacio público. el periodismo femenino en la argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Feminaria editora, 1994; Ardanaz, Eleonora, “Mujeres que levantan sus voces: aportes para el análisis de un discurso contrahegemónico”, Actas del II Coloquio Nacional de investigadores en estudios del discurso, Universidad Nacional del Sur, 4 al 6 de agosto, 2005; Fernández Cordero, laura, “Un ejercicio de lectura sobre el concierto de la prensa anarquista a partir de Mijaíl Bajtín (argentina, 1895-1925)”, Adversus. revista de semiótica, 2013, pp. 68-91.
[24] Juana Rouco Buela fue una militante ácrata que participó en la organización sindical de las trabajadoras a través de la Federación Obrera de la República Argentina (FORA) del quinto congreso, que proclamó defender los principios económicos y filosóficos del comunismo –anárquico. Nadia Ledesma Prietto, y Gisela Manzoni, “Pluma, aguja y barricadas. Desafiando la hegemonía patriarcal”, Adriana Valobra, (comp.), Mujeres en espacios bonaerenses, La Plata, EDULP, 2009, 65-79. Rosenfeld, Daiana y Garisto, Aníbal, “Juana Rocuco Buela”, Las libertarias. Serie documental.episodio 2,Buenos Aires, Lumen cine, 2019.
[25] Nuestra Tribuna , nº 1, 15 de agosto de 1922, 1.
[26] Sánchez Saornil, Lucía, “Actitud clara y consecuente de Mujeres Libres”, Solidaridad Obrera, p.3. 11 de agosto de 1938.
[27] Nuestra Tribuna, n° 1, 15 de agosto, 1922, 1.
[28] Mujeres Libres, n°1, mayo, 1936, 1.
[29] Ackelsberg,  Martha, op. cit., 42.
[30] Federica Montseny fue Ministra de Sanidad y Asistencia Social entre noviembre de 1936 y mayo de 1937 durante el gobierno de Francisco Largo Caballero en la Segunda República. Fue la primera mujer en ejercer un cargo ministerial en España. Muchos de sus proyectos de gestión, revolucionarios para la época, quedaron truncos.
[31] Federica Montseny, “Comentarios”, Nuestra Tribuna, año 2, nº 13, 15 de febrero, 1923, 3.
[32] El análisis de Laura Fernández Cordero sobre Nuestra Tribuna desde una perspectiva transnacional explora los intercambios y contactos con otros países de América Latina y es un aporte en este sentido. Fernández Cordero, Laura,  “El periódico anarquista Nuestra Tribuna. Un diálogo transnacional en América Latina”. Anuario De Estudios Americanos, 74 (1), 2017, 267–293. Disponible en: https://bit.ly/3ijjRbv.
[33] El prólogo de la reciente reedición de Anarquistas de ultramar  contiene interesantes reflexiones sobre estas cuestiones. Margarucci, Ivanna y Godoy Sepulveda, Eduardo (2019) “Algunas reflexiones desde ultramar”. Carlos Taibo, Anarquistas de ultramar. Buenos Aires, Culmine ediciones.
[34] Mencionamos algunos de los archivos digitales y páginas consultadas para realizar este trabajo: Centre de Documentació Antiautoritari i Llibertari http://www.cedall.org/; Archivo de la Federación Libertaria Argentina (FLA) http://www.federacionlibertariaargentina.org/archivo.htm;Confederación Sindical Solidadridad Obrera  https://www.solidaridadobrera.org/.
[35] Etchebéhere, Mika,Mi guerra de España. Argentina,  Milena Cacerola y Motoneta Cine, 2013.
[36] Es interesante destacar que en la mayoría de los trabajos que se refieren al viaje de militantes de la F.A.C.A, Ana tiene un rol secundario, como acompañante de… y sus actividades y tareas no se detallan en extenso, ni se destacan sus cargos políticos, como sí se hace con los compañeros.
[37] Grunfeld, José, Memorias de un anarquista, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 2000.
[38] Wessels, Astrid, “Militantes Anarquistas del Río de La Plata en el Movimiento Libertario Español”. Federación Libertaria Argentina. Biblioteca Archivo de Estudios Libertarios. Catálogo de Publicaciones, Folletos y Documentos Anarquistas Españoles, Buenos Aires, Editorial Reconstruir, 2005.
[39] Migueláñez Martínez, María, “Más allá de las fronteras: el anarquismo argentino en el periodo de entreguerras”, tesis doctoral presentada en el Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid, 2018.
[40] Bordagaray, María Eugenia, “Luchas antifascistas y trayectorias generizadas en el movimiento libertario argentino (1936-1955)”, Cuadernos De H Ideas, (7), 2013. Disponible en: https://bit.ly/3krYsjk.
[41] Tanto Anita Piacenza como Iris Pavón formaron parte antes y después de la Guerra Civil Española de las organizaciones antifascistas, antimilitaristas y de reclamo de la libertad de lxs presxs políticos que impulsó el anarquismo en Argentina. En este sentido, es interesante ver cómo el discurso antimilitarista de las anarquistas contrasta, en su tono maternalista, con el tono de la prédica que sostuvieron cómo y para las mujeres en otras cuestiones. Sobre antimilitarismo y anarquismo en Argentina consultar: Manzoni, Gisela, “Antimilitarismo y antifascismo: particularidades de la intervención pública de las anarquistas argentinas”,Cuadernos del Sur N° 41, 2012. Disponible en: https://bit.ly/3eqCrxf.
[42] Un proyecto novedoso por medio de mapas interactivos, desarrollado por Daniela Montellano Simón, con el software de uso gratuito de MapHub, nos permite conocer las distintas localizaciones de la Agrupación Mujeres Libres. Se detallan 132 puntos en toda España: https://bit.ly/3BcIbo8.
[43] S/f, “Actividades de la Agrupación Mujeres Libres”, Revista Mujeres Libres,  Nº 8, X mes de la revolución, 1937, s/p.
[44] Nita Nahuel, “Los que deshonran al anarquismo”,  Revista Mujeres Libres,  Nº 7, VIII mes de la revolución,1937,  s/p.
[45] Nita Nahuel,“Las mujeres de la Argentina a sus hermanas de la España revolucionaria”. Tierra Libertad, Nº51, Año VII, 1937, p.8.
[46] Solidaridad Obrera, martes 15 de febrero de 1938.
[47] Bordagaray, María Eugenia, “Mujeres en el movimiento libertario argentino durante el peronismo (1946-1955)”,Terceras Jornadas Nacionales de Historia Social, 11, 12 y 13 de mayo de 2011,La Falda, Córdoba – Argentina. Ledesma Prietto, Nadia, op.cit.