Las razones por la que una persona se ausenta del grupo afectivo al que pertenece pueden parecer inexplicables. Tratar de descifrar esos enigmas o los motivos por los que se mantienen de manera indefinida en el tiempo desveló a Ximena Tordini durante años. El libro, “Desaparecidos y desaparecidas en la Argentina contemporánea” es el resultado de esa obsesión por encontrar respuestas.
Para explorar el fenómeno la autora hizo una curaduría cuidadosa de historias: misterios no resueltos, desapariciones explicadas, ausencias que obtuvieron gran atención de los medios de comunicación y otras que no tuvieron el mismo tratamiento. Abordó las ausencias de quienes son valoradas como “buenas víctimas” y de quienes, por diversos motivos, pueden ser consideradas “víctimas culpables”. El camino propuesto por Tordini se mantiene lejos de los vicios del género policial y judicial y, así, logra un un tono íntimo y comprometido que, a pesar de relatar historias dolorosas, permite que la lectura sea llevadera.
Las desapariciones se convierten para Tordini en un prisma desde donde mirar la forma en que ciertas vidas son valoradas por la sociedad y sus instituciones. Así describe cómo esa consideración social afectó cada una de las historias que analiza e incidió en la calidad de las investigaciones, en las hipótesis construidas y en la atención recibida.
La crónica de Tordini propone abordar el fenómeno de las desapariciones contemporáneas a través de un trayecto con tres paradas.
En la primera, repasa las historia mujeres y niñas desaparecidas, algunos casos celebres como el de Florencia Penacchi o María Cash y otros menos recordados como las de Salomé Valenzuela. Ese recorrido le permite analizar cómo ciertos mitos y fenómenos prefabricados moldearon las formas en que esas ausencias fueron comprendidas y abordadas por las agencias estatales y las organizaciones sociales.
En la segunda, bucea en las ausencias producidas por las diversas formas en que la negligencia estatal puede manifestarse. Describe cómo el sistema judicial fracasa de manera persistente en dilucidar esos sucesos, porque lleva adelante investigaciones de mala calidad o porque echan mano a hipótesis trilladas que resultan imposibles de probar. Se detiene también en cómo las burocracias que gestionan la vida y la muerte eneenizan, convierten en “NN”, a quienes son buscadas por sus afectos. A través de revisar una pluralidad de hechos exhibe las múltiples formas en las que la desidia estatal produce o sostiene en el tiempo desapariciones.

En el tercer capítulo, analiza desapariciones producidas en contextos de violencia estatal. Para eso, revisa las diversas formas en las que las fuerzas estatales produjeron desapariciones desde la transición democrática en adelante. Recuerda casos recientes y de gran repercusión política y social, como el Santiago Maldonado, y otros menos recordados como los ocurridos durante el copamiento del cuartel de la Tablada que no merecieron la misma consideración pública. Su análisis expone cómo socialmente se construyen jerarquías de desapariciones y de víctimas.
A través de esta propuesta de análisis la autora no buscó agrupar hechos para darles una única explicación. Se trata, más bien, de una estrategia que expone un problema multicausal. Cada ausencia encierra sus propias complejidades y misterios. Esas circunstancias se ven, además, influenciadas por las formas en las que un hecho es construido como un “caso”, las respuestas que brindan las agencias estatales y las formas en que la sociedad civil decodifica una desaparición. Así, en el último capitulo propone un mapeo de los fenómenos y dispositivos que pueden producir una desaparición en Argentina.
A lo largo de sus 256 páginas se advierte la preocupación de Tordini sobre cómo narrar esas historias, cómo deconstruir relatos trillados y reconstruir hechos conocidos pero en esta ocasión con mayor complejidad y profundidad. Las voces de les familiares también son recogidas para testimoniar sobre cómo vivir en la incertidumbre y qué significa buscar en un país que aprendió poco de sus traumas de su pasado y qué se encuentran cuando se encuentra.
Sin espectacularizar los hechos, la autora sugiere que acontecimientos propios de la crónica policial pueden estar emparentados con aquellos que tienen motivación política y son ejecutados desde el Estado. Su investigación recurre a material de archivo, literario, trabajos académicos y entrevistas para demostrar caso a caso que pueden existir puntos en común pero no por eso deben ser tratados como un conjunto idéntico. Tordini advierte que esta forma de analizar los sucesos no busca explicar cada una de las ausencias: “Las desapariciones argentinas contemporáneas no son resultado de un dispositivo único ni pueden explicarse siempre por lo que ocurrió antes. Describirlas y colocarlas en la conversación pública como si así fuera, como si cada desaparición entrañara una repetición en una serie geométrica, dificulta entender qué las provoca y encontrar a la persona que se está buscando”. De manera perturbadora alerta: “Las analogías con el pasado son poderosas, tanto para hacer visibles esas ausencias como para perpetuarlas: las rescatan de un ruido, pero las sumergen en otro”. En síntesis, se trata de un libro sobre la incertidumbre que no cae en la tentación de buscar una respuesta a cada una de las incógnitas. Y, así, resulta entonces paradójicamente esclarecedor.