“La avenida 9 de julio se convirtió en la avenida de los trabajadores y trabajadoras que demostraron tener las pelotas y los ovarios bien puestos”. La frase que sacó más que una sonrisa entre las compañeras presentes en la marcha dejó en evidencia una transformación que ya no se puede eludir en la institución más machista y masculinizada de la sociedad argentina: el sindicalismo. La que gritó esta frase desde el escenario es Claudia Lázzaro, secretaria de Género y de Derechos Humanos del Sindicato de Curtidores de la República Argentina: la primera mujer en llegar a ocupar una secretaría en ese sindicato. Un gremio que del total de los trabajadores solo un 2 por ciento son mujeres. Claudia y Estela Díaz —secretaria de género de la CTA— fueron las dos conductoras del multitudinario acto de los Trabajadores que encabezó Hugo Moyano.
Desde los micrófonos, las dos gremialistas arengaron a las 400 mil personas al Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans del próximo 8 de marzo. Es que ambas vienen participando del proceso asambleario convocado por el colectivo Ni Una Menos para organizar la medida de fuerza del #8M. Sindicalismo y feminismo se intersectan en las vidas de ambas dirigentas y referentas. A ninguna le fue fácil llegar hasta ahí: ambas tuvieron que dar la batalla contra las resistencias machistas que aún hoy expulsan a las mujeres de la política sindical. Sólo el 18% de las secretarías, subsecretarías y prosecretarías sindicales son encabezadas por mujeres. Pero de ese 18%, el 74% abordan temáticas consideradas desde una óptica sexista “propias de la mujer”, tales como igualdad de género o servicios sociales. Es decir, las organizaciones sindicales tienen a muy pocas mujeres en cargos de verdadera jerarquía y toma de decisiones políticas.
Claudia y Estela ya vienen bastoneando algunos actos juntas, como el de mediados de noviembre de 2017 en la Plaza de los Dos Congresos en contra de la triple reforma. Históricamente estos actos se conducen a dos voces: una masculina y otra femenina, resaltando el binarismo heteronormativo. Esta es la primera vez que dos mujeres son las conductoras de un acto tan masivo y multitudinario y desde donde gritaron a viva voz y por altoparlante las palabras “paro internacional de mujeres”.
Quienes organizaron la logística del acto fueron del gremio de Camioneros que pidieron especialmente que fuera Claudia la conductora. Les había gustado como lo había hecho en noviembre y resaltaban su fuerza y discurso.
Las dos presencias son muestra de la transversalidad. Estela y Claudia son de dos sectores diferentes. Estela es secretaria de Géneros de la central que conduce Hugo Yasky y una de las pioneras en impulsar políticas de géneros en el sindicalismo. A su vez es titular del Comité por la libertad de Milagro Sala y una decida defensora del aborto legal, seguro y gratuito.
Claudia pertenece a la Corriente Federal de los Trabajadores de la CGT y es miembro de Mujeres Sindicalistas, también de esta misma Corriente, un espacio impulsado por la ahora flamante diputada Vanesa Siley. La referencia de Claudia dentro de este espacio es clave: el último encuentro nacional de Mujeres Sindicalistas tuvo como sede el predio de Exaltación de la Cruz en la provincia de Buenos Aires del Sindicato de Curtidores. Claudia fue la anfitriona de miles de mujeres que se acercaron hasta ahí a debatir el lugar que ocupan en sus espacios gremiales.
Es evidente que no es suficiente con conducir un acto. El gran desafío por la equidad es que sean oradoras mujeres dentro de los oradorxs centrales. Hoy hablaron 5 varones. Para Estela Díaz la visibilidad de las demandas de los feminismos empujan hacia ese camino.
En el escenario, si bien la presencia era contundente y mayoritariamente masculina, había varias mujeres sindicalistas. Sonia Alesso, secretaria General de CTERA; Vanesa Siley, secretaria general de SITRAJU; Jackie Flores referente de CTEP y del movimiento cartonero, entre otras. Quienes estuvieron allí calcularon que había alrededor de veinte mujeres sindicalistas.
Claudia y Estela fueron a todas las asambleas de mujeres en donde se está gestando el próximo paro del 8 de marzo. Estela, junto a Vanesa Siley—actual diputada nacional—fueron oradoras en la última asamblea y pidieron el apoyo para la marcha del 21F. “Con el 21F arranca el plan de lucha contra el macrismo y continúa el 8M”, sostuvo Díaz el último viernes. Y así fue. En el multitudinario acto que colmó la 9 de julio, tanto el referente de la CTEP, Esteban Castro como Yasky, llamaron a marchar y a acompañar a las mujeres en el paro del próximo mes. La concentración había sido convocada por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, la Corriente Federal, las dos CTA y Camioneros.
Claudia y Estela fueron a todas las asambleas de mujeres en donde se está gestando el próximo paro del 8 de marzo. Estela, junto a Vanesa Silley—actual diputada nacional—fueron oradoras en la última asamblea y pidieron el apoyo para la marcha del 21F. “Con el 21F arranca el plan de lucha contra el macrismo y continúa el 8M”, sostuvo Díaz el último viernes. Y así fue. En el multitudinario acto que colmó la 9 de julio, tanto el referente de la CTEP, Esteban Castro como Yasky, llamaron a marchar y a acompañar a las mujeres en el paro del próximo mes. La concentración había sido convocada por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, la Corriente Federal, las dos CTA y Camioneros.
Claudia no dudó en gritar por el micrófono con la presencia de Hugo Moyano: “unidad de las trabajadoras, y al que no le gusta que se joda, que se joda”.
En el sindicalismo existen muchos códigos explícitos e implícitos que todxs lo saben. Son pactos que son imposibles de romper, tramas subyacentes en los sillones de hombres—y muy pocas mujeres—que detentan lugares de poder. Ninguna mujer en la historia del sindicalismo argentino llegó a ocupar el puesto más alto, el de Secretaria General de una confederación sindical. Pero poco a poco, las mujeres están disputando cada vez más esos espacios. No se conforman con comandar las secretarías de género de sus sindicatos. Las mujeres quieren ocupar los verdaderos cargos de poder. Y cuando eso suceda, cuando los varones empiecen a entender que no hay nada que impida que ellas ocupen los cargos más altos, ahí sí, la historia va a cambiar.